

Pinceles, prosas y poemas al viento IV


Educativa
-INEDCI-
Pinceles, prosas y poemas © Institución Educativa Ciudad de Ipiales INEDCI Ediciones Exilio fundacionexilio@gmail.com
Ilustración de portada: Acuarela de Laureano Rodríguez Diseño de portada: Luz Mery Avendaño
Primera edición: octubre de 2022 Tiraje: 300 ejemplares
Impresión: Gente Nueva Editorial
Tels: 320 2840 y 320 2971 Bogotá, D.C.
Impreso en Colombia/Printed in Colombia
Cuentos y microrrelatos

Entre la vida y la muerte
La oscuridad reina en mi mente, un rayo de luz entraporlaventana,esunaluzquemecubredepaz ytranquilidad;estancegadoraquemeatraehaciaella. ¡Algo me atrapa!
Daniela Acosta y Mariam Tarapues
Estudiantes Grado 9 3
La ruta del caído
Corre rápido, el joven tiene un propósito, huye de la muerte por un oscuro bosque, ¿Dónde? No sé, quizá allugarenelque nose puede escucharelmásmínimo sonido; solo el que causa Sharon, lo atormenta. Aalta velocidad logra visualizar ese algo que lo persigue… tropieza.
Juan David BastidasEstudiante Grado 9 2
Separación


¡Pum, pum, pum! Abro la ventana, salgo a ver qué pasa y no, no hay nada, solo una brisa helada me encuentra tirado en la cama.
Alan Josué Aza Cabrera
Estudiante Grado 9-2
Adán y Eva y el fruto prohibido
“Maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo, sobre tu pecho andarás y polvo comerás todos los días”.


Seguramente han escuchado estas palabras, pues sí, son aquellas con las que Dios me arrojó y con las cuales me maldijo.
¡Ah! Déjenme presentarme, soy la serpiente o más bien, el serpiente, soy masculino, o como me dicen en hebreo, el Nabash.
Aclarando esto continúo. Antes de aquel sexto día en donde forjaron todos los animales, yo ya había habitado estas tierras, porque relativamente se dice queel sexto y el séptimo día, pero hay mucho más detrás,bueno me baso en mí; habité estas tierras antes de lallegada de cualquier ser, caminaba, era libre, podía sentir el viento en mi rostro, no como ahora, todo es polvo al arrastrarme. Y ¿cómo terminé así se preguntarán?… Les contaré:
Cuando vagaba en estas tierras inhóspitas y sombrías, la soledad me abrumaba y me desconsolaba; un día entré a aquel gran árbol frondoso, lleno de frutos exquisitos y exóticos, encontréaalguiencomoyo,ellaeraidénticaamí,pero vieja, muy vieja, ella me proporcionó sabiduría y conocimiento, me comentó que había un ser que todo lo sabía, que todo lo veía, y esafue la primera vez que escuché de Dios; me manifestó que aquel Dios erael creador de la tierra donde habitamos ella y yo, pero
detrás de él había unoscurosecreto, un gran secreto. Él quería un mundo perfecto. ¿Y qué habría de malo en la perfección? Se preguntarán ¿a qué costo el mundo perfecto? Para que todos los seres sigan sus normas y le teman, para que nadie explore sensaciones como la vergüenza, la ira, para que el mundo nunca evolucione y viva con temor a ese costo.
Despuésde escucharla, ella me dijo que esto pasaráen poco tiempo, y que tendríamos que hacer algo al respecto, y me propuso que aquí en este jardín ocurriera todo; me dijo que cuando vea que los primeros seres sean creados, los observe, pero que cuandoveaqueseresdistintosalosanimalessurjan, actúe, porqueserándosy uno de ellosseré yo. Ycomo llegó, desapareció entre chispas y un gran arrebol de colores.
Desapareció, luego, un gran árbol con frutos desconocidos surgió para mí; al probar estos frutos me llenaron de una sabiduría indescriptible, ya entendíaqué hacer. Esperé, y como aquella semejante a mí lo dijo, ocurrió. Surgieron mil bestias, todas seguían su instinto, ninguna su racionalidad. ¿Por qué? Me di cuenta que era yo el único ser capaz de pensar conastucia y racionalidad. Pues sí, soy la serpiente. A lo lejos observé dos seres distintos a los demás, ellos hablaban, caminaban erguidos.
Como yo sabía que tenía que actuar… ¡Oh esperen! Ese secreto aún no lo puedo contar. Bueno eran dos hombres y una mujer. Cuando la mujer se acercó a mi preciado árbol, supe en su mirada que se trataba de ella, que era su reencarnación; nos observamos,
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sabíamos qué hacer con el fruto, le di de comer.
A lo lejos vi que una intensa luz se acercaba; era Él, el Creador, Dios; solo escuché cómo me maldijo; sabía lo que me iba a suceder; observé cómo ellos, los seres, los humanos, fueron desterrados, y yo ahora no soy nadie ni nada. Solo me arrastro y de la brisa que en mi cara sentía, solo queda polvo. Pero salvé al mundo de vivir con temor y engañado, salvé al mundo de lo simple conocido y lo avoqué a lo desconocido; los liberé a todos.
Juan Camilo Bustos
Estudiante Grado 9 2
de Ipiales INEDCI


Se acabaron los Inampués
Para Celmira esos instantes de reposo le parecieron infinitos; sentía que su pecho absorbía todo el aire húmedo del campo. Sólo quedaba una vaga sensación en el recuerdo de esos dolores que arrancarontantos alaridos; ya se había olvidado por completo delos tirones en el vientre y ese ardor de aguasalenlavagina.Ahoraapenasseescuchabaeleco de un llantominúsculo que se ahogaba dentro del pondo de agua que se arrimaba sobre la esquina de la cocina. Un poco más cerca sentía igual que siempre la batalla detrastes golpeándose entre sí y más allá un chirlazo deagua sobre el patio de tierra.


A don Lisandro, su padre, no le había gustado nada que Celmira hubiera quedado embarazada de cualquier sinvergüenza y mucho menos que le hayan quitado el orgullo de ver a su hija casarse de blanco y enla iglesia matriz; pero más aún, el resentimiento sele convertía en rencor al pensar que ya no habría elsartal de nietos que había anhelado siempre, para hacer perenne su apellido. Ese era el castigo. Ni Celmiratendría más hijos, ni Lisandro vería su larga descendencia.
¡Maldita sea! ¡Se acabaron los Inampués!...
Este gritó airado de don Lisandro hizo más pesada la penumbra de la cocina. Todos enmudecieron con la cabeza gacha y la mirada hundida en el fogón como si quisieran cambiar el destino.
Allí estaba Misia Flora, la que siempre abría el hueco
y enterraba la placenta en el centro de la cocina arropandoeldeseodelaprocreacióndeunaniñapara el próximo embarazo; hacía y deshacía sus trenzas antela frustración de su oficio.
-Esto es un velorio repetía… También estaba Don Alirio, un hombre cobrizo de ceño fruncido que con pasos paquidérmicos contaba losladrilloscuadrilongosdelpiso;eraelencargado de abrir el hueco en el patio de tierra, enterrar la placenta y sembrar el augurio de un varón para el vientrede la madre recién parida.
Un varón menos, es un peón menos; menos siembra… menos cosecha, se decía.
Alcaereldía,aesodelaseisdelatarde,todos,excepto Celmira, bajaron al río. Adelante, con paso firmey erguido, cargando una esquina de la ruana sobreel hombro, el sombrero grande con sus alas caídas, llevando la placenta en una bolsa de papel, iba don Lisandro.


