Año 1 Número 17 Edita: Fundación Santo Tomás de Aquino, A.C. Mayo-Junio 2018 Página 1
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Editorial
os Jóvenes son muy importantes para la sociedad porque ellos representan la nueva generación en la humanidad, pero también, son el actual presente y serán el futuro de la misma sociedad. Para la Iglesia universal y nuestra Iglesia local (Diócesis de Ciudad Guzmán) este es un tiempo muy significativo, porque se ha convocado un Sínodo que trate sobre los Jóvenes. La pregunta obvia es: “Y eso de un Sínodo ¿qué es, cómo funciona, para qué sirve?”. El término sínodo viene de dos términos griegos: syn (juntos) y yhodos (camino), y expresa la idea de “caminar juntos”. El Papa Francisco, en su línea de abrir las puertas de la Iglesia y anunciar el Evangelio de la Alegría a todo el mundo, ha convocado al Sínodo de los obispos con el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Y es por ello que este Sínodo que convoca nos invita a interrogarnos sobre cómo acompañar a los jóvenes en el camino de la fe, en sus decisiones vitales, y pedir también a los mismos jóvenes que ayuden a identificar las mejores formas hoy para anunciar la Buena Noticia. La necesidad se vuelve vital, es una de las principales prioridades para la Iglesia actual el que los jóvenes se involucren y sean sus propios protagonistas en la vida de la fe y de la Iglesia. Todo ello, porque en la realidad los muchachos se han venido alejando de la Iglesia, sus intereses no pasan por el actual ritmo y forma de la Iglesia. Es común que cuando asistamos a las celebraciones litúrgicas ver la escasa sino casi nula asistencia de ellos, se ve necesario analizar la forma y el fondo del cómo solucionar este alejamiento de ellos en la vida de la Iglesia. El Papa Francisco sabe que es muy importante tener su participación y vitalidad en la vida de la comunidad de fe. Y si tuviéramos una visión un poco catastrófica de la vida de la Iglesia a mediano y largo plazo, nos daríamos cuenta que esos jóvenes que ahora están bautizados, algunos han recibido los sacramentos: confesión, comunión y confirmación (pero no evangelizados) ya por flojera por indiferencia por la influencia exterior (secularismo) o por ver estructuras herrumbrosas en la iglesia, se han alejado de la participación plena, consiente y activa de la Iglesia. Ellos en su futuro inmediato, cuando sean padres de familia, por su alejamiento en la Iglesia, ya no bautizarán a sus hijos ni procurarán que vivan la vida de la fe en sus iglesias (templos o en la comunidad). Para nuestra diócesis debe de ser muy importante este sínodo, dado que una de las tres prioridades pastorales diocesana es la opción por los jóvenes, junto con la opción por los pobres y el de las comunidades eclesiales de base (CEBs). Eso refuerza el compromiso que debe de adquirir nuestra iglesia local a los postulados y las conclusiones que orienten sínodo para de ahí determinar las acciones a seguir a favor de este importante segmento de la iglesia: La juventud. Ojalá que todos como bautizados podamos hacer un esfuerzo para atraer a los jóvenes a la Iglesia, de su alejamiento y por ende su posible pérdida de la fe, porque de no hacerlo la Iglesia en el futuro tendrá serias consecuencias. Depende de que todos nos pongamos las “pilas”, tanto los encargados (responsables) a nivel Iglesia o de la diócesis en particular, los mismos padres de familia (exhortarlos a que recapaciten viviendo su fe, porque ellos directamente son el ejemplo para sus hijos y para que la vida en Cristo sea una verdadera opción para su vida) y los las sacerdotes sean creativos para que busquen formas nuevas en las celebraciones de la liturgia, a fin de que ayuden para el acercamiento los muchachos. Nosotros los adultos los vayamos comprendiendo y facilitemos ese encuentro que ellos tengan con Cristo, dado que lo merecen, y esa realidad comunitaria nueva que se demanda y que con su ayuda (de los propios jóvenes) podemos construir. Que la virgen de Guadalupe, estrella de la evangelización en este continente nos ayude, y San José Patrono universal de la Iglesia también con su ejemplo de padre y trabajador sea una luz para cada joven, que es querido y necesario en nuestra comunidad de fe. ¡Que Así sea¡ Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar Director
Gaudete et exsultate (Alegrarse y regocijarse) Nueva exhortación del Papa Francisco Con Gaudete et Exsultate, el papa Francisco lanza un “llamado a la santidad en el mundo actual”. Estos son los diez consejos extraídos de la exhortación apostólica del Papa “El llamado a la santidad en el mundo actual”. 1. No eludas el llamado “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas. (…) Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”. § 14 “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad “de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”. § 7 2. Déjate guiar por las Bienaventuranzas “Las Bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo”. § 65 “Ser pobre en el corazón, esto es la santidad”; “Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad”; “saber llorar con los demás, esto es santidad”; “Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad”; “Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad”; “Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad”; “sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”. § 70 a 89 3. ¿Quieres amar? Actúa “Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia”. § 107 “Cuando encuentro a una persona durmiendo expuesta a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese “bulto” es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una criatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos!” § 98
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Felicidad, un bien espiritual Carlos Alberto Libânio Christo (Frei Betto) Cinco factores dificultan hoy nuestra felicidad: 1) la indiferencia frente a la desigualdad social y el individualismo exacerbado; 2) la acelerada mercantilización de la vida individual y social: la felicidad se identifica con la satisfacción del mayor número de necesidades reales y superfluas; 3) la práctica de prejuicios y el ascenso de los fundamentalismos; 4) el secuestro de la democracia por las élites financieras, que transforman a la política en simples administradores del “robo” y de la corrupción legalizadas; 5) la dedicación obsesiva al trabajo, que induce a sacrificar ciertos placeres y alegrías, comodidades y tranquilidades, con el fin de satisfacer la pasión por el poder, por el éxito y/o por el lucro. Thomas Moro ya lo había registrado, en su Utopía, que el ser humano, para ser feliz, no debería trabajar mas de cinco horas al día, de modo de no quedar subyugado a las exigencias de sobrevivencia y poder dedicarse a las cosas del espíritu. Marx estuvo de acuerdo al afirmar que una sociedad feliz es la que concede tiempo libre a sus ciudadanos.
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