LA LOCURA
Revista La Ventana
Más bien parezco un loco Edward Iván González Quiñones* { Estudiante de Antropología. Universidad Nacional de Colombia.} edwardgonzalezquinones@gmail.com
Me dijo, inadvertida, que parezco loco. Sus imágenes son reminiscencias instantáneas. Desconfío de mi memoria; dudo de la realidad que viví junto a ella. Son tormentosas las posibilidades de que haya sido un sueño; un sueño de ensueño, tornándose en pesadilla. La cerveza no es bebida para recordar. Es amarga, al cabo; sabe muy amarga hoy. Suena música que voy programando. Una rocola; decenas de monedas de doscientos para escuchar música de la que quiera, y en los rincones de una cantina se oye despecho, todos diciendo lo mismo. Javier Solís. José Alfredo Jiménez. Chavela Vargas. Vicente Fernández. Julio Jaramillo... Se va oscureciendo y no la dejo de pensar. Temo la llegada de la noche. Todas las canciones parecen ser mi historia, son mis composiciones. Ese bolero es mío... qué importa quién lo haya hecho, es mi historia y es real... Ese bolero es mío, por un derecho casual, porque yo soy el motivo de su tema pasional.1 El aguardiente sería mejor ahora, pero nunca me ha gustado su sabor, prefiero chirrinchi. Sabe dulce, mucho más ardiente. Es traicionero; enloquece. Quema. Revuele los sentimientos. En ese salvaje occidente de Boyacá, tierra del destilado de guarapo, el chirrinchi, pocos lo toman, muchos menos quienes lo admiten. Desconozco la razón por la cual me lo dice. Una tarde, de sol fingido, típico de la capital, Nacho, otrora cuentero, nos contó el cuento de “el amor y la locura”. Ingenuo, muy parecido a los mitos de origen recogidos por los antropólogos entre las mentalidades “infantiles” y “primitivas”, relata un juego 1 En adelante las frases en cursiva indicarán fragmentos de canciones. Evito ponerlas entre comillas porque son mis palabras, del mismo modo en que pueden ser las del lector, o cualquiera que cante como suyas esas letras.
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