Revista Relatos de Enfermería

DICIEMBRE DE 2020 EDICIÓN N.º 1

Relatos de enfermería

EXPERIENCIAS DE AUXILIARES González-Veizaga-Aguilar-Carbonell-Silveiro Bedoya-Fernández-CarrizoCarrizo-Cruz-Córdoba-Regalado-Rivero

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Editorial

de Enfermería: 0 4 Relatos Historias de cuidado profesional

Palabras de bienvenida a la revista de Auxiliares de Enfemería

En primera persona, estudiantes del primer año de comunicación de Grierson nos cuentan sus experiencias.

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Editorial

Comunicación y pandemia Esta publicación recopila los relatos de experiencias de Auxiliares de Enfermería que realizan su primer año de profesionalización como estudiantes de la Escuela Superior de Enfermería Cecilia Grierson entre los meses de agosto y noviembre de 2020. La cursada de carácter virtual, a diferencia de otros años y debido a la pandemia de COVID 19, nos llevó a reflexionar en torno a los trabajos “esenciales” vinculados a la atención de la salud, especialmente desde la profesión de enfermería.

Durante la pandemia, las tareas vinculadas a la atención sanitaria, fueron puestas en primer plano: el cuidado de otras y otros, es hoy más valorado que nunca y en ese contexto, la materia de comunicación pretendió hacer hincapié en la importancia de las habilidades sociales para llegar a pacientes y familiares, para comunicarnos entre nosotras/os y a la vez, aprovechar la oportunidad para desarrollar algunas herramientas de entornos digitales.

Las últimas semanas, con la entrega de los relatos, las/os estudiantes realizaron algunas reflexiones en torno a su experiencia y a la elección de la carrera en este contexto. Quiero agradecerles a ellas/os por sostener la cursada con todas esas dificultades, por animarse a realizar algo que no habían hecho y por elegir una carrera vinculada a la la atención y los cuidados.

Profesora Mariela Acevedo Buenos Aires, Diciembre 2020

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Relatos de Enfermería Hechos particulares en neonatología.

Por Ulises González Recuerdo mi primera cursada en el servicio de neonatología allá por el año 2012, había regresado hacía muy poco tiempo del viejo mundo después de tres años lejos de mi país, a causa de una crisis económica llamada “crisis del euro” en donde muchos extranjeros como yo tuvimos que volver a casa a la falta de empleo y así poder seguir dedicándome a mi profesión, con ganas de poner en práctica todo lo que había aprendido allá afuera.

Una vez vuelto a casa, tuve la colaboración de grandes profesionales de la salud que me ayudaron a poder ingresar al hospital de agudos “General Rodríguez Vicente López y Planes”, ubicado en la provincia de Buenos Aires en la localidad de General Rodríguez.

Al mismo tiempo tuve la suerte de promocionar una beca para el área de neonatología.

Cuando la conseguí, me encontraba muy ansioso porque nunca había trabajado con usuario neonatos, para mí era entrar en otro mundo, estaba aterrado y no tenía idea de cómo agarrar a un bebe recién nacido; gracias a todas mis compañeras y a la paciencia con la que me fueron guiando para ponerme al día con todas las maniobras y los procedimientos de enfermería en esa área yo pude ir avanzando en mi labor.

La Unidad de Neonatología contaba con áreas importantes como recepción del neonato donde se le aplicaban sus primeras vacunas y se tomaba nota del estado general.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 5 También contaba con terapia intensiva, aquí estaban los casos más graves donde se tiene extremo cuidado con los usuarios más vulnerables. A su vez terapia intermedia, aquí están los casos que evolucionan favorablemente con riesgos disminuidos. El área común, lugar donde están los neonatos que tienen salida pronta con sus respectivas madres, están para un control general. El área de alimentación al neonato, en este lugar aprendí que el neonato debe alimentarse cada tres horas según la necesidad de cada uno porque si bien la madre era la encargada de alimentar a su respectivo bebé, esto le demandaba estar mucho tiempo en la sala, con lo cual la tarea del personal de enfermería era tomar muestras fraccionadas de leche materna, dosificarla y mantenerlas para brindarle una toma al neonato así la madre pudiera descansar 6 horas seguidas.

Cada uno de estos procedimientos los aprendí gracias a mis compañeras que nunca dudaron en compartir sus conocimientos conmigo. En los 4 meses que pude estar en el servicio de neonatología, experimente en cada sector donde fui aprendiendo y adquiriendo diferentes habilidades y conocimientos. Como es el caso en la recepción del neonato, el primer paso para poder comenzar en esta área. Al comienzo uno como enfermera/o responsable del sector debe verificar que estén disponibles todos los insumos que se vayan a necesitar en el procedimiento de recepción, ya que al faltante de alguno de los insumos puede ser un problema para el neonato recién nacido. Por otro lado, uno se dirige al área estéril en donde la/el enfermero/a sigue un procedimiento de esterilidad, lavado de manos y se viste con ropa adecuada para la recepción del neonato. Uno como profesional debe estar pendiente y a la espera del llamado del obstetra ya que cada minuto cuenta para saber la salud del recién nacido. Una vez recibido el neonato si todo se encuentra bien y óptimo para él bebe como el peso, la medición y su primera vacuna, se lo presentamos a la madre para que realice un primer contacto, que es muy importante para que el recién nacido identifique a su madre. La doctora me comentaba que este paso es muy importante y que debía recordarlo para hacerlo siempre.

Finalmente, después del vínculo con la madre siendo alrededor de 5 a 10 min, se vuelve a tomar al neonato para llevarlo al registro en neonatología y una segunda vacuna para poder colocar al bebe en una incubadora donde permanecerá hasta que se le dé su respectivo alta.

En mi segundo mes ya dentro del servicio donde había tomado muchos procedimientos rutinarios, me encontré con un caso muy particular, recuerdo que estaba en el turno de noche del fin de semana, me había tocado trabajar en la parte de recepción del neonato. Un día tranquilo sin muchos nacimientos.

Alrededor de la hora de la cena a las 22 hs, había ingresado una mujer en estado de término para dar a luz a su bebé y la sala de área de parto estaba preparada con todos sus implementos, dicha mujer venía con mucha dilatación de parto. Se procede al parto, cuando escucho a la doctora obstetra me llama para recibir al neonato. Mi función como enfermero era recibir al neonato, clampear el cordón umbilical mientras la doctora procedía a cortar el cordón umbilical, evacuar la bolsa y contar los cotiledones en ella.

La mujer había dado a luz a una beba por lo visto sana.

Mientras, yo llevaba al neonato para su primera vacuna, revisión, peso y medición, registrado por la doctora obstetra. De esta manera se le dio el visto bueno para poder llevar a la beba a sala de neonatología. Antes de llevarla, se la muestro a la madre, para que vea que su bebe se encuentra bien y haga el vínculo.

Una vez en neonatología, llevo a la beba a su respectiva incubadora, tomando sus primeros signos vitales donde todo marchaba bien, ya que gozaba de buena salud. Todo fue registrado, incluido su nombre, que en este caso la madre decidió nombrarla con un nombre que le gustaba mucho, pero para mantener el anonimato de la beba la llamaremos “Rosa”.Hago mi pase de guardia con mis colegas, sin saber hasta ese momento lo que iba a suceder.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 6 Al otro día cuando voy a tomar mi guardia, me comentan las novedades importantes, como es usual en cada servicio, una de las más importante era que Rosa, la beba que yo había recibido la noche anterior, estaba en proceso legal esto quiere decir que está judicializado porque ni la madre o el padre la podía tener. Lo que sucedía era que la mujer ejercía la prostitución y era drogadicta, en cuanto al padre, era alcohólico y drogadicto. Entonces hasta que la justicia determiné cuál era el procedimiento a seguir, la beba “Rosa” se iba a quedar con nosotros ya que todavía no podía pasar a la unidad de pediatría, por falta de edad.

Recuerdo que tuvimos a Rosa, la beba, por un mes a nuestro cuidado y ver cómo iba creciendo día a día, nos reconfortaba. Los primeros 15 días la madre pudo estar con la beba y darle de mamar, pero luego la mujer huyó abandonando a la beba. Esto dio como resultado el tener que ocuparnos al 100% de su cuidado, como su alimentación continua. El cariño nos nacía a todos, sabíamos que ella venía de una familia carenciada de bajos recursos y que no le podíamos pedir mucho. El personal de enfermería se encargó de conseguir donaciones para poder vestirla y conseguir sus elementos básicos, sin querer Rosa tuvo ese mes muchas personas que la cuidaron y la malcriaron como si fuera su propia hija. Pasó con cada uno de nosotros sus primeras fiebres, sus risas y caprichos.Hasta el día que nos comunicaron entre alegrías y tristezas por un lado que a Rosa le iban a dar el alta y que la justicia determinó que la patria potestad le pertenecía a la abuela materna ya que ninguno de los padres se encontraba en condiciones del cuidado de ella. Pero, por otro lado, fue una triste despedida de una beba que nos habíamos encariñado mucho, aunque cada uno de nosotros sabíamos que sería lo mejor para ella estar con su familia.Fue toda una experiencia el tiempo transcurrido por neonatología, esos cuatro meses aprendí mucho, agradecí a todas mis compañeras por la paciencia y la dedicación que me brindaron para que las pueda asistir, además de todos los gratos momentos que pude vivir al presenciar el nacimiento de cada bebe que pudo llegar con buena salud y una familia que los esperaba con ansias.

Me fui desenvolviendo y sacando buenas notas, era emocionante para mí ver cómo aprobada cada parcial porque era un logro, sentía que iba cada vez más lejos.

Después de obtener mi título, una mañana fui a buscar trabajo dejando cv por todos lados. Por suerte me llamaron para trabajar en un Geriátrico. Primer trabajo, sentí nervios y emoción al mismo tiempo, pensaba en si realmente lo iba a hacer bien. Tuve prácticas anteriormente, pero nada se compara con hacerlo por primera vez ya recibida. Comencé trabajando en la mañana, 7am.Todas las mañanas, al ingresar al geriátrico, se me asignaba alrededor de casi 8 pacientes. Tenía que levantarlos e higienizarlos, a otros ducharlos, ya que estaban postrados por estar en malas condiciones. Después los llevaba a todos al comedor para desayunar y algunos usaban sillas de ruedas, otros pañales.

Trataba de darles la misma atención a todos, aunque algunos la necesitaban más que otros. En la hora del almuerzo también ayudaba a algunos a comer y eran devueltos a sus habitaciones para descansar y entregarlos a otra enfermera de guardia. Así fue mi rutina durante un mes, me sentía cansada y estresada. Tenía que hacer más cosas de la que debería, se me indicaba hacerles el desayuno, luego en el almuerzo una vez que los pacientes ya tomaban su siesta yo me quedaba lavando los servicios de ellos, tales como los platos, cubiertos y los vasos. Luego de terminar tenía que dejar limpio la sala de comedor y así fue mi rutina en el geriátrico era muy cansador ya que, prácticamente hacia también de mucama, pero me gustaba mi trabajo, en si, me gustaba estar con los abuelos y acompañarlos, escucharlos y hablar con ellos. Los veía como personas mayores, pero con mentalidad de nenes, eran muy curiosos con todo. A veces me sentía mal por algunos de ellos porque los familiares casi ni venían a visitarlos y ellos esperaban con mucho entusiasmo.

