Cuaderno Formativo 13 Los jóvenes ante el silencio - marzo 2008

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Elizbarrutiko Gazte Pastoraltzako Ordezkaritza Delegación Diocesana de Pastoral con Jóvenes

Vitoria - Gasteiz

Elena Andrés

Marzo 08 Martxoa

cuadernos formativos

Los jóvenes ante el silencio y la meditación Gazteak isiltasun eta meditazioaren aurrean


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Los jóvenes ante el silencio y la meditación Elena Andrés Profesora de Religión y animadora de la fe en la Cueva de San Ignacio (Manresa) © Revista “Joves i evangeli” nº 6 (Creyentes de mente y corazón). ISCR Don Bosco Barcelona (pgs. 69-82). Autorizado por Elena Andrés.

Dios está siempre dispuesto, pero nuestra falta de preparación es grande; Dios está cercano a nosotros, pero nosotros estamos lejos de Él; Dios está en nosotros, nosotros estamos fuera de nosotros; Dios está en su casa en nosotros, nosotros somos los extranjeros. (Maestro Eckhart, sermón nº 8) Cuando leemos las sabias páginas de tantos maestros y maestras de vida interior descubrimos un mensaje que nos interpela, que nos ayuda, que nos indica los escollos y luces del camino espiritual, sus diferentes fases. Entonces caemos en la cuenta de que esto de la vida interior ha tenido y tendrá siempre las mismas dificultades para toda persona que decida adentrarse en las sendas que conducen al encuentro con Aquel que nos habita. Por este motivo he elegido para abrir esta intervención una cita del Maestro Eckhart. Sus palabras, que llegan hasta nosotros desde la lejanía del siglo XIV, iluminan algo de lo que generalmente nos olvidamos: Dios está siempre dispuesto, pero ¿dispuesto a qué? A darse, a verterse por completo en nosotros, a hacernos experimentar su Amor, ese Amor cuya vivencia más íntima y profunda Él desea dar a todos y todas. Pero nuestra falta de preparación es grande... He aquí el quid de la cuestión que nos ocupa: la vida interior es un proceso y como todo proceso tiene sus etapas a modo de peldaños de una esca-

lera (S. Juan Clímaco), sus diferentes estancias (Sta. Teresa), sus “semanas” (S. Ignacio), sus siete modos de amor (Beatriz de Nazaret), sus tres transformaciones (Ángela de Foligno). Y es esto precisamente lo que solemos olvidar: que la vida interior tiene unos tempos, un ritmo o cadencia que conviene conocer y respetar. Jóvenes y adultos, seamos sinceros, encontramos dificultades para acallarnos, para dirigir la atención hacia el Otro y dejar que él se dé a nosotros. Pero, lo cierto, es que los jóvenes encuentran especial dificultad en esto del silencio y la meditación 1. Los acompañantes de grupos jóvenes, los catequistas y animadores, nos damos cuenta de que las propuestas de silencio y oración que años atrás eran bien acogidas por la mayoría de los chicos y chicas, hoy no funcionan, no les llegan o les cuesta mucho más entrar en ellas. Estamos ante jóvenes con una sensibilidad diferente porque también la sociedad ha cambiado y estos cambios no son, ni mucho menos, irrelevantes. Señalo uno de los que tiene mayor impacto en la sensibilidad religiosa de nuestros jóvenes y es el hecho de que vivimos ya en una sociedad multicultural en la que la presencia de otras religiones y, por lo tanto, de otras formas de vivir el camino espiritual, es una realidad con la que ellos y ellas están en contacto. Por ello ante el título de mi intervención me planteo la siguiente pregunta:

1 Etimológicamente, meditación indicaría un camino o proceso hacia el “medio” o centro. La palabra “meditación” tiene relación semántica

con la raíz indogermánica med, que significa caminar y también medir.

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1. ¿Qué silencio? ¿Qué meditación? Permitidme que os confiese que cuando leí el título de esta intervención no pude evitar preguntarme por qué no se titulaba los jóvenes ante la oración. La respuesta que me doy y que os ofrezco es que precisamente para llegar a la oración entendida como “lugar” de diálogo con el Padre que ve en lo secreto (Mt 6, 5-6) es necesario primero encaminarse progresivamente hacia el “medio” de la propia vida, “medir” la profundidad de la huella que determinados acontecimientos han dejado y están dejando en ella y descubrir si Dios es acontecimiento o tan sólo una idea. Por otro lado, la experiencia me dice que la receptividad de muchos adolescentes y jóvenes ante una propuesta de oración no es grande y si lo es ante la propuesta de una relajación o de una visualización, un ejemplo: cuando expongo el horario de un retiro o convivencia hay que ver la cara de los chavales cuando dices “a las 8:40: oración de la mañana” y cómo cambia su cara cuando dices “cada noche, antes de acostarnos haremos media hora de relajación y visualización”. Ya imaginaréis que la cara de mayor interés, curiosidad o entusiasmo no la veo con el primer anuncio... No nos hemos de desanimar, estos son los jóvenes a los que hemos de anunciar la Buena Noticia y esta es su realidad, en ella y a partir de ella hemos de crear los caminos que les lleven a la sorpresa del encuentro íntimo con Dios. Precisamente, porque como decíamos antes, nuestros jóvenes están cada vez más en contacto con otras tradiciones religiosas, también es cierto que se sienten atraídos por todo ese universo de técnicas de meditación e introspección que provienen de ámbitos que nosotros calificamos como oriental y que abundan en nuestras grandes ciudades. En los talleres de interioridad, retiros y convivencias me encuentro cada vez con más jóvenes que están familiarizados con el yoga, el Reiki o el Tai Chi y que, en cambio, desconocen los caminos de silenciamiento y meditación cristianos. De nuevo no ha de ser este motivo de desánimo, sino impulso para nuestra creatividad. Por ello

