El Giradiscos.com

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capas de sonidos oníricos (“80’s Comedown Machine”, “Chances”). Entre medias, cabe destacar cortes, que aunque a priori buscan el punto equilibrio entre estos dos extremos, finalmente se decantan hacia uno u otro. Los sonidos radiofónicos, los falsetes de Casablancas, la introducción de samples y la importancia de las guitarras de Albert Hammond Jr., son las claves a tener en cuenta para comprender un disco que guarda una de las mejores canciones firmadas por la banda (“50/50”), así como contiene temas de rock de reminiscencias ochenteras (“Welcome to Japan”), vertiente experimental (“Happy Ending”, “Call it Fate, Call it Karma”) o situados a medio camino entre el rock accesible y el pop (“Slow Animals). En definitiva, un disco sorprendente, que será ampliamente disfrutado por oídos agradecidos, pacientes y exentos de prejuicios. << Rubén López

e á ahí?) hí?) o ell pegadizo di single i l “Find “Fi d a romance””(d estás (donde a final, le hace gracia a uno ese coro de “ardillas o pitufos” al q acompañan al estribillo). Energía, luminosidad y opque t timismo son apuestas en firme que se unen al humor y la ironía, plasmando un ejercicio de escapismo, que nos lleva lejos de la actualidad que nos rodea; siendo “Oh, Yeah!!!”, “ “Metropolitan Moog” y “Blue Jeans” buenos ejemplos de e Estamos así ante un álbum en el que no sobra nada y ello. e el que encontramos a una banda ya firmemente conen s solidada que demuestra un sonido compacto, brillante y preciosista. Excelente disco. << Rubén López

Bigott “Blue Jeans” (Grabaciones en el mar) Un grupo de amigos perdidos en Brasil, la selva como estudio de grabación y el excéntrico Borja Laudo (Bigott) como líder de la aventura; estas son las premisas que dan vida a “Blue Jeans”, sexto álbum del zaragozano. Tras dos años alejado del estudio de grabación (algo anormal en su caso), llega la hora de analizar los 11 cortes que dan vida a este nuevo trabajo. En cuanto a las temáticas y figuras retóricas empleadas, partimos nuevamente del original mundo surrealista que habita en la mente de su líder (mutantes, alimentos y animales disertan, copulan y tienen aspiraciones superiores). En cuanto al aspecto musical, habría que recalcar la inclusión de instrumentos brasileños y sonidos selváticos a sus ya tradicionales elementos folk, pop y rock (sin olvidarnos de la creciente fuerza que van alcanzando los sintes), destacando la entrada de estos nuevos elementos de forma más clara en la inicial “I Got Dengue”, la (también) instrumental “Playboy’s theme” o la rítmica “Female Eunuque”. Sin embargo, Bigott ofrece también el habitual catálogo de estilos, melodías y recursos ofrecidos en sus anteriores trabajos (lo cual es uno de sus sellos más inconfundibles). Podemos escuchar y disfrutar así la frenética “Troupe of Royal” (con Clarín como voz destacada, que comparte volante con Borja Laudo en un viaje suicida), la onírica y melódica “King of Demo” (con dejes a Beach House y de una belleza insultante), la elegante y folk “The Reno Poem” (¿Johnny Cash

TThe Strokes “Comedown Machine” “Co (RCA Records) Aunque parece atrevido d y ““original”l” criticar a un grupo grande cuando este no ofrece el mismo producto que le hizo famoso (más aún si se trata de una banda foránea que alcanzó hace no mucho una fama desmesurada), avisamos ya de inicio que no vamos a encontrar en estas líneas nada por el estilo. “Comedown Machine”, el quinto álbum de los neoyorkinos The Strokes, puede que no ofrezca la frescura, ímpetu y ritmo que nos cautivara hace más de diez años; pero quién demonios es ahora igual que hace diez años. Por ello, lo primero es ser objetivos y quitarnos ideas preconcebidas, pues la banda liderada por Julian Casablancas acaba de publicar un disco, que lejos de aquellos trabajos que les otorgaran el título de “salvadores del rock”, posee un encanto enigmático y atrayente a base de sintes, efectos de sonido, juegos de guitarras y voces modificadas, que convierte el álbum en una pequeña joya, que a buen seguro será repudiada y desmerecida. Encontramos aquí un inventario de temas, que o bien parten de ritmos cortos y veloces, remarcados por la percusión y envueltos por guitarras rítmicas y melódicas (“All the time”, “Partners in Crime”); o toman, por el contrario, como base la electrónica, a través de sintes, voces alteradas y lentas (y muy estudiadas) melodías, entremezcladas con densas

Yeah Yeah Yeahs “Mosquito” (Interscope) “Mosq Tras casi cuatro años de silencio, echábamos de menos escuchar la voz de Karen O a través de nuevo material. El cuarto disco de la banda neoyorkina de punk-rock se ha hecho esperar y toca ahora entrar a hacer valoraciones. Obviando la portada (os dejamos a vosotros esa tarea), tenemos por delante un trabajo que presenta a la banda en plena madurez y con la libertad (ganada con los años) de hacer lo que quieran (siempre lo han hecho). El álbum comienza poniendo el listón muy alto con “Sacrilege”, tema que pese a comenzar sonando a garage rock noventero, muta a corte electrónico y explota en un potente estribillo, que concluye con unos geniales coros góspel, firmando un single que, a buen seguro, se convertirá en uno de los hit del año. Tras ello, nos recuperamos con un lento viaje electrónico, preciosista y onírico a través de “Subway”. Genial el contraste entre los dos temas que abren el álbum. En tercer lugar nos golpea la canción que da nombre al disco, “Mosquito”, tema primitivo y enervante, de esquema rock y fuerza punk que, aunque devuelve la banda a su punto de partida, abre un nuevo horizonte sonoro. A partir de aquí el disco vaga por un universo electrónico e hipnótico que o bien busca la elegancia de los sintes (“Under the Earth”, “Always” o la ya cercana al dream-pop, “Wedding Song”), el sonido ochentero de guitarras afiladas y oscuros coros (“Slave”, “Buried Alive”) o la experimentación extrema, muy cercana a la buscada recientemente por Björk (“These Paths”). Sin embargo, también hay espacio tanto para dinamitar guitarras, sacudir golpes salvajes a la batería y gritar lemas cortos y directos, ligando así los recursos y estructuras clásicas del punk rock, con los sintes y sonidos de nueva generación (“Area 52”); como para descolocarnos con “Despair”, tema pop de sencilla, pero muy marcada percusión, que suena mucho a James, Electrelane, Metric… En definitiva, estamos ante un disco de transición hacia una nueva fase (¿?), que ofrece una nueva versión más heterogénea y experimental de Yeah Yeah Yeahs. << Rubén López


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