GLiburuak-47 (2)_Maquetación 1 16/10/15 14:03 Página 2
2015eko udazkena
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Editorial Tenemos un hermano Tenemos un hermano. Un hermano pequeño, el chiquito de la familia. El hermano vasco le pasa tres años y el hermano uruguayo le pasa cinco. Más aún le pasaba la hermana mexicana. El hermano menor nació chileno. Somos de madres diferentes, paridos en continentes diferentes, pero un día, hace 17 años, nos dimos cuenta que éramos hermanos. Fue el azar el que nos llevó a Xixón, el que nos sentó juntos a una mesa, el que nos sirvió las primeras botellas… Luego, como buenos animales editores, nos olimos los catálogos, escuchamos nuestras historias, cruzamos nuestras biografías… Nos hicimos cuadrilla. Seguimos estudiándonos en cada encuentro, en Pirque, en Cuernavaca, en París, en Punta Ballena, en Donostia… ¡El mundo se hacía pequeño para encontrarnos! Las horas pasaban raudas mientras intercambiábamos quimeras, levantábamos actas y vaciábamos botellas. Era como descubrir una familia, y la sangre no es agua. La prueba del ADN la hicimos mezclando nuestra sangre, haciendo transfusión de nuestros catálogos. Y funcionó. Teníamos el mismo RH. Definitivamente, éramos hermanos, pero a la vez muy distintos, porque la variedad de nuestros solares de origen nos había dejado cicatrices de los Pirineos, raíces aztecas, mixturas mapuches, rasgos orientales. Por eso mismo descubrimos la grandeza de la bibliodiversidad, de la diferencia armónica y de la solidaridad entre desiguales. Un amigo nos lo resumió en pocas palabras: «De un lugar lleno de peces de distintos colores se puede hacer una sopa de pescado, pero es imposible hacerlo al revés». Y con la certeza de que nuestra hermandad no era exclusiva ni excluyente, comenzamos a trenzar nuevas hermandades, nuevas alianzas que nos hicieran más fuertes ante el enemigo neoliberal, el acoso al libro, la privatización eterna de los derechos de autor, las leyes del libre e injusto comercio, la censura socapada de antiterrorismo, el intercambio insolidario, la banalización de la cultura… Y juntos aprobamos manifiestos, participamos en tribunas, espoleamos gobernanzas, atacamos multinacionales. Y siempre, como diría el Che, sintiendo bajo nuestras rodillas el costillar de Rocinante. Hoy día, somos ya cientos de hermanos más en todos los continentes; cientos de catálogos diferentes con una misma vocación liberadora. Cada uno en su casa y la solidaridad en la de todos. Pensando en global y peleando en local. La independencia no excluye la hermandad, sino al contrario, la hace posible. No hay futuro en la sumisión, en la concentración avariciosa, en la globalización imperial, en el dominio del mercado. Como el Txoriak-txori que cantamos en las reuniones de nuestra cuadrilla: «Si le cortamos las alas sería nuestro, pero ya no sería pájaro. Y nosotros, amamos al pájaro». En este camino de 17 años, además de hermanos, nos hemos hecho amigos. Nos queremos; compartimos los gozos y las lágrimas. Hasta hemos soportado juntos, y no es broma, el ataque de leones africanos. La experiencia de conocernos, sepan ustedes, ha sido maravillosa. Pero no todos los hermanos somos iguales. En estos años de andadura, justo es reconocer que de los cuatro hermanos de la familia inicial, LOM, el más pequeño, ha sido el que más ha crecido. Y no lo decimos por el patilargo de Paulo Slachevsky, sino porque ha sido el que más a tirado del carro de nuestra hermandad, aportando cariño, inteligencia y audacia. Siempre audacia, que nos recuerda Danton en aquella fotografía parisina del grupo. Hoy, LOM cumple sus primeros 25 años. Y 30 los uruguayos de Trilce. Los compañeros y compañeras de Txalaparta, que hoy no podemos estar allí, les queremos manifestar públicamente nuestra alegría por haberlos conocido y nuestro orgullo de tenerlos como hermanos. Jose Mari Esparza Zabalegi Editor