Mi experiencia en Enfermería Por Verónica Veizaga Empiezo contando desde cuando me recibí de Auxiliar de Enfermería. Nunca creí llegar lejos, había empezado mal y sin esperanzas porque no tenía idea de nada, me costaba mucho, creo que como a todos que recién empiezan algo realmente nuevo para ellos.

Estudiaba y no había manera de que a veces me quedaran las cosas en la cabeza.

Mi experiencia con mi primer trabajo no fue tan buena, pero me gustaba ayudar a los pacientes, hacerlos sentir que no están solos y que estaba dispuesta a ayudarla en lo que pudiera. Ellos estaban conformes conmigo, algunos decían que tenía buena mano, ya que al inyectarlos no sentían ni la aguja y eso los reconfortaba. Hacerlos sentir cómodos y satisfechos con lo que hacía me agradaba, sentía que entonces estaba haciendo bien mi trabajo por más cansador que fuera.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 7 Un día me encontré con una amiga, nos quedamos hablando y le comenté sobre mi trabajo, a ella también le pareció cansador. Aparte se me notaba en la cara, andaba decaída. Sin más que decir me recomendó trabajo en una Clínica. Por suerte logré entrar.

Sin embargo renuncié al anterior trabajo y comencé nuevamente en dicha Clínica. Conocí compañeros buenos, bondadosos y colabores, no tenían problema en ayudarte con algunos pacientes y siempre te extendían una mano. Se ayudaban unos a otros, te enseñaban si no sabías algo y no te juzgaban, al contrario, te motivaban a hacerlo mejor. Allí fui aprendiendo a realizar las demás técnicas como colocando sondas vesicales, tanto como a mujeres como a hombres. La sonda vesical los materiales son: sonda vesical, guantes estériles, campo estéril, bolsa colectora, jeringa, agua destilada, cinta, solución hidrosoluble, solución antiséptica. Para la colocación de la sonda vesical le decimos al paciente el procedimiento que realizaremos, primero colocamos al paciente en poción decúbito supino, luego nos colocamos guantes realizamos higiene perineal con solución antiséptica, nos colocamos guantes estériles para realizar el procedimiento, introducimos la sonda , al colocar la sonda primero le ponemos un poco hidrosoluble para evitar lesiones uretrales, luego introducimos la sonda lentamente hasta alcanzar la vejiga, luego se observa el retorno de orina se coloca la bolsa colectora, luego se insufla el balón con agua destilada. También aprendí a colocar vías periféricas, los materiales necesarios son: catéter, gasas, guantes, banda elástica, solución desinfectante para la piel, cinta autoadhesiva, solución fisiológica, perfuz, llave de tres vías y descartador.

Para el procedimiento primero colocamos la banda elástica en el brazo del paciente, luego palpamos la vena, luego desinfectar la zona con gasa y solución antiséptica, introducimos el catéter intravenoso una vez que verificamos que la introducción del catéter esta en vena colocamos la solución fisiológica ya con la llave de tres vías y el perfuz ya purgado, fijamos el catéter y lo cubrimos con cinta para evitar que no se desprenda.

Por último, para la colocación de la sonda nasogástrica le explicamos al paciente el procedimiento a realizar, primero colocamos al paciente en posición Semi Fowler, nos colocamos los guantes, verificamos que no allá obstrucciones en la nariz, medimos la sonda desde la punta de la nariz hasta el lóbulo de la oreja y luego al apéndice sinfoidez, luego marcamos con una cinta adhesiva la sonda, colocamos un poco de gel lubricante para evitar lesiones en la nariz, introducimos cuidadosamente la sonda una vez ingresado la sonda ponemos cinta alrededor de la sonda y la pegamos en la nariz para que no se desprenda.

,Luego verificamos con la jeringa la correcta colocación de la sonda aspirando el contenido del estómago, luego colocamos la bossa colectora para contabilizar las secreciones. Al realizarlas por primera vez tenía miedo de lastimar a los pacientes, ya que aparte de que ellos eran frágiles, se sentían incómodos cuando realizaba la colocación y otros se retiraban la sonda y se lastimaban.

Luego con el tiempo me di cuenta que no tenía por qué tener miedo y así fui mejorando la práctica. Siempre estaba dispuesta a aprender, era algo emocionante. En las mañanas ingresaba también el personal de laboratorio y observaba como se le realizaba la extracción de sangre a los pacientes. Había algunas compañeras que le ayudaban a realizar la extracción de sangre de los pacientes, ya que, la extraccionista estaba sola y tenía muchos pacientes. Así fui aprendiendo un poco de eso también. Observaba a los médicos como hacían una colocación de vía central y por un momento pensaba en si podría llegar hasta ahí.

Después de todo llegaba la comida para los pacientes, siempre estábamos dispuestas a ayudarlos porque había algunos que no eran dependientes y necesitaban la ayuda de nosotras, las enfermeras. Cuando llegaban los familiares a visitarlos ellos le decían a sus familias que nosotras éramos buenos con ellos y que siempre estábamos atentos a cualquier inconveniente que se les presentaba, los familiares fueron agradecidos con nosotros nos daban las gracias por estar muy atentos con sus familias y cuando se les daba de alta se los extrañaba.

Trabajé durante dos años. Dentro de ese tiempo, al tomar la guardia una mañana, los compañeros del turno noche siempre hablaban de que se murmuraba que los pacientes, también abuelitos, siempre veían a una nena vestida de blanco que los venía a visitar y se quedaba parada frente a sus camas. Decían que observaban como los abuelitos hablaban solos y cuando les preguntaban con quién hablaban siempre decían que con una nena. Lo más inquietante era que comentaban que, al pasar la semana, aquellos pacientes que veían dicha nena, fallecían.

Una mañana al ingresar a la clínica todo estaba normal, pero me quede sola ya que mi otra compañera se había ido a preparar la medicación para los pacientes y yo me quede a tomar los signos vitales, como todas las mañanas.

De la nada escuché que un paciente estaba hablando, por un momento creí que hablaba conmigo, pero al observarlo me di cuenta que miraba a otro lado y hablaba solo. Me acerqué a preguntarle con quien hablaba, para ese entonces realmente me había olvidado sobre lo que comentaban los compañeros del turno noche, me respondió que hablaba con una nena que estaba al lado de él. Al escuchar eso me puse nerviosa, le pregunté si la nena vestía de blanco y respondió que sí. Le insistí en que no había nadie y el seguía insistiendo en que estaba parada frente a él, que nos miraba a los dos.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 8 Después de un tiempo llegó mi compañera y le comenté lo que me había pasado, todavía seguía nerviosa. En ese momento ella me dijo que podría ser verdad, ya que anteriormente en ese lugar se encontraba una Clínica de Maternidad y Pediatría, que seguramente fallecieron algunos niños. Pasando una semana aproximadamente mi paciente, de ese entonces, había fallecido también, pude casi confirmar que lo que se decía era verdad.

Aparte de esa experiencia que en su momento me puso nerviosa, me llevo los buenos momentos con mis compañeros, la ayuda y enseñanza que me brindaron, porque realmente lo hicieron, aprendí mucho y reí mucho. Me desenvolví más, tanto en el campo laboral como profesional.A pesar de que renuncié al trabajo por problemas personales, aun querían que siguiera trabajando ahí porque sabía desenvolverme y les gustaba mi forma de trabajar y estar con los pacientes, tenía paciencia y eso se notaba con ellos. Pedían que me podían asignar otro turno, pero ese no era el problema. También estaba, en ese tiempo, terminando el secundario y no podía con todo. No me gustó la idea de dejar el trabajo, me sentía cómoda y satisfecha estando ahí, sentí que estaba perdiendo oportunidades de aprender más de lo que había aprendido, porque aparte de ejercer mi profesión, aprendí más de lo que sabía y eso me ayudó muchísimo a mí misma.

Entramos a controlar la primera unidad, saludamos a los familiares que eran dos mujeres, realizamos el procedimiento de control de signos vitales: en primer lugar la presión arterial, segundo la frecuencia cardíaca y luego la temperatura. Cuando queríamos realizar la frecuencia respiratoria notamos que el paciente cambió el color de piel del rostro y sabíamos que algo malo le pasaba.

Mi camino de aprendizaje

Tras ese suceso, pasaron los días y seguimos realizando las prácticas. Aprendimos cómo realizar un tendido de cama, posiciones de los pacientes, como preparar una bandeja para cada procedimiento.

También recuerdo que un día nos llevaron a ver un paciente que le realizaron una colostomía: nos indicaron que teníamos que pinchar una especie de bolsa hinchada llena de aire del paciente. Cuando pinché la bolsa salió un olor muy desagradable resulta que eran gases del estómago. Era la primera vez que veía a una paciente con una cirugía de colon. Todas las prácticas las realizamos de dos o tres estudiantes.

Cuando bañábamos a los pacientes o higienizábamos debíamos rotarlos, algunos de ellos eran demasiados pesados y el trabajo era arduo. Fue una experiencia muy enriquecedora, aprendimos mucho en el campo del Centro Gallegos.

Por Alejandro Aguilar En el año 2010, mi hermano mayor Pablo Aguilar, entonces con veinte años, comenzó a estudiar la carrera de enfermería en el Hospital Israelita. Yo vivía en familia en el barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires y veía a mi hermano estudiar para sus clases. Luego de unos años me intrigó saber de qué se trataba la carrera que estudiaba mi hermano mayor.

Con el tiempo, decidí estudiar también la carrera.

Realicé mis estudios en el Instituto Madre Deus, donde aprendí mucho y conocí grandes compañeros, que hoy ya están recibidos de Enfermeros Profesionales. Recuerdo, mis primeras prácticas en el Centro Gallegos, donde conocí a Jorge el enfermero de piso. Jorge era enfermero auxiliar y muy buena persona.Él era muy profesional, con mucho conocimiento y experiencia, tenía cuatro años trabajando ahí, nos indicaba detalladamente cada procedimiento. Recuerdo el primer día de prácticas, tuvimos nuestro primer óbito dentro del Centro Gallegos, mi compañera Alejandra Alpire estudiante de Auxiliar de enfermería y yo fuimos a realizar nuestro primer control de signos vitales a los pacientes.

