SOBREMESAS
EL ATAÚD ES UNA EMPANADA DE CARNE CHIRI: ¿Quién es Diego Tellier, y por qué aparece en nuestra revista con una foto y una biografía falsa? ¿No es poco serio? HERNÁN: Sí, es inmaduro el recurso de camuflarse, pero yo tenía muchas ganas de publicar estos cuentos breves, y él no quiere darse a conocer de otra manera. Así que le respeté el deseo.
H: Una empanada que contiene pasas de uva nunca puede ser el paraíso, ¿entendés? C: Claro, todo el mundo sabe que las pasas de uvas son cadáveres de cucarachas disfrazadas de frutos secos. El olor, la rugosidad... H. Mejor cambiemos de tema. Porque además ese sueño me hace pensar en mi propio funeral.
C: Qué raro vos respetando deseos.
C: ¿En qué sentido?
H: Prioricé la obra.
H: En el peor de los sentidos. Todavía hoy, después de tantos años, me persigue la imagen del último tramo del repulgue cerrándose sobre mi cabeza, como la tapa de un ataúd vista en subjetiva.
C: ¿Entonces no lo conocés al tipo? H: No. Lo encontré en Twitter. Escribiendo tuits es un provocador. Está en contra de los gordos, por ejemplo. Así que gremialmente es mi enemigo. C: Jodéte. Vos estás en contra de los chilenos. H: Tellier también está en contra de los chilenos, y eso me reconcilia un poco con sus racismos. Y además su literatura es muy buena. C: Me gusta el cuento de la salteña que hace el último repulgue de empanada que puede hacerse en el universo. Y que de esa forma, sin saberlo, desata un apocalipsis lento. H: Yo una vez soñé que me encerraban en una empanada. C: Me acuerdo perfectamente. Fue hace mucho tiempo. Éramos chicos. H: Tenía apenas ocho años, y fue horrible. C. No te creo. Para un gordo, estar adentro de una empanada debe ser el paraíso. Tenés de todo para comer al alcance de la mano: carne picada, pedazos de huevo duro, aceitunas gigantes… H: Al principio sí, recuerdo que la sensación era muy agradable.. Pero enseguida me di cuenta del error. Aquello no era el paraíso, era el infierno...
C: Lo que pasa es que justo ahora no podemos cambiar de tema. Porque lo que sigue son, precisamente, dos cuentos sobre funerales. H: ¿No había un tema más alegre para elegir? C: Lo eligió Martín Felipe Castagnet, nuestro editor de ficción. H: Ya lo suponía. Si los cuentos no llegan a estar buenos, pobre de él. Que se vaya a buscar laburo a Gatopardo. C: El primero es una historia de Hernán Vanoli, áspera y bastante sórdida, sobre un funeral muy extraño. Hay que entrarle con cierta actitud, como cuando te sentás a ver una serie de David Simon en HBO. Pero una vez que estás adentro de ese mundo ya no podés salir. H: Me interesa. C: El otro es un cuento de Liliana Colanzi, una gran escritora boliviana, sobre un funeral imborrable contado desde la mirada de una nena.
C: ¿Por qué lo decís?
H: No me cuentes nada más. Que ahora labure Martín Felipe y escriba una buena intro, precisa y sintética, sobre los dos cuentos.
H: Porque la empanada a la que me habían confinado estaba llena de pasas de uva.
C: Tenés razón, que trabaje él, que para algo lo mandamos a la universidad. x
C: Qué espanto.
UN DIBUJO VALE POR MIL PALABRAS. Y SI ES DE PICASSO… 170