novela la mujer de mi hermano

Page 185

–Ahora entiendo. No pasa nada. Si escuchaste en el celular algo que no te gustó, entiendo que reaccionases así. –Me apena haber hecho eso. Lo lamento de veras. Pero me dolió en el alma que Zoe y tú estuviesen hablando cosas mezquinas de mí, a mis espaldas. Lo sentí como una traición. Te pido, por favor, que nunca más hagas eso. –No volverá a ocurrir. Le diré a Zoe que deje de venir al taller. Pero yo no la invito, Ignacio. Ella viene porque le provoca, porque le gusta ver mis cuadros y hablar conmigo. –Yo sé. Ella te admira. Pero si te habla mal de mí, si algún día está ofuscada y se queja de mí, simplemente párala y pórtate como mi hermano, como mi amigo. Tú no eres su psiquiatra: si está descontenta con nuestro matrimonio y tiene problemas, que vaya a un psiquiatra, no adonde mi hermano a hablar mal de mí. –Te entiendo. Si dije algo que te ofendió, te pido disculpas. –Todo bien. Ya pasó. Yo también te pido disculpas por lo del cuadro. –No fue nada. Tampoco era demasiado bonito ese cuadro. –Por eso se lo vendiste a Zoe, cabrón. Ríen. Se miran con cariño. Gonzalo corta esa carne que ya está fría y se lleva un buen pedazo a la boca. Ignacio llama al mozo y le pide que retire su plato, que ha dejado a medias. –Es bueno sentir que somos amigos –dice, con una sonrisa bondadosa. –Tú sabes que yo nunca haría nada contra ti –dice Gonzalo, sonriendo. Es un buen muchacho, después de todo, piensa Ignacio. Es un pelotudo, piensa Gonzalo. Pero tengo que andarme con más cuidado. Ha estado a punto de pillarme. Me he salvado de milagro. Tengo los huevos congelados. Necesito un trago más. Si serás tonta, Zoe. Cómo se te ocurre tener el celular prendido y apretarlo de casualidad para que Ignacio oiga todo. ¡Suerte que no oyó tus jadeos en el hotel! Soy un tipo con suerte. A las ocho de la mañana, Ignacio está en la ducha, jabonándose sin prisa, creyendo que su mujer todavía descansa, como suele ocurrir a esa hora de la mañana en que, profundamente dorrnida, no siente a su marido ducharse, vestirse, desayunar y salir al banco. Pero Zoe está despierta. Aunque trata de conciliar un segundo sueño que la lleve plácidamente hasta bien entrada la mañana, no lo consigue. Unas palabras resuenan en su cabeza y la perturban, las mismas palabras que Gonzalo le ha dicho la otra tarde en el cuarto del hotel. Desde entonces, ella se ha sentido inquieta y mirado a su esposo con otros ojos, como si ahora desconfiase de él, como si tratase de descubrir un lado suyo que 185


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.