Revista de la Etnografia de Venezuela

524 años

La pobreza del Añu y la muerte de su lengua Futbol, apuestas y el buen gusto de los Piroa Etnografía Venezuela es el país con mayor mezcla racial en todo el continente

LA MEZCLA INDIGENA

En Venezuela

Concepto básico

Etnografía La población venezolana es altamente heterogénea, la mayoría de los habitantes son mestizos (69%) y el resto tiene antepasados africanos (9%), criollos europeos (20%), en su mayoría descendientes de los españoles e indios americanos (2%). También de la inmigración, entre ellos, italianos, portugueses, así como pequeñas colonias en familias alemanas, británicas y menonitas. Hay asiáticos, de China, Japón, países árabes, y también judíos La mayoría de la inmigración árabe en Venezuela consiste en libaneses y sirios.

A finales del siglo XIX llegaron los primeros inmigrantes de habla árabe, dedicándose al comercio y a la pesca de perlas en la Isla Margarita. A principios del siglo XX llegaron más personas de origen árabe. Como en aquel entonces estos países estaban bajo el dominio turco, estos inmigrantes traían pasaporte de ese país, razón por la que hasta hoy se les llama

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coloquialmente turcos. Todavía en la actualidad muchos de estos inmigrantes se dedican al comercio en las principales ciudades del país.

Hay indígenas americanos principalmente de origen caribeño.

Gran cantidad de inmigrantes han llegado a Venezuela en el siglo XX. La etnografía de Venezuela se caracteriza por ser el resultado de la mezcla de tres grupos étnicos principales: amerindios, europeos y africanos subsaharianos. Los mestizos representan más de la mitad de la población, seguido por los blancos, negros e indígenas americanos. Otros grupos, como los asiáticos, se han incorporado recientemente a la etnografía venezolana.

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Según un censo del 2011 teniendo como opciones “Negro” “Moreno” “Blanco” u “otra” un 50,55% de la población dijo ser moreno, 45.5% se identificó como blanco, un 0,75% dijo ser negro, y 0,4% dijo ser afrodescendiente y el resto (1,2%) mencionó que es de otra raza.

"Es toda persona cuyas características fenotípicas son menos marcadas o pronunciadas que de la persona definida como negra o negro. Es un término que en algunos contextos puede ser utilizado para suavizar las implicaciones discriminatorias que conlleva ser una persona negra." Así lo define el XIV Censo Nacional de Población y Vivienda, del 2011

mestizo Se aplica el término mestizo a personas con una apariencia intermedia entre los estereotipos indígenas, europeos y africanos. Los mestizos están distribuidos en toda Venezuela. El mestizaje en Venezuela comenzó en el siglo XVI cuando los conquistadores y colonos españoles se unían con mujeres indígenas o africanas, debido a la escasez de mujeres españolas en el país. También habían enlaces entre esclavos africanos y mujeres indígenas, dando origen a los zambos.

Abuela negra, madre mulata, esposo e hijo blancos; esta pintura sintetiza una realidad en el blanqueamiento de la piel de la población

Amerindios

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Muchos de los pueblos indígenas fueron absorbidos por el mestizaje, pero aún existen grupos indígenas que mantienen su cultura e idiomas propios. De acuerdo al censo de 2011, la población indígena del país ascendía a 725.128 personas, lo que representa el 2,7% del total nacional. El 36,74% de los indígenas todavía vivía en comunidades indígenas de carácter rural, especialmente en los estados de Zulia, Bolivar, Amazonas y Delta Amacuro. Dentro de la población que se autorreconoció como originaria, un 57,3% dijo ser de la etnia wayúu; 6,7% warao, 4,7% kariña, 4,2% pemón; el 3% cada uno, jivi, cumanagoto, añu y piaroa; 2% chaima, pume y yukpa y 1,3% yanomami.

Europeos Población Wayúu

Los inmigrantes europeos eran al principio colonos españoles. En el siglo XX llegaron millones de personas provenientes de España, Portugal, Italia, Alemania y Europa oriental, etc, debido a la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y el crecimiento económico del país, aportando a la sociedad venezolana nuevas formas culturales como gastronómica, infraestructura, etc.

Africanos subsaharianos La población negra africana fue traída como esclava, sobre todo en las tierras bajas costeras, comenzando a principios del siglo XVI, y continuando hasta el siglo XIX.

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A 522 años de la llegada de Cristóbal Colón a América, Venezuela es el país con mayor mezcla racial en todo el continente, una característica a la que su capital añade además una amplia gama de nacionalidades: chinos, árabes, españoles, italianos, portugueses, colombianos, peruanos y ecuatorianos, entre otros, han hecho de Caracas su casa. Y una cosa ha influido en la otra: el hecho de que la composición racial de Caracas sea distinta al resto del país se debe en gran parte a que esta ciudad fue la que recibió a la inmigración canaria del siglo XIX o a la europea de la posguerra.