Isiltasun eta meditazio teknika “orientalak” erretiro edota elkarraldi batean erabiltzeak, tradizio kristauaren proposamenei uko egitea suposatzen du? ez, ziur ez.

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me pregunto de qué silencio y de qué meditación hablamos; dicho de otra manera: ¿qué tipo de experiencias de silencio y meditación hemos de ofrecer a nuestros jóvenes? Incluir técnicas de silenciamiento y meditación “orientales” en un retiro o en una convivencia ¿supone renunciar a las propuestas que forman parte de la tradición cristiana? Ciertamente no. La propuesta que os hago va en la línea de convertirnos en constructores de puentes que unan lo mejor de nuestra tradición con lo mejor de otras tradiciones sabiendo que, más allá de las palabras, de las terminologías propias de cada tradición, hay un fondo común de experiencia o, mejor dicho, una experiencia común de fondo: la experiencia de Dios.

1.1 El impacto de “lo oriental”: cuando callar y meditar “están de moda” “Gracias a la experiencia de meditación muchos occidentales han descubierto una nueva profundidad en sus vidas, has sido capaces de mirar con nuevos ojos su propia tradición cristiana y quizá reconciliarse “después del rechazo generacional” 2. En primer lugar permitidme señalar que utilizo la expresión “estar de moda” o “no estar de moda” no en sentido peyorativo, sino sencillamente porque forma parte de la forma de expresarse de los adolescentes y jóvenes, para ellos y ellas algo “se lleva” o “no se lleva”, está de moda o no y eso les marca en su apreciación de las cosas. Digo esto porque cada vez son más los cristianos católicos que, habiendo abandonado la práctica cristiana, buscan en otras tradiciones religiosas. Un ejemplo: en mis talleres y convivencias utilizo mucho el incienso para los momentos de oración y durante las relajaciones y visualizaciones. Siempre se me acerca algún chico o chica a decirme: Ya sé lo que es eso que huele tan bien, es incienso, mi madre lo usa en su habitación mientras hace yoga (o mientras medita o...). Es decir, los padres de no pocos de los destinatarios de nuestra acción pastoral, meditan, hacen yoga, Tai-Chi... Unos como camino para vivir la espiritualidad cristiana (la práctica de tal o cuál técnica oriental de meditación y silencio les ha hecho capaces de mirar con nuevos ojos su propia tradición cristiana y quizá reconciliarse después del rechazo generacional). Otros como el nuevo camino encontrado, dejando fuera por completo lo cristiano. Por ello, muchos jóvenes captan en su ámbito familiar y en sus relaciones que llena más practicar yoga que orar, se lleva más, en definitiva. Es un hecho que, en nuestra sociedad occidental en la que el logro del estado del bienestar exige el sacrificio de horas de trabajo de alto nivel competitivo, el hombre y la mujer buscan espacios de silencio, de paz, de sanación de

2 Vicente MERLO, Les noves formes de religiositat. Ed. Cruïlla, Barcelona 2001, p. 119


las heridas que el estrés provoca. Si paseamos por cualquier gran ciudad y Barcelona creo es hoy por hoy el mejor exponente, encontramos las paredes forradas por carteles que anuncian cursos de relajación, yoga, meditación, autocrecimiento, Chi-Kun, Feng-Shui y una gran cantidad de propuestas con evocación oriental. Pero, como señala Vicente Merlo en el artículo ya citado, “Oriente” es un concepto muy extenso que comprende una gama muy diversa de culturas, religiones y caminos espirituales 3. Esta llegada de “lo oriental” a nuestras orillas vitales tiene un aspecto muy positivo en cuanto funciona de factor equilibrador entre la racionalidad y el peso de la palabra propio de occidente y la intuición y el silencio propios de oriente. Este contacto entre culturas es enriquecedor cuando es auténtico, sin embargo existe el peligro de extrapolar y aplicar a nuestro contexto occidental técnicas que forman parte de caminos espirituales encarnados en culturas muy diferentes de la nuestra, desnudándolas de su auténtico sentido, vanalizándolas, “poniéndolas de moda” y convirtiéndolas, finalmente, en un camino de auto-gratificación alejado de la profunda sabiduría de la que nacieron.

ofrecerles espacios de encuentro con su interior a partir de técnicas que tienen en cuenta la totalidad de la persona y que también les prepara para el descubrimiento de una nueva manera de orar. La meditación es una buena herramienta siempre y cuando estemos atentos a las trampas del narcisismo que puede generar este ejercicio de “mirarse por dentro”, sin embargo, también habremos de estar muy atentos a la reacción de rechazo o temor que puede generar el encuentro con las zonas oscuras del interior para poder ofrecer a los chicos y chicas una comprensión realista y esperanzada de esa mezcla de luces y sombras que todos llevamos dentro.

