Yasnaia Poliana. Revista de Literaturas Eslavas nro. 5

Page 81

YASNAIA POLIANA

Y justo en ese momento la Muerte regresó: – Hoy se cumplen treinta años. El tiempo se terminó. Prepárate, soldado, he venido por ti. El soldado no discutió. – Soy un soldado, estoy listo a responder al toque de diana. Si ya llegó la hora, trae el cajón. La Muerte llevó un ataúd de roble con cierres de hierro y levantó la tapa. –¡Acuéstate, soldado! –Y este, enfurecido, gritó: – ¡¿Qué estás haciendo?! ¿No conoces el orden de las cosas? ¿Acaso un viejo soldado debe cumplir órdenes así como así? En el servicio, antes de darnos una orden, el comandante nos mostraba primero lo que teníamos que hacer. Hagamos lo mismo: muéstrame lo que tengo que hacer y luego me das la orden. La Muerte se acostó en el ataúd. – Mira, soldado, así es como te debes acostar, estiras las piernas y cruzas las manos sobre el pecho. El soldado esperó un momento. Cogió la tapa, cerró de golpe el ataúd y ajustó los cierres. – ¡Quédate ahí acostada! Yo aquí estoy bien. Llevó el cajón hasta un acantilado y lo arrojó con tanta fuerza que cayó precipitadamente en el río y este llevó a la Muerte al mar, donde permaneció durante muchos años. La gente vivía en abundancia y le agradecían al soldado. Él mismo no envejecía. Sus nietos se casaron, dio a sus nietas en matrimonio y enseñó a vivir a sus bisnietos. Se preocupaba por el cuidado de su hacienda, trabajaba día y noche, y no necesitaba descansar. Hasta que un día, en el mar, se levantó una fuerte tempestad. Las olas destrozaron el cajón contra las rocas.

80


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.