El Giradiscos.com

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ás de trece años de emisiones en directo avalan la trayectoria de Estación Sonora, un espacio que lleva emitiéndose de manera ininterrumpida desde Septiembre de 1999 dentro de la parrilla de Radio Las Águilas. Allí, cada martes de ocho a diez de la noche, los amantes de la buena música tienen una cita obligada con la actualidad más candente, tanto de los grandes nombres del panorama como de los proyectos más interesantes de nuestro underground. Todo ello debidamente condimentado por la dirección de Raúl Molina y David Muñoz. Viejos amigos de juventud de la gente de “El Giradiscos”, dos personajes sobrados de criterio, experiencia y tablas, que tuvieron a bien invitarnos días atrás a su programa para entrevistarnos y pinchar de manera conjunta unos temas, mostrándonos de paso las entrañas de Estación Sonora. Después llegó el turno de cambiar las tornas y ellos pasaron a ser los encargados de relatarnos en primera persona la forma en que surgió la oportunidad de empezar a realizar un programa que hoy se encuentra entre los más longevos de nuestra radio libre. Sin mayores preámbulos, encendimos nuestra grabadora y juntos comenzamos un viaje en el tiempo. “Aquí en Radio Las Águilas, se hacía un programa que hablaba en exclusiva sobre Héroes del Silencio y Bunbury, llamado “Big Bang”, que era dirigido por gente de Las Líneas del Kaos, el fan club oficial de Héroes en España. Yo era un gran seguidor de la banda de ahí que conociera la labor que realizaban. Un buen día me invitaron a venir para presentar un disco pirata de Bunbury; pienso que debió gustarles mi aportación porque a la temporada siguiente me propusieron coger las riendas del mismo puesto que ellos no podían continuar haciéndolo. Recuerdo que me presenté aquí sin tener ni idea de manejar una mesa ni nada por el estilo. Y casi sin darme cuenta fueron pasando las emisiones. Creo que el gusanillo de la radio me picó a medida que pasaba el tiempo. Me planteé abrir el espectro del programa puesto que hacerlo monotemático era complicado. La cosa fue cogiendo forma poco a poco”. Unos comienzos que como relata Raúl, estaban repletos de buenas intenciones, pero en los que la experiencia era nula, llegando a provocar situaciones que nos obligaron a romper en carcajadas ante la sinceridad de nuestro interlocutor. “No tenía experiencia ninguna. Recuerdo dejarme el micro abierto mientras sonaba una canción y escucharme a mí cantando de fondo. O saturar el sonido, provocando que saltara la alarma, quedándome sin emisión. Todo tipo de cuestiones técnicas. Tampoco tenía un gran dominio de la dirección y forma de llevar un programa. Recuerdo que en

el instituto me hacía guiones con los temas a pinchar y las canciones que iba a poner para llevar un pequeño hilo conductor, todo eso mientras el profesor daba clase. Con el paso del tiempo pienso que la base del aprendizaje es la experiencia de haber hecho las cosas muchas veces”. De esa manera comenzó la andadura de Estación Sonora arropada en la colaboración de un minúsculo equipo de trabajo; un grupo que no se estabilizó hasta la llegada de David Muñoz al programa, entre la segunda y tercera temporada de emisiones. “Conocí a Raúl a raíz de empezar a parar en “El Saxo”, un pub situado en los bajos de Argüelles; allí solíamos mantener largas conversaciones en las que hablábamos sobre las novedades discográficas. Fue así como conocí el programa y comencé a colaborar en la primera web que montaron. Más tarde me invitó para que me acercara a presenciar cómo era una noche de radio. Llegué allí con más miedo que vergüenza. Después empecé a pasarme pe-

“La gente que viene se da cuenta de que los medios son limitados, pero hay corazón y detrás de todo una entrevista que es real”

riódicamente, hasta el día en que me quede definitivamente; más o menos en la tercera temporada, y hasta hoy”. Con la estructura y el organigrama definidos, el programa continúa su andadura. Sin apenas medios técnicos, con presupuesto casi nulo y con una repercusión minoritaria; elementos habituales en éste tipo de proyectos ajenas a cualquier atisbo de glamour. Un período de difícil que David confiesa recordar con especial cariño. “A mí me gusta acordarme de los años oscuros, de los de ostracismo. Ahora dirigimos un programa con catorce años de trayectoria, donde tenemos el favor de muchos músicos convertidos amigos, pero no siempre ha sido así. Los primeros cuatro o cinco años que estuvimos aquí fue una época muy jodida del dial. No hacíamos entrevistas, hablábamos de actualidad y poníamos discos, poco más. Salvo cuatro o cinco personas que sabíamos positivamente que nos escuchaban, del resto no teníamos conciencia. Fue un período en que

no sabíamos si había alguien al otro lado. Eso lo empezamos a saber hace siete u ocho años con el salto a Internet, creemos que gracias a eso la cosa ha evolucionado mucho”. En ese momento Raúl intercede para describir muy gráficamente lo que ocurría algunas noches de camino a casa. “Yo recuerdo muchos trayectos hasta el metro de Aluche, porque todavía en esa época no teníamos coche, los dos caminando juntos, sin mediar palabra, con la cabeza agachada, pensando en si nos escucharía alguien y si más allá de estar haciendo algo porque nos apetecía, por nosotros mismos, serviría de algo”. David vuelve a tomar el testigo para apuntar más cuestiones a éste respecto. “Hoy en día con Internet hay muchas más oportunidades de que te lean o escuchen. En el caso de Estación Sonora hubo una época en que podía interesar a mucha gente, pero era muy complicado llegar hasta ellos. Ahora todo está mucho más integrado a través de las distintas herramientas que da la red, pero hace catorce años no era así. Visto con perspectiva, creo que de toda esta historia lo que más mérito tiene es haber aguantado todos estos años”. Unas reflexiones relativamente crudas y muy sinceras, donde se exponen las dificultades que se encuentras determinados proyectos en los que el amor al arte es el único combustible capaz de hacer funcionar el motor. Llegados a éste punto la identificación que sentimos con ellos es plena. Dejemos atrás las fatalidades del ejercicio de la profesión musical, pues toca ahora ahondar en aspectos mucho más soleados de una historia que sería imposible de imaginar sin algunos ingredientes primordiales. El primero de ellos, como no puede ser de otra manera, es el de la pasión musical, principal nexo de unión entre Raúl y David. Una pasión que en el caso del primero cuenta con un momento cumbre en su vida. “Con 16 años me fui a Zaragoza, siendo un crio, acompañado de mi primera novia y de mi sobrina para ver la mítica “Cita con Elvis”; aquella en la que Bunbury se rapó la cabeza y se dejó tupé para interpretar algunos clásicos del rock. Fue ir verlo y volver de madrugada porque al día siguiente había instituto. Si te soy sincero, la pasión musical no sé de dónde me viene porque en mi familia no hay ningún antecedente, lo que está claro es que existe y está muy presente en mi vida”. Y el segundo, ya citado con anterioridad, se trata del “Saxo Music Bar”, un pub ubicado en el madrileño barrio de Argüelles que hacía las veces de sede oficiosa de los fans de Héroes del Silencio en la capital. En aquel lugar fue donde gran parte de los integrantes de ésta conversación nos conocimos, principalmente por culpa de la


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