

Paisajes, saberes, sabores y resiliencia.
Sentipensar paisajes, saberes, sabores y resiliencia es la vida misma como un arte de pesca, es visibilizar conexiones desde la consciencia, somos parte del ecosistema, coexistimos como tejido de vida en el maravilloso territorio biocultural que habitamos, sentimos, pensamos y transformamos.
Escrito por: Itzel Sosa Argaez

Sentipensar los paisajes alimentarios costeros como una red de interconexiones indisolubles entre sí, sentipensar la vida como un arte de pesca, es visibilizar conexiones desde la consciencia. Somos parte del ecosistema, coexistimos como tejido de vida siendo parte del maravilloso territorio biocultural que habitamos, sentimos, pensamos y transformamos. Hablar de la costa es observar a través de los sentidos, el océano, la franja intermareal, la barra arenosa y su diversidad de matices y texturas que nos hablan de la historia del terruño, de sus dunas como manto protector y filtro de agua de lluvia, de oler, palpar la brisa que viene de mar adentro, de despeinarnos con el viento cual ola de mar y saborear pausadamente de los frutos que amablemente nos comparte, generando una fusión única e interconectada.
Desde los saberes de generaciones de antaño, cuando el capital o la posesión no era símbolo de riqueza ni la productividad de estatus, de aquellas generaciones donde se premiaba la observación y sentir de la madre naturaleza, Pachamama o dualidad creadora. Para aprender de ella respetando todas sus formas: de la observación de las estaciones, del paso de los días, del sol, de las fases de la luna, de la bóveda celeste, con especial conexión en los efectos de la marea a causa de la atracción, que da lugar al inicio de una serie de escenarios bioculturales del paisaje costero, con impacto directo en los ecosistemas

Éste es el caso del pacífico central mexicano y sus acantilados rocosos con una riqueza geológica y biológica, habitada por flora y fauna original factibles de ser considerados elementos del patrimonio alimentario regional - PAR, (Ugaz, 2017). Es ahí donde existen especies marinas con un aprovechamiento basado en saberes y tradiciones locales; destacando los univalvos -conchas formadas por una sola piezaque por el efecto de las salpicaduras, resultado del deslizamiento de las olas en los acantilados, da lugar a un espacio habitable en la franja intermareal por los quitones poliplacóforos, Chiton articulatus, cucaracha de mar y Calyptraea spirata, gorro y/o caracol. Éstos son considerados de importancia tradicional en formas de preparación, consumo, usos y costumbres, por sus características en sabor, textura, color, y la particular forma de su concha que da lugar a su nombre – gorro - en el imaginario colectivo de las costas de Colima, México.
Ensamblan paisajes que representan sistemas gastro ecológicos, que producen especies perfectamente adaptadas, como resultado de la sincronización del tejido de la vida interconectada entre sí, fluyendo de forma resiliente a los efectos de la variabilidad y el cambio climático, que afecta el tejido-territorio marino costero, y en su totalidad a los ecosistemas y esta simbiosis única de la que formamos parte (Cervantes et al., 2023).

Y
entonces… ¿Qué hacer?
Cuando el sentipensar está avasallado por la idea mercantilista del consumo y la acumulación de riqueza basada en la explotación y uso de los recursos sin sentido de pertenencia o conciencia… ¿Qué hacer para dejar de servirnos de la tierra y sus mares? ¿Desde qué mirada decidimos observar el territorio costero para sumar al registro y preservación de conocimientos y saberes ancestrales y tradicionales? ¿Cómo sumar desde la academia? y ¿Cómo integrar de forma holística conocimientos? Conocimientos que por sí solos son hilos reduccionistas y de visión limitada para dar posibles respuestas a preguntas sencillas, con respuestas compuestas, por sus interacciones y formas con las que nos relacionamos con el ambiente siendo parte de él, como tejido asincrónico y a destiempo… como si fuéramos pieza única generadora de conocimiento.

