su inocencia en la imputaciĂłn de blanqueo de capitales, aunque para ello tenga que reconocer que Hacienda somos todos menos su cuerpo serrano, y que su aficiĂłn por la economĂa sumergida solo es superada por la que tenĂa su hijo por los locales de lumis. Isabel Pantoja debe de estar esta semana pinchuda como la lija del 5, y debe tener erectos los pelos que inundan su cuerpo flamenco, ante lo que se le viene encima. En pocos dĂas deberĂĄ enfrentarse al bigote que otrora adorara con fruiciĂłn y a la mujer despechada a la que le levantĂł el tristemente famoso mostacho consistorial. Al fin, los vĂŠrtices del triĂĄngulo de las marbellas van a sentarse en el mismo banquillo, y deberĂĄn hacer el paseĂllo mĂĄs bochornoso de su vida ante las bermudas de cientos de marbellĂes que, expectantes, por lo menos se llevarĂĄn la satisfacciĂłn de ver entre las cuerdas a algunos de los que saquearon su ciudad. La cantante se va a enfrentar a JuliĂĄn
MuĂąoz y a Maite ZaldĂvar, humillada por compartir imputaciĂłn con sus enemigos Ăntimos mĂĄs acĂŠrrimos. El fiscal considera que la relaciĂłn amorosa de la Panto con el alcalde fue necesaria para que ĂŠste blanqueara las comisiones ilegales con las que se hizo millonario. Su cinturĂłn sobaquero servĂa como grĂşa para que sus pantalones plagados de millones no le dejaran en gayumbos, y estrangulaba el objeto de deseo de una Pantoja que sacaba “dientes dientesâ€? a los periodistas. De aquellos incisivos que enseĂąaba con soberbia llega la piorrea judicial que podrĂa dar con sus molares en la cĂĄrcel. Maite ZaldĂvar, cornuda y humillada, se dedicĂł a desatar su rabia de platĂł en platĂł aireando trapos sucios y bolsas de basura repletas de pasta con las que prĂĄcticamente se autoimputarĂa. Considera que la Pantoja colonizĂł la entrepierna de Jabugo de su JuliĂĄn cuando se hizo rico por decreto, y se lo robĂł con peores artes que las que muestra PaquirrĂn en un escenario.
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JuliĂĄn MuĂąoz, por su parte, es el macho camacho de esta historia. El hombre que en esa ĂŠpoca podĂa haber hecho frente a la prima de riesgo con el gran paquete que llenaba su colchĂłn, el atractivo paletillo capaz de empitonar a todas las fĂŠminas que se le acercaban a un metro a la redonda. Eso forma parte del pasado; todo cambiĂł desde que acabara con sus huevos en la cĂĄrcel. El pelotazo le explotĂł en la cara. Tres serĂĄn tres los mĂĄs buscados entre los imputados: la ZaldĂvar vengadora, la Pantoja, que declara rotunda que su Ăşnico error fue enamorarse, y el don Juan de merendero y su bigote. El banquillo les va a unir en una especie de platĂł de televisiĂłn judicial en el que la audiencia promete ser mĂĄxima. Solo falta en la historia la gran Emma GarcĂa para lidiar con los tronistas de este gran culebrĂłn. Pantoja, ZaldĂvar y el viceversa tienen unas duras sesiones por delante. ÂżInocentes o culpables? ÂżLograrĂĄn el amor del juez? Esto no ha hecho mĂĄs que empezar.
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