Al final, la bolsa se hundía en el río y se llevaba entre sus malas aguas la fertilidad de Celmira.
Álvaro Germán Flórez Rosero
Rector INEDCI
Ciudad de Ipiales INEDCI
Nuestro averno
Tristes y ojerosos, pero no por cambiar pañales dijo mi parcero en esas noches de lujuria. Yo me reí y me sentí feliz con mi tristeza porque lo que me acongoja solo está en mi cabeza
Delveinte de julio a la plaza, de la plaza al veinte de julio, encuentras el arte en sus calles, el arte del averno, la filosofía del borracho o el amor del drogadicto.Estando ahí veo que la tierra es el paraíso delinfierno.
En estas noches frías nacen frases como estas: “En estas noches frías mi corazón encuentra el calor que se deshace entre cigarros y licor, sobrio intento de llenarme de color”.
Camino a casa, llevo la muerte, perturba mi soledad; me pide chorro la descarada, quiere calmar su ansiedad; yo borracho le pregunto ¿Por qué te llevas amis parceros? Responde, malo, ellos que me obligan a traerlos.
Me entra un escalofrío, pero es por la luna llena con la que llega el dolor de huesos, cicatrices y recuerdos. Durmamos juntos le digo a la muerte llegando a casa. Tienes un amor, cuida de eso, ¿Qué te pasa? me dice.
¡Mierda, dónde dejé las llaves!
Aarón Aza
Estudiante Grado 11-1
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Corre


Corría a toda velocidad, las ramas se quebraban a su paso, el ruido se acercaba. Llevaba horas persiguiéndola y estaba agotado, pero no le quedaba más, teníaque seguir, no quería perderla. La encontró de frentey le propinó el hachazo.
La llevó sangrando hasta salir del bosque; desde allí se veía su casa, algo vieja. Llegó y la colocó sobre la mesa, limpió el hacha sobre su cuerpo inerte y la miró como diciéndole el último adiós.
Querido, regresaste, ¿encontraste algo bueno? se escuchó la voz desde adentro.
—Sí querida, logré cazar una raposa— respondió y se sentó a descansar.
Kevin Cuasapud
Estudiante Grado 7 1
Feliz cumpleaños… ¿a ti?
¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si alguien más ocupara mi lugar?
—¿Qué quieres decir?
Me refiero al hecho que “eso” te suplante, tú ya no existirías, lo harías, pero no tu verdadero tú; desaparecerías, tal vez muerto en la nada, mientras que otroser se hace pasar por ti, feliz y campante mientras tú sufres de alguna forma
Eso… realmente es imposible, pero pensándolo, me genera pavor, que “eso” lastime a alguien que quiero, no… mejor dicho que mate a esa persona, que ese monstruo siga feliz, mientras yo aparezco en las noticias por asesinato, pero bueno, eso no pasa de la ficción, ¿verdad?
Supongo… ¿no quieres pasar a mi casa?
No, gracias, vendré en la noche para celebrar tu cumpleaños; de paso, feliz cumpleaños.
¿cum…pleaños?... ¿a mí?
—Claro, ¿quién más está frente mío en su cumpleaños?, estás muy raro últimamente, de todos modos, vendré después, cuídate.
«Se está yendo, tal vez deba bajar el cuerpo, fue mala idea hacer que se suicide, mucho trabajo antes que vengan todos a celebrar mi ¿cumpleaños? qué raro, peroalmenos tendré un festín esta noche»
Camila Estefanía Coral Estudiante Grado
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Suicidio de cucarachas
Ganador del VI concurso departamental de cuento, Palabras de paz. Cauca.


Todas las mañanas es lo mismo; al abrir la puerta ahí está, una cucaracha patas arriba esperando ser exterminada.Yahasidounañodesdequememudé a lanuevacasa ysigue viniendo ami puerta, y claro, yosigo haciendo el mismo ritual: primero tomo el insecticida, luego poso mi pie sobre ellas y para finalizartomoun trozo de papel para tapar el rastro delcrimen; aun no entiendo por qué lo hacen, enesta casa hay más habitaciones, más puertas y más asesinosdecucarachas;amipesartendréquesoportar y cumplirmi rutina de exterminio.
Los días van pasando, ahora con un cambio, algo sorpresivo; ya no me espera una, sino dos cucarachas.La primera, como es habitual, con sus patas arribacomo siempre, pero la segunda me mira desde lejos, completamente viva, me observa, descubre con su mirada cómo mato a sus iguales, y siempre, cuando voy por ella, huye como si aún no estuviera lista paramorir. Mi curiosidad infantil ha hecho que la detalle y la persiga, ahora no para matarla; busco conocerla.Para mi sorpresa es ella, la misma todos los días, susrayasalcostado, sucaminar rápido yesos ojostristescomo losde unaaraña. Aquel momento,mientrascorríaaldesencuentro,susojosse toparon con los míos y entonces comprendí que compartíamos el mismo deseo, nos convertimos en
cómplices y venía cada mañana a buscarme con su fetiche humanoide de vermorir a su raza. Ya son ocho amaneceres desde la última vez que la vi. Temo entonces en cada búsqueda que tal vez otro asesino, el de la habitación contigua quizás, la descubrió y cumplió el ritual.
La mañana era fría, hace días que no esperaba verla, y su recuerdo había sido mitificado: quién más, si no yo, podría otorgarle tal valor a esas cotidianidades. Sin embargo, al abrir la puerta ahí está ella; algo es diferente, esta vez patas arriba me mira fijamente, sus ojosme develantodalaverdad; yoeraelinstrumento. Una experta en asistir suicidios de cucarachas, la calma de sus sufrimientos. De una manera extraña y sombría me había escogido, sabía que era yo quien se levantaba primero.
Ahora entiendo también que despedirse les toma días, y lo hacen, A diferencia de cualquier humano, una carta no es suficiente, siempre salen con promesas de volver, entonces, con valentía salen de su escondite, se posan en mi puerta, recuerdan los instantes de felicidad, su primer amor, su primera lágrima
Ella,enespecífico, recordaría la primeravez queme vio salir de aquel portal . Hasta que por fin escuchan mi cuerpo separándose del colchón de resortes, ponen sus patas hacia arriba, me escuchan saludarlas y se dejan cubrir por un manto blanco de olor fuerte,alzan sus patas, se retuercen asquerosas y felizmente,pues se ha acabado todo. Ahora tengo que hacer lomismo con mi cómplice. Aunque sentía mi alma partirse en dos, comprendía por qué me
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buscaba. Crear un vínculo con su destrucción era la mejor forma de morir; procedí a buscar el insecticida y la arropé tiernamente, le puse encima mi zapato más fino y con un pequeño pañuelo de seda, envolviéndola, le dije adiós; al final de cuentas eso es lo que espero hicieranconmigo el día en que decida morir, que me tratencomosoy, unbichoresistente al arma más destructiva de todas, ¡la vida!