Pero también acogería luego a los inmigrantes chinos que escapaban de la revolución cultural en los 60 y a quienes huían de las dictaduras del cono sur (en su mayoría descendientes de europeos). A eso hay que agregarle que la mano de obra esclava no se concentró tanto en la capital y que los dueños de la tierra eran tradicionalmente blancos.

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La sangre de todos

En Venezuela la mezcla racial ha sido tan común que no solo no existió un racismo institucionalizado, sino que apenas y se han realizado estudios sobre su composición racial. En los censos de población, desde 1871 hasta hoy, el dato sobre la raza ha estado ausente. Como dice Briceño León: "Ya una pregunta sobre la raza era vista como una construcción racista".

Eso no quiere decir que el racismo no haya estado presente en la sociedad: "Los estudios antropológicos demuestran que todos los pueblos son racistas en alguna medida, pues siempre se tiende a desconfiar del que es distinto (la acepción original de "bárbaro" es "extranjero"), pero hay que destacar que aquí no hay un racismo institucional".

Aparte de los estudios del propio Briceño, también destacan los que ha realizado la antropóloga Dinorah Castro. En Sobre el Proceso de Mestizaje en Venezuela (2010, realizado junto a María Matilde Suárez), se concluye que los estudios genéticos confirman que Venezuela es "un país amalgama".

"este es un país de mestizos en la sangre, la mentalidad y la cultura"

Características étnico-somáticas

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Actualmente, según el crítico D'Ambrosio y otros estudiosos, aproximadamente el 70 % de los venezolanos son mestizos/criollos —el 40 % con rasgos mayoritariamente blancos, el 20 % con rasgos mayoritariamente negros y el 10 % con rasgos mayoritariamente indios—, el 20 % son blancos, el 8 % son negros y el 2 % indios.

Por otro lado, la existencia de venezolanos blancos con ojos azules y cabellos rubios es casi nula, siendo limitada a pocos descendientes de la inmigración europea de los años de Pérez Jiménez. La única localidad venezolana donde se encuentra un número consistente de ellos es la Colonia Tovar y el estado Mérida.

Cabe destacar que, según estos estudiosos, prácticamente no hay negros puros en Venezuela, ya que también los más oscuros de piel, que se encuentran especialmente en el área de Barlovento son en realidad «mulatos oscuros».

Además en el interior del país, a más de 100 km lejos de la costa la presencia de personas negras o mulatas es casi nula.

Además, de acuerdo con un estudio genético de ADN autosómico realizado en 2008 por la Universidad de Brasilia (UNB), la composición de la población de Venezuela es: 60,60 % de la contribución europea, el 23 % de la contribución indígena americana y 16 % de la contribución africana.

Estatura La mayoría de los venezolanos tenía estatura mediana: los hombres alrededor de 170 cm y las mujeres entre 160 y 165 cm. Los pocos (probablemente menos del 5 % del total) con más de 180 cm eran hombres blancos y negros.

Los indios, especialmente en el Territorio Amazonas, medían cerca de 160 cm (las mujeres indias no llegaban a 150 cm en muchos casos). En ninguna zona de Venezuela había fenómenos de nanismo.

Peso El peso de los venezolanos tendía a ser excesivo entre los blancos (donde el 20 % acusaba problemas de obesidad, especialmente en las grandes ciudades), pero era escaso entre los indios. No había problemas de malnutrición en ningún estado de Venezuela.

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Aspectos secundarios

Los hombres de las etnias indígenas no tenían «barba», mientras que la mayoría de los blancos (especialmente de tipo mediterráneo) la tenía muy desarrollada. La calvicie no era común. El tipo «dolicocéfalo» de cráneo era muy reducido en porcentaje, mientras que era abundante el tipo «braquicéfalo».

Aproximadamente el 20 % de los venezolanos llevaba anteojos para la vista. Los ojos claros eran muy escasos (menos del 1 %), mientras que el 75 % tenía ojos de color negro o marrón oscuro. Los venezolanos con cabellos lisos y/o ondulados eran la mayoría, aunque había un 15 % que tenía cabellos completamente crespos de tipo negroide. El color negro del cabello era el predominante. La población anciana (aunque en crecimiento) era escasa, siendo la curva demográfica de Venezuela caracterizada por mucha juventud. Casi todos los ancianos con cabellos blancos (alrededor del 90 %) eran blancos y criollos con rasgos mayoritariamente blancos. Eran muy escasos los indios y negros con más de 75 años.

