SOBREMESAS
ESTAR EN LOS GRANDES MOMENTOS CHIRI: ¡Excelente la primera crónica de este número! Me gustó mucho cuand...
H: ¿Yo estaba?
HERNÁN: Perdón, Christian. Antes de que empieces a fingir que sos inteligente, quiero decir que las frases al pie de esta edición, todas, son del Negro Fontanarrosa. Y la mayoría son burlas a los aforismos de la new age.
H: Ok.
C: Creo que no, no sos muy recordable. C: Nos estábamos cagando de risa esa noche, éramos varios. Y en un momento Chicho nos empezó a contar que estaba detrás de los pasos de su mamá biológica, y que estaba escribiendo una especie de investigación en formato de crónica.
C: Ya me parecía que eran frases medio raras. ¿Y le pagaste los derechos a los herederos?
H: Me suena eso. ¿Puede ser que yo estuviera?
H: No creo que los herederos tomen a mal este homenaje, a diez años de la muerte del Negro. En el número pasado homenajeamos a Abelardo con sus frases y no apareció nadie a pedir plata.
C: No. Seguro que te lo conté. Cuando Chicho terminó de explicar la historia todos nos quedamos mudos, con un nudo en la garganta. H: ¿Por qué nunca estoy en los momentos importantes de esta revista, Christian Gustavo?
C: Es verdad, tiene sentido. H: También quiero decir que las páginas que acompañan todas las sobremesas de esta edición son exclusivas de Liniers para nosotros.
C: Escuchá, no terminó la anécdota. Entonces yo le dije: «¡Chicho! ¡Esa crónica es para nosotros, ni se te ocurra dársela a nadie!».
C: ¿Le pagaste?
H: ¿Estás contando esto para hacerte el héroe, o para subrayar que yo no estuve en esa reunión?
H: Qué rompebolas que estás. ¿Quién sos, mi contador? Disculpá la interrupción. Seguí.
C: No fue una reunión, fue una cena en mi casa, con amigos íntimos míos. La pasamos bárbaro.
C: Te decía que me encanta cuando Seselovsky cuenta la visita que le hace a José Mesanich en Rosario, el patrón de su madre biológica.
H: Sí, boludo. Soy el director de esto.
H: Bueno, cambio de tema. Cuando le propuse a Juan Sklar hacer la crónica que viene a continuación, vos no estabas. Éramos un grupo muy reducido, en mi casa, todos intelectuales y gente famosa. Estaba Polino. Fue una noche increíble.
C: Hay un momento en donde Chicho espera que Mesanich le abra la puerta de su casa y él piensa que cuarenta y cuatro años atrás, ellos dos, ese tipo y él, ya estuvieron cerca uno del otro.
C: Creo que la crónica que viene ahora se la propuso Josefina Licitra a Juan Sklar, o él a ella. Por teléfono. Tengo entendido que vos no tuviste nada que ver.
H: ¡Sí! Me acuerdo perfectamente: «Yo flotaba en el útero de la empleada doméstica que doblaba su ropa. Él ya se llamaba José Mesanich», dice. Es maravilloso que lo pueda contar así.
H: Error, fue en mi casa. Una cena hermosa, vos no estabas. Me acuerdo que vino Horacio Cabak, y trajo un pony. ¡Ay, este Horacio!
C: Una noche hice una cena en casa y vino el Chicho. Hacía bastante que no nos veíamos, así que charlamos largo y nos pusimos al día.
H: Qué.
H: ¿Qué parte es esa? C: ¿Leíste la crónica?
C: Hernán. C: Me estás dando lástima. x
DECIMOS: «HAZ COMO LA HORMIGA, QUE TRABAJA TODO EL DÍA». ¡NO SABEMOS CUAN JÓVENES MUEREN! 24