El Plan Marchiali

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-¡Pues vale! –exclamó sonriendo el anfitrión de la noche sin querer dar al hecho más importancia de la que tenía. Cuando todos los presentes se encontraban cómodamente sentados en el salón de Juan y adecuadamente “equipados” con su correspondiente copa, fue Roberto el que comenzó a conducir la conversación hacia donde ellos deseaban. Realmente no era difícil pues la prensa diaria les proporcionaba un gran número de argumentos para ello. Durante unos minutos comentaron algunas de las noticias del día hasta que Roberto consideró que era el momento oportuno. -Bueno Juan –comenzó– la verdad es que ya teníamos ganas de poder reunirnos contigo a solas. Queremos proponerte algo. Como habrás podido observar, todos pensamos más o menos lo mismo sobre el estado de cosas en que estamos viviendo. -Cada día asistimos a decisiones y formas de actuar, no sólo de los mandatarios nacionales, sino también internacionales que dejan mucho que desear –continuaba Roberto– y nosotros pertenecemos a un grupo que está dispuesto a hacer algo para solucionarlo. -Desde que te conocimos en Acebedo hemos comprobado que tu forma de pensar no dista demasiado de la nuestra interrumpió Álvaro– y por eso hemos pensado que quizás te interese incorporarte al grupo. Juan no entendía absolutamente nada de lo que le estaban diciendo. Era cierto que solían disfrutar mucho de las conversaciones que mantenían. Además, desde el primer momento le había agradado mucho el hecho de que la forma de pensar de sus amigos fuera tan acorde a la suya. Pero ¿Qué era lo que le querían proponer? ¿De qué grupo le estaban hablando? 142


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