Solidaridad y subsidiaridad

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Tema de la quincena Caminos para construir el bien común

Solidaridad y subsidiaridad Comisión Permanente de la HOAC

Retomamos en este Tema de la Quincena la reflexión que estamos ofreciendo sobre cuáles son, según la Doctrina Social de la Iglesia*, los principios y criterios fundamentales que deben regir la vida social y política para que ésta responda realmente a lo que es y está llamado a ser el ser humano, y que hacen de la acción política un elemento fundamental para construirnos y realizarnos como personas.

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n anteriores Temas de la Quincena hemos visto cómo lo fundamental es el reconocimiento y la promoción de la dignidad de la persona, de la vocación del ser humano a la comunión social y de la prioridad de las necesidades y derechos de los empobrecidos. Después, hemos comprobado que esto demanda que la finalidad de la comunidad política y la responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la sociedad sea la búsqueda del bien común, la creación de las condiciones sociales en las que las personas podamos vivir de acuerdo a nuestra dignidad y realizarnos como personas. Hemos profundizado también en dos concreciones básicas del bien común: el destino universal de los bienes y el cuidado de la naturaleza. Pues bien, según la DSI, lo que permite la búsqueda y la construcción del bien común es que la sociedad se ordene según los principios de la solidaridad y la subsidiaridad(1). Que estos sean los principios que regulen la vida política. Por eso en este tema vamos a plantearnos qué son y significan la solidaridad y la subsidiaridad como principios reguladores de la vida y la acción política. Solidaridad y subsidiaridad están estrechamente unidas, se necesitan mutuamente. Pero la subsidiaridad es el modo adecuado de vivir la solidaridad humana en la vida social y tiene su sentido y razón de ser sólo en la vivencia de la solidaridad(2). La solidaridad nos alerta sobre el hecho de que

no es posible construir una sociedad humana desde el individualismo, desde el olvido de los otros, sino sólo desde el reconocimiento de que necesitamos los unos de los otros y de que somos responsables los unos de los otros. La subsidiaridad nos recuerda que la solidaridad no puede ser construida y vivida, ni personal ni socialmente, cuando olvidamos que las personas no somos un número que pueda diluirse en una colectividad, sino que somos seres singulares, cada uno único e irrepetible, que para vivir con dignidad necesitamos poder ejercer la libertad y la responsabilidad. No es desde un colectivismo que nos sitúe en el

*Los Temas de la Quicena, sobre la Doctrina Social de la Iglesia a los que aquí nos referimos son: «El Ser Humano como Ser Político», NN.OO., 1.445, págs. 19-26. «La Dignidad de la Persona», NN.OO., 1.449, págs. 19-26. «La Solidaridad con los Empobrecidos», NN.OO., 1.4511.452, págs. 25-32. «El Bien Común», NN.OO., 1.454, págs. 19-26. «El Destino Universal de los Bienes y el Derecho a la Propiedad», NN.OO., 1.456, págs. 19-26. «La Responsabilidad Humana en la Naturaleza», NN.OO., 1.458, págs. 19-26. Los textos están disponibles en: http://www.hoac.es/temahoac.htm

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