Collado Villalba, lugar de acogida

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“Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17” Mohamed El Yahyaoui.Hola, alumnos del María Guerrero. Me habría gustado hablaros en persona sobre mí; pero no creo que sea posible. En primer lugar, me llamo Fátima y tengo aproximadamente 61 años, 20 de los cuales he vivido aquí en España. Nací en Marruecos. Lamento no poder decir el día o el año, algo que yo también desconozco; esto se debe a que nací y crecí en el Rif y mis padres no pudieron ir a hacerme los papeles y poner por escrito que había nacido tal día a tal hora en tal año. En mi época la principal ocupación era el campo. Éramos 13 hermanos y hermanas más mis 2 padres, y todos estábamos sincronizados de tal forma que todos hacían algo para al final poder llevarnos un trozo de pan a la boca. De todos mis hermanos solo 3 consiguieron sacar un tiempo para poder ir a la escuela. Como yo era la mayor no tuve ese privilegio y tuve que quedarme en casa a ayudar a mi madre y cuidar a mis hermanos. Pasaron los años y nos mudamos a un pueblo llamado Targuist, donde mejoraron nuestras condiciones. Apareció la televisión y era magia para nosotros; era alucinante. Más adelante llegó el teléfono y por fin pudimos tener contacto con el exterior. Me casé a la temprana edad de los 16 años y tuve a mi primer hijo a los 17. Mi marido se jugó la vida para ir al harij (extranjero, así es como llamábamos a España y a los países europeos); llegó a salvo en una patera con otros 14 hombres (no me acuerdo exactamente de la cifra). Encontró trabajo y me enviaba dinero cada mes para mantener a mi hijo, Mohamed. Más tarde volvió a Marruecos unas semanas y nos mudamos a Tánger; donde tuve a mi segundo hijo. Pasaron unos años y quisimos venir a España, la cual me la imaginaba con grandes rascacielos, todo alucinante… algo parecido a Nueva York, un país perfecto. Al principio así fue, pero las cosas cambiaron; algo que ya me había advertido mi marido, por lo que me di cuenta que no existían los países perfectos. Pasaron los días y esto era muy nuevo para mí, llevé a mis hijos al colegio y me pareció increíble lo cerca que estaba el colegio, apenas tenía que caminar, y sobre todo que no se pegaba a los alumnos sino que se les castigaba... No sabía por qué cuando me sentaba en el banco para esperar a que saliesen mis hijos del colegio, al lado de unas mujeres, siempre se levantaban y ni me contestaban al simple “hola” que les decía y que había aprendido hacía poco. Más adelante me di cuenta de que era cuestión de mi procedencia y mis creencias...


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