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EDUCACIÓN

L I F E S T Y L E | M AG AZINE

Cristina Zubieta

Eduquemos a nuestras mujeres desde el corazón “Respétate a ti mismo lo suficiente para decir “Yo merezco paz” y aléjate de las personas y las cosas que evitan que lo logres”. Jerico Silvers.

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esde el comienzo de nuestras vidas, nuestros padres o tutores nos aleccionan con educación para vivir en una sociedad. En consecuencia, nosotros educamos a nuestros hijos en buenas normas y costumbres. Pero ¿hasta cuándo vivir “tranquilamente” en sociedad se convierte en vivir sofocado por la agresión, pasiva o activa, de quien es nuestra pareja, amigo o pariente? ¿Qué nos amaga para decir “ya basta”? Parece que el “calladita te ves más bonita” ha caído en lo absurdo, en donde una como mujer no tiene el derecho a expresar una opinión por miedo a ser acusada de agresiva o impositiva. ¿Cuántas veces como mujeres, madres, esposas, hijas o amigas nos hemos quedado con la boca cerrada por miedo a ser juzgadas? He sido testigo de infinidad de matrimonios en los que no existe la discusión, y no es porque se lleven bien, sino que la opinión de la mujer es opacada por la voz del esposo. Es el colmo, pues estamos en el siglo XXI, en una sociedad en la que, además de ser ama de casa, la mujer trabaja y sustenta a la familia. Datos del INEGI demuestran que en 2015 en México el 51.4 % de la población eran mujeres, y en el tercer trimestre de 2016, 20.8 millones de mujeres mayores de quince años eran parte de la población económicamente activa y, aún así, ¿no podemos opinar? ¿En alguna ocasión le hemos hecho creer a nuestras propias hijas que la belleza es más importante que la educación? ¿Invertimos más dinero en cirugías plásticas para hacerla “más bella”, en vez de enviarla a estudiar otro idioma al extranjero?

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CRISTINA ZU B IETA guerazubieta@gmail.com

Como padres de familia, ¿qué podemos hacer para que nuestras hijas tengan el derecho a expresar su opinión sin que las tachen de feministas?, ¿qué hacer para evitar que sean abusadas o heridas por expresarse? Como miembros de una sociedad, ¿qué podemos hacer para que la mujer no sea vista como objeto sexual?, ¿qué tipo de actividad puede hacer que nuestras hijas, madres, hermanas, amigas, tengan la plena libertad de elegir lo que será de su futuro sin ser apuntadas? Pues bien, primero que nada, creerlo. Sí, el poder de creer. Si nosotros como padres, hermanos, tíos e hijos, lo creemos así, ya estará la mitad del sueño cumplido. El resto es ayudar a nuestras mujeres a creer que se puede conseguir un sueño, sin importar su edad, idiosincrasia o color. Debemos apoyarlas en creer que tienen derecho a tener una paz espiritual que haga que el “yo” de esta persona del sexo femenino pueda ser respetado e incluso motivado a alcanzar lo que quiere. La educación empieza en el corazón, dando como resultado; la armonía. Eduquemos en nuestra sociedad a que el matrimonio no es la única opción para ser exitosos, que el divorcio no es un fracaso, que las mujeres sí pueden salir a la calle sin miedo de ser lastimadas, que la inteligencia de la mujer es igual a la del hombre y que somos hermosamente diferentes. Lo que buscamos es tener los mismos derechos para ser respetados y valorados en cualquier ámbito y que nuestras hijas se sientan orgullosas de ser mujeres. De esta manera, si deciden ser madres, podrán educar a sus hijos en la misma forma. Quiero un México en el que la mujer sea respetada como un ser humano, libre e independiente y que su voz sea tan fuerte que se escuche en el mundo entero.


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