Debido a nuestra poca experiencia, no realizamos ningún tipo de procedimiento, solo llamar rápidamente a Jorge, quien llegó y activó el botón de emergencias y realizó el procedimiento de RCP (Reanimación cardiopulmonar). Al minuto apareció el médico con otra enfermera, nos pidieron que salgamos de la sala. Los familiares se desesperaron y angustiaron por la situación que estaban pasando.

Luego, llegó una enfermera con el carro de paro.

Nosotros estábamos muy asustados debido a que nunca habíamos vivido una situación así. El médico estuvo cuarenta minutos realizando RCP, pero ya no había caso, después nos comunicaron que el paciente falleció por un paro cardiorrespiratorio. Ese día Alejandra y yo volvimos a casa muy asustados, pensando “como es la vida, un día estamos y al otro día no”, pero no nos detuvo para seguir aprendiendo y estudiando para ejercer esta profesión.

Cuando me recibí tuve la oportunidad de trabajar en una empresa de prestaciones domiciliarias, realizaba guardias de 8 a 12 horas, dentro de todo no eran pacientes con enfermedades críticas. La mayoría de los pacientes que me asignaron, eran adultos de tercera edad, con quienes realizaba tareas de alimentación, suministro de medicación, control de signos vitales etc. Los pacientes me tomaban mucho afecto y cariño me trataban como parte de la familia, en general eran muy gentiles y hospitalarios.

Un día recibí un llamado de un Instituto Geriátrico ubicado en el centro del Barrio Flores. Me llamaban para una entrevista laboral. Me presenté y tuve una entrevista en términos muy amables: me preguntaron por mis conocimientos y se interesaron en saber si tenía matrícula. A los pocos días, empecé a trabajar.

Era un lugar lindo, comencé con pocas tareas como higiene de pacientes, tendido de cama, curaciones, alimentación, suministro de medicación, control de signos vitales, control de glucemia y administración de insulina. Aprendí los diferentes procesos de enfermería y sobre todo la contención y comprensión de los pacientes. La mitad de los abuelos tenían familiares y la otra mitad no. Aquellos abuelos que tenían un familiar siempre esperaban la visita, aunque algunos solo venían a pagar la cuota de la institución del geriátrico y se retiraban, o solo dejaban algún objeto personal y se iban del establecimiento, sin ver a su familiar. Es difícil comprender ese tipo de conducta “ya que un abuelo da todo por sus hijos y nietos”. Creo que la contención que le brindábamos era una forma de mejorar la salud de los pacientes dentro del geriátrico.

El establecimiento era un lugar cálido, donde existía mucho compañerismo y ayuda. Aprendí a realizar diferentes procesos sobre los pacientes y ganar experiencia, pero como todo tiene su límite, decidí buscar nuevamente nuevas oportunidades y seguir aprendiendo. Mi deseo es trabajar en un Hospital o Clínica de alta complejidad, una meta que hasta el momento no tuve la oportunidad de concretar, ya que valoran la experiencia en diferentes áreas y mi experiencia es aún básica (creo yo). En cada entrevista me preguntan qué tipo de experiencia tengo, pero nunca consigo superar esa instancia ya que en este tipo de establecimientos suele buscar enfermeros con experiencia en UTI. Tras estos intentos, me decidí a seguir estudiando, para realizarme como enfermero profesional.

Durante 2019 trabajé en una empresa gráfica, ya que por el momento no tenía trabajo. Realicé diversas tareas y aprendí mucho dentro del rubro. En agosto de este año me contagie de Covid-19, la pandemia de coronavirus me alcanzó, posiblemente en el colectivo.

Los síntomas fueron horribles: empezó con la pérdida del olfato, a la que le siguió la pérdida de gusto y luego se agravó con dolor de cabeza, dolor muscular, mareos, náuseas, escalofríos y fiebre. Fueron tres noches seguidas de malestar. Realicé el aislamiento en mi casa, después de cinco días del primer síntoma empecé con las mejoras y paulatinamente pude volver a mi vida diaria.

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Pero en agosto, también sucedió algo que me alegró mucho: recibí el correo de La Escuela de Enfermería Cecilia Grieson que decía que podía empezar a estudiar la Profesionalización de Enfermería. Siento que desde entonces, cada día aprendo más, y creo que estoy más cerca de mi deseo de que algún día pueda trabajar en un Hospital.

Cierro este relato recomendando, en estos tiempos de pandemia, seguir cuidándonos que esto le puede pasar a cualquiera sea gente joven o de tercera edad, gracias a Dios no termine hospitalizado, tampoco sabemos qué secuelas puede dejar en cada uno, ya que en cada cuerpo el virus reacciona diferente.

El dolor Por Débora Carbonell Cuando era pequeña me encantaba ir todos los viernes con mi abuelo a buscar a mi abuela Sara al trabajo. De ahí nos íbamos a pasear, tomar helado y dormir a su casa. Era mi plan preferido del fin de semana, siempre me traía el desayuno a la cama, mirábamos películas, cocinábamos juntas y me encantaba escucharla hablar de sus pacientes.

Siempre le decía: “cuando sea grande voy a ser como vos”, ella se reía y me decía: “falta mucho, sos chica aprovecha que el tiempo se pasa volando, vos tenes que estudiar yo no tuve la posibilidad de estudiar de chica como vos”. Ella era oriunda de la provincia de Santiago del Estero, a sus diez años al fallecer su mamá tuvo que encargarse de los quehaceres domésticos, cuidar de sus hermanitos más chicos. Ahí aprendió a cocinar, a veces también iba al campo a ayudar a su papá en la cosecha. En su adolescencia conoce a mi abuelo, se casan y deciden venir a vivir a Buenos Aires, donde retomó sus estudios .También trabajó y se recibió de enfermera.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 10 Ella era muy querida por todos, familia, compañeros, médicos, pacientes tenía calidez humana, profesionalismo, un corazón noble y bondadoso.

Siempre estaba para todos era incansable tenía una energía admirable y no lo digo porque era mi abuela, la que la conocía siempre que la veía la saludaba alegremente al tono de: “Sarita”. Al terminar mis estudios secundarios, decidí anotarme en el curso de auxiliar de enfermería en cruz roja. Me acuerdo que mis papas no estaban muy contentos de mi decisión, ya que decían que yo era muy sensible, miedosa y que no iba a aguantar, que no todo era lindo en esta profesión, que intentara que si no me gustaba o me arrepentía ellos me iban a apoyar igual. Así fue que me inscribí y me recibí, sin dudas fue una de las mejores decisiones que tome en mi vida.

Pasados los años mi abuela se jubiló, y se fue de la clínica; Cada tanto se presentaba a cuidar algún paciente o realizaba prácticas domiciliarias, a algún vecino o conocido.

Yo seguí trabajando en la institución; A veces en la clínica me cruzaba con pacientes o familiares que me saludaban y me preguntaban: ¿Cómo está Sarita?, envíale saludos se la extraña. Al tiempo mi abuelo, el marido de Sarita presenta un acv (accidente cerebro vascular) donde estuvo unos meses internado. Fueron meses muy duros, donde Sarita prácticamente se mudó a la clínica para poder acompañar a su gran compañero de vida.

El día que él falleció, Sarita decidió no seguir trabajando, cuidando personas. A raíz de eso se deprimió y se fue a vivir con mi mamá, donde de a poco se sintió contenida y acompañada.

Al recibirme empecé a trabajar junto a mi abuela en el servicio de clínica médica-quirúrgica. No todo fue color de rosas ya que sentía mucha presión. Sarita no me dejaba pasar una tenía que tomar la guardia a horario, en las rondas de los médicos tenía que estar al pie de la cama escuchando y observando todo. Fue una gran maestra para mí en mis primeros pasos por esta hermosa profesión, sin dudas el trabajar con ella fue una experiencia muy linda que siempre voy a llevar en mi corazón.

Recuerdo que una tarde, al servicio ingresó un paciente ya conocido por todos, Raúl, el mismo presentaba cáncer de pulmón. Cada semana ingresaba para realizar tratamiento de quimioterapia.

Esa tarde ingresó con muchos dolores, recuerdo que mi abuela fue a verlo y al regresar de la habitación casi con lágrimas en los ojos y cara de dolor me dijo una frase que en ese momento pasó desapercibida: “una enfermera tiene que saber calmar el dolor”. Así fue que le suministró un analgésico y lo tomó fuerte de la mano, mientras le acariciaba la frente y le decía que se calme que todo iba a estar bien. Raúl seguía con dolor pero suspiraba le decía “gracias Sarita”. Los hijos la abrazaban y le agradecían las palabras de consuelo, el amor y cuidado con el que siempre trataba a su papá.

Esa misma tarde Raúl fue visto por el médico oncólogo, que luego de hablar con la familia decidió indicarle una sedación paliativa para que él mismo no sufriera. Ese día al finalizar nuestra jornada laboral, nos fuimos cada una a su casa y al otro día regresamos, al recibir la guardia nos dan la noticia que Raúl había fallecido, fue muy triste ya que era un paciente muy querido por todos.

A los dos años a Sarita le diagnostican cáncer de pulmón. Fue terrible ese diagnóstico, no podía aceptar que a ella tan buena persona, no fumadora, sana, que dio tanto amor a sus pacientes, palabras de aliento, contención a familiares, tenía que pasar por eso. Ella al principio se lo tomó al parecer tranquila, tenía sus días de silencio, de llanto, pero siempre se mostraba fuerte. Así fueron pasando los meses, mediante internaciones, tratamiento de quimioterapia, rayos, ella siempre tratando de demostrarse positiva y con una sonrisa. Pasado un tiempo comenzó a sufrir dolores intensos, fatiga, disfagia, trastornos en la marcha. Donde en una internación manifestó mucho dolor; Fue ahí cuando me vino a la mente la frase que ella una vez me dijo “una enfermera tiene que saber calmar el dolor”. En ese momento se me llenaron los ojos de lágrimas mi cuerpo quería salir a buscar todos los analgésicos que existieran para calmar su dolor, trate de tranquilizarme para no demostrarme frágil y no pude evitar que en mi mente ,se visualice la familia de Raúl ,en ese instante yo necesitaba de una Sarita que me consuele y me diga que ella ya debía partir que ya no se podía hacer nada que recuerde todo lo lindo que pasamos y así poder realizar mi duelo , poder empezar a despedirme de mi adorada abuela , la abrace, la acaricié, la besé le dije que la amaba y le pedí a dios que no quería que sufriera, que ella no se lo merecía.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 11

Después de unos días a la salida de mi trabajo veo que estaba mi hermano esperándome, me sorprendí y le pregunté: ¿qué haces acá? Me dice: no tengo buenas noticias y ahí con la voz entrecortada me cuenta que mi amada abuela había partido.

Lamentablemente no me pude despedir, con mi hermano nos abrazamos fuerte y prometimos estar más unidos, para poder apoyar sobre todo a mi madre en el dolor.

