Chasqui 64

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La Maga estaba muy lejos de ser una chica Dotto; tenía algo para decir en los ojos, no en e! culo. Sin advertirlo, fuimos dejando de ser Cortázar. Nadie escuchó la voz imbécil de un profesor diciendo: "Fin de la Edad Media, comienzo de la Edad Moderna". Fue más difícil a partir de ese momento sostener que un empleado vomita conejitos en un ascensor de la calle Suipacha. o que era posible encontrarse con Ella sin necesidad de citas, encontrarse gracias a un curioso sistema ecológico de la ciudad que hacían que uno y Ella cruzaran al mismo tiempo la misma esquina. El amor real, expuesto, el grado cero de la necesidad se volvió cursi. Muchos miserables nos tendieron la mano y le dimos la mano a muchos miserables. Cuando el tiempo apareció en escena el resultado fue fatal: nació el miedo más idiota, el miedo a perder lo que se tiene, a conservar algunas pequeñas respuestas, dos o tres endebles segundades, un miedo que hizo que la conciencia se volviera tan previsible como una cinta métrica. - Es cierto, señores de la Academia. Fue mi culpa, mi culpa, mi grandísima culpa, Cortázar es un escritor cursi y adolescente. - Es cierto, señores del Establishment. Cortázar era... como decirlo... comunista. Pido disculpas por el término. - Es efectivamente así, críticos literarios e intelectuales modernos admiradores del cine clase B, Cortázar era un escritor menor. - Es así. señores de los semanarios, es mucho más importante el pensamiento vivo de Nicole Neumann. ¿Dónde habré metido esa libreta? ¿Quién ordenó las cosa de este modo? Es imposible encontrar nada. ¿Qué mira toda esa gente? ¿Por qué no se van a la mierda, nunca vieron a un tipo vomitando un conejito?

LUCAS, SUS COMPRAS En vista de que la Tota le ha pedido que baje a comprar una caja de fósforos. Lucas sale en piyama porque la canícula impera en la metrópoli, y se constituye en el café del Gordo Muzzio donde antes de comprar los fósforos decide mandarse un aperital con soda. Va por la mitad de este noble digestivo cuando su amigo Juárez entra también en piyama y al verlo prorrumpe que tiene a su hermana con otitis aguda y el boticario no quiere venderle las gotas calmantes porque la receta no aparece y Tas gotas son una especie de alucinógeno que ya ha electrocutado a más de cuatro hippies del barrio. A vos te conoce bien y te las venderá, venl enseguida, la Rosita se retuerce que no la puedo ni mirar. Lucas paga, se olvida de comprar los fósforos y va con Juáreza la farmacia donde el viejo Olivetti dice que no es cosa, que nada, que se vayan a otro lado, y en ese momento su señora sale de la trastienda con una kodak en la mano y usted. señor Lucas, seguro que sabe cómo se la carga, estamos de cumpleaños de la nena y dése cuenta justo se nos acaba el rollo, se nos acaba. Es que tengo que llevarle fósforos a la Tota, dice Lucas antes que Juárez le pise un pie y Lucas se comida a cargar la Kodak al comprender que el viejo Olivetti le va a retribuir con las gotas ominosas, Juárez se deshace con gratitud y sale hechando putas mientras la señora agarra a Lucas y lo mete toda contenta en el cumpleaños, no se va a ir sin probar la torta de manteca que hizo doña Luisa, que los cumplas muy felices dice Lucas a la nena que le contesta con un borborigmo a través de la quinta tajada de torta. Todos cantan el apio verde tuyú y otro brindis con naranjada, pero la señora tiene una cervecita bien helada para el señor Lucas que además va asacar las fotos porque ahí no tienen mucha cancha, y Lucas atenti al pajarito, ésta con flash y ésta en el patio porque la nena quiere que también salga el piquero, quiere. - Bueno- dice Lucas- yo voy a tener que irme porque resulta que la Tota. Frase eternamente inconclusa puesto que

Jorge La nata Diano Página/12. 6 de febrero de 1994

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