El Plan Marchiali

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22 Ya habían transcurrido varios meses. La posición de Jimmy en la Casa Blanca se había afianzado y la relación entre José Ángel y Donald se había intensificado. Se podría decir sin ánimo de equivocarse que se había convertido en autentica amistad. No obstante, José Ángel no olvidaba en absoluto su misión. Y llegó el momento de desvelar a Donald la forma en que pretendían llevar a cabo su proyecto. La realidad era que aunque a Donald le pareciese una locura y quisiera echarse atrás, sus conocimientos reales sobre el proyecto eran tan limitados y disponía de tan pocas pruebas de ello que cualquier eventual denuncia sería impensable. Si se le ocurriera presentarse en cualquier comisaría de policía -por ejemplo- denunciando que había un grupo de personas que pensaban secuestrar al presidente de los Estados Unidos -y de otros treinta países- posiblemente no tardaría más de tres minutos en ser encerrado en un psiquiátrico. Por eso José Ángel no tenía un miedo especial a la hora de afrontar su “confesión”. Según se tomara Donald las revelaciones de su amigo, este le desvelaría que existían otra serie de equipos, en otros países, haciendo con otras personas lo mismo que José Ángel había hecho con él.

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