La base de la música

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HECTOR M. ISLAS LICONA EL RITMO: UNA ESENCIA UNIVERSAL


EXPLORACIÓN MUSICAL IX EL RITMO: UNA ESENCIA UNIVERSAL, LA BASE DE LA MUSICA. Por: Héctor M. Islas Licona

Vivimos en un universo rítmico. Todo lo que nos rodea transcurre de manera cíclica y esos ciclos o eventos que se repiten de manera más o menos regular son la base de la naturaleza que nos rodea: el día y la noche, las estaciones que surgen debido a la rotación del planeta alrededor del sol, el canto de las aves que, con mucha frecuencia, suele ser repetitivo y rítmico en otros casos; nuestro pulso, nuestra respiración, la sensación de hambre y sueño que son cíclicas y repetitivas, el transcurso de la vida, a través de las etapas que tanto conocemos: nacer, crecer, morir … En realidad somos seres rítmicos POR NATURALEZA. Se sabe que el primero de los cinco sentidos básicos (y tradicionales, pues existen muchos otros sentidos) que se desarrolla es el oído, pues aún los bebés en gestación, pueden oír, desde el interior del vientre de su madre, el que probablemente sea el primer sonido (y ritmo) que identificamos plenamente aunque de manera inconsciente: el latido del corazón de nuestra madre. Tal vez el ritmo –y por consiguiente la música- surgen de la necesidad de recordar o regresar a esos momentos de tranquilidad y serenidad que asociamos con el pulso de un corazón.

Los ritmos circadianos, es decir, los ritmos a los que nuestro planeta viviente nos ata, son esenciales para establecer esos pulsos que van desde lo microscópico (cuestión de nano segundos), y que pasando por el veloz batir de las alas de un colibrí, por el florecimiento anual de las plantas y por los grandes ciclos históricos de las civilizaciones, llegan a los descomunales movimientos giratorios de galaxias que, como la nuestra, tardan miles de millones de años en cumplir un solo giro. De cualquier manera, nos es imposible escapar a nuestro destino: estamos obligados por todo lo que nos rodea a ser cíclicos, repetitivos y, por consecuencia,rítmicos.


Ahora, hagamos un experimento: espera a la noche, apaga la luz, cierra los ojos, no dejes que nadie te interrumpa y haz un enorme esfuerzo imaginativo: transpórtate hasta algún momento de la historia antigua, muy antigua, hasta una época en la que no existían casas, hasta un momento en el que no existía la música y ni siquiera el lenguaje. Estás probablemente en una cueva y tus ojos del siglo XXI están presenciando una escena fantástica: un grupo de seres casi humanos que viven agrupados en una especie de sociedad (hace ya mucho que han descubierto que estar unidos les reporta más ventajas que vivir aislados)…

Estos seres se encuentran resguardados en la noche. Aún no han descubierto el fuego y, aunque el clima es más o menos cálido, se hallan acurrucados unos contra otros tratando de compartir el calor de sus cuerpos, tratando de sobrevivir… Uno de esos seres está a punto de descubrir de manera cercana a lo consciente algo fantástico: el ritmo. Los ritmos de la naturaleza los han rodeado siempre: las filtraciones de agua, que forma charcos en diversos lugares de la cueva y de los cuales pueden beber cuando tienen sed (otro ciclo), se deben al goteo constante del líquido que se cuela a través de metros y metros de roca y apareciendo en los techos de la caverna, se libera de la roca y forzado por la gravedad revienta en el suelo produciendo un sonido que aún en nuestra época conocemos. El goteo resuena levemente produciendo una reverberación interesante gracias a la conformación de las paredes de roca. Las diferentes fuentes de agua localizadas en diferentes puntos de la caverna a veces se sincronizan resonando con fuerza (duplicando su poder acústico) o a veces difieren formando ritmos complejos e interesantes. Tal vez la combinación sonora sugerida por esos ritmos cambiantes se haya colado en la mente de estos seres inspirándolos y animándolos a reproducir de una ú otra manera esa intención pulsante de la naturaleza.