Lina Sofía Manrique Orbes Egresada INEDCI
Ciudad de Ipiales INEDCI
“Cuento hasta cinco…”


¡Cuento hasta cinco y te desapareces… y voy en cuatro...! gritó el oficial y echó mano al cinto empuñandosu negra pistola. Martín, no supo cómo, pero de unbrinco cruzó la verja y corrió como alma que llevael diablo intentando alcanzar laesquinay de cuando en cuando cerraba los ojos esperando el fatídico ruido del arma al ser disparada.
No era la primera vez que Martín Tabares se enfrentaba al brioso oficial quien, en más de una oportunidad, lo había pillado “fuera de base”, y él, como ya era su costumbre, salía a correr mirando de reojo el verde oliva del uniformado que amenazaba con “pegarle un tiro en la puritica porra pa’que afine”.
Esta vez había tenido suerte y una vez más escapaba de la temida camioneta negra que aparecía aaltashoras de la noche desde hace dos meses y cinco díasy que espantaba a cuanto joven frecuentaba los ladosdel parque central.
Todo había iniciado como un juego. Jobito: el bobito del pueblo, joven querido y apreciado por todos por su simpatía y marcada inocencia, apareció la noche del viernes con cinco billetes de cincuenta mil pesos y ante el asombro de los muchachos del barrio invitó a todo aquel que quisiera a cerveza helada. Esa noche más de uno se emborrachó y en medio de abrazos y efusivas promesas se disputaban la amistad de Jobito quien no sabía explicar muy bien el origen de tanto dinero junto. Martín se ofreció a llevar hasta su casa al afortunado “invitador” y entre capciosas preguntas
logró saber que el teniente Jarrín le regaló ese dinero a cambio de un “pequeño favor…”


Martín no pudo dormir esa noche pensando en lo que había logrado entenderle a Jobito. No le cabía en la cabeza lasintenciones de Jarrín. Sí, Josué Jarrín, el mismo amigo de barriada, un tanto mayor que él, que un día cualquiera decidió marcharse a la Escuela Militar “para servirle a la patria”, como repetía el joven Jarrín cada vez que se le interrogaba sobre sus intenciones de hacer futuro en las filas castrenses, y quien años más tarde, volvió al pueblo con botas de cuero altas, quepis con bordados dorados, uniforme verde oliva con su apellido labrado en el pecho, gafas oscuras y una negra pistola en el cinto.
Luego de unos días Martín lo entendería todo cuando el propio Jobito intentaba atraer la atención de los desocupados jóvenes del barrio para que vayan a trabajar en una ciudad costera donde recibirían pasajes, vinculación inmediata con una petrolera extranjera, seguridad social, techo yalimentación…y, claro está,un magnífico sueldo, solo con la única condición de que no informaran a nadie, ni siquiera a sus padres, de la buena nueva.
El chisme se regó como pólvora; los muchachos del “parche” que noche tras noche se reunían en la esquina de la heladería “La Pitufina” a fumarse un “bareto”, no encontraron otro tema de conversación y más de un chico se emocionó con el cuento. “Vamosa buscar a Jobito”, acordaron unos y se dirigieron al parque. Jobito, iluminado por su buena estrella, hacía una boba escogencia entre los posibles candidatos y los citaba a altas horas de la noche al parque central a donde llegaría una
camioneta a recogerlos. “De estotan bueno no dan tanto”, se dijo Martín, pero se alistó en el grupo pensando en que por fin podría comprarle algo a “su vieja”, su pobre madre que se ganaba la vida lavando ropa ajena para mantenerlo y que contando con el trabajo que conseguiría podría compensarle en algo tanta hambre, tanto sufrimiento y tantas navidades llenasde tristezas y carencias.
En la oscuridad de la noche los ocho muchachos esperaban ansiosos. Rodaban de cuando en cuando un “baretico pa’l susto” e imitaban a Jobito que no apartabasusojosdelaesquinapordondeapareceríala tan ansiada camioneta negra, la camioneta del futuro…
Eran las dos de la mañana y de los ocho jóvenes aventureros tan solo quedaban cinco, y claro, Martín, entre ellos. El ruido del pueblo se había reducidoa las quejumbrosas notas de un viejo acordeón quese escuchaba a lo lejos. Jobito, baquiano como el que más, reconoció al instante el silencioso ruido de la camioneta que lentamente iluminó la calle vecina e hizo su aparición estacionándose discretamente a un lado del parque. Jobito corrió en su dirección y cruzó breves palabras con alguien que ocupaba el asiento del acompañante. Jobito manoteaba e indicaba insistente alosmuchachosqueesperabanenel centro del parque. A una señal del joven los cinco muchachosse acercaron temerosos. La puerta lateral se abrió invitándolos a subir. Ellos, con el susto reflejado en el rostro, fueron ocupando los asientos traseros. Cuando Martín se disponía a subir una estentórea voz lo detuvo: “¿Vos no sos el Tabares? Martín miró hacia elinterior de lacamioneta, perono
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pudoidentificar anadie. “Sí, yo soyMartín Tabares…” respondió entre alegre y expectante-. “Bajate… que pa’vos no hay trabajo…” añadió la misteriosa voz. La puerta se cerró y la camioneta arrancó silenciosa cruzando la esquina y desapareciendo en la oscuridadde lanoche.


