HIRIAN 4

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04 LITERATURA

& BIDAIAK

2010 URRIA

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RUTA DE LA SEDA EL VIAJE EN COCHE DE TRES AMIGOS

Oscar Picazo Periodista

Líneas paralelas Seis años, cuatro meses y nueve días, ése es el tiempo que Ingrid Betancourt estuvo secuestrada por las guerrillas de las FARC. En ese tiempo caben muchas vidas, también un fragmento enorme de una vida también enorme. Dos años después, ha llegado el momento de hablar porque no hay silencio que no termine. El de Ingrid Betancourt fue uno de los secuestros más largos protagonizados por las tristemente famosas FARC, y también uno de los más célebres; no en vano, Ingrid Betancourt era, en el momento del secuestro, candidata a la presidencia de Colombia. Quien espere ver en “No es el estos textos revanchismo, sentimiento lo encontrará, de revancha claro está, ya que los ojos el motor que buscan algo con avidez que impulsa hallan siempre estas el objeto de su busca indepen- páginas” dientemente de su existencia o no. Quien quiera ver algo más, lo encontrará sin duda, ya que no es el sentimiento de la revancha el motor que impulsa estas páginas, sino más bien una reconciliación con el pasado, un dejar salir los malos espíritus de la caja de Pandora, antes de que la caja reviente. Un texto duro y sin contemplaciones, que tampoco se recrea en el dramatismo y sentimentalismo gratuitos. Un relato aterrador y puro que no dejará indiferente a ningún lector. Que nos habla de supervivencia, de límite, de orgullo, de competición, de lo importante que se vuelve lo mínimo e insignificante, de la grandeza y la pequeñez del alma humana sometida a la tensión de los extremos. Que hace un paralelismo acertado entre los prisioneros y los captores, prisioneros también de su propia dinámica guerrillera, víctimas de sus propias pasiones. Título: No hay silencio que no termine. Autor: Ingrid Betancourt. Editorial: Aguilar, Grupo Santillana Publicación: 22/9/2010. 708 Páginas. P.V.P: 22 euros

Juanma Indo habla de su larga aventura hasta Mongolia

“Entramos en Kirguistán y no explotó la guerra” El viaje al que Juanma Indo, Pedro de la Cruz y José Ignacio Andonegui han dedicado los tres meses de este pasado verano puede fascinar a muchas personas. Pero, por mucha envidia sana que dé su aventura, muy pocas tendrían el arrojo de embarcarse en una experiencia similar. Estos tres amigos, viajeros experimentados, han recorrido la Ruta de la Seda en un coche Toyota Land Cruiser, a través de Italia, Grecia, Turquía, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán, Kazajastán, Rusia y Mongolia. Y han narrado sus vivencias en el blog mongoliara.wordpress.com, para deleite de un nutrido grupo de seguidores, que ha crecido según avanzaba el viaje. De la Cruz y Andonegui son donostiarras. Indo, que recibió a HIRIAN a los pocos días de regresar a casa, es «natural de Aia, sanpedrotarra de adopción y de Orexa de corazón». Sonriente y en apariencia lleno de energía tras la expedición, afirma que no sólo han cumplido las expectativas que tenían puestas en este viaje, sino que las han superado. «Lo hemos pasado mejor incluso de lo que esperábamos. El coche ha ido bien, entre nosotros nos hemos llevado de maravilla y todo ha salido sin problemas», asegura Indo. Los obstáculos los han esquivado sin grandes dificultades. En Uzbekistán había problemas para encontrar gasóil, pero acudían a talleres donde había camiones y lo pedían allí. Un día en Mongolia se quedaron sin moneda local y los dos bancos en que preguntaron no quisieron cambiarles dólares. «Estábamos sin gasóil y nadie sabía inglés en aquel pueblo. Fuimos casa por casa esperando entendernos con alguien. Tendríamos que vender algo para poder comprar combustible. Finalmente, pasó una furgoneta y me parecieron turistas. Eran suizos y sabían castellano. Su chófer nos cambió dinero», narra este vecino de Pasai San Pedro.

