V
Año: 13 Número 293
ilma Roselia Marcos Martínez preparó el martes 23 de octubre un caldo de hierbas de Chipilín. Al día siguiente, uno de Yerba Mora; el jueves, uno de Flor de Ayote y el viernes uno de su propia creación. Con esos caldos participó en el concurso de caldo de hierbas patrocinado por el Heraldo Hispano, allá en San Luis Rey de Francia. Un Jurado Calificador proveniente de Salt Lake City y Farmington, Utah evaluó y saboreó los caldos preparados por Vilma y otras nueve participantes. El viernes, a eso de las tres de la tarde, Katherine Dunkley puso en mis manos el sobre con el veredicto final. De esa lectura, Vilma Roselia había obtenido el mayor puntaje sobre las otras contendientes y se había convertido, esa tarde de viernes, en la ganadora de concurso, muy, pero muy peculiar. La velada para celebrar la culminación del concurso tuvo lugar en el jardín de la cabaña de seño Norvy y Fernando de Sanchinel. La noche era mágica. La alumbraba el reflejo de una luna llena de octubre. Allá en lontananza, la mística claridad también alumbraba las cinco cúpulas de la iglesia colonial, el tejado del Palacio Municipal y al pueblo de San Luis. Al sereno paisaje lo resguardaba una eterna cadena de cerros mullidos y silenciosos. Una brisa tibia y olorosa regalaba a manos llenas su cariño y amistad. Al avanzar la velada, el corazón del público, jueces y concursantes crecía en ansias y en emoción. Yo, el director del Heraldo Hispano, abriría el sobre y leería el nombre de la concursante ganadora. De acuerdo con mi corazón, las diez concursantes merecían ganar el premio mayor. Todas habían puesto toda su ilusión
en la preparación de esos caldos verdes y nutritivos. No obstante, mi deseo, un panel de jueces serio y bien calificado, un vegetariano entre ellos, había evaluado las viandas en cuatro aspectos: sabor, olor, color y presentación, calificado con esmero y honestidad y declarado un ganador. Entre ruidos y vítores, entre aplausos y gritos los presentes escucharon de mi voz. Damas y Caballeros la ganadora del concurso de caldos es… la señora Vilma Roselia. A este punto, la ganadora se levantó de su asiento, dio dos pasos extendió las manos hacia el cielo y me brindó un abrazo de felicidad. Vilma Roselia sostenía ahora en sus manos un sobre con un premio de 500 quetzales. Además de ese premio en efectivo, recibiría
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también asesoría para establecer su propio restaurante de platillos vegetarianos, ricos en sabor y en salud. Durante esos días de concurso, Vilma se levantó una hora más temprano. Como de costumbre barrió su casa, lavó la ropa y cocinó para su esposo y sus tres hijos. A eso de las nueve de la mañana dejó su humilde vivienda y caminó de prisa por entre los sembríos de maíz y frijol con una canasta sobre su cabeza. En esa cesta llevaba alguna hierba preparada para alimentar a su esposo, un jornalero honrado y trabajador. De regreso al pueblo traía resguardados en sus brazos manojos de hierbas, entre ellas, las de Chipilín. De Vilma, yo escuché sus sueños. Nos sentamos a conversar el domingo por
21 de Noviembre 2012
la tarde. Estaba agradecida con Dios por haber ganado el concurso y por tener la oportunidad de recibir asesoría para establecer su propio negocio. Sus palabras parecían brotar de un alegre tañer de campanas. Confieso, me tomó por sorpresa cuando me preguntó: -¿Don Oscar, cuándo puedo empezar mi propio negocio? Complacido por su entusiasmo, ganas y determinación, le contesté: ¡Así habla una persona valiente y con deseos de triunfar! Luego agregué: …empecemos ahora mismo, aquí en este mismo lugar. A mi respuesta, todos nos reímos y con esa sonrisa nos comprometimos a trabajar en pos de un futuro muy verde, nutritivo e ideal. Por: Oscar Argueta