ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Segundo Domingo de Pascua (8 de abril de 2018) Comisión Permanente HOAC
Frente a la sensación de miedo, de vacío, de angustia y de un vivir sin objeto y sin ideal, frente a la injusticia y el desorden, no hay más que una salida: la vuelta a Cristo y a su iglesia, la vuelta a la fórmula eterna: Amaos los unos a los otros como yo os he amado (Guillermo Rovirosa, O.C, T.I, 61).
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie (EG 23). DESDE LA VIDA, DESDE NUESTROS MIEDOS… Nos cuesta deshacernos de nuestros miedos que nos paralizan. No crecemos en la comunión de vida porque seguimos sin fiarnos del Amor. No crecemos en extensión, porque seguimos sin fiarnos del sacrificio que hace posible la comunión de acción. No crecemos en la comunión de bienes todo lo que podríamos porque preferimos la “seguridad” de nuestro egoísmo. Esos miedos son los que viene a echar fuera el Amor de Cristo Resucitado. Identifica, acoge, acepta tus miedos; ¿Cuáles son? ¿Cómo te paralizan y encierran?
No me lanzo al camino sin saber a dónde va.
Desde tus miedos, ora: Como Tomás… también dudo y pido pruebas. También creo en lo que veo. Quiero gestos. Tengo miedo. Solicito garantías. Pongo mucha cabeza y poco corazón. Pregunto, aunque el corazón me dice: «Él vive». 1
Quítame el miedo y el cálculo. Quítame la zozobra y la lógica. Quítame el gesto y la exigencia. Dame tu espíritu, y que al descubrirte, en el rostro y el hermano, susurre, ya convertido: «Señor mío y Dios mío». (José María R. Olaizola sj)