Uno de esos seres tiene en la mano una piedra, tal vez un pedazo de un tronco, o tal vez el hueso de un animal. Lo deja caer al suelo -¿por accidente o intencionalmente?- no podemos saberlo, pero le llama la atención el sonido que produce al golpear el suelo. Sus compañeros, por puro instinto y un poco alarmados, voltean a verlo. Surge en ese momento un elemento esencial para la música:el silencio. El personaje vuelve a levantar el objeto y lo deja caer. Seguramente quiso repetir la experiencia y disfrutar de ese sonido opaco, consistente y macizo una vez más. Su “familia” sigue en silencio, presenciando ese fenómeno y tal vez tratando de entender la razón por la cual su compañero está haciendo eso que parece no tener sentido. Tiene sentido gritar cuando se percibe la cercanía de algún animal para ahuyentarlo, tiene sentido pelear entre ellos cuando surge alguna incomodidad o diferencia, tiene sentido acercarse para compartir el calor en tiempos de frío, pero ¿para que azotar algo contra el suelo?, lo único que la extraña acción de su compañero logró la primera vez fue asustar un poco a toda la comunidad y mantenerlos en estado de alerta. Siguen atentos: el fenómeno va a sucede por TERCERA VEZ … los tres golpes están marcando un pulso lento, muy lento, pero al existir una intención y una repetición de sonidos más o menos a distancias temporales similares, se está creando un pulso constante y rítmico. Varias cosas surgen entonces de manera simultánea. A partir del tercer golpe, probablemente se ha creado el concepto básico del “concierto”, en donde un solista (o artista) llama la atención de un grupo de seres para atraer su concentración tanto en él como en el resultado de su acción: esos ruidos que no parecen del todo molestos o peligrosos. Tal vez en esos momentos, en algunos de los espectadores, nace una especie de sonrisa o un gesto de deleite provocado por tales acciones, surge un placer interior y una expectativa: ¿Qué va a suceder después? Es probable que, simultáneamente, varios miembros del grupo comiencen a reflexionar o a pensar sobre las razones de tales sonidos, “¿para qué se hacen (va a suceder algo a raíz de ello)?”, “¿por qué los hace (el compañero estará sintiéndose bien)?”, “¿cómo es que se le ocurrió la idea de golpear el suelo con ese objeto (no estaba ya cansado)?”


Seguramente estos pensamientos han sido formulados mediante procesos mentales muy diferentes a los que usamos ahora, en nuestra época. Actualmente gozamos de referencias y de un contacto con una educación que nos ha dotado de formas sistemáticas y metodológicas de pensamiento. Podemos, además, ubicar esa escena que estamos presenciando en un contexto histórico y temporal: sabemos que ellos son primitivos,pero ellos no lo entienden así. Tal vez el concepto de arte musical surge desde ese momento tan importante: el “artista” (otro concepto naciente) está haciendo algo que llama la atención, pero que no parece tener un fin útil y práctico.

Después de unos momentos, tal vez cinco o seis golpes seguidos, la actividad pierde su encanto y nuestro “primer músico” deja el objeto en el suelo y los demás siguen con sus actividades cotidianas. Sin embargo, siguiendo el dictado de los ciclos naturales, es seguro que este concierto no tardará en repetirse, tal vez con una mayor complejidad en cada sucesiva ocurrencia, tal vez aliente a la participación de los demás induciendo a la creación de una “celebración” o “fiesta” comunal (un ensamble, la noción elemental de la orquesta o de la agrupación musical). Lo que es seguro es que, a partir de ese primer momento, cuando a algún ser pensante se le ocurrió crear un pulso, la historia no solo de la música, sino de toda la humanidad, cambió descubriendo un sendero de desarrollo que nos ha colocado en el momento al que ahora pertenecemos. No es descabellado pensar que, quizá, y gracias a los beneficios que la música otorga al ser humano, esta actividad haya sido esencial para el desarrollo cerebral de los seres primitivos y para el consiguiente progreso racional del ser humano. Cabe preguntarse si no habrá sido en realidad la música el disparador de nuestra transformación como especie.


… miles de años después… Cuando Igor Stravinsky estrenó su obra, “La Consagración de la Primavera” en París, el 29 de mayo de 1913, la reacción del público fue totalmente inusual: un sector conservador de la audiencia se vio rebasado conceptualmente por lo que estaba escuchando, ¡eso no era música!, pensaron. Comenzando desde el ritmo, la procesión habitual de acentos uniformes parecía habérsele olvidado a Stravinsky. La obra inicia con un compás de 4/4, luego un compás de 3/4 y en seguida un retorno a 4/4, pero el compás siguiente es de 2/4, etc. La secuencia de compases (todos en cuartos) es la siguiente desde el inicio: 4,3, 4,2, 3, 3, 2, 3,2, 2, 2, 2, 3,2, 2, 2, 2, 2,3, 3, 2, 2, 2,3, 2 y así sucesivamente. Adicionalmente, las acentuaciones artificiales (creadas y marcadas por el autor en la partitura), suelen no coincidir con la acentuación natural de los compases. Y esto sin olvidar que existen grupos irregulares rítmicos desde el inicio, desde la compleja elaboración rítmica a cargo de un fagot, un corno francés y dos clarinetes:


Se cuenta que durante el estreno de la obra, las reacciones del público rebasaron lo esperado, no solo hubo una profunda inconformidad o desacuerdo, sino una reacción nunca antes vista en un teatro o instalación cultural europea. Basta leer la conocida crónica de un periodista que asistió al estreno y fue testigo directo de los hechos: “Una cierta parte del auditorio se sintió ofendida por lo que parecía un intento blasfematorio encaminado a destruir la música como una de las bellas artes y, movida por su furor, al poco rato de levantarse el telón, empezó a lanzar aullidos y a vociferar para que se suspendiera el espectáculo. La orquesta entre tanto barullo, no se escuchaba más que de vez en cuando, en alguno de los raros sosiegos que se producían. Un hombre joven que estaba en un palco detrás de mí estuvo de pie todo el rato que duró el ballet, a fin de poder verlo mejor; para dar idea de la exaltación de que estaba poseído, basta decir que en un determinado momento, marcó el ritmo con sus puños sobre mi cabeza. El escándalo iba en aumento. Una señora se levantó de su silla para pegarle un bofetón a un caballero que silbaba. SaintSaëns denunciaba al compositor por farsante, y lo mismo André Capu, un conocido crítico. Ravel, en el bando opuesto, proclamaba a gritos que el ballet era obra de un genio. El embajador de Austria se reía de una manera ostensible, y Florent Schmitt lo insultaba llamándole estúpido. La princesa de Portualés se puso de pie exclamando: "Tengo sesenta años, pero es la primera vez que alguien se ha atrevido a reirse de mí". En medio del barullo Claude Debussy suplicaba vehementemente al auditorio que guardase silencio para que se pudiése oir aquélla música maravillosa”


Vale la pena leer lo que Stravinsky mismo escribió posteriormente al recordar tan famoso estreno: “Sin duda, todos saben que la primera representación de “La Consagración de la Primavera” provocó un escándalo. Pero por extraño que parezca, yo no estaba preparado para la explosión. Las reacciones de los músicos que había asistido a los ensayos de la orquesta, no anunciaban eso, y el espectáculo presentado en la escena no parecía que tuviera posibilidades de desencadenar un disturbio, Los bailarines habían estado ensayando durante meses y sabían lo que estaban haciendo, aunque eso que hacía a menudo no tenía nada que ver con la música… desde el comienzo mismo de la representación comenzaron a oírse moderadas protestas contra la música. […] Pero el estrépito continuó, y unos cinco minutos después abandoné enfurecido la sala; yo estaba sentado sobre el costado derecho de la orquesta, y recuerdo que al salir cerré con fuerza la puerta. Nunca volví a sentir tanta cólera como entonces. Estaba familiarizado con la música. La amaba y no podía entender por qué la gente que aún no la había escuchado deseaba protestar de antemano. Dominado por la furia llegué a un lugar detrás del escenario, y entonces vi a Diaghilev [el director artístico] que encendía y apagaba las luces de la sala en un último esfuerzo por calmar los ánimos. Durante el resto de la velada permanecía entre bambalinas, detrás de Nijinsky [el coreógrafo] que sostenía la cola de su frac, mientras de pie sobre una silla gritaba números a los bailarines, como si hubiera sido el patrón de un barco.”


Se dice que el Nijinsky, en algún momento tuvo que hacer más claro el ritmo golpeando con todas sus fuerzas un bastón contra el suelo, a fin de que los bailarines pudieran seguir el pulso de la música y lograran sincronizar sus movimientos con ella dado que –como dan a entender las crónicas- en muchas ocasiones la orquesta era inaudible. En gran parte, lo sucedido en ese memorable estreno, se debió al ritmo y a la innovación sobre el mismo. La concepción de Stravinsky al respecto, significó un enorme salto entre la rítmica tradicional y las nuevas posibilidades descubiertas. No es de extrañar que haya habido tan enorme incomprensión pues la evolución implícita fue radical. (En la actualidad, “La Consagración de la Primavera” es considerada una obra “clásica” y cada vez que se toca, el comportamiento del público es muy moderado y decente y SIEMPRE aplaude al final.)