El área metropolitana de Caracas en 1980 estaba poblada principalmente por blancos —de tipo mediterráneo españoles, italianos, portugueses, etc.— y por criollos con rasgos mayoritariamente blancos —el 67 % del total que entonces era de unos 3 millones de habitantes, o sea unos dos millones—, pero registraba una numerosa minoría negra y criolla con rasgos mayoritariamente negros o indios —el 33 % del total, o sea un millón—. La componente india era casi nula. La Dirección de Extranjería de Caracas calculaba en 1.105.800 los extranjeros legalmente residenciados en Venezuela en 1976: de estos casi 850,000 eran de

origen europeo, que se concentraban, por el 75 %, en el área metropolitana de Caracas. O sea que, según el estudio de D'Ambrosio, más de 600.000 europeos vivían en Caracas, donde eran mayoría en urbanizaciones del este de la ciudad como Altamira, Palos Grandes, Prados del Este y Las Mercedes. Estas urbanizaciones, en la llamada «Venezuela Saudita» de esos años, eran frecuentemente citadas como áreas de nivel europeo-norteamericano, como riqueza pero también como tipo de habitantes.

La pobreza del Añu y la muerte de su lengua Más de la mitad de las lenguas del mundo dejaran de existir para mediados de este siglo. Con ellas desaparecerán, inevitablemente, corpus de conocimientos ambientales y culturales acumulados y codificados a lo largo de milenios. En un contexto cada vez mas globalizado e interconectado, la supervivencia de muchas de estas lenguas no depende ya de la voluntad de conservación que tengan sus hablantes, sino de circunstancias que sobrepasan sus capacidades, vinculadas a situaciones de pobreza, discriminación y, a menudo, violencia.

Este es el caso de Yofrys Márquez, el último hablante jóven de la lengua Añú, de filiación Arawaka, perteneciente a un pueblo indígena del mismo nombre (conocido también como Paraujano), que habita en una amplia zona ribereña del occidente de Venezuela (principalmente de la Laguna de Sinamaica y la boca del Lago de Maracaibo).

Durante siglos, los Añú han sido sometidos a procesos de discriminación y exclusión, al punto que hace mas de cincuenta años eran ya considerados en vías de extinción y prácticamente sin rasgos culturales distintivos. Johannes Wilbert, uno de los pioneros de la etnografía en el país, sentenció en los años setenta que los Añú “han estado al borde de la aniquilación cultural y hoy tenemos que clasificarlos como culturalmente extintos”.

Cuarenta años mas tarde, sin embargo, siguen ahí, pero la historia personal de Yofrys, quien podría convertirse pronto en el último de hablante de su lengua, deja ver que las razones que llevaron a Wilbert a semejante conclusión no han perdido vigencia.

Yofrys nació en la Laguna de Sinamaica, el 29 de enero de 1979, y desde que tenía año y medio fue dejado al cuidado de su abuela, Ana Dolores Márquez –Dolores o Dolorisa, como le dicen en La Laguna– “porque era muy enfermizo”, según su propia versión. La enfermedad que tenía era malaria.

De su abuela aprendió la lengua Añú. “Hasta los cinco años no entendía nada, ni siquiera sabía que el idioma existía.

Escuchaba a mi abuela hablando con una sobrina y con otras abuelas… y le comencé a prestar atención… pero mi abuela, por voluntad propia, nunca me dijo ‘ven acá para enseñarte'”.

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Pero su niñez fue de encierro, por lo que aprendió Añú de todas maneras. Yofrys permanecia la mayor parte del día en su casa y, aunque desde los nueve años asistió a la escuela, salía poco mas que para ir a la escuela por decisión de su abuela. A los diez años comenzó a ayudar a su abuelo en el trabajo de la casa y no pudo terminar la primaria. “Me faltaron tres meses para terminar, pero mis abuelos no pudieron darme más cobres y no pude ir…”.

A los quince años se mudó a Lagunetas con Ida, su madre, quien luego de tres meses regresó a Sinamaica y lo dejó sólo con su padre, a quien prácticamente no conocía. Yofris, sin trabajo, ayudaba esporádicamente a su padre con la pesca.

Años más tarde regresó a Sinamaica y fue contactado por Magaly Silva, coordinadora del proyecto MOCUPA (Movimiento Cultural Paraujano), para que colaborara con un proyecto de revitalización de la lengua Añú.

Yofrys se rehusó varias veces. “Le dije que no, porque me daba pena y me fui para La Rita. Cuando regresé, Magaly apareció de nuevo en mi casa, con un grabador, y me escondí. No acepté. Me daba pena hablar con gente extraña”.

Eventualmente aceptó, convirtiéndose en actor clave en el rescate del Añú: “traduciendo cuentos y palabras, y verificando términos que se habían recogido de Josefita y de otros abuelos de la laguna”.

