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CRISTINA MARTÍN JIMÉNEZ
LO QUE LA VERDAD ESCONDE
INSPIRADORA DE UN CAMBIO REAL, LA PERIODISTA Y ESCRITORA, CRISTINA MARTÍN JIMÉNEZ, AUTORA DEL BESTSELLER LA VERDAD DE LA PANDEMIA. QUIÉN HA SIDO Y POR QUÉ, BUSCA ALERTAR A LA POBLACIÓN SOBRE LA NECESIDAD DE ESTAR INFORMADA Y DE LA MANIPULACIÓN A LA QUE HEMOS SIDO SOMETIDOS POR LA COVID-19.
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TEXTO ELENA CRESPO
Se define periodista de investigación y es que su triunfo como escritora de la editorial Planeta, una de las más prestigiosas a nivel internacional, con la que viene trabajando desde hace ocho años, se fundamenta precisamente en eso, en un trabajo de investigación, riguroso y contrastado. “Soy periodista de formación, de hecho, yo lo que quería haber sido es corresponsal de guerra”.
Con ese coraje de quienes arriesgan su vida para ofrecer a los otros la verdad, Cristina Martín Jiménez se me presenta, y es que a esta sevillana le gusta ser transgresora en temas y contenidos. No sé bien si fue un pensamiento que se fue gestando desde sus tiempos universitarios en Salamanca, cuando reflexionaba las obras de Nietzsche y Kafka, o si lleva en la sangre el combate, como parte de su ADN. De hecho, fue autora del primer libro publicado en el mundo acerca del Club Bilderberg (abril de 2005). En Hijos del cielo. Las huellas del Cosmos en la cultura

humana, trata de la actual conquista del espacio por las potencias económicas y las élites globales, y detalla que los propietarios de Facebook, Google, Microsoft, Space X, Amazon o Virgin, así como China y EEUU están invirtiendo ingentes sumas de dinero en el Cosmos para ocupar su liderazgo. “Este anhelo de cielo parece un rasgo humanamente extraño, pero cuando indagué en las primeras obras escritas de las antiguas civilizaciones de la Tierra lo entendí todo”.“La información nos hace libres es un mensaje manido, pero es cierto”, me dice y continúa: “creo que lo importante de mi trabajo es que pueda arrojar información correcta para que las personas tomen mejores decisiones y abran los ojos al mundo sin miedo”, me explica con determinación, la misma con la que estoy segura de que defendió su tesis doctoral, pionera sobre los movimientos del Club Bilderberg, que dirigió el
catedrático de periodismo Ramón Reig. Eso ha hecho desde el principio. En Los amos del mundo están al acecho denunciaba los planes ocultos de la élite del poder, de aquellos que rigen con sus hilos simbólicos el mundo. Ahora, con su obra La verdad de la Pandemia. Quién ha sido y por qué, también da un grito de advertencia sobre un peligro mucho más real que el virus de la COVID-19. “Hay que diferenciar el virus de la pandemia. El virus es una realidad, la pandemia una construcción para manipularlos y para tener miedo”. ¿Cómo en la serie de Netlix La Valla?, le pregunto. “Exactamente”, me dice. “Es una política de miedo para paralizarnos y bloquearnos, para que no pensemos y que tiene como aliados a políticos, filántropos, financieros globales, gobernantes, científicos y periodistas”.
En sus colegas, sus compañeros de la prensa, ha encontrado, según me cuenta, mu-

chas renuencias. “Es paradójico que precisamente entre ellos estén los principales objetores de mi trabajo, cuando deberían ir en contra de ese pensamiento único que se va extendiendo a modo de 1984. Si no defienden el pluralismo informativo, ¿a qué poderes sirven?”.
Las afirmaciones de Cristina en su último ensayo no pasan desapercibidas: la COVID-19 es un arma de guerra. La OMS, un colaboracionista de los gobiernos. “Existe una planificación para arruinar las economías e imponer una gobernanza global”. ¿Y en qué consiste esa gobernanza?, le pregunto “Con la excusa de una pandemia, que es una táctica de guerra diseñada en laboratorios elitistas de ingeniería social, un grupo de poder concreto logra el dominio del mundo.
El virus ha salido de un laboratorio militar. La pandemia es manipulada”. Cristina se adelantó diez años a lo que hoy
vivimos y lo llamó “la táctica de las pandemias”. Que el libro en el que lo expuso fuera censurado durante siete años en España incide en que su advertencia no era en absoluto baladí.
Cristina estudia al poder, pero no al poder clásico que todos conocemos o que creíamos conocer. Estudia a un poder que define como “súper clase”, que quiere debilitar la educación, la salud y conocimiento. “La élite globalista se gestó después de la II Guerra Mundial en reuniones secretas. El poder oculta la verdad y ataca a quienes la exponemos usando una retórica descalificadora. Pero la verdad es más potente que la mentira y siempre acaba ganando”.
Este mensaje de despertar en una situación como la actual, ¿no crees que puede vulnerar los sentimientos del sector salud?, le planteo abiertamente. “El sistema de salud estaba colapsado antes de la COVID-19. Quiero decir que la gripe y otras enfermedades han demostrado la fragilidad del sistema y los intereses que persigue”.
Está en desacuerdo con la imposición de las mascarillas, y cuando le pregunto por el cierre de establecimientos y el uso social de los espacios es muy clara: “Todo es una manipulación y algunos hosteleros ya se han dado cuenta de ello. No hay ningún artículo científico que avale el cierre de sus establecimientos justificado por un alto contagio. Hay que cuidarse, pero no hay que dejar que nos manipulen y nos arruinen económica y moralmente”.
Cristina me habla entonces del modelo chino, una sociedad hipervigilada donde los desobedientes son discriminados por ley. “Quieren una sociedad sumisa y sin amor, y nos domestican prohibiéndonos reuniones familiares y celebraciones como la Navidad. Porque el amor significa fuerza, unión, familia. Todo lo que ahora están atacando para imponer un modelo de relaciones inhumanas”.
Un complot en el que la elite de poder de Estados Unidos también tiene una posición protagónica. “Biden ha ganado para los conglomerados mediáticos

que lo han apoyado, sí. Y, acto seguido, subieron determinadas empresas en los parques de la bolsa, como las farmacéuticas que están liderando el control de la vacuna. Todo está relacionado”.
Cristina, exhausta por las entrevistas, pero agradecida por el interés que ha despertado en el público, me adelanta que vienen nuevos proyectos. “Te confieso que, a pesar de esta vorágine de presentaciones, ya estoy pensando en mi próximo libro”. Imagino que se inspirará en Chipiona, en Cádiz, donde se relaja y se concentra. No le digo nada, pero estoy deseando que su obra sea prolija y abundante.