Papiro | Primera quincena de septiembre de 2011 | Año IV Num. 84

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PRIMERA QUINCENA DE SEPTIEMBRE DE 2011

PAPIRO

--¡Doña Ángela, doña Ángela!—gritaba

L EY E N DA S U R B A N A S

--¡Ay Dios ahí viene otra vez esa mujer!—

■ NOEMÍ ALFANI DE ESTRADA ■

Y ella penetraba desde el umbral de la puerta, haciendo su entrada triunfal, sin esperar invitación, hasta el fondo de la casa, en especial se dirigía al jardín, que era orgullo de la propietaria, de donde cortaba las mejores flores, con las cuales coronaba su cabeza, pareciera que esa diadema de rosas y tulipanes le infundieran cierta energía necesaria para ella. Su cara era austera, llevando siempre entre sus labios grueso puro, vestía falda holgada y blusa ancha estilo campirano, que en ademán coqueto, la bajaba hasta los hombros, y en muchas ocasiones de más perturbación de su mente desnudaba todo su pecho, hasta la cintura, dejando ver unos senos enjutos muy propios de su avanzada edad. Esto causaba la hilaridad de los que se encontraran presente, así como el regaño de los mayores que la conminaban a que se cubriera. --¡Petrona tápate por favor ¡-Ella apenas si obedecía, pero no sólo su cuerpo descubría, también desnu-

Petrona, un personaje singular • Toda leyenda tiene un algo de verdad, aderezada con un algo de mentira • Cualquier semejanza o parecido es pura coincidencia daba sus pensamientos, y gozaba con hacer comentarios de su mente enferma, con fantasías de amores que aseguraba haber vivido, dando pormenores e imprimiéndole tintes eróticos, e iba enhebrando como si bordara sus relatos, narrándolos en divertido lenguaje con estilo muy choco. Hacía reclamos que ella había servido de chaperona, a las jóvenes de la casa, cuando en tiempos pasados las cuidaba y que no había luz eléctrica en las calles, las acompañaba al final de las fiestas, con celoso cuidado, llevando un candil en la mano hasta la puerta de sus casas. Misión impuesta por ella misma, que la hacían regresar contenta a su hogar. Todo el pueblo la conocía, los niños, al-

Oswald & Lex Oswaldo Priego Morales Licenciado en Derecho Ced. Prof. 2253635 Calle Naranjos Manzana No. 03 Casa No. 01 Col. Infonavit Loma Bonita Ampliación (aun costado de los Juzgados) H. Cárdenas, Tab. Oswald_priego@hotmail.com Tel: (937) 37-2-87-25

gunos le temían, otros la azuzaban gritándole: “Ahí viene Petrona la chiva!” y su reacción era asustarlos. Su enfermedad era caprichosa y por etapas, por ciertas fechas salía a hacer estos recorridos y relatos y de repente dicen que entraba en lucidez, y se escondía en su propia casa. Y cuenta que su familia le recriminaba su conducta, motivo que le daba pena y angustia. Pero para el próximo ciclo de su enfermedad, volvía a repetir su mismo proceder. Era completamente notorio que en su locura era feliz, dibujaba una especial sonrisa, irradiaba vida, se envolvía entre flores, y como un torrente sin diques lanzaba sus fantasías de siempre que eran vitamina para su alma.

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Sus desvaríos la hacía libre, quizás porque no tenía en sus expresiones, ni mordazas, ni modales impuestos. Lo notorio era observar que su lucidez le daba tristeza, y su locura felicidad. Quizás porque no tenía en sus expresiones, ni mordaza ni modales impuestos. Intuyo el por qué de los que nos consideramos cuerdos somos más tristes que Petrona, el encierro de los pensamientos es causa sin notarlo de tristeza. Por algo dicen que el estrés no es sino pensamientos reprimidos, como cárceles mentales. Nuestro muro de la sensatez, construido con ladrillos de convencionalismo, formulismos y estilo de vida impuestos por la sociedad que nos circundan, nos hace actuar a conveniencia, más no a satisfacción. Ahora comprendo el por qué los enamorados son felices: es por que el amor encierra mucho de locura. ¡Petrona, Dios guarde la enseñanza que de tu demencia nos legaste! Julio de 2011


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