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UNA TRADICIÓN QUE NO DEBERÍA CONOCER EDAD
n la vida, hay momentos que trascienden o que marcan de manera importante las barreras del tiempo y la edad. Uno de esos momentos es el cumpleaños, una ocasión especial que no debería limitarse a los primeros años de vida, pero hay una regla no escrita que le dicta a la sociedad dejar de celebrar los cumpleaños al cumplir cierta edad. Ya sea por que el niño dejó de ser niño o por que se cree que se verá mal, crecimos con la idea de pasar nuestro cumpleaños de adultos casi desapercibido, donde solo recibir felicitaciones y un pastelito (si es que lo hay) es suficiente. Pero la verdad es que no debe de ser así. La importancia de celebrar los cumpleaños sin importar la edad reside en el poder de conectar, reflexionar y renovar el espíritu, creando una experiencia que une generaciones y enriquece nuestras vidas.
Es importante celebrar cada cumpleaños de una manera única, para así coleccionar recuerdos y valga la redundancia, celebrar la vida, celebrar el gozo de estar vivos, se debe celebrar para dar relevancia al hecho de haber llegado al mundo, se debe de celebrar para expresar deseos de felicidad para el futuro. En una sociedad que valora la juventud y la vitalidad, a menudo se asocia la celebración de cumpleaños con los primeros años de vida. Sin embargo, cada año vivido merece ser conmemorado. Desde el primer año hasta el centenario, cada ciclo de vida representa una oportunidad para reflexionar sobre los logros, desafíos y momentos que nos han moldeado. Celebrar un cumpleaños nos brinda la ocasión de mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con esperanza.
Las celebraciones de cumpleaños fomentan la conexión interpersonal o convivencia. Amigos y familiares se reúnen para celebrar a la vida de quien cumple años, fortaleciendo lazos y compartiendo momentos especiales. Estas reuniones trascienden las diferencias generacionales y crean un espacio en el que jóvenes y mayores pueden interactuar, aprender unos de otros y forjar memorias compartidas. La celebración de cumpleaños puede ser un puente que une a familias y amigos en medio de la rutina diaria.


Más allá de los lazos sociales, las celebraciones de cumpleaños tienen un impacto emocional significativo. A medida que envejecemos, nos enfrentamos a desafíos y responsabilidades crecientes. Tomarse un día para celebrar uno mismo permite un respiro en medio de la rutina, brindando la oportunidad de disfrutar de momentos de alegría, gratitud y felicidad. Estos momentos de regocijo no solo son un antídoto contra el estrés, sino que también contribuyen a mantener una actitud positiva y optimista ante la vida.
Como experiencia particular, yo no tengo más que un recuerdo de festejo cumpleañero de mi infancia, donde mi mamá y una de mis tías me hicieron un pastel y una gelatina en forma de perrito, crecí con la idea de que tuve mala suerte en nacer en una fecha fuera de “quincena” por lo tanto no había mucho o nada de presupuesto para un festejo, mucho menos una fiesta, tampoco tuve suerte de una fiesta de XV años, ¿pues cómo? Si no había dinero. La primera fiesta que pude disfrutar fue en mi boda por la iglesia (tenía 25 años) fue el primer evento donde me sentí festejada, pero, aunque suene egoísta el festejo no era solo mío. Tuvieron que pasar 11 años para que yo me decidiera hacerme mi propia fiesta de cumpleaños, este año entendí que nadie lo haría por mí, si no lo hacía yo misma. A diferencia de otros años esta vez si tuve “suerte” pude tener un festejo como siempre lo soñé, como tanto tiempo lo visualice y, por más tonto que se escuche fui la más feliz. Disfrute, cante, baile muchísimo, estuvieron conmigo las personas con las cuales realmente quise compartir ese día.

Es por razones como estas que me permito recalcar la importancia de celebrar los cumpleaños ya que en ello radica en la oportunidad de celebrar la vida misma. Cada año que vivimos es un testimonio de nuestra resistencia, resiliencia, crecimiento y capacidad para encontrar alegría en las pequeñas y grandes cosas. La edad no debería ser un obstáculo para disfrutar de la magia de un día especial dedicado a nosotros mismos.
Cumplir años no es solo sumar números a tu cuenta de vida, cuando se llega tu cumpleaños cierras el ciclo de lo vivido en ese año que termina, estás terminando de dar la ronda al sol, ese ciclo de 365 días ha concluido e inicias uno más.
“Los rituales que hacemos los seres humanos nos ayudan a darle sentido a la vida y a las cosas bonitas que vivimos. Las celebraciones de cumpleaños tienen mucho que ver con celebrar los ciclos que ya terminaron, las celebraciones son rituales donde convocas o reúnes a las personas que son importantes para ti, que te acompañaron a lo largo de ese ciclo o tal vez no, pero que son significativas, te rodeas de esas personas que a su vez te brindan amor, aprecio a manera de regalos. Cerrar ciclos es muy importante y sea cual sea, se celebra, pues seguramente te dejó mucho aprendizaje.” –Arazú R. Valdés Psicóloga Especialista

Tal vez no siempre se contarán con los recursos para hacer una fiesta en grande, pero no se debe dejar pasar por desapercibido el cierre de ciclo, no es la fiesta ni el tamaño de esta es celebrar un año mas de vida y agradecer seguir en este camino llamado vida.
En definitiva, la celebración de cumpleaños debería ser visto como un faro luminoso que atraviesa el tiempo y las edades. Al abrazar esta tradición con un enfoque diferente y sincero, nos concedemos la oportunidad de tejer vínculos afectivos, reflexionar sobre nuestro paso por este mundo y avivar el espíritu con gratitud y alegría. Este evento o ritual nos muestra que cada año transitado merece ser celebrado y que, sin importar la cifra que marque la edad, la vida siempre tiene motivos para festejar.