ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Fiesta del Bautismo del Señor (7 de enero de 2018) PARA DISPONERTE
Comisión Permanente HOAC
Fundamentalmente, el bautismo cristiano implica por parte del bautizado consciente la disposición y la decisión firme de buscar a Jesús y no buscarse a sí mismo; de seguir a Jesús y no seguir las propias apetencias y fantasías. La fidelidad y el cumplimiento de estas decisiones y de estos compromisos va tejiendo, día a día, lo que denominamos vida cristiana; que no es mi vida en Cristo, sino la vida de Cristo en mí. Dos cosas muy diferentes; tan diferentes como la cara y la cruz (Rovirosa, OC, T.I. 512-513).
En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador (EG 120). UNA MIRADA A MI VIDA
Quien va a bautizar con Espíritu, Jesús, se acerca a ser bautizado con agua, poniéndose en la cola de los pecadores –él, sin pecado– para compartir su condición y su vida. Es bueno comenzar mirando la vida de quienes queremos acompañar, de aquellos con los que queremos compartir nuestra vida en comunión, y desde ellos mirar nuestra vida: ¿nos ponemos con ellos también en la cola de las esperanzas, de los compromisos, de la vida…? ¿Qué tan cerca estamos de la vida de los empobrecidos? Mi conversión ha de partir de ahí.
Señor, tú me conoces
Tú, Señor, me conoces. Conoces mi vida y mis entrañas, mis sendas y mis sueños, mis idas y mis vueltas, mis dudas de siempre. Tú eres, a pesar de mis fallos, el Señor de mis alegrías y de mis penas. Déjame estar en tu presencia. Sosiégame. Serena mi espíritu. Abre mis sentidos. Lávame con agua fresca. Vísteme como a un hijo y háblame.
Haz posible lo imposible: compromete mi vida con un amor fuerte y responsable, fiel –como el tuyo conmigo– a los últimos, a los pobres, a los hermanos, en los que Tú, Señor, estás presente. 1