A estas alturas, es fácil comprender que las definiciones que se dan en diccionarios o enciclopedias sobre diversos aspectos de la música, tienen poco que ver con el concepto real y completo. Es bueno saber que el ritmo, por ejemplo, es un “movimiento marcado por la sucesión regular de elementos débiles y fuertes, o bien de condiciones opuestas o diferentes” [Wikipedia], pero es mucho más lo que contiene el ritmo de una obra musical, por sencilla que sea: hay sensación, expectativa, gusto, impulso, energía, fuerza, flujo, sincronización, placer, conexión, uniformidad, sorpresa, variación, constancia, soporte, expresión, unión, incomodidad, serenidad, alerta y mucho más, que no se contempla en una definición tradicional. Cualquier obra musical, de cualquier género y estilo puede servirnos para SENTIR y comprender todos los aspectos implícitos en el ritmo, y como ejemplos seleccionados al azar –entre un infinito universo de posibilidades- podríamos mencionar y animar al lector a escuchar, reflexionar, disfrutar, razonar, sentir y participar del ritmo de las siguientes piezas musicales:


“We Will Rock You” del grupo ingles QUEEN, especialmente el inicio es muy conocido y a la vez sumamente elemental rítmicamente hablando. (Es asombroso como un ritmo tan “primitivo” puede llegar a convertirse en una referencia cultural a nivel global). http://www.youtube.com/watch?v=XMLiqEqMQyQ

“El Beso”, de LOS CHURUMBELES de España, es una obra muy conocida por la generación que vivió su juventud entre las décadas de los años 50 y 60. Desde la introducción, la esencia del pasodoble típicamente español (en un compás de 2/4), nos atrapa de manera inmediata. Es una introducción espléndida (un platillo es el preludio a la misma), pues cumple su propósito a fondo: involucrarnos y predisponernos a la escucha de una buena canción (la letra es el corazón de esta pieza). http://www.youtube.com/watch?v=ZvDHqYtohm0 “Downtown”, cantada por Petula Clark inicia con un ritmo marcado por el piano en base a tres acordes “encadenados” por un solo bajo. El ritmo tradicional del “8 beats” tan popular a lo largo de toda la historia del pop y el rock es muy claro en esta canción. Basta sentir los acentos marcados por la tarola (snare drum) de la batería para disfrutar de una de las acentuaciones más comunes en este ritmo:3-3-2: http://www.youtube.com/watch?v=z_m4Qb0iW-o


“God Put a Smile Upon Your Face” del grupo COLDPLAY, en donde el „ostinato‟ (parte musical que se repite obstinada ú obsesivamente) de la guitarra transforma una progresión de acordes en un ritmo armónico complejo). Un análisis más profundo puede probar que las fuerzas „gravitacionales‟ de los acordes –tensiones y relajamientos o tendencias hacia ciertas notascolaboran indudablemente con los impulsos rítmicos.) http://www.youtube.com/watch?v=deDXC9nSYU4 “Friends” del compositor Chick Corea. Interesante pieza en donde el sentido rítmico de la Samba es declarado desde la casi infantil introducción del piano eléctrico. El patrón de acompañamiento, aunque está basado en ese ritmo brasileño, adquiere una personalidad específica muy del jazz y muy de Chick Corea. http://www.youtube.com/watch?v=pN0hajs4TQ8 “Tu Voz” cantada por Celia Cruz. Tratándose de música latina, no cabe dudar de sus propiedades rítmicas. El impulso aparentemente tan sencillo que se da al inicio con el piano, el bajo y las percusiones (y unas breves intervenciones de los metales) anuncia desde el principio la entrada de su inolvidable voz rítmica. La ubicación de las notas en cierta posición en el tiempo provocan la energía que fluye y fluye y que nos motiva al movimiento no solo del cuerpo,sino del alma.


