Hoja nº 1 Rovirosa

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ORACIÓN

Rovirosa

Causa de canonización de Padre, tú llamaste a Guillermo Rovirosa, le mostraste la grandeza de tu amor, manifestado en Jesucristo, el obrero de Nazaret entregado hasta la muerte y resucitado, y lo enviaste como apóstol al mundo obrero. Concédenos vivir, con su misma coherencia, el bautismo que nos ha hecho hijos tuyos, de modo que en el trabajo de cada día lleguemos a transformar la sociedad según tu voluntad y a transmitir la alegría de la fe a nuestros hermanos. Te pedimos, por su intercesión, ayuda ante la necesidad que te presentamos (...) y el gozo de agradecértela con un mayor compromiso a favor del amor y la justicia. Por Jesucristo, nuestro Señor. (para uso privado)

Con licencia eclesiástica, de conformidad con el decreto de Urbano VIII

Para recibir más información, enviar testimonios o comunicar agradecimientos, dirigirse a:

HOAC-Causa de G. Rovirosa C/ Alfonso XI, 4-3º. 28014 MADRID Tfno.: 91 701 40 80. Fax: 91 522 74 03 Correo electrónico: rovirosa@hoac.es Para aportar ayudas a la causa, pueden hacerlo mediante giro postal a la dirección arriba citada o mediante ingreso en la siguiente cuenta: Caja Madrid, c/c 2038-1590-29-6000054839 Promotora de la causa: Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC)

Su proceso de canonización se abrió el 8 de julio de 2003

Guillermo

HOAC

HOJA INFORMATIVA Nº 1

JUNIO 2005

SU VIDA Guillermo Rovirosa Albet nace en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) el 4 de agosto de 1897. Terminado el bachillerato inicia los estudios de Ingeniería Industrial. Abandona la Iglesia no conforme con una fe que no responde a su ansia de conocer la verdad. Tras buscarla en otras religiones y corrientes filosóficas de su tiempo concluye que sólo la ciencia ofrece certeza de la verdad que podemos conocer. En 1922 se casa con Catalina Canals y trabaja en Barcelona. Más tarde se trasladan a París. Allí una palabras que escucha casualmente al Arzobispo Verdier le hacen caer en la cuenta de que está negando lo que no conoce: en realidad niega credibilidad a Jesucristo sin conocerlo. Inicia entonces una aproximación a la persona de Jesús y a su mensaje que culmina, un año después, con su conversión a la fe cristiana en El Escorial en la Navidad de 1933. Esta conversión marca su vida definitivamente. Él y su esposa se entregan por completo a Dios, disponibles para lo que Él quiera de ellos. Se quedan a trabajar en Madrid y empieza a formarse en la Doctrina Social de la Iglesia. Durante la Guerra Civil cada día se celebra clandestinamente la misa en su casa; sus compañeros trabajadores le eligen presidente del comité obrero de su empresa, por lo que en 1939 es condenado a seis años de prisión, de los que cumple uno. Esta experiencia le ayuda a conocer la realidad del mundo obrero y a percibir la sintonía entre sus ansias de justicia y las propuestas del evangelio. En 1940 se incorpora a la Acción Católica (AC) y comienza a actuar apostólicamente con trabajadores. En 1946 los obispos españoles, a instancias de Pío XII, ante la situación de lejanía de la Iglesia de la clase obrera, deciden la creación de una especialización obrera dentro de la A.C. y, buscando quien podría organizarla, se lo encar-