A la mañana siguiente, Doña Aleja, vecina de los Tabares y madre de Pepo, uno de los escogidos, preguntaba en casa de Martín por su hijo quien no había llegado a dormir a la casa. Horas más tarde tres madresmás hacían lo mismo. Martín no supo qué responderles. Inicialmente negó cualquier vinculación con los “viajantes” aunque le comía la lenguapordecirlesqueno se preocuparan, que pronto tendrían excelentes noticiasde ellos. Peronofueasí. Los días pasaron y otros jóvenes también desaparecieron y nada se supo de sus paraderos. Jobito, acosado a preguntas por lasmadres de los muchachos y las autoridades de policía,contó con la protección de su madre que energúmenales gritó a voz en cuello que su hijo no sabía nada yque no lo jodieran… que dejarantanta preguntadera…
La interdicción de Jobito debido a su retraso mental lo excluía de una investigación más severa, por lo tanto,elparaderodelosquincejóvenesdesaparecidos se hacía cada vez más misterioso. Martín, por su parte, decidió seguirle los pasos a Jobito a quien descubrió escapándose de su casa a eso de las diez de la noche ydirigirse al parque donde lo esperaban nuevos chicosanhelantes de aventura. La operación volvió a repetirse. La camioneta negra hizo su aparición a las dos de la mañana y los jóvenes se dispusieron a abordarlaseguidos de Jobito que esta
de Ipiales
vez llevaba terciado unpequeño maletín de viaje. Martín se acercó cuantopudo para mirar mejor y fue cuando una mano fuerte lo tomó por la nuca y lo aprisionó contra el piso mientras le decía: “Qué, mariconcito, ¿metiendo las narices donde no te importa? ¡Perdete güevón, ya te dije que pa’vos no hay trabajo! ¿Qué hubo pues? ¡Cuento hasta cinco y ya voy en cuatro…!
Sinvoltear amirar el asustado muchacho corrió como pudo mientras en su mente retumbaban las amenazantes palabras de su agresor. Un traspiés hizo que Martín Tabares rodara por el piso quedando su cara clavada entre la gramilla de un antejardín. Cuando levantó la mirada lo único que pudo identificar fueron unasrelucientesbotasnegrasquele cerrabanelpaso.Ya, ya me voy alcanzó a balbucear el muchacho . Cuando por fin pudo incorporarse logró apreciar en toda su magnitud la rígida presencia del Teniente Josué Jarrín, su compañero de barrio quien ahora sededicaba a labores propias deloficiomilitar.
- ¿Jarrín?, dijo Martín intentando identificarlo bajo sus lentes oscuros.
-Teniente, aunque te demores un poquito, “güevón”. Teniente Jarrín Juliao Josué Jaime… dijo el militar mientras se quitaba sus lentes oscuros. Pensaba dejarte ir… pero las cosas han cambiado, Tabares… súbete a la camioneta… acabas de conseguir trabajo.
Julio César Luna Silva Egresado INEDCI
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Desdicha


Cada domingo a las dos y treinta de la tarde se escuchan sus pasos. Entre los olvidados y angostos caminos de piedritas se dirige, cruzándose con un hombre borracho que tira algunas blasfemias a su propia condición y el poco valor que tiene para ir hastaahí. Ensu total humanidad nunca entendió “La persistencia de la memoria” de Dalí, y mucho menos lo poético dela muerte. Sin embargo, su vestido largo se arrastra en la misma dirección mientras sus guantes de encajesostienen flores sintéticas, siempre del mismo color. Ahí, cada tarde de domingo, desde las dos y treintahasta las cinco, entre el polvo del olvido, se derrama la desdicha sobre esa fría tumba.
Yinet Bernal Estudiante Grado 11 2
SS


La pobre Susana era una niña aterradora, sangraba por todos lados sin tener herida alguna, tenía los brazos alargados y flacos y un solo pie. Susana paseaba bajo el sol y su color rojo ahuyentaba animales y personas a su paso. Salomón, un perro verde que teníael rabo mutilado, amaba ver a Susana bajo el sol con su sangre seca, casi cambiaba de color a un vinotinto hermoso pensaba el perro al verla.
Salomón en sus otras vidas había aprendido a no temerle a nada ¡Los perros verdes, no le tememos a nada! ¿Cierto, Susana?
¿Y las niñas como yo, con un solo pie, podemos ser bailarinas, ¿verdad?
Claro que sí, dijo Salomón. Las niñas como tú pueden ser bailarinas hasta sin sus dos pies. No tienes que perseguir más tu pie Susana; incluso, sin vos misma, sos maravillosa. ¿Acaso tu condición de bípeda te haría más bella de lo que eres? ¿Qué es un pie? Me gusta más cuando hablas, vas riendo y de cogito gritas
¡Salomón! Entonces me miras como si jamás hubieras visto un perro verde en todos tus años de niña,tu carita manchada se ilumina, yo no puedo más quecorrer a tus brazos. Ahora te pregunto ¿Crees tú, quemientrascorro,meacuerdodeesepie?NoSusana, tubrillo no deja ver nada.
Salomón, ¿Qué sientes cuando te abrazo? ¿Notas que
mis brazos son flácidos y torpes?
Ay, Susana, yo siempre quise ser un perro rojo, hasta ahoramelevanto,entreabrolosojosyloprimeroqueveo es si ya he cambiado de color. La primera vez queme abrazaste quedó sobre mí una que otra manchita,fue un acercamiento temeroso; pero ahora tus abrazos con todo el cuerpo me dejan de tu sangre hasta laspulgas, creo firmemente que, si continúo a tu lado, eldíamenos pensadome levantaré hecho todoun perrorojo.
Pero bueno, qué más da, soy verde por ahora, y tú sigues siendo una niña con sangre sobre toda ella. Entonces no haremos nada respecto a eso, ni hablaremos más acerca de tu pie, o del pedazo de rabo queme falta, ¿Está bien?
Está bien Salomón. Mi perrito verde ¿sabes? cuando pongo mi mano en tu pecho y te siento el corazón funcionar, parece que la mano se me llenara de una vibraciónvitalquevaconprisahastaeselugarqueme duele, desde allá tocan un botón y sonrío, quisiera detenerme allí, y no pensar en…
Calla, Susan… ¿Qué barbaridad dirás ahora?


¿Perro, vos sueñas?
Claro que sueño niña ¿O cómo crees que estás aquí, ahora?
El perro se echó a reír. Mentira Susan, tú no eres productode mi imaginación. Continúamejor.
Perro loco, cuidado con lo que dices. Un día de estos no te despiertas y nos morimos los dos. ¿Has intentado volar? ¿Lo intentamos?
Ciudad de Ipiales INEDCI
¿Y tirarnos otra vez por la misma ventana, y quedarnos otros veinte años cayendo igual? No, Susana, las niñas no se la pasan mirando patios hacia abajo, cosas peligrosas, las niñas deberían estar en el estado salvaje, jugando y poniéndose vestiditos.
TúnosabesnadaSalomón,telasdasdeperrovaliente y te da miedo lanzarte conmigo.
¡Los perros verdes no le tememos a nada! ¿Comprendes Susan? ¡A nada…!
Pero a las niñas como tú, que se tiran de cualquier lado, procurando siempre un fondo suficiente y con golpe certero, a esas niñasles llegaun perro verde y valiente como yo, primero, para evitarte los lugares altos y tentadores; dado el caso que no pueda hacer esto,yestemosfrenteaello,milaborseráconvencerte dequenoesnecesarioelintento,ysiesotambién falla y sin embargo te tiras, deberé caer contigo. Y si hechos pedazos o suspendidos aún tratas de ir una vez más, este perro irá contigo.
Pero eso sí, te repetirá a cada oportunidad lo inútil del proceso, entiéndelo Susana, solo si no te tiras podrás conseguir el verdadero vuelo.
Los perros verdes tienen fama de sabios. Un perro verde jamás miente niña.
Hoy se me reventó la pus que cargaba en la espalda, era una baba dolorosa que me hacía ese bulto que tú me tocabas con el índice. Ahora tengo una herida.
¿Sabes?, a veces me hago preguntas innecesarias. Me imagino la muerte de alguien… ¿no te ha pasado Perro que imaginas que alguien que tú amas mucho,


muere?


