Revista Orsai — Temporada 2, Episodio 1

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JUAN SKLAR

—No puede ser. Tenés que encontrar a la verdadera Silvia. —No hay verdadera Silvia. Ella es eso. Ayer me contó lo del plantel de San Lorenzo. —¿Se los cogió a todos? —A ocho. Pero de a uno. —¿Dio nombres? —Dio nombres —confirmo. Le digo que también se cogió a un director técnico, a dos jugadores de la selección (juntos), a un cantante de pop latino, a dos periodistas de chimentos (juntos), a un presidente extranjero, a dos jueces de la Corte Suprema y a John Bobbit. —¡Qué genia Silvia! ¿Antes o después de que le cortaran la pija? —Después. Con la pija suturada. —Tremendo. Cogetelá, boludo. Hacelo por mí. Cogetelá.

La increíble noche del 31 de agosto de 2014. Parte 1

—Vos no entendés —me dice Silvia mientras comemos una fugazzeta rellena en La Farola de Núñez—. Yo soy muy Susanita. Le doy un bocado a mi porción, que desborda de muzzarella. —¿No me creés? No sé si le creo, pero cuando Silvia monologa mejor asentir y tomar nota. —Mirá. Te voy a dibujar el sueño de mi vida. Dame el cuaderno ese donde anotás tus chanchadas. Le doy mi cuaderno rojo y una lapicera. En la última página, Silvia se pone a dibujar una casita con árboles, una cerca, flores, un caminito, una chimenea, un sol y un lago con patos. Los elementos son idílicos, pero la ejecución es macabra. El trazo tiembla. Los patos parecen flechas. La cerca, un conjunto de lápidas. Las flores, niños enterrados tratando de escapar de la tierra que se los traga. El sol, aunque sonríe, está ausente, como si hubiera tomado Rivotril. Está firmado:

—Está bien. Cogete a Silvia Süller —me dice Trinidad. Acabamos de garchar. Estamos desnudos tirados en su cama. —Pero una sola vez, y al final del proyecto. Si te la cogés antes de terminar el libro, o si te la cogés más de una vez, no nos vemos más. —Si aceptás que sos mi novia, no me la cojo nunca. —Una sola vez, y al final del proyecto.

Para Juanchi, con todo mi corazón, sos un dulce. ¡Chuick! Silvia Süller 31/8/14

No puedo dejar de pensar en Silvia. Hoy la escuché hablar durante casi cuatro horas. Tuvo todo. No tiene nada. Ni casa, ni fama, ni pareja, ni plata, ni amigos. Su hijo no le habla. Casi todos sus familiares la odian. Los que no la odian le tienen pena. No es feliz. Nunca fue feliz. Ni siquiera en los noventa. Tuvo cuatro maridos. El primero la dejó por un hombre. El segundo la corneó embarazada. El cuarto intentó matarla y luego matarse él. El tercero fue Silvio Soldán, que la echó de la casa y le sacó a su hijo. Lo sigue amando.

En el taxi yendo a lo de Silvia. Estoy llegando tarde. Hoy mientras daba clase tocó el timbre Princesa Peronista, una mina con la que tuve un par de encuentros sexuales. Dejé de verla el día que tuvo un brote psicótico en mi casa. Hace un rato me dijo por el portero que quería coger. Me excité, le dije que viniera más tarde. Vino. Cogimos. Horrible. Un primer polvo corto, tenso, sin mirarnos, y después otro más porque se quejó de que no había acabado. Para acabar tuve que pensar en Trinidad.

TODOS LOS COMINOS LLEVAN AROMA. 69

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