Después de vivir en carne propia el dolor de la despedida de un familiar tan querido. Decidí empezar a ser más empática con las familias y pacientes, prestar atención a los diferentes dolores que una persona puede sentir, tratar de poder dar esa contención cuando más la necesitan, sé que me falta mucho recorrido y muchísimo por aprender . No voy a negar hay veces que me gana el cansancio, me agarran esas ganas de largar todo y dedicarme a otra cosa, pero luego retrocedo, pienso todo lo lindo que me da esta hermosa profesión y deseo ser algún día, aunque sea un cuarto de lo que fue Sarita.

A veces es necesario ser paciente para poder ser un buen enfermero. por Antonella Ailin Silveiro Bedoya Llevaba dos años trabajando en la misma clínica, y para ser sincera al principio estaba muy emocionada por aprender todo lo necesario para ser una buena enfermera, pulir técnicas y desempeñarme eficientemente. Pero durante esos dos años me acostumbre a una rutina, seguía comportamientos lineales, terminaba con una tarea y seguía con otra, casi como un cronómetro.

No puedo negar lo mucho que aprendí en ese tiempo, y era felicitada entonces por mis superiores, incluso por el director de la clínica, con quien compartía jornadas cuando solía estar de guardia. Sin embargo, aunque yo sonreía y trataba de ser siempre empática con el paciente, los alentaba a luchar, a seguir adelante y a pensar en cosas lindas para evitar que se desestabilicen emocionalmente, jamás había comprendido en verdad cuán difícil es estar en la piel del paciente. Simplemente, porque nunca me tocó estar internada o muy enferma. Mis experiencias en cuanto a ser un paciente se limitaban a pasar alguna que otra vez por guardia por algún estado febril, varicela, resfríos o anginas comunes dentro de cada estación del año. Pero la vida da esas vueltas sorpresivas para enseñarnos que no tenemos todo aprendido, que las palabras son muy poderosas y que a veces es muy difícil aplicarlas en hechos reales.

Fue entonces que un día, inesperadamente tuve un accidente automovilístico, nada grave pero si pase por internación y luego una lenta recuperación y muchos estudios. Sentía impotencia de no valerme por mi misma, de no poder pararme correctamente sin que me ayudaran. De caminar lento como una tortuga y luego requerir ayuda para bañarme y para que me acompañen a todos lados porque me mareaba. Tuve una enfermera que se parecía a mí, siempre alegre y dando buenos mensajes, ciertamente era reconfortante, siempre es grato el buen trato y los mensajes positivos. Sin embargo me vi reflejada y supe que a veces esos lindos mensajes no son posibles, a veces no es fácil pararse y seguir como si nada pasara, pues mi cuerpo me lo impedía por mucha sonrisa que pusiera. Pude ver que para el paciente no era tan fácil adoptar esos consejos. Y que tal vez todos felicitaban mi labor, mi desempeño, incluso los pacientes agradecían mi tarea. Pero en lo más sincero de mi interior pude ver que yo realmente no sabía que implicaba ser paciente.

Empecé a preguntarme si yo alguna vez había notado que las horas pasaban muy lento, que la visita del enfermero y los médicos eran muy cortas, que explicaban un procedimiento y antes que yo pudiera internalizarlo y estar preparada ya lo estaban realizando y me veía invadida pero con sonrisas alrededor. Pude ver que si sentía frío tenía que depender de estar pidiendo o lo que yo consideraba en ese momento, molestar al personal cuando yo sabía por qué era parte de ese otro lado, que muchas veces están corriendo porque son muchos pacientes para poco personal. Tuve la oportunidad de ver que más de una vez el paciente decide no pedir o no decir para molestar y que muchas veces el dolor de la escala de uno a diez, suele quedarse corta.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 12 Es increíble poder estar en el rol del paciente, pude ver a través del espejo, me vi corriendo por los pasillos, buscando medicación, bañando pacientes, medicando, asistiendo a los médicos, hablándole rápido y con una sonrisa a los pacientes para explicarles el procedimiento y evolucionando en 14 hs. que pasaban muy rápido por la demanda de trabajo, pero al fin del día yo me iba a casa. En cambio esta vez debía quedarme allí.

“Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él”.

Florence Nightingale.

Al permanecer en la clínica note que cuando te convertís en paciente, te sentís más cómodo con un enfermero que con otro y que cada cambio de guardia es un ciclo nuevo para el paciente, es como volver a empezar de cero y ver que tienes que presentarte y adaptarte a otra dinámica, otra vez como un disco rayado te comentan las mismas cosas, algunas más rápido otras con más paciencia, con mejor cara, con menos ganas, en fin todo sigue y vos tienes que adaptarte. Por momentos en una guardia te convertís en el paciente demandante, pero la realidad es que ya no aguantas y no te sentís cómodo, no te sentís bien y aunque molestes o tengas mal humor es agradable cuando te ayudan con amabilidad. En otras ocasiones sos un paciente colaborador y así sucesivamente pude identificar cada rol del paciente. Asimismo observe cuántas cosas pasaban en una habitación en mi ausencia como enfermera del paciente. Y cuán importante es la enfermera cuando los médicos abordan un tema tan delicado como la evolución del día y usan términos que yo sí podía comprender pero que tal vez un paciente comúnmente necesitaría que el médico hable con más lentitud y detalle de la situación. Y entonces qué valioso era considerar que está la enfermera que te comprende bien, como si fuera tu mejor amiga y te explica en palabras más sencillas lo que te quisieron decir.

Asimismo, en base a esta experiencia de estar en los pies del otro me di cuenta que constantemente como paciente o como enfermeras contamos con diferentes tipos de pacientes, tenemos el paciente colaborador, que ayuda en su proceso de recuperación, el paciente negado y cansado de estar internado por mucho tiempo o por poco pero cansado de su malestar, tenemos pacientes que no se pueden comunicar y necesitan que observemos más allá del habla, usemos otras vías de comunicación. Tenemos adultos y pequeños que no logran comunicar que les duele, o probablemente les invade tanto el dolor que ya es algo generalizado.

Es nuestro trabajo y más que eso, nuestra vocación la que logra que podamos interpretar un idioma que no existe, el lenguaje corporal o de interpretación e incluso de empatía por el prójimo.

Cabe destacar lo importante que es contar con una enfermera que se interesa por su paciente y no solo por el procedimiento.

Por otro lado, podemos observar que así como tenemos muchos roles de pacientes, también tenemos muchos de enfermeras. Tenes esa enfermera dulce que está siempre intentando alegrarte el día y hablándote más allá del procedimiento y de tu estado de salud, sino que por unos minutos te hace sentir como en casa charlando de algo más cotidiano, también hay enfermeras más técnicas y automatizadas, es decir, como venía siendo yo en mi labor, estar pendiente de la técnica, de no fallar de evitarle el mayor sufrimiento posible al paciente pero dejando de lado un poco el ser humano que somos detrás del ambo. Podemos identificar muchas más pero son en grandes rasgos las dos tipos de enfermeras que me gustaría combinar en mi misma.

Por suerte, pude volver a casa antes de lo esperado y puedo asegurar que me relajé muchísimo en mi casa, ya no tenía que conocer a cada miembro de cada guardia y sentirme nueva todo el tiempo. Pude dormir con tranquilidad sin sentir la presión que a las 06 iban a entrar a medicarme o a servir el desayuno. Tuve que convivir con emociones de impotencia, enojo, tristeza, nervios y cansancio. En medio de esta situación también pude descubrir que importante es para un paciente el acompañamiento familiar y que difícil debe ser atravesarlo todo estando solo, lo cual sucede con frecuencia en el ambiente hospitalario. Y en dichos casos, cuán importante es ser una enfermera que acompañe y esté más presente en los momentos difíciles del paciente.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 13 Agradezco a dios y a la vida por haberme posicionado en ese lugar y poder darme cuenta que estar en los zapatos de los pacientes no es algo sencillo. Y que aun cuando ponemos toda la vocación que podemos, no es suficiente porque siempre hay algo nuevo que aprender, aun con muchos años de trayectoria, jamás dejamos de aprender.

Aunque pasaron algunos años de aquel momento, lo tengo siempre presente porque desde entonces hubo un cambio en mi labor, en la vocación y en mis conceptos de comunicación con el paciente. Por ello aunque mi guardia sea difícil y me encuentre muy apurada trato de no olvidar que es necesario ir más despacio, de no perder la empatía, de combinar eso yo era en un inicio y aquello que aprendí siendo un paciente más. Porque aprender no significa dejar atrás lo que conocías, sino convertirlo en algo más grande, modificarlo, internalizarlo y ver una transformación en cualquier aspecto de la vida. Así, es como pretendo seguir aprendiendo en mi rol de enfermera y no olvidarme de lo que se siente ser un paciente para poder comprender cada dificultad y lograr una mejor atención de enfermería.

Iniciación por Francisco Fernández Mi interés por involucrarme en la carrera de enfermería surgió por un amigo enfermero que me contaba diariamente su experiencia en el ámbito laboral y las acciones que realizaba al ayudar a los pacientes, solo con palabras podía sentir la satisfacción de el al poder ayudar al otro y me ponía a pensar cómo actuaría yo en su lugar ya que soy tímido y me cuesta relacionarme con las personas. Con el transcurso del tiempo decidí anotarme en la carrera de auxiliar de enfermería, y probar si realmente había encontrado mi vocación, durante ese año en las prácticas de enfermería me encontré asistiendo a muchos pacientes, pude conocer distintos casos y diferentes patologías para lo cual uno necesitaba cuidados específicos.

Sin darme cuenta y enfocado en mi carrera había finalizado el año y era hora de poder tener mi título, al fin sería auxiliar de enfermería. Recuerdo bien cuan nervioso me sentía y obviamente tenía pensado seguir adelante con la carrera de enfermería. Estaba feliz ahora con mi título en mano ya podía buscar trabajo de lo que había estudiado y lo que me gustaba hacer.

Empecé mi búsqueda laboral tirando curriculum por diferentes sanatorios y hospitales, al día siguiente me llamaron de una de las clínicas para la cual me había postulado me citaron para una entrevista para ese mismo día, me sorprende la rapidez con la que me llamaron. En esa tarde camino para la entrevista me sentía nervioso porque era mi primera búsqueda laboral como enfermero, me informan que obtuve el puesto de trabajo y me indicaron que tenía que concurrir al día siguiente.

En mi primer día de trabajo me hicieron dar un recorrido por el establecimiento me indicaron las normas establecidas por la institución y además me informaron mi horario de trabajo, el trato que debía tener con los pacientes y sus familiares, y las actividades que debía realizar, me llevaron al piso donde tenía que hacer mis tareas laborales y desempeñarme como profesional, lamentablemente en ese día hubo faltantes del personal y al hacer la división de los pacientes, mi compañero y yo nos quedamos con 15 paciente para cada uno. Mi compañero, en ese momento, se ofreció a responderme las dudas que tuviera o que me podrían surgir durante la jornada.