No niña, los Perros Verdes no estamos deseando la muerte de nadie, ni con la imaginación. Nosotros en nuestros días buenos perseguimos los terneros… ¿Pero sabes qué Salomón?, no me parece que los perros como tú con toda esa energía en los colmillos corran detrás de un pobre ternero que pasta; hoy en la mañana miré cómo atacaron al ternero. ¡Casi lo ahorcancon la cuerda!
Bueno Susana, hay que enseñar a los terneros a sacar laestaca, allí ya huyen y juegan yestamos en igualdad de condiciones.
Perro,meparecióhermosoveraesaterneradesatarse para que no se ahorcarse; al principio forcejeaba con la cuerda que estaba atrapada entre la pata y el hocico, pero después de quedarse quieta, quizá dejando que su corazón coja ritmo, se dio una vueltamuy bien pensada, levantó la pata con mucho cuidado, se echó un poco para atrás y ya estaba desatada.Tuve pánico, pensé que se ahorcaría frente demíynosabíacómoayudarla;peroella porsupuesto era más inteligente que yo.
Alejandra Jaramillo Egresada INEDCIPoesía

Bajo mi armario
Bajo aquel armario, solo secretos, bajo aquel armario polvoriento, huellas.
Bajo aquel armario un animal me sigue. Sueño
que llega la noche, la noche oscura y estrellada. Ruidos
bajo aquel armario. Una sombra se asoma, se acerca.
Bajo aquel armario solo crujidos. La luz del día pasa.
Yuranis Ordóñez

Estudiante Grado 6 1

El juego de los signos de puntuación


Una comita bien pequeñita se esconde entre dos palabras. Llega el punto seguido que está bien gordito y dice: El cuento aquí no puede terminar.
Tres trillizos se van al final, pensando que allí nadie los va encontrar y diciéndole al texto continuará. Dos hermanitas bien pequeñitas llamadas comillas muy alto llegarán a trepar.
Los tres puntos suspensivos quedaron sorprendidos al ver que el punto y la coma se volvieron a juntar.
El punto aparte muy perezoso ya quería terminar.
Los signos de interrogación estaban pensando dónde esconderse. ¡Oh! Dijeron los signos de admiración al ver que había un escondite que los haría ganar.
El guion se fue al inicio de una expresión. La diéresis se fue encima de una “Ü” que estaba allí, riendo, feliz y alegre, diciendo nadie me va encontrar.
Los corchetes se escondieron y originaron una aclaración. Los paréntesis, muy alegres, salieron a buscarlos y tuvieron mucha dificultad porque cada signo estaba en su lugar.
Danier Inagán

Estudiante Grado 6 1

Escalera
Pronosticamos el día y es preciso entender que sobreviviremos hasta después de los setenta. Cierta energía altanera así lo testimonia. Hoy eventualmente subimos la escalera con parsimonia, mañana más lentos, luego más lentos… más lentos. Arriba nos esperan. Hay una luz intensa después del último peldaño que es preciso alcanzar. Al final hay que levitar para estar con los amigos que después de los setenta miran extasiados el horizonte que aún ninguno hemos logrado.


El ciego

Sin querer el ciego es sombra. Cabalga el sol en sus hombros le habla con su fuego con su luz. A él, al ciego, lo reiteran también los espejos. Sabe que está ahí repetido maleable. Alargado en las paredes o siendo más de uno, como arena se infinita en las vidrieras. No lo inmuta ese sarcasmo de la vida de la vida… de la vida… Él sabe que fuera de sí se multiplica.

Cuando digo
Cuando digo amor, solamente digo ven a mí. y tú callada y limpia,te acercas arremolinas tus manostus ojos tus labios y los enredas con las míos. Y nos entregamos nos encontramos nos extraviamos en el infinito que es aquí. Nos multiplicamos.
¡Ah! qué bueno ahuyentar los egoísmos ¡Ah! qué bueno ser barro de las mismas manos.
Cuando digo amor solamente digo ven callada y limpia sigamos muriendo de amor todos los días.
Henry A. Manrique B. Docente

de Ipiales INEDCI

I


Entre moribundos cielos me espera el llanto, ser forastero.
En ese claro pasaje de ciudad olvidada busco amor entre multitudes, mas, ¿si no es el tuyo que es luzcómo viviría entre tinieblas?
Nadie me recibirá en sus brazos.
Excepto tu santa pureza. Nunca deshiles tus brazos de mí. Niño pequeño que espera en la puerta mi delirio, el amor.
II
¿Cómo le explico al mundo que vivo y muero si me lo pides, que canto entre extraños solo para ti, que no sé nada si no me enseñas todo, que olvidaría mi vida para que vivas una nueva?
Ni mirarte a los ojos. Y aun cuando me vaya sin pedir permiso un refugio encontraré en ti.
Tú, una inspiración, sirvo para mejorar tu mundo. Aunque la multitud me lleve, no vuelvo, el mundo no entenderá que verás por mí…
III


Solo tú bendita me sanas ¿Quién como tú? Humana Humilde.
Cántame un arrullo. Tu voz farol en un sinfín de sombras. Tu voz mi guía flores y estrellas
Servidora: mucho poco camino al mundo. Pasar.
Gabriel López
Estudiante Grado 11-3
de Ipiales
Paseo en la tarde
Las arañas y la mano de la sombra, el roñoso roble y el carcomido laurel, todos los caminos y vertientes del viento que enredan en tu pelo los presagios del sur. El olor anhelante navegando el petricor y el beso: esa visita, esa pequeña historia. Luego la contemplación y el asombro, masticar en la fruta suave el jugo breve. Tu voz, una llama que enciende la noche. El olor es una perla de la carne muda, los ojos marrones con filo de oro, los ojos de una canción en el corazón abierto, la marcha final esperando en las crujientes hojas.


La canción también es trampa de un alma
A Augusto Lozada
“Los libros son trampas de almas” X 504
El pasado en los óleos de una canción embiste como unaoquedadinnombrable,perosinlugarenlacámara del tiempo, ya solo habita el cuerpo fantasmal del recuerdo.
Como si de un viaje se trajera algún adorno, sentimientos como conchas pegadas al mástil del presente besan los ríos del tiempo que viene ahogándose para siempre en la palma de la mano, en la oreja, en la mirada que se pierde, bajo la sombría impresión y asombro de asistir al propio desmoronamiento.


