Oraciones verde_Maquetación 1 24/06/2016 10:57 Página 1
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
13º Domingo del tiempo ordinario (26 junio 2016) Comisión Permanente HOAC
Esta era la realidad terrible: que yo no seguía a Jesús, sino que pretendía que Jesús me siguiera a mí, ya que yo veía las cosas tan claras que no me era posible la más ligera duda (Rovirosa, Judas… OC, T.I. 552).
La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo, siempre más… Necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial (EG 264). Busca un momento y un lugar tranquilos. Acoge conscientemente la presencia de Dios que habita tu vida. Agradécela. Siente la llamada
Comienza por escuchar este testimonio:
“Ahí estás, Jesús, pasando por nuestras calles. Saliéndonos al encuentro desde tantos lugares inesperados. En el semáforo, en la oficina, en las aulas, en una cafetería… Te asomas cada día a la pantalla de nuestro ordenador, en forma de canción, de poema, de testimonio. Nos llamas, en las noticias, que llegan a diario, hablando de amor, de guerra, de necesidades, de sueños, de pecado, de resurrección. Eres grito, y dices nuestros nombres, mi nombre: Juan, Andrés, Javier, Elisa, Marta, Alberto, Selena, Carlos, José, Natalia… y en tu voz hay urgencia, y cariño, y la convicción de que quieres ofrecerme lo mejor para la vida: un sentido, una causa, y mucha gente con la que compartirla. Y me dices: “Sígueme”. Y yo quiero seguirte, aunque no siempre sé cómo. Seguirte en la forma en que gasto el tiempo y el dinero. Seguirte, al buscar espacios donde escuchar tu palabra o compartir tu mesa. Seguirte, compartiendo el camino con otros que también te siguen. Seguirte, con la toalla ceñida a la cintura, para servir, como tú. Seguirte, haciendo del amor, tu amor, mi única bandera…”. Mira tu propia vida. También en ella resuena la llamada, y también en ella hay seguimiento, aunque a veces no sepas cómo seguirle, o no quieras dar los pasos necesarios. Hazte consciente de esas llamadas cotidianas, y de cómo es tu respuesta, tu seguimiento, con sus mediocridades y miserias, cuéntaselo y ofréceselo al Señor: Aquí estoy, Señor, mientras pasas por mi vida, saliéndome al encuentro, desde tantos lugares inesperados… 1