Al cabo: investigaciones del Máster en Libros y literatura para niños y jóvenes.

Page 71

huye cuando el ogronte se enoja y decide comerse el pueblo entero. Su voz pequeña pronuncia su nombre (Iru/lana) y éste se convierte en un grito que se descompone en letras, en “armas” que logran derribar al enemigo y hacerlo desaparecer. El cuento termina con el grito convertido en luna y un pueblo que vuelve a fundarse: “Si recorremos su narrativa, puede delinearse en Montes un humor fantástico desde el cual recrea una realidad y la pone en palabras. Las palabras adquieren poder, no funcionan utilitariamente” (Itzcovich 1992: s/p). Lo particular de este cuento es el registro de un narrador metaficcional, logrando inscribir la historia de esta liberación en una lectura que involucra también las leyes de género. La preocupación por la conformación social, la conciencia de clase, la inserción de los personajes en un contexto personal, los roles familiares, el espacio del amor, el lugar de los diferentes, la antinomia entre el gigantismo y el pequeñismo, el abuso del poder, la identidad –entre otros temas– se abordan en sus historias a través de lo ficcional, con una imaginación desbordante (Ibid).

También en 1991, la editorial Alfaguara publicó Otroso en Madrid. Esta novela cuenta la historia de un grupo de jóvenes que constr uyen un mundo subterráneo donde compar ten experiencias fascinantes. La armonía se destruye con la aparición de “La Patota”, una pandilla de adolescentes violentos que funcionan como antagonistas de los habitantes de los túneles. El narrador reflexiona:“Supongo que no voy a tener más remedio que imaginar las cosas, como dicen que hacen las novelistas. Ya me estoy dando cuenta de que, para construir otro mundo, lo más difícil es hacer sitio y deshacerse de lo que sobra” (Montes 1991: 31). Además cuenta, con palabras plenas de significado, la dificultad que posee para describir ese mundo especial creado por un grupo de amigos: Esta historia que les voy a contar aquí no sé bien dónde empieza y ni siquiera sé dónde termina. No sé bien si empieza el día en que se pusieron a cavar, después de levantar con mucho esfuerzo (porque estaba tan pesada) la primera baldosa, o si empieza muchos meses después, cuando dieron por terminada la excavación y volvieron a colocar las cosas en su lugar, de modo que pareció que debajo del piso de la cocina no había nada (sin embargo había, ¡claro que había, había mucho: había todo lo que quiero que entre en esta historia). Y finaliza: “Hay cosas que me cuesta reconstruir, entender...al fin de cuentas, yo nunca estuve en Otroso” (Ibid: 9 y 115).

Lecturas sin minúsculas De este panorama nacional que seguramente ha pecado de general, queremos compartir algunas afirmaciones e interrogantes finales. Las principales transformaciones en los libros para niños y jóvenes que hemos mencionado no casualmente comienzan a darse en textos que se hacen públicos en las décadas del ‘60 y ‘70, cuando los complejos procesos sociales que afectaron a la cultura en torno a estas problemáticas sacudieron también la cultura infantil. La consolidación del campo que se ratificó a par tir de los ‘80 con el for talecimiento de un mercado editorial y de un ámbito institucional propio, trajo como consecuencia nuevos estereotipos y nuevas apuestas gracias al complejo dinamismo en el que convive la literatura infantil con otros discursos sociales que desde esas décadas interpelan a la infancia como subjetividad que se define siempre en una relación conflictiva con la de los adultos.

71

2 2.3. C arolina A ndrea R ossi


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.