Observar y sentipensar el paisaje costero alimentario desde los sistemas complejos es una de muchas formas y teorías que pueden dar respuestas a fenómenos etnoecológicos finitos que nos proporciona el océano y sus múltiples dinámicas. Observar de lo local a lo global el fenómeno de la alimentación, escuchar las voces de los territorios que por generaciones han interactuado, observar sus formas de transformación y consumo, replicar desde el respeto, fórmulas de adaptación y resiliencia en un intercambio justo.
Así, los paisajes gastro ecológicos son el resultado de la resiliencia del tejido de redes de adaptación entre los sistemas costeros y la cultura alimentaria, considerando elementos naturales e identitarios, como insumos para la gestión sostenible de estos, que a su vez crean y forman parte de maravillosos micro-paisajes alimentarios que muestran la conexión entre características biofísicas y su reflejo en la costa a través de las especies marinas de un sistema alimentario tradicional, y el uso sostenible de recursos, resaltando cómo estas correlaciones forman sistemas socio ecológicos complejos y adaptativos (Cervantes et al., 2023).
La visión de valorar el PAR en la transmisión de saberes locales, las prácticas de consumo y la preparación de alimentos, desde el desarrollo territorial con identidad cultural, son elementos que suman al tejido y mantenimiento del patrimonio cultural y ambiental de las comunidades costeras. Promover la resiliencia socio ambiental, es reconocer la importancia de gestionar los recursos alimentarios desde una perspectiva inter y transdisciplinaria considerando saberes y el conocimiento tradicional en un contexto de variabilidad climática y retos socioeconómicos. Se destaca el papel de las comunidades en la las dinámicas locales y la adaptación al cambio climático, al conectar elementos ambientales y culturales con la sostenibilidad y la gobernanza, especialmente desde un enfoque alimentario y con perspectiva de género (Fonte y Ranaboldo, 2007).

En este contexto, el principio precautorio se reconoce como un eje fundamental de las políticas socioambientales. Este principio establece que, ante la sospecha fundada de posibles daños al medio ambiente, deben evitarse prácticas o tecnologías que puedan generar impactos negativos, incluso si aún no existe evidencia científica (Valls-Llobet, 2015). Asimismo, el principio ecológico de la propiedad, en donde no se cuestiona esta y/o uso de los recursos naturales, sino que se reconoce el valor intrínseco y su función e importancia ecológica, y no su valor utilitario. El principio in dubio pro natura, en donde ante el encuentro del cuidado del ambiente, los intereses y el riesgo de afectación al medio debe prevalecer una interpretación que favorezca su conservación y mantenimiento del o los elementos, en este caso de la costa.
Un ensamble y aplicación resulta esencial para prevenir afectaciones irreversibles, particularmente en territorios vulnerables como las zonas costeras, para proteger los saberes, prácticas y vínculos que las comunidades —especialmente las mujeres— han sostenido históricamente en el territorio en un equilibrio dinámico para fortalecer redes de interacciones humanas y bioculturales trascendiendo límites y fronteras en la transformación constante de un paisaje gastro ecológico costero resiliente. Desde la academia es factible acompañar iniciativas de incidencia desde el principio de quienes viven, habitan y transforman el territorio, desde las comunidades en consciencia visibilizando el papel de la mujer como portadora y trasmisoras de las olas de saberes sazonadas con la sal de la vida, retornando al equilibrio simbiótico del gusto por el respeto y la observación de nuestros mares y costas para impulsar estrategias de preservación del paisaje alimentario costero con enfoque de género y resiliencia socio ambiental consciente.
Referencias
Cervantes O, Sosa-Argáez I, Olivos-Ortiz A, Silvestre-Campos A, Palacios-Fonseca AJ and Liñán-Cabello MA. (2023) The Complexity of the Coastal Landscape: Assembly of Environmental Systems and Knowledge in Peña Blanca, Mexico. Examines Mar Biol Oceanogr. 6(1). EIMBO. 000630.. DOI: 10.31031/EIMBO.2023.06.000630.
Fonte, M., & Ranaboldo, C. (2007). Desarrollo rural, territorios e identidades culturales. Perspectivas desde América Latina y la Unión Europea. En D. Soto Uribe & C. E. Maldonado (Eds.), Revista Opera (N.º 7, pp. 9–32). Universidad Externado de Colombia. https://www.uexternado.edu.co
Ugaz Cruz, J. (2017): Patrimonio alimentario regional de Bolivia, marco conceptual y metodológico para el registro y aplicación de estrategias de desarrollo (1ª). La Paz, Bolivia.
Valls-Llobet, C. (2015). Sesgos de género en medio ambiente y salud. En A. Puleo, T. Alario, E. Antón, M. Anzoátegui, I. Balza, L. Desblache, P. Errázuriz, M. Femenías, C. Flys Junquera, C. Colmenares, F. Peña, M. Guerra, K. Kailo, T. Vieja, P. Núñez, V. Perales Blanco, M. Pintos, C. Roldán, I. Sambade & A. Velasco Sesma (Eds.), Ecología y género en diálogo interdisciplinar (pp. 21–35). Plaza y Valdés. https://doi.org/10.13140/RG.2.2.23780.65924
Diseño: sebastianbarbosa.com Fotografia: Itzel Sosa