Ese viento que ha sido la vida y no ha de regresar y que desde tierras lejanas solo susurra nombres, aromas y sabores de nombres en la espuma de la cancióncuyooleajeembistecadavezconmenosfuerza contra las playas que anuncian nuevas formas y sombrasenlanoche,porquelosrecuerdossonreflejos o prendasque de tanto usar pierden el brillo y en ese espejo de sombras uno muere, muere con la propia memoria.
La música es ese espíritu que retoma las marionetas del recuerdo y las hace bailar en el vestíbulo del alma, donde siempre estarán, tanto comouno,vivosycambianteslosinstantesquealpaso
deunacanción mayor dictaminan desde hace mucho más que ayerel último concierto con el leitmotiv de tu corazón, el corazón que perdiste y volviste a armar por medio desilencios, que entregaste de nuevo a las fauces de un nuevosonidoenlapalmade sumano,en su oreja, ensu mirada que se pierde y no te deja de ver cuando cierras los ojos, cuando quedas a oscuras.
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El monstruo
“El me pinta en las entrañas el azul del cielo donde mis alas son libres y yo instalo en su boca el remanso de mi alma donde su río se desborda”. El monstruo lloraba bajo el asombro de su propia quietud y mudez. Su único edificio estaba en el aire sus ventanas eran las llagas del aire y tú has traído el ramal de incienso para encender la ciudad que me habita Ahora tu olor es una huella que abre las puertas de mis tinieblas.

Camilo Bonilla Docente

Melancolía


Descubro la mañana desnuda jugando en los pasillos mojados de la ciudad. Su rocío me recuerda la lágrima que aquella noche vi pintándote la mejilla de pálida melancolía. Melancolía que se escurre en estas calles.
Espasmo Y cómo no ser eterno para tus labios si el borde de esas mariposas negras me enmudece, si el explorador de tu cueva de duende solo es decible en su sonámbulo aletear.
Arpegio de mujer
En subversiva mirada disminuida
Temblor que pulsa la cuerda prima, turbulencia vibrátil en soneto nocturno entregado a tu dadivosa mirada sostenido en tu lágrima al compás de la rabia. Un bum bum en el pecho y en el corazón el eco. Juegan acordes tus palabras, acorde en La menor mientras dabas la espalda. El portazo del miedo encerrando en mí estas ansias. El silencio marca al tiempo tu crepitación, el pulso se dispara en mi pensamiento estremeciendo la más minúscula palabra.
Un – dos – tres

Un dos tres y danzas libre entre mis tardes, te quedas quieta entre el sueño y la almohada. En las noches una pausa para el recuento del día. El súbito fragmento de plenilunio en tu cara deteniendo estos versos confusos, disolviendo la poesía en una triste balada. En tu rostro cascadas irremediables y en mi boca dos imperdonables palabras.

Cada vez que pienso en ti
Cada vez que pienso en ti mi mente se aleja del mundo, mis pies se hacen livianos como gota de agua en el espacio. Mis manos empuñan el aroma de las tuyas y se confunden con un vicio negro y áspero.
Cada vez que pienso en ti la mordaz lágrima del desespero muere en la orilla de tu oceánica cabellera. Me confundo entre ojos y te veo con mi piel a la intemperie en la brisa. Te escucho como nada y como todo, como si estuvieras o te fueras.
Cada vez que pienso en ti lo demás se escurre lento y lento pienso en ti.
Luis Ariel Córdoba Egresado INEDCIPinceles,prosasypoemasalvientoIV


Pero
Hay café dulce, amargo, agrio, pero el café que más me gusta es el de tus ojos.
Sé que hay millones de personas en Colombia, miles de personas en Ipiales, treinta y dos departamentos, ciudades con sus barrios, mujeres, mujeres, mujeres hasta no poder, pero, me fijé en ti.
Quiero volar contigo porelcielo, deseo tenerte a mi lado, amarte por siempre, correr descalzo por el césped, peroesmejordespertar delsueño yaceptar la realidad.
Te di todo mi amor, pero lo aplastaste como a una masa de pan y me condenaste al fuego sin piedad.
Samuel Santiago Tulcán

Estudiante Grado 7 2

Tescual (Agua de lejos)
Quedarme en tu hospedaje, es sobrevivir en el envoltorio de fragancias transitorias de la estrecha habitación.
Una tensión evocadora desde tus alturas, la ciudad, tus elevaciones que recorro, tentadoras hondonadas en la respiración venturosa, como si tuviera un poco más de vida.
Esta memoria mía materializa noches bien gastadas; y el día que tendré después de haberte vivido, Tescual, agüita de lejos, me señalas el barranco, sucesión de rastros y tiempos dispersos amparándote en la emoción de una tarde con paraguas.
Agüita de lejos, juntos nos bebemos sin saberlo, nos rodamos como piedras por un desfiladero, palpo en la hermosurade tu hondonada
Pinceles,prosasypoemasalvientoIV


el pasado que también bebe con nosotros un sorbo de agua en la mesita de noche en un instante, tan leyenda, tan de nadie, tan real, tan tuyo y mío.
Eduardo Jaramillo Egresado INEDCI
Ciudad de Ipiales INEDCI

Para un día como este
Hagamos de cualquier instante un momento de ansiadas alegrías, bebernos en la tarde dos sorbos que nos sonsaquen las palabras.
Voy a averiguar en tus gestos si aún guardas silencios o confesiones o si en la estatura de los ruegos está contigo el nombre que callas.
Nos hallaremos apurando las voces a los cánticos y hacia los rezos hasta cuando suban por las venas rojos torrentes parecidos a la alegría.
Y a pesar que el tiempo nos engañe, es hora de entender que allá en lo más hondo, en el abrigo de la tierra, está para siempre esa extraña soledad.
Para un día como este, guarda para mí unas palabras y regresa a la casa donde aún se respira manzanilla y canela, al zaguán iluminado donde todavía se oyen las voces de los niños.
Eduardo Jaramillo Egresado INEDCI
Pinceles,prosasypoemasalvientoIV


Un día más
Un día más contigo de este tiempo donde está permitido, recordar, reírse, volver a decir te quiero en el asedio constante del encierro.
Un día más con su noche, sus pulsaciones y el irremediable desfallecimiento entre tu respiración y alguna variante de mi pasado.
Una noche más de un día donde quizá nos parecemos un poco más por querer huir del miedo a la soledad y su negrura.
Un día más contigo, variable como una sombra dentro de otra, como este sol que aparece por ratos, otro día con emociones detrás del sueño encerrado en las márgenes de tus ojos.
Eduardo Jaramillo Egresado INEDCI

de Ipiales INEDCI

Melancolía


Pasan por mi mente recuerdos con claridad que nublan otra vez mi pensar.
Angustia, tristeza, desolación, es mi entorno. Sin tu calor, voy. Hacia atrás, no, tomaré a tiempo mi camino, mi bello destino.
Suena a algo sencillo y no lo es. A mi parecer todo es oscuro a mi alrededor, de melancolía mi corazón.
Saraí Alejandra Cuarán
Estudiante Grado 8-4
Una luz eterna
Afecto de madre, tierra de la filantropía. Inmensa fuente de vida, única y perfecta, de noche y de día.
Lucha y solloza, buscando consuelo en los largos celestes de la vida. Muchas huellas en tierra cavando, cavando una historia para toda la vida.
Laura Sofía Vallejo Puerres
Estudiante Grado 8


Con mi luna
Bajo mi luna de cristal una sombra se estremece tratando de encontrar esa piel que le enardece.
Y unos labios en su carne escarban surcos de pasión y en esa palma de aquella mano se refunde una tierna ilusión.


