Los hombres de jaime i

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“Los hombres de Jaime I. La ratificación del poder del monarca en la isla de Menorca (Siglos XIII y XIV)”.

Lola Carbonell Beviá 1. Jaime I: Análisis religioso-militar de un rey Templario. Desde la Alta Edad Media, hasta la Plena Edad Media, la “Regla de san Benito” rigió para los monjes-guerreros Templarios (1). San Bernardo de Claraval, iniciador de los cánones templarios, fue más un guerrero, que un monje templario (2). En las “Obras completas de san Bernardo de Claraval” (3), se aprecia la finalidad de la “Órden de los Pobres Caballeros de Christo”, consistente en la lucha contra los hombres y las fuerzas espirituales del mal (4). Los monjesguerreros se caracterizaban por ejercer una gran disciplina, obediencia, abstinencia de la superficialidad, trabajo, ecuanimidad, y contención sexual y familiar, no participaban de juegos, ni cacerías, ni actividades lúdico-festivas, en cuanto a valores morales (5): “(…) Tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, observan una gran disciplina y nunca falla la obediencia (…) se visten con lo que les dan y no busca comida ni vestido por otros medios. Se abstienen de todo lo superfluo y sólo se preocupan de lo imprescindible. Viven en común, llevan un tenor de vida siempre sobrio y alegre, sin mujeres y sin hijos. Y para aspirar a toda la perfección evangélica, habitan juntos en un mismo lugar sin poseer nada personal, esforzándose por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándola con la paz. (…) )unca permanecen ociosos ni andan merodeando curiosamente. Cuando no van en marchas lo cual es raro, para no comer su pan ociosamente se ocupan en reparar sus armas o coser sus ropas, arreglan los utensilios viejos, ordenan sus cosas y se dedican a lo que les mande su maestre inmediato o trabajan para el bien común. )o hay entre ellos favoritismos; las deferencias son para el mejor, no para el más grande de su alcurnia. Se anticipan unos a otros en las señales de honor. Todos arriman el hombro a las cargas de los otros y con eso cumplen la ley de Cristo. )i una palabra insolente, ni una obra inútil, ni una risa inmoderada, ni la más leve murmuración, ni el ruido más remiso queda sin reprensión en cuanto es descubierto. Están desterrados el juego de ajedrez o el de los dados. Detestan la caza, y tampoco se entretienen como en otras partes con la captura de aves al vuelo. Desechan y abominan a bufones, magos y

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