• Carta N.° 1 [Carta anua 1604-1605]
cuatro gobernaciones16 y confina con el arzobispado de Santo Domingo que también tiene otros tres obispados y en todos ellos no hay casa ni colegio de la Compañía. Muy cerca de Santafé comienzan los Llanos17, por donde corre el gran río Marañón y otros muy caudalosos18 a cuyas riberas se han visto grandes poblaciones de gente que algunos llaman el Dorado19 [Ilegible]. Y se piensa tiene estos Llanos de ancho más de mil leguas y otras tantas de largo20. A la ciudad de Santafé, cabeza de este gran Reino, envió vuestra Paternidad el año de 1604 cuatro padres y un hermano que fundasen una residencia21. Sabido que habían desembarcado en Cartagena el señor Arzobispo, previno con sus cartas a todos los curas por donde habían de pasar, lo hospedasen y regalasen lo cual ellos hicieron con mucha “La consolidación de la Iglesia. Siglo XVII”, tomo XIII: Historia eclesiástica. En: Historia extensa de Colombia. Bogotá, Ediciones Lerner, 1975. 16 La Audiencia de Santa Fe comprendía la gobernación del Nuevo Reino, Cartagena, Santa Marta, Antioquia, Mérida, Muso y parte de Popayán. 17 Se ve que el autor desconoce la verdadera geografia de la región. Al piedemonte andino cercano a Bogotá corresponden los Llanos Orientales, que en realidad se extendían desde la actual Venezuela hasta al sur de Colombia. Desde 1530 en que Nicolás de Federman divisó las ingentes llanuras se siguieron las expediciones de los alemanes como la de Jorge Hohermut o de Spira, Nicolás de Federman y Felipe Hutten; y por parte de los españoles Hernán Pérez de Quesada y Gonzalo Jiménez de Quesada. Y posteriormente nació la tentación del mítico Dorado. 18 Sin lugar a dudas se refiere al Orinoco, que es el tercero de América del Sur y el quinto del continente americano. Marco Aurelio Vila. “Orinoco, río”. En: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar, III (1997) 436-438. 19 Sonia García. “El Dorado, mito de”. En: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar, II (1997) 190-192. 20 El misionero Juan Rivero describe así los Llanos en 1736: “La esplendidez y magnificencia de los Llanos no puede comprenderse sino viéndolos. La pluma es impotente, las palabras y las frases son inadecuadas, y todas las descripciones demasiado pálidas para dar a conocer este inmenso territorio, que semeja a la mar en calma, se extiende hasta donde la vista no alcanza, y confunde sus límites con la bóveda azulada en el horizonte […]. La extensa llanura se encuentra cortada por bosques que siguen la caprichosa dirección de las corrientes de infinidad de ríos y quebradas, dándole al paisaje una agradable variedad…”. 21 Martín de Funes, José Dadey, Juan Bautista Coluccini, Bernabé Rojas y el hermano Diego Sánchez.
143.
LIBRO_Cartas_anuas_I.indb 143
12/4/15 1:43 PM