20 SEGUNDA QUINCENA DE OCTUBRE DE 2011 FRANCISCO JAVIER OLAN LOPEZ A sus 93 años, este personaje mantiene en su mente vivos recuerdos de casi un siglo de experiencias que lo marcaron de por vida. Hombre lucido y lozano conversa pausadamente sobre su Cárdenas de ayer, municipio que ha sido su cuna y albergue durante muchos años. Emblemático hombre de la “Tres veces heroica” y con casi un siglo de vivencias, Gilberto Hernández Pérez, mejor conocido como Tío Gil, comparte pedazos de su historia con Papiro. Platíquenos, ¿cómo era Cárdenas en los años treinta? - “Cuando conocí Cárdenas, allá por los años treinta del siglo pasado, eran puras casitas de palma y seto de jahuacte, sus calles eran puro lodo; donde está ahorita el parque frente a la iglesia había un uvero, árbol grande y muy grueso, ahí amarrábamos los caballos y nos íbamos a tomar el refresco o el café a la Guadalupana, un puestecito del mayor Miguel Noverola, que atendía su esposa Teresita, luego lo tuvo Milo Noverola y le cambió el nombre a Café Don Milo, donde se reunían grandes políticos y periodistas, sin faltar ahora el actual presidente municipal, Nelson Pérez. “La iglesia no estaba en el lugar actual, era como una ramada, luego cuando llegaron los sacerdotes Antonio y Lorenzo, comenzaron a edificar lo que ahora es la gran parroquia San Antonio de Padua; quizá ellos no la terminaron en su totalidad, pero dejaron los planos para terminarla”.
PAPIRO
Trabajos y esfuerzos marcaron el rumbo de Cárdenas en los años 30’ • Gilberto Hernández Pérez cuenta sus experiencias de casi un siglo de vida ¿Qué personajes de aquella época recuerda? “Conocí a grandes personas, que ya murieron como el profesor Méndez, a Tito y Pepe Morales; presidentes municipales de aquel entonces como Fernando Vidal, Rubén Darío Vidal, Ernesto Balcázar, Manuel Piñera, Leonídes de los Santos, Julián Montejo y muchos más. Soy priísta de toda la vida, participé en política pero siempre acompañando a los candidatos, nunca me dio por buscar un acomodo de trabajo político, no, me dediqué a trabajar”. ¿Cuáles son sus comienzos como agricultor? - “Estuve tres años en Estados Unidos, allá por 1945, trabajé en el campo en la cosecha de betabel, lechuga, zanahoria, limón, naranja, tomate. Había mucho trabajo y era bueno porque cuando te pagaban un peso de ellos, acá eso eran dos pesos de los de nosotros, mandábamos el dinero a México y se transformaba en una cantidad considerable, estuve en Kansas, Denver Colorado, Arizona y trabajé hasta que emigré nuevamente a Santa Bárbara Arizona. “Traje mis centavitos que ocupé para trabajarlos con mis hermanos, sembramos plátano, maíz, frijol y nos fue bien,
Gilberto Hernández Pérez, mejor conocido como Tío Gil. (Foto: Francisco Javier Olán López)
vendíamos mucho maíz a Cunduacán porque ese pueblo siempre se iba al agua, nosotros lo llevábamos en cayuco por todo el río Samaria”. ¿Qué otra actividad en el campo desempeñó? - “Me volví cacaotero, porque a mi esposa le heredaron un terrenito de doce hectáreas, primero vivíamos donde instalaron esas oficinas de Pemex que le llaman “El Castaño”, luego con mi trabajo compré
otros terrenos de cacao, allá por el poblado 31 y unos terrenitos para meter unas vaquitas, todo lo fuimos haciendo con trabajo y el favor de Dios para irla pasando. “Nueve años fui tesorero de la Asociación Cacaotera Número Dos, la cual encontramos acabada, endeudada, pero pagamos y cuando nos retiramos la dejamos limpia de deudas, a veces los socios nos desesperamos porque no salen los pagos y tiene razón, pues de
eso se vive, pero a veces se estanca el producto, por eso en algunas ocasiones recibíamos malos tratos. “Los siguientes que administraron la asociación hicieron las cosas mal y nuevamente nuestra Unión se fue a la quiebra, de nuevo nos endeudamos con los bancos y con la Unión del Estado, estuvimos tres años sin sueldo para ver que eso se enderezara”, finalizó.