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A RTE, CULTU R A , SOCIEDA D Y D EST I N OS

The Business Club Magazine Nº — 97

El conocimiento y la ciencia Alejandro Ocampo Almazán aocampo@tec.mx

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l desarrollo de la tecnología es algo indisolublemente unido a nuestra naturaleza humana. Recordemos que una de las cosas que nos distinguen con respecto a los demás seres que habitamos este planeta, es que, si bien no contamos con piel resistente, uñas afiladas, vista aguda, oído súper sensible, músculos fuertes, ni podemos volar, hemos creado herramientas que nos permiten suplir esas carencias con fines específicos. Esto es, hemos creado herramientas que nos permiten crear nuestras herramientas, a esto le llamamos tecnología. En línea paralela a la tecnología, también nos percatamos de algo, el perfeccionamiento de esas herramientas nos ha permitido acercarnos a ciertos fenómenos que nos rodean y que aprovechamos para nuestro beneficio. Pongamos de ejemplo algo tan común y cotidiano como la electricidad, Benjamin Franklin, a mediados del siglo 18, inventó el pararrayos para detener sus efectos. Sin embargo, no fue hasta finales del siglo 19 y principios del 20, que la electricidad llegó a las casas, comenzando por el alumbrado público en las grandes ciudades. A esto le llamamos la Segunda Revolución Industrial. ¿Cómo pudo suceder esto? Fue gracias a todo lo que hemos aprendido, desde la antigüedad, del fenómeno de la electricidad. El desarrollo y fracaso de más y más herramientas, nos llevaron a conocer más y más sobre el tema. Esa incansable inventiva humana y ese conocimiento dan como resultado el desarrollo herramientas más efectivas y eficaces. A ese conocimiento le llamamos ciencia. La ciencia también forma parte de nuestra humanidad, pero a diferencia de la tecnología que es muy práctica, la ciencia es teórica y no es una especie de receta para un caso en especial, sino que abstrae la realidad de tal forma que podamos echar mano de ese conocimiento, independientemente de la situación específica en la que nos encontremos. La riqueza de la ciencia no está en su practicidad, sino que hoy le hemos dado el significado de lo que los antiguos griegos llamaban episteme, algo así como “conocimiento verdadero”. La ciencia es conocimiento verdadero porque va más allá de un caso en particular y se centra en entender un fenómeno. En efecto, puede partir de uno y otro y otro caso particular, pero para que llegue a ser ese conocimiento verdadero, necesitamos confrontarlo, revisarlo, repetirlo y, además, por diferentes personas. Para entender el trabajo de la ciencia, pongamos por ejemplo otro caso elemental, el llamado teorema de Pitágoras. Según el antiguo filósofo griego, para cualquier triángulo rectángulo la suma de los cuadrados de los catetos (lados pequeños) es igual al cuadrado de la hipotenusa (lado más grande). Ahí tenemos un conocimiento que el viejo Pitágoras comprobó una y mil veces, y seguro otros contemporáneos suyos lo hicieron de manera muy acuciosa hasta que pudo establecerse ya como un conocimiento verdadero. Es aquí cuando alguien podrá decir “Bueno ¿y eso a mí de qué me sirve?”. Hoy en día le sigue siendo muy útil a

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los arquitectos y constructores para calcular medidas y espacios. Una de las aplicaciones más importantes de este conocimiento es la que los navegantes le daban: gracias al estudio diligente de las estrellas (otro conocimiento verdadero), un capitán de barco del siglo 16, sabía con razonable precisión en qué lugar del mundo se encontraba, gracias al cálculo de las distancias con respecto a las estrellas y, adivinaron, al teorema de Pitágoras. A estas alturas ¿qué es lo que hace a la ciencia tan valiosa y tan importante? Independientemente del campo del conocimiento en que estemos inmersos, la construcción de la ciencia nos ha enseñado algo muy valioso, el espíritu crítico. El concepto de conocimiento verdadero viene de esa idea de que lo hemos revisado, valorado, criticado e inclusive hasta intentado romperlo, por lo que consideramos que es cierto. Una de las finalidades de la educación y la escolarización es acercarnos a la ciencia, pues más allá del fenómeno que estemos revisando (física, química, matemáticas), lo más importante de todo es entender que los seres humanos, como lo hemos explicado en este espacio, somos muy propensos a fallar en nuestras concepciones, por lo que entender que la ciencia es una muy buena vacuna contra el engaño y la ingenuidad es indispensable. En un momento histórico en el que estamos bombardeados de noticias y estímulos por todas partes, incluyendo fake news, así como otras informaciones cuyo interés no es otro que intentar manipularnos, aplicar los principios de la ciencia a todas y cada una de ellas nos resulta muy útil. El fomentar el famoso espíritu crítico en nuestros tiempos es más relevante que nunca. Como también lo hemos dicho aquí, no somos pura razón, pero porque nos hemos ido conociendo mejor como humanos sabemos que necesitamos ser muy críticos, especialmente de nosotros mismos.

FEB RERO / M ARZ O


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