ORAR EN EL MUNDO OBRERO Fiesta de Jesucristo, rey del universo (22 noviembre 2020) (Comisión Permanente de la HOAC)
Nos disponemos a la oración leyendo y dejando que resuenen estos textos. Los que veían a Cristo el Hombre que sembraba el bien por donde iba, los que esperaban al Rey que restituiría el arrebatado cetro de Israel, el Rey que liberaría al pueblo del yugo romano y repartiría enchufes a sus seguidores, se han llevado el mayor de los desengaños con el aparente fracaso de Cristo en la Cruz. Pero aquellos que han creído en Él, y le siguieron en cuanto Dios, han visto el mayor de los triunfos en la Resurrección (Rovirosa, OC, T.V. 277).
En este mundo que corre sin un rumbo común, se respira una atmósfera donde la distancia entre la obsesión por el propio bienestar y la felicidad compartida de la humanidad se amplía hasta tal punto que da la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana. […] ¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí! (Fratelli tutti, 31).
Desde los textos, me sitúo en la vida Solo podemos vivir nuestra fe reconociendo a Cristo en cada persona, especialmente en la persona empobrecida, en quien necesita que me haga prójimo en su necesidad. Pues si por algo se nos va a juzgar, será por cómo hemos amado, contemplando al crucificado.
JESÚS: me convence tu divinidad, despojada de todo poder; me atrae tu corazón manso y humilde; me seduce tu amor a los pobres, pequeños y marginados; me imanta la imagen de tu Dios, Padre de infinita misericordia; me conmueve tu fidelidad, a ti mismo, hasta la muerte; me subyuga tu energía profética para denunciar abusos de poder e hipocresía religiosa; me desarma tu silencio e indefensión ante los poderes que te acusan y condenan; me aterra tu grito desde la cruz: «¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?!»; 1