GLOCALISMO - LIBRO 2 - Manuel López Arrabal

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viene heredada de zonas de América Latina o África, donde el préstamo es una herramienta social, más que financiera. El trabajo de Rodriguez Ferrara ha recibido el reconocimiento y la ayuda de la red de emprendedores sociales Ashoka, que lo ha destacado como una de las iniciativas internacionales más prometedoras del año 2010. Las CAF han dejado de ser un refugio solo para inmigrantes, “invisibles” para los bancos, porque no tienen papeles o no tienen trabajo. Aunque el 85% de los miembros de las CAF son extranjeros, la actual dificultad para conseguir un crédito está extendiendo esta práctica. Bárbara Cvitan, es una chica croata de 28 años que lleva un par de años en Barcelona. Llegó a España con una beca de intercambio laboral y se quedó. Está haciendo un máster de Desarrollo Internacional y trabaja en una empresa textil. No pasa penurias pero su bajo sueldo, al igual que el de muchos de sus amigos españoles, también la hace “invisible” a los bancos. A ella sólo le prestarían dinero sus amigos. Y de hecho lo hacen. Bárbara configuró con 13 personas más una comunidad autofinanciada (entre 10 y 30 personas por CAF es lo habitual). “Nos reunimos una vez al mes, ponemos 10 euros cada uno en una caja y discutimos los créditos solicitados”, dice Bárbara. Gracias a uno de esos créditos pudo pagar una fianza para el alquiler de una vivienda. La media de los préstamos puede ser de unos 300 euros. Cada grupo decide el interés a pagar, que en el caso de Bárbara es del 1%. Finalmente el beneficio común generado por los intereses se reparte o “nos lo gastamos en cenar juntos”, confiesa Bárbara entre risas. Hay personas que gracias a esto pueden comprar libros para el colegio de los niños, un frigorífico, o bien, pagar una deuda financiera antes de un embargo. En muchos grupos, también se suele depositar en un bote aparte una pequeña cantidad para un fondo de emergencia. En casos especiales se entrega dinero de este fondo a personas muy necesitadas, sin que tengan que devolverlo. “El fondo de emergencia nos cuesta a cada uno solo cinco euros al mes”, termina diciendo Bárbara. Para finalizar este capítulo quiero señalar la existencia de los fondos éticos, también llamados solidarios o ecológicos. Son fondos de inversión que sólo invierten en determinadas empresas que respetan rigurosos criterios de solidaridad, de justicia social y sostenibilidad medioambiental, entre otros. Por el contrario, los ~ 184 ~


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