Los Berrinches Dejarlos Pasar o Enfrentarlos Las rabietas son parte de la vida diaria de algunos niños, aunque pueden ser menos frecuentes en otros. Para prevevir muchas de las rabietas de tu pequeño, trata de planear su día de manera que la frustración permanezca dentro de los límites de su tolerancia, la mayor parte del tiempo. Intenta evitar las rabietas sin comprometer tus propios límites porque no aportan nada positivo para ninguno de los dos. Cuando debes forzar a tu hijo a que haga algo que no le resulta agradable, o prohibir algo que le gustó, hazlo con el mayor tacto posible. Si ves que se está enojando o alterando acerca de algo, procura que le sea más fácil aceptarlo. Por supuesto que tu niño debe salir con el abrigo puesto, si eso es lo que le has dicho, pero quizás no necesite llevar el cierre del cuello abrochado todavía. No hay ninguna ventaja en desafiar a tu hijo con cosas absolutas que hay que "hacer" y "no hacer" o en acorralarlo en situaciones en las que su única opción es explotar de rabia. Déjale una ruta de escape digna. Qué hacer si tu hijo tiene una rabieta Recuerda que su exceso de enojo o de rabia le asusta a él mismo. Asegúrate de que no se haga daño ni dañe a los demás. Si después de que se le pase el ataque de rabia descubre que se ha golpeado la cabeza, te ha arañado el rostro o ha roto un jarrón, verá estos daños como evidencia de que no se puede controlar y que tú tampoco tienes el poder de controlarlo y mantenerlo seguro. Puede ser más fácil mantener a tu niño seguro si lo sujetas con suavidad en el suelo. A medida que se vaya calmando y se sienta cerca de ti descubrirá, para su asombro, que todo sigue igual después de la tormenta. Poco a poco se relajará en tus brazos y los gritos se convertirán en llantos. La