la web, en video o secuencias de fotos, pero para mi libro no asistí a ninguna de ellas. Alguien me había dicho alguna una vez que si quería entender ese tipo de maldad tenía que ver ese tipo de imágenes. Yo creo que tuve suficiente con mis recurrentes expediciones a la ilustración de María Antonieta. Y también con revisar algunas otras cosas.
como su vestido que flameaba suave, a punto de aquietarse encima de ese cuerpo inmóvil y todavía caliente. Podía pasarme ratos muy largos explorando ese dibujo, alucinada y espantada por una máquina de matar tan cruel y bien diseñada, y preguntándome de qué clase de meditaciones podría haber salido la idea de cortar cabezas y de hacer de eso un espectáculo. El día de la firma de contrato ―y con la sangre de Foley todavía derramándose en las noticias―, volví a hacerme esa pregunta, esta vez alentada por el deseo de los otros. Quienes estaban al tanto de mi libro habían asumido que entre mis tareas de escritura y cobertura venía incluida la de darle play al video de esa matanza. «¿Viste cómo le cortaron la cabeza al periodista yanqui?», me preguntaron demasiadas veces. «No, no veo eso», contesté siempre. Tampoco vi las decapitaciones que Abu Musab al–Zarqawi hacía en sótanos sucios y con sonido ambiente en 2004; ni vi la del periodista Daniel Pearl en Pakistán en 2002; ni busqué rastros online de las que el checheno Arbi Barayev había hecho en 1998; ni vi cómo ISIS cortó las cabezas de veintiún albañiles cristianos en una playa libia en febrero de 2015. Todas esas coreografías asesinas están disponibles en
V
oy a escribir un libro sobre terrorismo ―le anuncié a mi psicóloga. ―¿Por qué sobre terrorismo? ―preguntó. ―Porque el tema me interesa. ―¿Y por qué te interesa? ―Porque me abruma la idea de que haya gente que disponga de vidas ajenas para conseguir algo. ―Ajá ―dijo, y levantó la ceja derecha: un gesto que pone siempre que le doy una respuesta que sabe a poco o le suena a farsa. La de las «vidas ajenas», en efecto, iba a convertirse en la coartada inmediata que daría, tiempo después, a los medios que me preguntaran lo mismo ―por qué escribir sobre terrorismo― cuando el libro saliera, en septiembre de 2015. Declarar que «me abruma que se disponga de vidas ajenas para conseguir algo» ―es decir: que se haga lo que
MIENTRAS MÁS BRILLANTE LA LUZ, MAYOR EL GASTO. 107