Voto Incluyente nro. 1

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Voto Incluyente

Ahora volvemos a las sociedades primitivas, en que la mujer era igual al hombre. O superior, si por superioridad se toma el trabajo (…) Lo que pasa es que el periodo de libertad del hombre y de verdadera civilización es muy corto. Apenas dos siglos. Sobre la especie humana pesan muchas centurias de opresión y de barbarie, que, naturalmente, resurgen en toda ocasión (…) Si de esta lucha salen triunfantes las mujeres trabajadoras y los controles del Estado, habrá nacido otra vez el mundo antiguo (El Tiempo 24 de octubre de 1944, p. 4). En respuesta, el partido socialista, que apoyaba a las feministas en la búsqueda del voto, al día siguiente publica: (Figura 7) Estas luminosas ideas (refiriéndose a la carta enviada por las Unión Femenina de Colombia al ministro) son combatidas por el señor Enrique Santos con argumentos tan tendenciosos como absurdos. Pero el versátil comentarista expone esta vez todo el fondo de su pensamiento predicando el retorno a la Edad Media, la temerosa época que aman todos los reaccionarios, cuando la mujer trabajadora era una sierva de la gleba y la mujer aristocrática un mamífero de lujo en los castillos feudales (Diario Popular, 25 de octubre de 1944). El 25 de octubre, nuevamente Calibán vuelve a arremeter contra el intento de igualdad de derechos, basándose en el libro de genética de Amram Scheinfeld sobre los pares cromosómicos “xy” y las diferencias entre hombres y mujeres a nivel celular. Esto es traído para justificar las diferencias sociales: Ahora cuando nuestras damas vuelven a agitarse en demanda de la igualdad de derechos con los machos, conviene leer el libro “women and Men”, que acaba de publicar el sabio Amram Scheninfeld (…). El autor desbarata la leyenda de la aparente igualdad biológica de los dos sexos (…) El organismo femenino es más resistente a las enfermedades que el masculino; pero el hombre está dotado de todas las características de la superioridad y el del dominio en todas las actividades físicas y espirituales. (…)La mujer es superior al hombre en muchas actividades sociales: vestidos, adornos, finura del lenguaje, maneras; pero el hombre es infinitamente superior en el razonamiento, la comprensión, la abstracción, las matemáticas, las ciencias y casi todas las artes (El Tiempo, 25 de octubre de 1944).

Aún se continúa manteniendo en tela de juicio la capacidad de las mujeres para la vida pública, por tanto el hogar es el lugar, que se adecúa a sus características innatas: La conclusión del libro de Scheninfeld es la de que, a pesar de todas las tentativas en contrario, el puesto de la mujer es el hogar, y su oficio es el de ser atractiva y endulzarles la vida a los hombres. 26


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