Revista Orsai — Temporada 2, Episodio 2

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RODOLFO PALACIOS

del plan consistía en abrirles la puerta a dos cómplices que terminaban desvalijando todo. Pero no terminó bien la cosa. —Ya sé, te encariñaste con la víctima y te hiciste amigo real. —No. Una vez estaba comiendo en un restaurante y apareció una de las minas a la que le había robado. Yo estaba comiendo con otra señorita. La turra me reconoció y se me tiró encima. —¿Y te metieron en cana? —¡No! Le di una patada en la concha y me escapé por una ventana. Comencé a reírme cuando Symns retomó el tema de mi viaje con Poca Bala. –Vos no deberías ir. Y menos con un pistolero. Te va a pasar algo malo. —Vos siempre creés que va a pasar algo malo. —Siempre pasa algo malo. Vivir es meterse en problemas. Symns pidió otro Campari y me contó que había tenido una pesadilla. Robaba un banco a punta de pistola, pero al huir se tiroteaba con la Policía. Terminaba torturado en una prisión. —Fue tan real que me desperté dolorido, como si alguna bala me hubiera rozado —dijo y tomó un sorbo de su trago—. Un amigo pistolero me contó que Poca Bala es pesado. Dicen que una vez mató a un compañero por la espalda y salió de una toma de rehenes con un bebé como escudo.

Después nos quedamos hablando un rato más, recibimos un amuleto contra la envidia, pagamos ―pagó Poca Bala, en realidad― y nos fuimos. Pero durante el viaje de vuelta, aunque lograba mantener un diálogo con Poca Bala, sentí que había quedado encerrado en los rebotes de esa frase: «La mala suerte va a seguir por un tiempo». Episodio 4. Symns tiene un mal presentimiento Symns me esperaba en el bar de siempre, en la calle Cochabamba. Pedimos un Campari y un Cinzano con Fernet, y un plato con quesitos y pan cortado en rodajas. Por la ventana se colaba Constitución: un joven cartonero corría a un paquero que le quiso manotear un cartón. Symns me miró. —¿Por qué mierda querías meter a ese tipo en mi pieza? —Era Poca Bala. —¿El chorro pesado? —Sí. —¿Y por qué no me avisaste? —No me diste tiempo. —Vivís en una nube de bombachas. Pedile perdón de mi parte. —Pensamos hacer un viaje a Rosario —le dije—. Venite. —¿Y qué van a hacer a Rosario? —Ver un recital de Calamaro y seguir con su libro. Quiere que le escribas el prólogo. —Iría a ver a Calamaro, es el mejor de su casta. Pero no voy más a Rosario. Ahí me destrocé en tantas partes que todavía las estoy juntando. —A veces no sé si todo esto lo inventás o es real. Lo mismo cuando decís que robaste. —Robé hasta en España. —Cómo. —Lo mío era robar con la parla. Hacía el cuento del falso amigo. Me hacía amigo de la gente a la que podía sacarle algo. Tomábamos unos tragos hasta que me ganaba la confianza y me invitaban a la casa. La última etapa

Episodio 5. El viaje El viaje con Poca Bala empezó con normalidad. Nos encontramos en 9 de Julio y Avenida de Mayo. Poca Bala me esperaba en un Audi negro. Llevaba boina, una campera de cuero marrón, jeans y zapatos oscuros. Yo llevaba una mochila con un par de libros y tres petacas de whisky. Poca Bala puso un CD de Tangalanga, el humorista que hacía bromas telefónicas, que nos hizo reír a carcajadas en la primera llamada: «Oíme querida,

...Y PARA EL PODEROSO NO EXISTEN NI EL SABIO NI EL VIRTUOSO. 127


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