Y con ellos una fuente de este albor donde nace con dulzura el embeleso de un amor. ¡Oh! mi luna de cristal, sonríe tras tu portal teniendo este amor lejano, donde no se oiga oscuridad.
Yenifer Tatiana Cuásquer Tello
Estudiante Grado 8-5
Quebrantarse
Aquello se fue por la tierra en flor, misterios encendidos y letras de luz.


Se desmayó y se desencadenó elinfierno, bebía veneno siendo mortal, dio la vida y el alma a un desengaño.
Cobarde al no hallarlo, traidor mostrándose alegre, valiente al atreverse de amar el daño.
Quien lo probó lo sabe, y satisfecho es un fugitivo de algo que jamás volverá. Muriendo por dentro, pero su alma aún constelada esperando a volver a brillar.
Estudiante Grado 8 3
Reflejo
En el río me reflejo como un espejo. A la orilla me relajo porque en mi vida no encajo.
En el río hay piedras que parecen letras, inspiran canciones con muchas emociones.


El río cuenta historias con miles de memorias de nuestro pasado y con ello muestra los pecados.
Angely Sofía Hernández Revelo
Estudiante Grado 8 5
Mayo
La relatividad del amor se tiende inentendible e inesperado, como verano transformándose en otoño, como tu poco interés por la poesía o el volar de una mariposa. Como si mayo batiera mis cabellos, abrazara mis penas y riera en mi oído. Esa fe relativa tan poco inteligible que al final termina en un adiós. Con este adiós.
¿Vida?
La conmoción que produce la existencia es tan ridícula. Es efímera y volátil. ¿Por qué preocuparse? Si en algún lugar, en algún tiempo o en algún espacio una mente termina en decadencia. ¿Entonces por ello es tan importante la vida?
Tan solo por el sentir. Por el dolor.
Humo

Humo, cristales y cerveza. Estática en la radio. Deja de gritar. Puedo oír el llanto, deja de gritar. Correré contigo. No quiero que llores más.

Reparemos los cristales. Huiré contigo.
Te prometo encontrar “Nunca jamás”. Viviremos en la casa de jengibre.
El sol, solo nosotros.
Bohemia
El rojo fluye, chorrea, se me escurre de las manos. Grito, aunque no fue mi culpa.
¿Será fácil? Nadie podría mentir. ¿Podrías culparme? Las cabezas rodaron. Corazones en pedazos. Yo no lo hice. ¿Podrías culparme?
Puedes respirar.
¡Oh! Bohemia, Amada alma bohemia. Si escapara, sería hacia ti. Mi bohemia.
Yinet Bernal
Estudiante Grado 11-2
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Ensayo



Lo diminuto, los libros y la virtualidad
Elpasadodelhombre se mide porlasproporciones de sus ejecuciones, para el caso, de elementos físicos materiales. Alguien afirmaba que en la actualidad el hombre es incapaz de afrontar empresas como la construcción de murallas opirámides, porque sufe se va achicando. Lo cierto es que lo gigantesco tenía su sentido en lo religioso, defensivo, ritual mortuorioo templo astronómico.
Hoy las grandes empresas evitan lo colosal, porque ya, en las circunstancias actuales en las que la técnica y la ciencia sobrepasan todo límite, hasta el ético, hacen que el ser humano esté perdiendo la confianza ensí mismo y desde ahí en los demás, el otro. Lo grandeadquiere otrossignificadosque se acercanmás a lo banal que a lo esencial. Entonces lo diminuto se convierte en núcleo, todo se reduce o se acomoda para que esté al alcance de lasmanos. En este sentido, lo básico, porque se van generando necesidades incomprendidas también, es que lo creado e inventado sea inmediato y adictivo. Un celular, una memoria, en sus proporciones y en escala han hecho olvidar hasta la larga distancia muy común en la vida de ayer. Estos instrumentos han asociado lenguajes, porque hoy se oye, se ve, se interactúa, es decir toda actividad humana se efectúa instantáneamente y desde un aparato tal, que cabe en el bolsillo y que se activa con la huella, la voz o con el meñique si el caso lo amerita.


El libro, que en sus ancestros tenía también una connotación de grande: papiros, tablas de arcilla, en su evolución va adquiriendo una fisonomía que se adapta a la incesante transformaciónde los medía, en palabras de Román Jakobson (semiología). En la antigüedad y así mismo ubicados en el medioevo, los grandes textos escritos a mano e ilustrados, indicaban un testimonio de lo divino, hechos con la paciencia de quien tiene todo el tiempo del mundo; el que “transcribe” está aislado y enclaustrado; en esos espacios, es posible hacer de la letra, o la palabra, un acto de magia o ritual; parece que la épocaocurría lenta. Luego el gran salto de Gutenberg conla imprenta que socializa la escritura, se da el acto desolidaridad lingüística más glorioso, pues el libro estaba ahí, esperando la curiosidad en los ojos y en la mente del lector, aunque aún era necesario establecerespacios pedagógicos en los que la lectura se liberarade los recintos monarcales y burgueses para darse alpueblo en general.
En sí esa es la historia del libro, o de la palabra, o del lenguaje;Voltairedenominaba “Oseverasbibliotecas” a esos recintos con libros que debían servir paraalgo, no para el encierro, aludiendo al nuevo hombre destinado a la libertad. La enciclopedia, compuesta por grandes colecciones, se convierte en el texto donde convergen todos los conocimientos humanos y desde allí se liga, especialmente el acto estético literario, como un elemento asociado y beligerante llenode compromiso. Hoy cualquier biblioteca del mundocabe en una diminuta USB.