gan a Rovirosa. Éste ve en esta tarea la misión que Dios le tenía reservada y, coherente con la ofrenda de su vida hecha al convertirse, de acuerdo con su esposa, renuncia a todo y se dedica por entero a hacer realidad la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Convencido de que los obreros son los que evangelizarán el mundo del trabajo, recorre toda España promoviendo grupos de apóstoles obreros, dando cursillos de formación en horas nocturnas, visitando los seminarios en busca de futuros consiliarios. Pone en marcha el ¡TÚ!, semanario obrero de amplia difusión, y el Boletín de la HOAC para la formación de militantes. Su palabra es siempre viva y directa, alude a la dura realidad del mundo obrero y transmite la visión cristiana del hombre y su dignidad de hijo de Dios y de trabajador. Valora la cultura obrera y habla su lenguaje. Apasionado seguidor de Jesucristo, lo presenta como aquel que responde a los anhelos de justicia y hermandad que laten en el esfuerzo de superación del mundo obrero aún en medio de conflictos y luchas; y muestra cómo en su evangelio, llevado a la vida, está la clave de solución de los problemas sociales. Su planteamiento resulta esperanzador para muchos trabajadores que descubren a un Dios cercano a su mundo e implicado en su renovación, y son frecuentes entre ellos las conversiones a la fe en Jesucristo. Pero otros sectores sociales acomodados se sienten cuestionados y reaccionan con dureza. En la España de los años 40 y 50 un movimiento apostólico de este tipo, a contracorriente de la línea oficial, no era aceptado fácilmente; por ello llueven denuncias falsas y presiones sobre la Jerarquía eclesiástica para que actúe contra Rovirosa. En 1957 es apartado de la dirección de la HOAC. A partir de entonces Guillermo Rovirosa pasa largas temporadas en Montserrat, profundiza en su reflexión teológica, aplicando siempre el evangelio a la vida de la persona y de la sociedad, y escribe una serie de obras que manifiestan la grandeza de su fe y su pasión por un mundo que llegue a vivir en comunión. Muere en Madrid el 27 de febrero de 1964.

«Mi (digamos) primera conversión tuvo como punto de partida el siguiente hecho: Era finales de 1932 y yo iba distraídamente por las calles de París, cuando me llamó la atención el ver una gran muchedumbre ante la iglesia de San José. Por pura curiosidad pregunté qué pasaba. Me dijeron que el Cardenal Verdier hacía la visita pastoral, y que en aquellos momentos estaba predicando. (…) Empujado por la curiosidad entré, como pude, para verlo. El oírle fue cosa de dos o tres minutos, y lo único que pesqué fue este concepto: - El cristiano es un especialista en Cristo, y de la misma manera que el mejor oculista es el que más sabe de teoría y de práctica de ojos, así el mejor cristiano es el que más sabe de teoría y de práctica de Jesús. Ésta fue la semilla de Vida que la Providencia amorosa dejó caer en mi estiércol, valiéndose de las palabras de su servidor, el Arzobispo de París, que nunca supo ni pudo sospechar que iban a cambiar mi vida. Con lo que me habían “inculcado” de pequeño, yo creía que ya lo sabía todo del cristianismo teórico, y la práctica ya la había descubierto después por mi cuenta cuando me apercibí del “timo”; ésta era mi convicción. Pero entonces me di cuenta de que de Jesús no sabía casi nada, ni de teoría ni de práctica. Y me entraron ganas de saber algo».

SUS ESCRITOS

(Guillermo Rovirosa: El primer traidor cristiano. Judas de Keirot, el apóstol, Obras Completas, tomo I p.500).

«Dios irrumpió en él por la puerta, única quizás, que había mantenido abierta de entre todas las que podían permitir que algún rayo de luz religiosa penetrase en su alma: era su amor a la verdad y su noble voluntad de ser consecuente». (Tomás Malagón: Communio (1979)20).

«Rovirosa, he ahí un profeta. Eso es, un hombre traspasado por la Palabra candente de Dios. Como Jeremías, como Isaías, como Amós, como el Bautista. ¿Vale la comparación? Me tomo el riesgo personal de hacerla... “Los pobres no son evangelizados”, “Cristo les quiere los primeros en su redil, y... en la Iglesia no tienen puesto”. Es el grito compulsivo de Rovirosa a la situación nuestra, a la de ahora, en nuestra Iglesia... Es el clamor de Jesús, hecho vida, voz y fuerza en su profeta...» (J. Pont i Gol, Arzobispo de Tarragona: Rovirosa, apóstol de la clase obrera, p. 207)

TESTIMONIOS


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