También comenzó a dar clases como voluntario en la escuela pero, señala, “los maestros le daban poca importancia a lo que uno iba a enseñar y se burlaban”. Al poco tiempo dejó la Laguna nuevamente y, desde entonces, vive en un barrio del Moján, con sus dos hijos y en una pobreza casi absoluta… esperando una oferta de trabajo que nunca llega. Con el deseo de poder continuar con el rescate de su lengua.

Alí Fernández trabaja con los Añú y lucha por el rescate de su lengua, sus tradiciones y sus derechos desde hace tres décadas.

La vida de Yofrys Márquez es un reflejo de la fortuna de muchas lenguas indígenas que están en vías de desaparecer. Las lenguas indígenas mueren de lo mismo que mueren la mayoría de los indígenas… de pobreza y exclusión.

Fútbol, apuestas y el buen gusto de los Piaroa Uno de los fenómenos más singulares y menos explorados en la etnografía venezolana ha sido el fútbol indígena. En especial entre los Piaroa, unas 14 mil personas que hacen vida en el sur de Venezuela.

La participación de jóvenes, adultos y mujeres piaroas en este universo futbolístico no ha conducido a la acumulación material ni a su subordinación a una lógica estatal o transnacional de sociabilidad, sino que, por el contrario, les ha servido para potenciar una serie de prácticas locales ligadas a su ritualidad, su identidad, sus visiones estéticas y las pautas de reciprocidad que, aún hoy, rigen muchos aspectos de su vida cotidiana. Uno de los aspectos donde este choque de lógicas deportivas y de economía política se hace más evidente es, indudablemente, en lo que refiere a las apuestas. Para muchos piaroas, los encuentros carecen de propósito y son prácticamente irrealizables sin la fijación de un premio monetario.

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En el fútbol piaroa gana el equipo que obtenga cuatro goles o acumule mayor cantidad de goles en un lapso de 40 minutos.

Sin embargo, lo mas significativo es lo que pasa después del partido…

El equipo ganador cobra la apuesta en efectivo y procede a gastarlo, inmediatamente y en su totalidad, en alimentos y bebidas que se consumen en el sitio. La atmósfera que impregna esta simple y espontánea ceremonia es de convivialidad y solidaridad. Los ganadores a menudo comparten el botín con sus familiares cercanos. Los perdedores no participan de este micropotlatch tropical.

Diversas normas morales obligan a los jugadores al cumplimiento estricto de estas reglas y su violación a menudo acarrea su exclusión de futuros partidos.

Las apuestas, además, no son actos individuales, sino transacciones colectivas, financiadas por las personas

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económicamente mejor posicionadas.

Este sistema de apuestas, con sus peculiaridades y normas, probablemente halle una explicación en el contexto económico y social del mundo piaroa contemporáneo.

Las disputas futbolísticas indudablemente han promovido un flujo de papel moneda a nivel cotidiano que, si bien no genera formas explícitas de riqueza o pobreza, sí tienen ciertos efectos materiales específicos. Las apuestas no sólo establecen canales para la circulación del dinero –indispensable en los contextos urbanos donde viven o se desplazan diariamente los Piaroa de hoy– sino que condensan un esfuerzo moral por reestablecer la equidad y la horizontalidad material que se ve amenazada con su integración al mercado laboral y a la economía mercantil.

La filosofía social piaroa establece que la facultad de construir vínculos duraderos y horizontales con otros es una condición indispensable de la ser-humanidad. La vida es impracticable sin un equilibrio y una correlación de fuerzas antagónicas y diversas. Los Piaroa, en efecto, usan continuamente el término adiwa –una palabra que se traduce como bueno, bello, saludable– justamente para referirse a la vida ideal. Los actos de reciprocidad y sociabilidad son percibidos como muestras de rectitud moral y como acciones merecedoras de este calificativo. En cambio, las actitudes egoístas, individuales y mezquinas son rechazadas y percibidas como estéticamente desagradables (suraja).

El sistema de apuestas es una expresión metafórica de estos principios. En medio de una realidad multi-étnica, llena de incertidumbres y cambios, donde los empleos son escasos y los ingresos desiguales, la posición que los Piaroa defienden es la de una economía moral.

Aunque el impacto real de estas singulares transacciones es hasta cierto grado incierto, desde la perspectiva de los jugadores y los espectadores las apuestas funcionan como una especie de “educación sentimental”, como diría Geertz, que permite recrear, entre goles, risas y festejos, sus propias aspiraciones existenciales.

Este curioso sistema de apuestas orinoquenses comprueba que, para los Piaroa, en el fútbol no solo importa ganar, sino que, como dijera Jorge Valdano…

“El día a día de los indígenas en Venezuela..” @etnografiadevenezuela Etnografía de Vzla etnografia_vzla@gmail.com

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