Un microchip es un instrumento, es la memoria

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individual y la del mundo; es la condensación del sabervertido a lenguajes que se nomadizan o se vuelven trashumantes, pues, en su movilidad se convierte en el acompañante, siempre disponible, para orientar o guiar, enseñar, controvertir, dialogar y en forma general comunicar. Está sucediendo como en el Aleph de Borges, un lugar, una luz diminuta, un haz en donde converge el espacio y el tiempo universal.
De esta manera, un paradigma comunicativo está latente, los lenguajes se renuevan para denominar, incluso a los usuarios milenials, término que abarca a todos los hombres y mujeres nacidos en las décadas del siglo XXI y para quienesla velocidad, la nitidez, lo instantáneo, la resolución y todo el lenguaje tecnológico es la normalidad, la cotidianidad; sociedad líquida, la llaman en el sentido que representa al jovenque se transforma, se moldea, se resetea tratando de ser transparente. Esto se opone, claro está, a la sociedad sólida, la que persiste y nostalgia sobre el pasadoquieto, pesado y lento. Ahí estamos.
En este ámbito, el libro, y en el concepto estético del mismo, la literatura, ha obrado de forma mágica y misteriosa, tal como es la palabra dicha desde el arte. La literatura funge como esa cofradía a la que asisten los profetas (autores). No en vano desde el arte de la narración épica, o la novela, en sus ficciones desde antaño ya recreaba el futuro en sus avances tecnológicos increíbles, iniciando con Julio Verne, aunque esto era más antiguo (Ícaro), que propuso un viaje a laluna,unviajesubmarino;oGeorgeOrwell,
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en su obra 1984; Aldoux Huxley quien cree que la felicidad se logra en los avances tecnológicos (Un mundo feliz); George Lucas, y sus obras Star Wars, o también Isaac Asimov. Quién de nosotros no veíamos con ojos de maravilla y asombro el videófono (sonido eimagen) o la teletransportación, o el hombre invisible. Eso era la ciencia ficción, la imaginación en sus más altos significados; entonces, la literatura lo dice primero, luego lo construye la ciencia. Eso es premonitorio, es fantástico, es lo maravilloso de la palabra, la alquimia del verbo.
La ficción se vuelve realidad, y es aquí y ahora un acto cotidiano y lo que veíamos como asombroso, en el ahora no pasa de ser un artefacto de uso común e imprescindible, más en el momento en el que desde los encierros provocados por el diminuto virus, nos abrimos al mundo a través de un celular o una Tablet y siacaso desde el computador. Ahora sí de cierta forma se hace realidad el concepto de “aldea global”, como lo plantea McLuhan; creo, en cuestiones comunicativas,todolotenemosalalcancedelamano, tanto así que, en el afán de persistir, la virtualidad acerca a los autores o creadores y, sencillamente, programaremos un festival y nos miraremos y escucharemos en la genialidad del hombre hecha signo.
Y del libro ¿qué? Se ha planteado varias veces la muerte del libro, pero este persiste y lo hará por los siglos de los siglos. El libro tiene su aroma, su sabor, su color, su forma es “una eternidad rectangular”; es más fácil encontrar la respiración del autor entre las páginas de papel y las tintas que en la lisura de un

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plasma. Miles somos adoradores de los libros y acaso nos resistimos al embate de la tecnología, pero no la desechamos, pues creo que lo que cambia son los formatos y estos nos hacen cambiar. Como norma de adaptación buscaremos y encontraremos que el atributodeltextocomotalsiempre seráoestará, pues ellibro, como lo plantea Carlos Ruiz Zafón en la novela “La sombra del viento”, reposará en el cementerio delos libros viejos esperando un lector que se transformará en el personaje; ese hombre se encuentra y se reconoce; ese ser con su pasión por la palabra llegarápara que empiece a ser él, el libro, la página infinitamente.
Una cosa es cierto, la realidad abona nuevos sistemas e instrumentos comunicativos (E-books, wattpad… podcast…), los milenials “googlearán”, wasapearán”; las empresas editoriales ofrecerán vía internet sus productos editoriales, las mismas pedagogías se centrarán en los textos virtuales; se asociará la escritura, el sonido y la imagen; se optará por la publicación virtual… todo, pero eso de ninguna manera, creo, superará la sensibilidad, el respiro que puede sentir el lectorfrente a unas páginas muchas veces “amasadas con lágrimas”. El libro en su formato tradicional se estáconvirtiendo en uno de los pocos instrumentos que nos mantiene unidos al verdaderoconcepto de humanidad y los que hacemos de la biblioteca un gabinete mágico donde reposa algo de la inmanencia del ser, quizá seremos los depositariosde laespiritualidad.


Finalmente, hace algunos años, Mario Vargas Llosa, en el entorno de su reconocimiento con el premio Nobel de literatura, en una de sus acostumbradas
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intervenciones frente a los periodistas decía que, quizáen el futuro el premio Nobel se tendrá que otorgara un procesador, a un diminuto chip que estará insertado en la piel o a un cerebro artificial. Creo quecomo vamos, el hombre en su afán de progreso sin limitaciones, logrará formular un programa dotado de sensibilidad, es decir, una computadora tendrá sentimientos, sensaciones, imaginará, se inspirará, oen el menor de los casos, las musas lo invadirán pararecrear el caos del mundo en el que nosencontremos.Por lo pronto me alegro con la utopía de que nuncalograrán, estos sofisticados elementos, la extinción del autor.
Henry A. Manrique B. Docente



¡Y se pide, no más!!!!
¿Por qué los niños, jóvenes, mujeres, ancianos son las víctimas, en estos tiempos de la delincuencia común y organizada?
Muchos dirían que son seres débiles y desprotegidos, aun cuando hay leyes que los cobijan y personas que se encuentran pendientes de ellos, pero, aun así, el peligrolos acecha, losrodea ylosvictimiza.
Se informa que una joven fue seguida desde su casa, quizá hacia un parque, calle o lugar solitario, son las especulaciones, pero fue allí donde se conflagró la desaparición, que más tarde se vuelve expósita noticia que deambula por los oídos, vociferación de corredizos, oficinas, entidades, hospitales, buses, casas; o depersonas pendientes de los noticieros, que chatean elasombro hacia otros vecinos, amigos que hacen partede la red de contactos del WhatsApp. Rápidamente comunican la nueva mala que asombra, que repasa la violencia que hay en Colombia. Se manifiesta que, “si la han visto, informaral celular”“que seguiráesperando hastaque se dé con la suerte de la persona”.
¿Mientras aquello pasa, qué piensa hacer? Una pregunta indigna que está de más, que atraganta lenguas y pesares, pero, que sigue como radar buscando en el subconsciente una respuesta para descubrirunaposibilidaddelocalizaraeseserquerido que sensibiliza,no solamente a uno, sino a la familia, a la comunidady a la sociedad que se toca y vuelve a preguntarse, porqué tiene que pasar esta situación.


¡Hasta cuándo! A quién acudir para que dé una solución inmediata, a pesar que no la hay, por qué todo lo dejan al destino.Incongruencia externa que limita las leyes, sus representantes que tienen que convenir con una realidad que se analiza, estudia, construye, reconstruye después del tiempo previsto. ¿Dónde está? Es el dilema que amarga, indispone a unos y otros pero que al final solo queda en una, uno más que le tocó remediarcon su vida la constante de la inseguridad que azota, conflagra la sociedad. Uno más que exige no dejarimpunesusituaciónreal.Es una vida, como lo es ladel otro, quizá inspirada en el amor o desamor, pero, aun así, una vida que seguirá clamando justicia desde donde se encuentre. Nosotros desde el municipio de Ipiales, creamos discernimiento en las entidades encargadas en pronunciar estos acontecimientos, y realizamos marchas que se solidarizan con el dolor ajeno y social que se resiente. ¡Y se pide, no más!!!!
Luis Antonio Gómez Guerrero Docente INEDCIPinceles,prosasypoemasalvientoIV


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