Domingo de la sagrada familia

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C. Permanente

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Orar en el mundo obrero

Domingo de la Sagrada Familia B

familia que se potencien más los valores del sistema imperante, que los valores del Reino. La familia, para Jesucristo, no tiene fin en sí misma. Jesús de Nazaret vivió aproximadamente 30 años la familia tradicional de entonces, pero cuando se emancipó, fundó una nueva “casa” constituida por los doce apóstoles y los discípulos/as, para vivir con Él y arreglar el mundo según el modelo del Reino. S. Marcos dice que, después de la elección de los doce, “volvió a casa y se juntó de nuevo tanta gente que no les dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales” (Mc 3, 20-21) Si sus parientes piensan esto, los maestros de la ley, más suspicaces, emiten un diagnóstico más fuerte: “es un agente de Satanás” (Mc 3, 22). Ya está aquí la “bandera discutida” referente a la familia. La finalidad de la “casa” de Jesús no es reproducir el sistema socio-religioso imperante entonces en Israel sino crear una nueva humanidad donde los pobres sean atendidos y los últimos sean los primeros, aunque para ello “no haya tiempo ni para comer”. Las costumbres de la “casa” de Jesús, que el sistema socio-religioso imperante no aceptaba, nos las describe Marcos en los capítulos anteriores: sanar las dolencias del pueblo, curar a los leprosos tocándolos, relativizar el ayuno legal, “no echar vino nuevo en odres viejos”… Jesús no acepta en su “casa” los consejos de sus parientes: “¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por los que estaban sentados en corro, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc 3, 31-34). ¡Familia de Jesús son los que lo siguen poniendo en práctica la voluntad del Padre! El seguimiento a Jesús exige corregir la educación común de entonces y extender la solidaridad a los pobres y marginados sin cerrarse en los círculos de la propia familia. Cuando las costumbre de la familia carnal entra en contradicción con la solidaridad a los empobrecidos, hay que optar por éstos últimos: “al que le había invitado, le dijo: cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus parientes, ni a tus hermanos… ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos: dichoso tú, porque no pueden pagarte” (Lc 14, 12-14) Ahora bien Jesucristo no suprimió la institución familiar. Sólo puso los criterios evangélicos como fin y meta de la familia. No cualquier tipo de familia vale. En el episodio de Jesús perdido y hallado en el templo se lo dice a María y José cuando se quejan “angustiados”. “Ellos no lo comprendieron” Pero bajaron al hogar de Nazaret a aprender los criterios evangélicos en su familia como modelo creyentes (“Su madre guardaba fielmente todo esto en su corazón”) Por cierto que Jesús “bajó con ellos y siguió bajo su autoridad”. (Lc 2, 52) ¿La vida familiar de los cristianos de hoy está fallando en transmitir los valores evangélicos, como la opción por los pobres, los últimos son los primeros…?


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