Revista Orsai — Temporada 2, Episodio 1

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DIARIO DE BRETAÑA

llamaba Julien-Marie Fablet. Tuvo diecisiete hijos con la misma mujer, también francesa. Evidentemente no quería ser cura. Día 19 Cucurto habla por teléfono con la gallega y en un momento le dice: «¡No te olvides de nosotros! ¡Somos dos patitos mojados en una palangana de agua fría!». Hizo un cuadro que se llama Fumando con ella y tiritando de frío. Está logrando un toque Basquiat. Le conté mi encuentro de ayer con Anna. Ivette me pidió que hablara con una chica que se quiere ir a Buenos Aires, a la residencia. La organiza también la Fundación Paroles. Anna me escribió y apareció por la biblioteca cuando ya estaba cerrando y yo ya pensaba que no venía. Campera roja de cuero, jeans, pelo suelto. Medio seria, metida en su rollo. Yo había estado escribiendo toda la tarde y también estaba medio serio. Hablaba un castellano bastante fluido y con las erres exageradas. Buscamos su bicicleta. Me dijo que estaba con hambre, si la acompañaba a comer. Pedimos un falafel y un sandwich malak en un lugarcito libanés por Place Sainte Anne y nos lo llevamos al bar de enfrente, a las mesas de afuera donde compramos cerveza. Muy guapa. Qué triste todo. Me cagué de frío ahí afuera terminando mi falafel mientras ella fumaba y me hablaba de su proyecto, y su pajera, «mi pajera», «mi pajera», repetía. Me costó entender que era su pareja, el novio francés que la va a acompañar a Buenos Aires. Yo estaba con la tos en los bronquios, con la bronca en la sangre, un poco deprimido, con la batería al mínimo. Me empecé a dar cuenta de que estos dos meses van a ser puro frío, charlitas inofensivas en callejones antiguos y a lo sumo alguna que otra borrachera en esta ciudad museo. Le hablé con desgano de Buenos Aires, se la vendí muy mal. Después Anna armó el tabaco con porro y me armó uno para mí, con

más porro que tabaco. Yo la escuchaba con gran sonrisa de bobo comprensivo y tosía. Qué manera de meterme solito en el patíbulo, calzarme la soga al cuello, abrir la puerta trampa... No hay que entablar amistades con mujeres hermosas. Se fue pedaleando en bicicleta y yo quedé fumado y merodeando por ese decorado de película de época, calles angostas y empedradas, casas con vigas diagonales de madera. Un ciruja pedía monedas: «No es para comida, es para drogas», decía. Le conté el encuentro a Cucurto y a la noche me retrató así, fumando con ella y tiritando de frío. Un gran cuadro. Tengo los pelos parados en alerta hormonal, dos chispas azules en los ojos enloquecidos, y en el torso trasparente se ven mis pulmones maltrechos, mi corazón abierto como un pollo a la parrilla. Este cristiano no tiene paz. La mina disfrutando sus cigarrillos y yo muriéndome. Desorbitado. Se me ven también el hígado, el estómago lleno de cosas. Ella fumando medio atrás, como inventada por mí. Gran retrato. Le saqué a Cucurto de la biblioteca un libro de Basquiat. Lo hojeaba y me gritaba desde su cuarto: «¡Gracias Pedrito, me pasaste una info de Primera A total!». Escribo un cuento para niños: «Había una vez una princesa a la que le gustaba escaparse del castillo para ir a bañarse en los pantanos prohibidos...». Día 20 Fuimos a una escuela y hablamos con niños de diez años. Había tres negritas muy bochincheras, sentadas juntas. Se reían. Se peleaban. Se paraban. El sistema educativo francés no podía con ellas. Una se llamaba Monaïd. Se divertían como nadie. Los niños blancos estaban como vencidos, nacieron castigados, doblados sobre el escritorio, concentrados en su texto. Nunca entendimos bien qué teníamos que hacer nosotros. Los acontecimientos de la Fundación no tienen un principio

CUANDO UN ACTOR DE THE WALKING DEAD LEE QUE VAN A MATAR A SU PERSONAJE, NO SABE SI LO ECHAN O QUEDA FIJO. 130

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