Para comenzar con las tareas de dicho piso, primero inicié leyendo el historial de cada paciente y pude conocer las patologías, medicación y el cuidado para cada uno. La primera lectura no fue de fácil entendimiento. Una de las preguntas que llegue a tener y que perduró durante todo el día es que: ¿tendré el tiempo necesario para cubrir con las demandas que me da la institución, como también las demandas de los pacientes?

Al haber finalizado la lectura de las historias médicas, de manera organizada, despejo el sector para poder preparar la medicación correspondiente para cada paciente, allí era momento de plasmar todo lo aprendido durante la cursada de la carrera, ya que lo que antes era una práctica supervisada por los docentes, ese día empezaba a entrar al ámbito profesional de enfermería, me encontré con medicamentos de todo tipo. Algunos para administración oral, endovenosos y otros subcutáneos. Pude finalizar esa tarea de manera adecuada a pesar de las dudas que me surgieron, siempre me mostré seguro. Por suerte contaba con la experiencia de mi compañero, quien muy amablemente se ofreció para despejar cualquier incertidumbre que tuviera.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 14 Ahora que comenté como comencé mi primer día como enfermero en un sanatorio, quiero desarrollar una situación en especial, que comienza con este día, ya mencionada, caótico, pero es una que no puedo pasar por alto y más cuando me marco en significado en el ámbito profesional.

Llegó el momento donde tenía que pasar habitación por habitación para tomar los signos vitales a cada uno de los pacientes que tenía a mi cargo. Allí pude presentarme y conocer a cada uno de ellos, y explicarles los procedimientos que iba a realizar, algunos podían hablar sin embargo otros estaban postrados sin poder hablar. Era claro que no todos tenían las mismas necesidades.

Cuando empecé a transitar por las habitaciones, me encontré en un cuarto con un paciente lúcido que estaba acompañado por su familiar. En ese momento me presento hacia ellos y les explico detalladamente lo que iba a realizar. Luego el paciente se presenta y empiezo a notar que es muy cortés y atento al igual que sus familiares. La presentación se convierte en una conversación muy reconfortante para ambas partes, donde empezó comentar gustos, historias, placeres de su vida, en dónde llegamos a tener puntos de vistas similares logrando una vínculo agradable con el paciente.

El paciente a mitad de jornada empieza a presentar dificultades respiratorias, en el cual se le informa al doctor, pongo al paciente en posición semifowler y le colocó una cánula nasal, el doctor llega y me indica que le coloque una vía periférica y que medicación aplicarle. Por este acontecimiento, logró un atraso en mis tareas. Los familiares a medida que me veían y me preguntaban cómo se encontraba, me contagiaban sus temores. Cuando se acerca mi horario de salida, vuelvo a pasar a la habitación de este paciente lo veo acostado, me acerco y le preguntó cómo se encuentra y lo que me llega a decir es que se encuentra: cansado y sin ganas de seguir, que el ya disfruto su vida y me da las gracias por el tratado que le di y por la compañía , yo le respondo: “que no diga eso que tiene para más, piense en sus familiares personas que lo están esperando que ya va a salir pronto de esto, que solo tiene que relajarse y hacer caso lo que le diga el doctor, que mañana nos estaremos viendo” me retiro de la habitación. Al irme seguí pensando seriamente con la situación de esta última persona, quedándome pensativo durante toda la noche.

Al día siguiente, al volver al trabajo, preguntó por él, quería conocer cómo había evolucionado toda la noche, pero lamentablemente había fallecido, indagué en la historia clínica y pude leer que sufrió un paro cardiorrespiratorio, aunque se le practicó RCP (reanimación cardiopulmonar). Desafortunadamente su cuerpo no respondió. Durante mi jornada de ese día no llegue a concentrarme en mis quehaceres laborales, ya que me preguntaba si en esos segundo que vi al paciente con las dificultades, que otra cosa podía haber hecho para poder mejorar la salud del paciente, siento que podía haber hecho algo más, sé que, nosotros los enfermeros no somos dioses, como la gente dice o mis propios familiares me llegaron a decir al comentarle esta historia: “son cosas que pasan; así es la naturaleza; así es el destino de cada uno”, pero el arrepentimiento de quedarme pensando unos segundos, no se va. Este suceso en particular que inició con mi primer día continuó al día siguiente, me llevó a pensar a qué elegí una profesión donde cada segundo importa y que en ese segundo puede llegar el veredicto de cada persona y eso es lo perduró hasta el día de hoy.

Y un día mi vida se pintó de azul por Yamila Carrizo En el mes de la concientización de la DISCAPACIDAD me parece oportuno hablar de una experiencia personal, que cambió mi vida para siempre. Cuando el autismo golpeó la puerta de nuestra casa, no tenía mucha información, ni siquiera sabía bien de lo que se trataba. Hoy con 8 años de experiencia puedo decir que me considero una persona con suerte, porque de todos los recién nacidos que podría tener como hijos, me eligió a mi. El azul para las familias que acompañan a personas con autismo es un símbolo que representa el mar, muchas veces calmo y otras veces turbulento.

Todo comenzó en el 2012, cuando nació mi primer hijo varón SALVADOR (fue tan buscado, tan esperado).

Lo veíamos crecer, tan sano y fuerte. Luego llegaron sus 2 añitos, nos preocupaba que no hablaba ni una palabra, y que solo le importaba jugar con sus autitos, le preguntamos al doctor que lo atendía y nos decía que era muy chiquito todavía, que le demos tiempo. A sus 2 años y medio, arrancó sala de 3 en el jardín, y ahí, fue cuando nos terminó de caer la ficha.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 15 Jugaba solo en un rincón con un auto, y "su juego" era solo de mover las ruedas del auto para adelante y para atrás, desde ese momento y con apoyo del jardín, comenzamos con una serie interminable de estudios , a ver al neurólogo, cambiar de pediatra, realizar estudios de audición, EEG, TAC, etc.

A los 3 años empezamos con la estimulación temprana, porque aunque parezca raro. ¡Había que, primero, enseñarle a jugar! Luego todo el resto se iría acomodando, eso fue lo que me dijeron. 2 veces por semana a contraturno. Paralelamente en el jardín tenía una docente que lo ayudaba mucho, que no tenía miedo de la situación, y que trataba que él se integre, y que sus amiguitos lo acepten con su diversidad. Llegamos a sala de 4, y ese año recuerdo que él no había tenido buena afinidad con la docente, y que toda la parte sensorial de Salvador estaba muy alterada.

La seño no lo entendía y claramente era su primera vez, tratando con niños diferentes. Él comenzó a aislarse aún más. Fue el año en que se integró la psicóloga al equipo de profesionales que ayudaba a que mi hijo, pudiera manejar todo el medio ambiente que lo rodeaba. Para ese entonces si había mucho ruido salvi se alteraba ( actos, cumpleaños, fiestas, bares), si las luces eran muy fuertes le molestaba, si tomaba otro camino, si en lugar de tostadas le daba galletitas para el desayuno, si no le anticipaba lo que iba a suceder durante el día, sabía que iba a terminar en un llanto interminable, tirado en el piso, en un grito de dolor que llamamos berrinche. Todo esto nosotros lo entendíamos perfectamente, el tema era el resto de los mortales, incluidos docentes, madres, padres, directores, abuelos, tíos, primos etc.

LA LLEGADA DEL DIAGNÓSTICO Fue como un balde de agua fría, si bien sabíamos de su singularidad y que no era como el resto de los niños, el diagnóstico fue como la aceptación de que había un problema que teníamos que afrontar. Un duelo del niño que esperabamos sea jugador de fútbol, neurocirujano, atleta, el más popular de la clase. Infinidad de cosas que un padre sueña, a tener un niño que quizás no pueda hablar. Tener en nuestras manos el papel que dice TRASTORNO DE ESPECTRO AUTISTA NO ESPECIFICADO en ese momento fue verlo todo gris. Pero decidimos secarnos las lágrimas, y seguir para adelante ,brindando todas las herramientas que pudieran ayudarlo. Sabíamos que había mucho por hacer, y lo inmediato era brindar información, porque nos dimos cuenta que muchas personas ignoraban el diagnóstico y cómo tratar a las personas que padecen este trastorno.

Atravesamos unas cuantas experiencias desafortunadas. En su mayoría por agentes de salud que desconocen dicho trastorno. Una de las principales cuestiones es el contacto, siempre anticipar cualquier tipo de procedimiento que uno vaya a realizar. No esperar el contacto ocular ( no necesariamente que nos miren es sinónimo de escucha). No gritar, tratar de ser lo más suave posible, explicar, mostrar el material con el que se va a trabajar, permitir que la persona conozca e investigue el lugar. Hablar en concreto, sin doble sentido, sin tantas palabras, simple y directo. Demanda más tiempo, pero se puede, intentar a ayudar al prójimo.

Esto aplica para todo tipo de discapacidad. Siempre hay que intentar comunicarse, todos nos comunicamos de distinta manera.

LA ELECCIÓN DE LA PROFESIÓN DE ENFERMERÍA Me encontraba trabajando de mucama en el hospital, y recuerdo que ingresó un muchacho a la habitación 622. Era raro ver a alguien de su edad (alrededor de 20 años), ya que la mayoría son adultos mayores.

Cuando entro al cuarto a realizar el aseo, veo a Marquitos (así se llamaba) contenido en sus miembros superiores e inferiores, gritaba, balbuceaba, solo sonidos guturales emitía, yo sentía que algo quería decir. Lo habían contenido porque se quería levantar y tenían miedo de que se caiga. No sabía su patología, quizás algún accidente de motos -pensaba- o un acv.

No sabía porque no hablaba, pero dije podremos investigar más cuando venga algún familiar a verlo.

Pasaron los días y no vino nadie. Comencé a investigar en su carpeta la historia clínica. Marquitos venía de un hogar para personas con discapacidad mental. Les comente a mis compañeras, que quizás él se muestra inquieto porque en donde estaba seguramente no estaba en una cama. Mis compañeras (siempre me permitían colaborar) me propusieron, que cuando terminara con mis tareas, si me parecía, podría estar con Marquitos, (ellas tenían mucho trabajo para dedicarle ese tiempo a él) para conocerlo mejor y realmente evaluar lo que puede hacer y lo que no (a raíz de mi experiencia con mi propio hijo y de ver tantos casos, me sentía capaz de poder hacerlo). Con el pasar de los días, no solo descubrimos que podía caminar, también controlaba esfínteres, podía comer por si mismo, realizaba absolutamente todo solo. Si bien él no podía hablar, y tenía un retraso madurativo severo, no le impedía valerse por sí mismo. Todas las personas se comunican, y tienen algo para decir, pero no todas las personas lo hacen de la misma manera.

Mis compañeras me alentaron a realizar el curso de enfermería, y fue mi manera desde mi humilde lugar, de aportar mi granito de arena. Por todos los Salvadores y Marquitos que andan por ahí...