En la letra de la canción, Celia Cruz habla de una voz (que es un sonido vibrante en cierto rango de frecuencias o ciclos por segundo), habla del corazón (que tiene pulso), del tañer de campanas al morir la tarde (que implica dos secuencias rítmicas a diferentes escalas, la de las campanas que vibran musicalmente y la del atardecer que representa un ciclo mayor: cada 24 horas), habla también del gemir de violines (más frecuencias vibratorias repetitivas), de la ternura de brisa (cuyo impulso por el viento suele ser cíclico), del trinar de sinsontes (aves tropicales que, naturalmente, tienen sus propias frecuencias de canto y ciclos de vida), de una cristalina corriente (flujo constante y repetitivo, que no cesa), y de una cascada (la caída constante y cíclica del agua.) Curioso, ¿no?, lo cíclico, lo repetitivo, los pulsos siguen siendo una constante en nuestras vidas. http://www.youtube.com/watch?v=aLtyNxJcvPU “Cuarteto de Cuerdas Op. 18, Núm. 3 en Re mayor”, de Ludwig van Beethoven. Como en una gran cantidad de obras “clásicas”, el ritmo no ni presente ni obvio. La construcción sobre el tiempo se da con una intención más melódicoarmónica que rítmica, y en ese género musical, el ritmo es solo el marco que sirve para ubicar las notas y darles referencia temporal, sin embargo como parte de su esencia rítmica, en Beethoven es muy claro e importante el uso de síncopas y contratiempos de manera constante y a manera de firma. La rítmica en este compositor es un sello distintivo de sus obras. http://www.youtube.com/watch?v=loViQpNbY2g “Copelia” [Vals] del compositor francés Leo Delibes. Como en todos los valses -obras que podían y pueden ser bailadas- el pulso constante y marcado del compás de 3/4 es muy importante para establecer la base rítmica que sirva de base al baile, sin embargo, en este vals (pensado más para un ballet artístico que para un salón de baile) la sensación rítmica en ocasiones se desvanece levemente para ayudar a lograr mayor diversidad al desarrollo coreográfico. No hay que olvidar que el vals suele ser más divertido para quien lo baila que para quien lo ve. http://www.youtube.com/watch?v=XyDN5s-yWIs


“Marcha Pompa y Circunstancia Núm. 1” de Sir Edgard Elgar, compositor inglés. Como el nombre lo indica, la obra está escrita sobre uno de los compases más sencillos de la música tradicional occidental: 2/4. Esto significa que normalmente existirán dos pulsos, en donde el primero es más fuerte que el segundo, y que se alternarán indefinidamente a fin de inspirar el desfile, es decir, el caminar MARCHANDO al compás de la música. No obstante lo simple del compás, la construcción melódica, armónica e instrumental de la obra la han convertido en un repertorio permanente que ha sobrevivido,con mucho,a su época original. http://www.youtube.com/watch?v=wH8bu0oleZ8 “Danza del Terror” (El Aparecido) de Manuel de Falla, compositor español. La obra “El Amor Brujo” de este compositor está basada en un argumento escrito originalmente en idioma andaluz. Es muy recomendable oír o ver la obra completa (hay una versión cinematográfica más o menos reciente dirigida por Carlos Saura en 1986 y con coreografías de Antonio Gades que es maravillosa). En esta escena (así como en la conocida “Danza Ritual del Fuego”), el pulso rítmico desatado por la orquesta es parte esencial del frenesí mágico y pasional de los personajes gitanos. http://www.youtube.com/watch?v=1mUzwjJMm7c Entry of The Gladiators” (La entrada de los gladiadores), tal vez la única obra conocida en la actualidad –a nivel internacional- compuesta por Julius Fucik, compositor checo que, si bien es mucho más conocido en su país por sus obras de corte militar y nacionalista, en el resto del mundo habría pasado al olvido si no fuera por esta conocidísima obra que, para su mala fortuna, ha sido permanentemente asociada a lo circense y a lo cómico. La obra es una marcha también, escrita en 2/4 y cuyo ritmo enérgico y su construcción armónica en tonalidad mayor nos hace –al igual que les pudo haber sucedido a nuestros remotos antecesoressonreír, disfrutar y preguntarnos, “y a todo esto, ¿para qué sirve la música?”… http://www.youtube.com/watch?v=_B0CyOAO8y0


En fin, el lector podrá escoger las obras que quiera y poner atención en especial a este asunto del ritmo. Es seguro que la siguiente audición de la misma obra, nunca será igual a las anteriores. El nivel de comprensión sonora habrá madurado y entrado al terreno de la filosofía, el análisis y la reflexión. (Reflexionar, por ejemplo, en que, después de todo, el ser humano es el único ser vivo que puede crear, de manera consiente, un pulso rítmico y mantenerlo constante de manera voluntaria). Después de estos procesos, el arte comenzará a hacer efecto: nos conmoverá o nos moverá del sitio que siempre hemos creído seguro. Pero no importa, hay que viajar y experimentar otros mundos.

Y precisamente, para movernos, tal vez sea hora de regresar con nuestros personajes ya conocidos: el Chofer y el “Discómano”, solo para ver si nos pueden aclarar este misterio de la música un poco más a través del conocimiento de otros de sus elementos integrantes…


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