Pequeños imprevistos al margen, Indo cree que «los viajes salen según la forma en que se preparan». Nos muestra una gruesa carpeta con documentación. «Llevábamos todos los visados preparados desde casa y también un calendario con la previsión de dónde íbamos a estar en cada fecha y que, al final, casi hemos clavado», apunta. La decisión Turquía es un país muy cambiado desde la anterior visita de Indo. A Turkmenistán, territorio lleno de monumentos del primer ministro y su familia, no le ha visto atractivos como para volver. No descarta regresar a Mongolia. En la frontera de Kirguistán tomaron la decisión probablemente más delicada de todo el viaje: entrar en ese país.

“En Irán, incluso chicas con chador nos invitaban a tomar té o café con sus familias” Las noticias que se recibían aquí sobre una inminente guerra eran alarmantes y mucha gente les advirtió de que no se adentraran en ese territorio. «En el camino veíamos que estaban colocando alambrada entre Kirguistán y Kazajastán y pensábamos: ‘esto va a explotar.’ Pero, mientras aquí se leía que se esperaban miles de refugiados, allí veías coches de lujo y las limusinas más grandes que he visto nunca. No había ninguna persona escapando por la frontera. Hora y media antes comentábamos entre nosotros que lo más prudente sería no pasar, pero nos pusimos a la cola en la frontera, ésta fluía y tomamos la decisión de entrar en Kirguistán. Y todo fue de maravilla», relata Indo.

Juanma Indo fotografiado en un momento de su intenso viaje.

La experiencia es un grado, dicen. El curriculum de viajes de este hombre es muy amplio. Ha participado cinco veces en el rally París-Dakar, y una de ellas lo completó. Tomó parte también en el último viaje del mítico autobús “Nairobitarra” a Patagonia, junto a su amigo Angel Ortiz. En 2002 recorrió junto a otro grupo de amigos diversos países de Africa (Túnez, Libia, Níger, Argelia, Mali, Burkina Faso, Mauritania, Senegal...). Aquella aventura se materializó con dos coches, uno de los cuales es el que ahora les ha llevado por la Ruta de la Seda y que han vendido al término del viaje. «Y aún tengo el otro coche, para cuando surja otro viaje», anuncia. En todo caso, se ha dado cuenta de que el Toyota Land Cruiser estaba preparado para viajar por Africa, donde no es tan habitual que llueva. «Para otros destinos es mejor un vehículo adaptado en plan autocaravana, para dormir en su interior y que disponga también de una cocina. La echamos en falta una noche de lluvia y viento, en la que no pudimos salir del coche y nos tuvimos que conformar con un poco de jamón y unas galletas para cenar», confiesa. La que llevaba un vehículo con comodidades era aquella mujer suiza de 68 años con la que coincidieron en Kirguistán y que abordaba en soledad un viaje de dos años en Land Rover. En estos tres meses, Indo y sus dos amigos han conocido a otra mucha gente. Por ejemplo, a una inglesa que viajaba con chófer y guía y que les animó a visitar Australia, donde ella reside. Tal vez ése

sea el próximo destino de Indo y sus amigos. En el límite entre Rusia y Mongolia conocieron a dos motoristas italianos que han dedicado a la aventura de Indo, De la Cruz y Andonegui una entrada en su blog (goeast-mcspinea. blogspot.com), con fotografía de Pasaia incluida. Y además del trato con otros viajeros, está la relación entablada con habitantes de los lugares visitados. «En Irán, por ejemplo, nos han tratado con mucha hospitalidad. Tenemos una idea de ese país por las noticias malas que nos llegan a través de los medios. Pero la gente nos ha parecido muy abierta. Incluso chicas con chador venían a invitarnos a tomar té o café con sus familias», recuerda. Seguramente eso les pasa por no ser turistas al uso. «Sí, creo que les llamaba la atención vernos llegar con nuestro coche. Y lo primero que decíamos era que no somos espías», señala riendo. Juanma Indo dice creer que cualquiera puede embarcarse en un proyecto de viaje como los suyos. «El miedo limita mucho y yo creo que hay que dejarlo siempre en casa», opina. Para comunicarse, el inglés (el suyo es elemental, asegura) y el lenguaje universal de los gestos. Y un librito muy útil a base de imágenes. «Si quieres comer un huevo frito, lo muestras en fotografía», explica. En su caso, los viajes son una forma de vivir, surgida tiempo atrás por los amigos y el entorno. Pero, «no sé si me hacen ver la vida de otra manera. No sé cómo la ven los demás», reflexiona.


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