El recuerdo de mi primera experiencia por Jennifer Tamara Cruz Llevaba cinco años trabajando en el mismo hospital, hice el curso de enfermería auxiliar en el año 2013, me recibí y a medio año me entregaron mi título, comencé a buscar trabajo para desempeñarme en lo que había estudiado. En la institución que estudiaba estaban buscando personal con título para trabajar en el sector geriátrico sin pensarlo, me postule, ese mismo día que fui a entregar mi cv me atiende la coordinadora general del hospital, para empezar me hace una entrevista personal con preguntas básicas nada que no pudiera responder, yo estaba muy nerviosa y a la vez segura de lo que le iba a responder, tuve la suerte que en ese momento necesitaban una enfermera para cubrir el turno noche 12 horas diarias de 18:00 a 06:00 hs, día por medio, María, la coordinadora me preguntó si podía quedarme a trabajar, yo le dije que si, después de terminar la entrevista llame enseguida a mi mamá por teléfono para avisarle que me quedaba a trabajar.

Me dirigí al primer piso, directo al sector donde me tocaba trabajar, presencié el pase de guardia entre turnos, que me serviría a mi como experiencia para que yo el día de mañana tome la guardia como corresponde, ya que éramos dos enfermeras en el piso. Al comenzar la guardia me dieron un ambo para trabajar, como toda nueva, estaba a prueba por una semana. Si me gustaba y me desempeñaba correctamente y si le gustaba mi forma de trabajar, mi desempeño y el buen trato hacia los pacientes y hacia mis compañeras de trabajo, me quedaría con el trabajo de turno noche. Comencé presentándome con la enfermera Eva y le fui contando un poco de mi vida como para que ella me fuera conociendo. Fue una conversación de intercambio de información ya que ella sería mi nueva compañera de piso y yo la de ella, por suerte no tuve ningún problema, ya que ella era muy atenta, comprensiva y sobre todo tenía paciencia y muchas ganas de enseñarme a manejarme en el sector.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 16 Nunca me voy a olvidar que mi primera noche como enfermera auxiliar fue muy larga, todo estaba controlado gracias a la enfermera de piso que no me dejaba sola en ningún momento. Cada accionar de enfermería que yo realizaba ella estaba para enseñarme y sacarme las dudas si algo yo no entendía, comencé presentándome con cada paciente del sector tenía 25 pacientes en el piso, del cual 20 eran pacientes dependientes y 5 autovalidos. Les fui tomando la presión a cada uno de ellos y registrando en una libreta los signos vitales de cada uno, para luego registrarlo en la carpeta de enfermería, luego venía Eva con la medicación preparada y rotulada para cada paciente. Yo no podía administrar la medicación hasta saber bien qué patología tenía cada paciente y para qué era cada medicación que ellos tomaban.

Cada vez que Eva repartía medicación yo estaba al lado de ella aprendiendo cómo se hace para poder hacerlo después.Luego en la hora de la cena nos tocaba asistir a los pacientes que tenían dificultad para comer solos y también observar a los pacientes que comían solos, que comieran su comida, porque aunque eran autovalidos también merecían la misma atención y observación. Y ver que la comida que les entregaban sea la correcta. Cuando ellos terminaban de cenar venia las mucamas a retirar las bandejas de comida, y si había algún paciente que no quería comer o que no le gustaba esa comida, venían y nos informaban también. Nos daban una mano ya que éramos dos enfermeras y a veces no dábamos abasto con todos, trabajábamos en conjunto eso era lo más satisfactorio.

Después comenzamos con la higiene personal de cada paciente, preparamos el carro de enfermería con todos los materiales que íbamos a utilizar, para mí no era nada nuevo ya que en las prácticas hospitalarias lo hacía continuamente, íbamos por cada habitación, en la cual había dos pacientes por habitación, estaba separado por dos sectores, el de la derecha era de mujeres y el de la izquierda estaba el sector de hombres. Yo seguía el procedimiento que me habían enseñado las profesoras en el curso de enfermería, siempre que iba a realizar algún procedimiento les informaba a cada paciente para que estén tranquilos y así de a poco entrar en confianza paciente- enfermera.

Siempre cuidando y respetando su intimidad, después de cada higiene personal cada paciente se iba a dormir, ya ellos lo tenían así como rutina, yo los acondicionaba para que estén cómodos y por ultimo les apagaba la luz, así podían descansar mejor,. Antes de irme de la habitación les decía que yo y Eva estábamos en el office por cualquier cosa que necesitaran, así ellos sabían que si necesitaban algo estábamos a su disposición.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 17 Mientras yo hacía el recorrido en el sector, Eva hacía las carpetas. Yo terminaba e iba ayudarla para que terminemos todo a tiempo. Luego de unas horas, nos tocaba nuevamente hacer la higiene a la madrugada, hicimos de la misma manera que antes, ayudándonos entre nosotras ya que había pacientes más complejos que estaban totalmente postrados.Mientras pasaban las horas cada vez faltaba menos para finalizar la guardia con todos los pacientes en condiciones y estables, a medida que iba por cada habitación, iba notando que a algunos les faltaba ciertas cosas como por ejemplo: ropa, pañales, medicación, y entre otras cosas de uso personal, me llamó bastante la atención que en ese mismo momento le pregunte a Eva porque les faltaba esas cosas a tal paciente que para mí era fundamental que tengan para su uso personal. Ella respondió que algunos pacientes tenían sus familiares presentes todo el tiempo y otros no, había algunos que estaban abandonados por sus familiares, que al año los visitan muy pocas veces y que no les traían lo que ellos necesitaban y que otros directamente no los venían ni a ver. Ahí entendí la situación y condición que tenía cada uno, era muy triste la situación de estos pacientes.

Finalizó nuestro turno era la hora del pase del guardia al turno mañana. Eva les paso las novedades del turno e hicieron el recorrido por cada habitación. Yo me despedí de Eva sin hacer mucho ruido ya que los pacientes estaban descansando, luego nos retiramos cada una por su camino. En el transcurso de camino a casa me quedé muy pensativa por ese tema que había hablado con Eva respecto a los pacientes. Llegue a casa y le conté a mi mama como me había ido en mi primer día de trabajo nocturno, después le conté lo que había observado de las necesidades de mis pacientes porque es muy triste ver como personas de la tercera edad (gerontes) tengan que pasar por estas situaciones y quizás otras más peores, que a una que quizás no los conoce nos marca de igual o peor manera. No entendía como nadie hacía nada por ellos, porque estaban abandonados y pasando esas necesidades. Fue una experiencia que me abrió los ojos y me toco en lo más profundo ya que yo tenía abuelos del lado materno y paterno a la distancia y por ciertos motivos no podía ir a verlos ni visitarlos todos los años como yo quería por temas de laburo o estudio, y que las personas que si los tenían en vida y cerca no los disfrutaran ni un segundo, era una lástima que teniendo familia se olvidaran de ellos tan fácilmente y además no les llevaran sus cosas personales para su uso diario.

Pasaron días, meses y hasta inclusive años, a esa altura ya sabía todo de cada paciente, hasta de sus familiares, manejarme en mi sector y en otros, porque me ha tocado cubrir en diferentes pisos y con distintas compañeras en distintos turnos. Gané mucha experiencia que me ayudó a desenvolverme ante cada situación y guardia. Durante ese tiempo logré muy buena comunicación con todos los pacientes, me encariñe con cada uno. Incluso con Jose, un paciente que decía que lo volvía loco con el registro de signos.

Muchos de ellos también se encariñaron conmigo, me tenían mucha confianza, me contaban sus problemas que tenían y las tristezas que sentían por momentos.

Me volví más una compañera de ellos con el tiempo, como enfermera también brindaba mis oídos para escucharlos y mis brazos para contenerlos en cada situación. Sé que no debía encariñarme como me lo habían enseñado en el curso de enfermería pero la verdad es imposible porque antes que enfermera soy persona, siento, escucho y sufría con ellos. Cuando sus familiares no venían a visitarlos o en fiestas festivas no recibían ni un llamado, yo trataba siempre de ser positiva y estar feliz para que ellos también lo estén.

A medida que transcurrían los meses, algunos pacientes se iban a su casa (los que tenían) recuperados y en buenas condiciones. No existían palabras para expresar lo feliz que me hacía verlos recuperados completamente y con sus respectivas familias. En el sector había pacientes con diferentes dificultades, la mayoría estaban por ser personas de tercera edad y no tenían quien los cuide o les brinde los servicios que ellos necesitaban, entonces Pami los derivaba a ese hospital geriátrico. De esos 5 años me llevé una gran experiencia profesional y personal que a mí me marcó mucho como persona y enfermera.

Que siempre hay que saber entender y dar lo mejor de uno porque existen personas que no la están pasando bien y necesitan de nosotros. Quizás con unas pequeñas palabras les alegramos el día, y que lo poco que tenemos para ellos puede ser mucho.

La Enfermería en pie de lucha: Sobre la Ley 6035 por Mabel Córdoba

Recuerdo mi primer día de experiencia en las prácticas de enfermería como alumna y como futura enfermera. Mi primer día en el Hospital de Oncología Maria Curie ( Av. Patricias Argentinas 150, CABA).

Parada en la puerta del hall central, mirando lo tan imponente y grande y majestuoso que eres, la gente transita va y viene, el ruido del tráfico, las paradas aledañas de líneas de colectivo y el bullicio de la calle, sirenas que llaman a prestar atención. Estoy aquí invitándome a pasar, invitándome a transitar esta experiencia que guardaré por siempre. Me apersono a recepción y me presento como alumna del Instituto Padre Luis Tezza, al cual me dan la bienvenida y demás compañeros del curso, nos invitan al vestuario y nos presentan al personal de planta quienes nos acompañarán en nuestras prácticas hospitalarias. Ya instalados en el Gabinete recibimos información de la Jefa de Enfermería Lic. Graciela quien nos comenta el manejo y rutina de cada servicio que brinda el mismo.

Es un Hospital de Salud Público, Gratuito y de Calidad ofrece a todos los ciudadanos que viven y transitan esta ciudad, tiene Especialidades Médicas Adultos: Cardiología, Ginecología, Gastroenterología, Kinesiología, Nefrología, Oncología, Otorrinolaringología, Proctología, Traumatología, Urología. Servicio de Turnos y de Servicio de Guardia las 24 hs del día . Luego de la charla nos dirigimos acompañados del Enfermero de planta Y Enfermeras del sector nos dirigimos al 3er piso Sector de Oncología y Cuidado Paliativos, aquí nos dividen en grupos de cuatro por cada sector.

