Christina Dodd – Una noche encantada
como algo con vida propia. Él no había negado su intención de utilizarla para un propósito diferente al de atender a sus familiares. La tenía atrapada… ahora era el momento esperado por él para hablar. —Vendrá a mi baile —dijo. —Con esa escena en el jardín de invierno, me pone imposible el negarme. —Sí. —No daba muestras de sentirse culpable—. Por favor, esté disponible mañana a la tarde para probarse los vestidos. —¿Vestidos? ¡No necesito vestidos! —Espere, escuche. —Le puso el dedo en los labios para indicarle que se callara. El contacto persistió como un relámpago—. Quiero que se disfrace.
54