Revista Circe

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una bomba el 27 de noviembre de 1989 —Allí murió él. Fue alguien que influyó mucho en mi interés por la literatura. Es un relato de confesión, con la historia de él y la mía en torno a ese hecho, como homenaje a las ciento once víctimas. Él fue periodista de El Colombiano, me regaló bastantes libros y me enseñó mucho sobre literatura. Con esas tragedias debe pasar un tiempo para que la gente las decante y se pueda hablar de ellas— Alonso pasa a otro aspecto de su vida: sus libros. —Mandé mis libros para Pensilvania y con eso hicieron una biblioteca que se llama Alonso Aristizábal. Tres mil ejemplares se fueron para allá, también porque necesitaba darle espacio a las nuevos libros—, aprovecha el tema para hablarnos de la trascendencia de la lectura para los escritores en formación —hay que leer los autores de siempre y los de ahora. Es algo simple, pero no por ello fácil por la dedicación que exige— en su opinión, hay libros buenos y novelas buenas —primero que todo porque están bien escritas— habla de la literatura como una forma de vida. —Hay un momento en que te preguntas ¿Voy a ser rico o pobre? No. Voy a ser feliz y punto. Yo digo que eso es a lo que uno tiene que apostar. Ahora creo que uno como escritor está con una antorcha para que la gente crea en los sueños que el mundo necesita—. Comprendemos su punto cuando nos dice que los libros no van a desaparecer mientras los escritores tengan la responsabilidad de garantizar su existencia más allá del interés económico, y que hay que pensar en hacer buena literatura, — toda la literatura es un solo libro en el que cada autor escribe su propia página. Jugarse con la

literatura es pensar que escribimos una obra, no una novela o un libro de cuentos. Aunque uno piensa en lo que escribe cada día, así sea un poema por ejemplo. Fue lo que hizo Silva que se pasaba días escribiendo solo ese poema que es su gran obra. Luego vienen los demás poemas. La literatura no es únicamente emoción, también investigación, estructura y conocimiento. Lo mejor para entender esto es leer toda la obra de un autor—. Pasamos a lo que significa el oficio de escritor y a un punto que él enfatiza en sus clases, con los aspirantes a escritores, la salud. —Las Maestrías tienen que dar cuenta del oficio, de lo que significa escribir, pero también de la salud de quienes se dedican a él. Muchos escritores enloquecen periódicamente, como T. Capote que se iba por carretera entre muchos pueblos, diez o quince días a andar. Si tú pasas muchas horas sentado tienes que saber qué hacer para estar bien desde el punto de vista físico y psicológico—, otro tema que resalta en sus clases es la necesidad de escribir como se hace hoy en día, de ser actual. —La escritura se reinventa. Cada época tiene su estilo marcado por características especiales. La literatura epistolar es muy importante en el siglo XIX cuando la mayoría de las narraciones eran cartas. Goethe, por ejemplo, escribió varias novelas así. Hoy estamos marcados por el relato policíaco. La novela, el cuento y el ensayo, son géneros del siglo XIX. Se dice que el siglo XX ha producido un solo género: la crónica, y Capote logró que esta se convirtiera en crónica literaria. Hay crónicas que parecen literatura, la diferencia es la imaginación. Uno toma un texto de esos y, si está ceñido a la realidad es crónica; si pasa a la fantasía es literatura—. Otro aspecto es el modelo que sigue cada obra —considero que están pendientes los grandes temas

Circe, revista estudiantil de creación literaria | # 1 | Entrevista

Tribunal Superior de Medellín. Me mandaban los cheques de firma dudosa, para verificar su autenticidad. Cogí varias estafas— comenta entre risas. Su vida está llena de literatura, trabajó más de veinte años leyendo libros y haciendo reseñas para Diners, revista Avianca, El Espectador, La Patria y El Tiempo. Para los dos últimos escribe actualmente en su versión digital. Su conexión con la literatura y la escritura está relacionada con las vidas de su padre y uno de sus hermanos. —Mi padre era el periodista en Pensilvania y escribía en La Patria, de Manizales. La primera novela que me publicó Planeta en el 85 se llama Una y muchas guerras, y es un homenaje a él. Es una historia sobre los hechos que dieron lugar al 9 de abril que marcó sobre todo a su generación. Él me contaba muchas historias al respecto y yo las iba recogiendo. Investigué en las hemerotecas de la Biblioteca Nacional y de la Luís Ángel Arango, leí la prensa colombiana de los años treinta al cincuenta de El Tiempo, El Espectador, El Siglo y La Patria. Un día encontré varios artículos firmados por un tal E. Mirón con varios temas de los que él escribía. Volví donde mi papá y le pregunté de quién se trataba. Y me dijo: ese E. Mirón era yo. Entonces fue algo muy bello porque yo no sabía que él usara seudónimo en algunas colaboraciones de tipo político. Ese libro no lo he vuelto a publicar. Varias veces me han pedido que lo haga. Pero yo tengo muy adelante otra historia paralela que profundiza más hasta llegar a la muerte de Galán que me parece que cierra un ciclo en la historia de Colombia—. Sobre su hermano nos cuenta que lleva muy avanzada una novela. Trata del accidente del avión de Avianca derribado por

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