Hacemos una recorrida de cada sector, y nos dan las indicaciones y rutina que vamos a realizar, siempre acompañados de un Enfermero quien nos explica de cada procedimiento a realizar, en primer lugar, nos enseña y explica la importancia de la Historia Clínica del paciente, Indicaciones Médicas y Tratamiento a seguir de cada paciente. Luego procedemos a nuestro primer y valioso procedimiento de aprender y pulir la importancia del lavado de manos. La principal vía de transmisión de gérmenes durante la atención sanitaria. La higiene de manos, tanto para cualquier profesional de la Salud como para cualquier persona, demanda 30 segundos si hablamos de alcohol en gel y unos 60 segundos o 1 minuto si se trata de agua y jabón, una rutina muy simple y aplicada en forma constante y disciplinada, salva vidas.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 18 Los 5 momentos del Lavado de manos para el Personal de Salud: 1ª Antes de tocar al paciente.

2ª Antes de realizar un procedimiento aséptico.

3ª Después del riesgo de exposición y después de quitarse los guantes. 4ª Después de tocar al paciente. 5ª Después del contacto del entorno del paciente.

Técnica de higiene de manos con agua y jabón: * Quitarse anillos, pulseras y relojes antes de iniciar la antisepsia de las manos. * Mantener las uñas cortas. *Abra la canilla, mojarse las manos con agua tibia, luego aplique jabón para extenderlo por todas las superficies de las manos. * Frótese las manos entre sí , haciendo espuma, fuera del agua corriente , para evitar que el jabón se desaproveche. * Frótese la palma de la mano derecha contra el dorso de la izquierda entrelazando los dedos y viceversa , luego frótese las palmas de las manos entre sí, con los dedos entrelazados. * Siga frotándose el dorso de los dedos contra la palma de la mano opuesta, manteniendo unidos los dedos, rodeando el pulgar izquierdo con la palma de la mano derecha, fróteselo con un movimiento de rotación y viceversa. * Frótese la punta de los dedos de la mano derecha contra la palma de la mano izquierda, haciendo un movimiento de rotación y viceversa. *La técnica de lavado seco con alcohol en gel es semejante, pero sin agua y puede realizarse siempre que las manos no se encuentren visiblemente sucias.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 19 En el office de enfermería escucho comentarios de que las próximas semanas se realizará una marcha de enfermería en todos los hospitales bonaerenses, para ajustar medidas y seguir juntando firmas a todos los colegas, y al equipo de salud.Me llama la atención y al no saber del tema empiezo a indagar de qué se trata, me manifiestan que enfermería se encuentra en pie de lucha por la falta de políticas de salud, la precarización laboral, las horas extras no remuneradas, y módulos por horas, un salario digno, esto hace que haya conflicto del personal con los gremios y el ministerio de salud, y que ellos estaban organizando la marcha de enfermería, de esta manera para hacer conocer la lucha que están teniendo.Pasaron los días, semanas, meses de prácticas, en distintos hospitales públicos bonaerenses, pero era siempre esa charla de lucha que se tenían de enfermería. Recuerdo sus miradas , sus palabras de aliento, que es una linda profesión si lo haces con vocación tiene doble mérito. Aprender de ellos con sus ejemplos y en cada práctica sacar algo positivo, y en cada procedimiento de enfermería era un logro, un bien aprendido y bien estudiado.

Hoy el elefante blanco como se llamó a representarnos a todos el equipo de salud, marchamos con este lema. Y todo el pueblo argentino desde norte a sur y desde este a oeste todos juntos hoy somos enfermería.Porque aprendí que los sueños se cumplen, si sabemos trabajar por ellos y sabemos luchar por ellos, porque sin lucha no se consiguen las cosas. Yo reclamo para los que vienen, para los que están estudiando y para aquellos que en un futuro quieran dedicarse a esta profesión. Saber valorar aquellas experiencias por mínimas que sean y que te dejan un enriquecimiento enorme y hoy en dia te lo digo a ti, fuerza colegas, vamos por mas que la lucha sigue en pie, y estamos todos unidos por una misma pasión y vocación de servir a la sociedad es nuestro pensamiento y no queremos dejar de hacerlo, a seguir Luchando con mas fuerza.

Una pequeña anécdota de mi experiencia como enfermero por David Regalado Mi nombre es David Regalado, tengo 32 años y actualmente resido en Villa del Parque (Buenos Aires, Argentina). Desde hace aproximadamente unos 10 años soy Auxiliar de Enfermería y en todo este tiempo tuve la oportunidad de pasar por muchas situaciones que con el tiempo se transformaron en anécdotas, algunas buenas y otras malas, algunas tristes y otras alegres.

De todas ellas, me gustaría poder compartir una en particular, una de mis primeras anécdotas, una de esas que te marcan la memoria, de las que te trazan el camino para poder llegar al punto en donde te encontras hoy.

Yo era un joven de 20 años recién egresado de la Escuela de Enfermería de la institución Cruz Roja en el Hospital Rivadavia, entusiasta y con mucho deseo de incorporarme en el ambiente hospitalario y ser un profesional más en el área de la salud.En el año 2010 me propuse a distribuir curriculum vitae entre las diferentes instituciones hospitalarias y luego de una extensa distribución, y después de un tiempo transcurrido mi labor comenzó a dar sus frutos, me convocaron para varias entrevistas laborales pero lamentablemente en muchas de ellas no calificaba por no contar con experiencia previa o por no cumplir con el promedio de edad que ellos necesitaban, pero una, a pesar de mi inexperiencia en el ámbito hospitalario y de mi edad, decidió brindarme una oportunidad e incorporme a su equipo profesional. La clínica que me había contratado era una clínica que se especializaba en la rehabilitación de pacientes Psiquiátricos, muchos de esos pacientes se encontraban internados por motivos de rehabilitación de drogas, por síntomas de depresión clínica e incluso por psicosis e intentos de suicidios.

Una vez hecha la inducción, adaptado a sus rutinas y protocolos de trabajo, una tarde hablando con mi supervisora, ella decide designarme en un área específica de manera permanente, en donde contaba con la ayuda de una compañera de sector, con quien realizábamos todas las actividades de la unidad en nuestro turno y nos desempeñábamos en equipo por el alto volumen de pacientes que teníamos en nuestro sector.Un día llego a tomar mi turno y recibo la noticia de que mi compañera de unidad estaba enferma y mi supervisora tenía el día libre, por lo tanto, no tenía un reemplazo para mi compañera de sector ya que no había nadie quien pudiera designar la autorización, en ese mismo momento el sector contaba con una cantidad de 26 pacientes, de los cuales 6 eran enteramente dependientes del sector de enfermería, de esta manera y sin opción afronte el desafío de hacerme cargo de la guardia yo solo.

Durante la mañana la guardia arranco de una manera tranquila, todos los pacientes evolucionaban favorablemente y mis actividades las podía realizar con normalidad, solo un paciente manifestaba un pequeño malestar emocional. Cuando me entero yo de esto, procuro informarle la situación al médico tratante de manera telefónica, pero ella me cuenta que era una situación habitual, sin darle importancia a todo lo que yo le estaba contando.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 20 A media mañana mientras yo me ocupaba de atender a otros pacientes, la situación de este paciente empeoraba, al hablar con él varias veces me manifestaba que se sentía con impotencia, ansiedad, y que atravesaba síntomas de desesperación, además, sin encontrar una causa, quería hacerse daño y me pedía un refuerzo en su medicación habitual para controlar todo este cuadro sintomatológico. De esta manera intento comunicarme otra vez con la doctora a cargo del sector con el fin de que me autorice la administración de algún fármaco de refuerzo para estabilizar las condiciones del paciente, pero la doctora se niega y me comenta que iba a pasar por el sector para controlar el estado general del paciente. En la medida en que transcurría la mañana nosotros (el paciente y yo) todavía no teníamos noticias de la visita de la doctora al sector y el paciente en cuestión cada vez se sentía peor, en una ocasión manifiesta ciertos rasgos de agresividad con otro y me cuenta que se sentía en un estado de mucha impotencia, por lo que nuevamente y de una manera imponente me pide algún fármaco que pueda controlar su malestar general, por causa de esto vuelvo a llamar por tercera vez a la doctora tratante, pidiéndole que se presente para poder controlar el estado de salud actual de este paciente quien hacía más de 2hs se encontraba en crisis, pero ella, diciéndome que en un momento iría me atiende de manera despreocupada. Por lo tanto le comento esto al paciente y nos mantenemos a la espera de su visita.

Luego de haberla esperado un poco más, y al ver que nuestra doctora en cuestión no venía, preocupado por la salud del paciente, decido por error dejar mi sector y salir a buscarla tomado el libro de indicaciones médicas para que me pueda autorizar algún fármaco de refuerzo para calmar las condiciones del paciente.

Después de haber recorrido distintas unidades y luego de haberle preguntado a diferentes colegas si la habían visto transitar, llego a la oficina administrativa de la clínica, donde encuentro a esta doctora sentada en el mostrador, con las piernas cruzada y tomando mate con otra colega, y yo, sorprendido por esta situación, le consultó sobre los diferentes llamados que le había hecho solicitando que venga en auxilio de nuestro paciente, y ella me responde disminuyendo la gravedad de la situación y me solicita el libro de indicaciones médicas para autorizarme por escrito un refuerzo farmacológico para darle, tal refuerzo se trataba de un Trapax de 7Mgs. (Lorazepam).

Ya habiéndome autorizado el fármaco y justo al momento de retirarme, suena el teléfono en el interno de la oficina avisándonos que el paciente, quien se sentía mal, había decidido autoflagelarse y se había cortado las venas golpeando las manos en una ventana de vidrio, inmediatamente cuando recibimos esta noticia salimos para allá, en auxilio del paciente.

Cuando llegamos al lugar donde se encontraba nuestro paciente, lo encontramos sentado, con sus brazos llenos de sangre, y alrededor de sus manos los restos de los vidrios que había usado para lastimarse, como si fuera una típica película de terror de los años 80, lo examinamos y al mismo tiempo solicitamos una unidad de traslado hacia un hospital de emergencia, debido a que nuestras instalaciones no contaban con los medios para contener a pacientes en estas situaciones. Mientras realizábamos su atención, una discusión surge entre el paciente y la doctora, la discusión cada vez se volvía más intensa y finalizo con una reacción espontánea de ella, dejando al paciente en esas condiciones, sin brindarle la atención que necesitaba y retirándose.

Al presenciar esta situación, yo, que recién me incorporaba en el sector de la salud, sin saber qué hacer, intento atarle los brazos con dos lazos hemostáticos para disminuir el sangrado y habiendo llenado un recipiente con agua y añadiéndole yodo líquido, le indico que sumerja sus manos para desinfectar las heridas hasta que llegue la unidad de emergencia. Una vez que la unidad de emergencia llego, el paciente fue trasladado de urgencia hacia el hospital más cercano, para ser intervenido quirúrgicamente. A pesar de que la situación crítica fue superada, qué el paciente fue estabilizado y luego de un tiempo gozó de muy buena salud, esta es una anécdota que llevo presente en mi por ser la primer experiencia con adrenalina que tuve como profesional de salud y fue esta situación la que me impulsó a continuar mi formación académica y a profundizar mis conocimientos con el fin de poder saber cómo actuar en la medida en que una situación de emergencia se presente, y así contribuir en nuestro sistema de salud como un profesional apto por y calificado ello. en todo De todas las situaciones las quepara transite este tiempo ejerciendo la profesión de enfermería, quise compartir esta, porque considero de gran importancia la capacitación constante del profesional de salud, ya que a veces, no somos conscientes de cómo actuar ante diversas situaciones, ya sea, por falta de conocimiento o de herramientas técnicas a la hora de improvisar en una situación de emergencia, y para que esto no suceda debemos tener presente una actitud segura y consiente de lo que vamos a hacer, para que esa conciencia nos permita desempeñarnos con total libertad.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 21

Hasta dónde podemos llegar. por Carolina Rivero

Como olvidarme el día que una gran amiga, Laura, se recibió de enfermera y empezó a trabajar en la terapia de un hospital en San Martín, cada vez que la veía le preguntaba cómo era trabajar ahí, ya que, yo recién estaba comenzando a estudiar el auxiliar de enfermería, esas ganas de que los meses pasen rápido y poder continuar con el profesional y especializarme en el área de neo, cosa que no llegue a realizar.

Recuerdo que desde chica pensaba que lo único que quería ser cuando fuera grande era trabajar en un hospital como médica o enfermera o en una ambulancia.

Mirar videos en internet de procedimiento que me gustaría hacer, video que veía más pasando la adolescencia. Cuando llegó el momento de hacer las prácticas hospitalarias, no había una sola clase que no faltase, siempre puntual, con esas ganas de que llegue el momentos de empezar a realizar procedimientos y que te expliquen y ponerlos en prácticas, no sé cómo explicar esos momentos, escaparme al área de partos cada martes y viernes para presenciarlos y ayudar en ese servicio.

Hice una cursada de 10 meses más que entusiasmada, casi sin faltas.

Recuerdo una frase que una profesora nos dijo, “a la mayoría de los profesionales les pasa, que, pueden actuar rápido ante una descompensación de un paciente pero esos mismo profesionales muchas veces se quedan duros cuando le pasa algo a un familiar y no pueden actuar”, la verdad que cuando lo dijo pensé que era un comentario errado, ya que si estaba estudiando para ser profesional de la salud no podés quedarte en el “molde”, muchísimos menos, ante alguna eventualidad de un familiar, se supone que son las personas por la que más rápido vas actuar.

El día que rendí el primer final de prácticas hospitalarias, estaba con el ambo blanco, ya que rendíamos en un gabinete y nos pidieron que lo llevemos puesto. Ese día terminamos tarde de rendir, le pedí a mi papá que me vaya a buscar a la parada del cole (le mande un msj), cuando bajé del cole, me encontré que, no solo lo habían asaltado, si no que cometieron un homicidio, (me estaba yendo a esperar a la parada del cole),.

me acuerdo que no reaccioné, se me hacía imposible acercarme a él, lo miraba de lejos, y la gente me gritaba (ya que me conocían, porque fue a una cuadra de mi casa) “justo vos querés ser enfermera y no podes ayudar a tu viejo, ni te podes acercar, vas a ser malísima, ojalá que nunca me toque una como vos”. Me acordé cuánta razón tenía la profesora, no sé si será así todo el mundo, pero a mí me pasó en poquitos meses lo que dijo que podía suceder ante una emergencia familiar.

Me sentí la peor persona, ya no quería seguir estudiando, no me importaba rendir los finales que tenía en días, estaba a punto de recibirme, pero sentía que todo había sido en vano. Pero con ayuda de mis compañeros, rendí y me recibí. Pero desistí de seguir estudiando.

Por esas cosas de la vida, me quedo sin trabajo y tuve que salir a buscar, empecé en un geriátrico y puedo asegurar que tuve la mejor experiencia de mi vida, los abuelos eran lo más tiernos y gentiles, no sé cómo describirlos, sentir el agradecimientos de ellos, cuando los bañaba o simplemente por alcanzarles un vaso con agua, era muy confortante, que te cuenten sus historias, su forma de vida y te llamen por tu nombre para darte a escondidas, no sé, un caramelo por ejemplo. Esas pequeñas cosas son las que me hicieron ver que no podía desistir del estudio, que era lo que me gustaba, más allá, de saber, que un geriátrico no es lo mismo que un hospital, que no haces procedimientos, ni preparas o no pasas una medicación, más que curar una “simple” escara, si es que tenías la posibilidad de hacerlo.

Creo que fueron una serie de motivos que me llevaron a convencerme que podría llegar a ser una buena enfermera, el interés de seguir aprendiendo estaba, lo que faltaba eran las ganas de arrancar y de poder olvidar lo que, en aquel momento, la gente me decía. Pero bueno, creo que llegó el momento de arrancar y terminar de una vez lo que me gusta y gustó siempre, y más allá de hacer procedimientos, curaciones, preparar medicación, se que lo que me gusta es ayudar a los demás, tenerlo marcado de chica, jamás, nada me hizo cambiar de parecer.

En abril de este año empecé a trabajar en el hospital Santojanni, contratada por el Ministerio de Salud, motivo, Covid 19, en el área de Covid pediátrico. El nervio que te genera entrar al lugar que tanto quisiste siempre por primera vez, en realidad, entrar a un hospital en un área pediátrica, por primera vez, sin saber mucho, porque es la realidad, y empezar a aprender, creo que cambió todo lo que pensaba.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 22 Tenía que seguir estudiando, me terminé de convencer que esto es lo amo y amé desde siempre.

Cuando se cerró esa área me pasaron a internación pediátrica, con lo difícil que es tratar a pacientes pediátricos, claro, no es lo mismo un área covid pediátrica para pacientes estables que no necesitaban ni medicación, que un área que tenés todo “tipo” de pacientes con enfermedades varias o que bajan de quirófano, preparar la medicación es todo un reto, los cálculos, las reglas de 3, “lidiar” con los padres, tener que saber tratarlos y de educarlos.

Considero que las cosas por algo pasan, que las oportunidades existen y que no hay que desaprovecharlas. Tener compañeras que te enseñen, siendo auxiliar trabajar en un hospital y en un área pediátrico, que te tengan paciencia y poder empezar a estudiar, ya está, no podes desaprovechar esa oportunidad, porque considero que son oportunidades únicas.

A lo que voy con todo esto, nunca hay que perder las esperanzas y tenemos que jugarnos por lo que queremos, que nadie nos rompa los sueños ni ilusiones, seamos lo que queramos ser, sin importa la edad que tengamos. Mientras estemos seguros de nosotros mismo, los demás que opinen tranquilos. Si le hubiese hecho caso a toda la gente que, en ese noviembre de 2011, me dijo que yo no servía ni iba a servir como enfermera, no hubiese logrado las grandes cantidades de cosas que logré hasta ahora.

Sin las ganas de seguir estudiando y de progresar, aunque me lleve un poco más de años, no estaría trabajando en un hospital, con lo importante que es para nosotros llegar a esta instancia y lo difícil que es poder entrar.

Quizá muchos puedan llegar a entender de lo que hablo o algunos sentirse, como identificados o algún motivo que los llevó a terminar el auxiliar y el motivo que los llevó a retomar. Lo mejor que hay es poder llegar a cumplir lo que tanto deseamos y queremos, y más cuando se trata del estudio, y ni hablar que si lo que hacemos, lo hacemos con entusiasmo.

Enfermeros hay miles, pero con pasión… Trabajar con pasión hay muy pocos.

RELATOS DE ENFERMERÍA • 23

La importancia de la enfermera en época de COVID-19 No hay duda de que, en la situación actual en la que nos encontramos, la profesión enfermera está presente en la mente de todos. Su contribución ha sido vital para combatir el virus. Han sido protagonistas en las noticias y en las redes sociales, destacando su papel esencial en la actual crisis sanitaria. Recordamos la importancia del rol que desempeñan, hoy y siempre.

El año de la enfermera y la partera La Organización Mundial de la Salud designó el 2020 como el " Año de la enfermera y la partera" en celebración del 200 aniversario del nacimiento de Florence Nightingale (1820– 1910). En todo el mundo, muchas organizaciones, asociaciones profesionales, sistemas de atención de salud y otras entidades estaban preparadas para celebrar las numerosas contribuciones de las enfermeras en el avance de la salud y el bienestar de las personas en cada nación.

Era completamente inesperado que éste también fuera el año de una crisis de salud internacional. Hoy el mundo entero está lidiando con el impacto de la pandemia de coronavirus (COVID-19) y las enfermeras han estado ahí, en primera línea, desde el primer día. El 10 de marzo de 2020, la OMS declaró el brote de coronavirus como una pandemia, enviando un mensaje claro: todos jugamos un papel fundamental en la prevención activa de una mayor propagación del virus y en la búsqueda de formas de proteger a las personas más expuestas. Este tipo de llamada a la acción no es nuevo para la enfermería. A lo largo de la historia, la profesión ha desarrollado un papel importante en los tiempos de crisis y ha brindado atención, cuidados e innovación que ha salvado vidas y reducido el sufrimiento. Esta situación no es diferente.

Una vida dedicada al cuidado y atención a quienes padecen Las contribuciones de enfermeras para mejorar la salud de la población en tiempos de crisis se remontan a los días de Nightingale, fundadora de la enfermería moderna. En 1918, durante la desastrosa pandemia de influenza, las enfermeras se mantuvieron firmes al modelar las enseñanzas de Nightingale, una auténtica defensora del buen lavado de manos como medida de prevención de infecciones.

En décadas posteriores, las enfermeras respondieron a la llamada una y otra vez, siendo protagonistas en primera línea durante algunos de los brotes de enfermedades infecciosas más recientes a nivel mundial, incluida la gripe porcina H1N1, el ébola, el síndrome respiratorio agudo severo y el síndrome respiratorio del Medio Oriente.

"Hoy el mundo entero está lidiando con el impacto de la pandemia de coronavirus (COVID-19) y las enfermeras han estado ahí, en primera línea, desde el primer día" En primera línea Al igual que en crisis sanitarias anteriores, las enfermeras de todo el mundo han dado un paso adelante y se han colocado en primera línea para combatir la propagación de COVID-19.Desde brindar atención y cuidados directos a pacientes hospitalizados/UCI hasta participar activamente en otras intervenciones a gran escala. Están siempre al frente trabajando las 24 horas para proteger y mantener la salud y el bienestar de los pacientes y de la sociedad en general. Las enfermeras de hoy son equipos líderes de respuesta demostrando profesionalidad y entrega absoluta aportando su conocimiento, experiencia y competencia. Por eso, agradecemos a todas/os las y los profesionales de enfermería, pieza fundamental de nuestro sistema sanitario.

esenciales ¿QUÉ LES DIRÍAS? Cuidar es una forma de querer