2 Silencio y meditación en el cristianismo Como acabamos de señalar, la oración cristiana nos sitúa frente a los otros y frente al Otro, pero también nos resitúa en nuestra identidad, una identidad que se construye en la continua referencia al mundo que me rodea y a ese Otro que es misterio presente en mi vida. El ejemplo de la oración cristiana no puede ser otro que la oración de Jesús.

2.1 El ejemplo de Jesús 1.2 Orar “no está de moda”: ¿oración versus meditación? De nuevo me circunscribo a la realidad que palpo en mi trabajo con adolescentes y jóvenes. Para ellos y ellas orar, hacer oración supone adentrarse en un universo desconocido en el que se pierden a veces. Nuestro papel es el de abrirles caminos, preparar el terreno para que puedan ir entrando, poco a poco, en el silencio orante. Y la meditación puede ser el comienzo del proceso. En este punto creo conveniente resaltar la diferencia de fondo que hay entre la meditación oriental y la oración cristiana. Podríamos decir que la meditación es un camino hacia el descubrimiento de la propia identidad, en ese camino vamos comprendiendo las luces y sombras de nuestro interior para poder crecer en libertad personal. La oración, que también nos pone en contacto con nuestra identidad, nos sitúa, en cambio frente al polo de la alteridad: Dios y los otros son “lo otro” de mí. Por eso, a nuestros jóvenes les resulta más gratificante la meditación en cuanto descubrimiento de la propia identidad, y les cuesta más la oración en cuanto descentramiento de la mirada que pasa de la auto- contemplación a la contemplación de los otros y del Otro. Así pues, meditación y oración no se excluyen sino que se complementan. Como veremos después, para situar a los jóvenes ante el silencio, primero conviene

3 Ib. p. 113

En los evangelios, leemos momentos en los que Jesús ora (Mc 1,35; 6,46; 14, 32- 42. Mt 11,25-26. Lc 3,21;5,16;6,12; 9;18; 9,28-29; 11,1;22,32; 22,39-46; 10,21. Jn 11,41-42; 17,1-26); y también recomendaciones de Jesús sobre la oración (Lc 21,36; 6,37-38.41-42. Mt 6, 115; 7, 7-11). Jesús ora antes y después de cada acontecimiento, de cada acción. Así, ora antes de elegir a sus discípulos (Lc 6, 12- 13) y orará por ellos antes de volver al Padre (Jn 17, 9-26). Toda la vida y el ministerio de Jesús, quedan iluminados a través del contacto íntimo con el Padre. Jesús es total acogida del ser de Dios en su ser, por ello no hay fisura alguna entre la palabra y los actos del Hijo que hace lo que escucha al Padre (Jn 5, 19- 20). En este sentido, nuestras propuestas de oración debieran encaminar a los jóvenes hacia la experiencia de un Dios que no anula la identidad de la persona, sino que la dilata hacia horizontes ilimitados. Quizá aquí reside la

Gure gazteei, norbere identitatea aurkitzeko modu bezala, meditazioa atsegina egiten zaie. Otoitza, aldiz, gehiago kostatzen zaie, autokontenplazioaz besteen eta bestearen kontenplaziora pasatzen den begiradaren galtzea dela eta.

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real dificultad de la oración, en que es un camino de descentramiento de nosotros mismos para centrarnos en Dios, pero curiosamente, es en ese descentramiento donde acontece el desvelamiento de la identidad profunda: la de hijos e hijas amados y llamados a desplegar toda la belleza de nuestro ser. Pero, además, la manera de orar de Jesús creó en sus discípulos el deseo de orar ellos también...¿Qué verían en el rostro de Jesús al regresar de sus momentos de diálogo y amor con el Padre? ¿Qué transmitiría su mirada? En este punto imagino lo hermoso que sería que nuestros jóvenes nos pidieran también a nosotros enséñanos a orar, porque te he visto orar y transmites algo que yo desearía experimentar... ¿Os lo imagináis? Esa es la verdadera pastoral, la que se hace sin hacer, tan sólo irradiando lo que se lleva dentro.

3 ¿Cómo sienten los jóvenes el silencio? Hasta aquí he querido compartir con vosotros/as las preguntas e inquietudes que el título ha hecho nacer en mí. Porque el hecho es que mi propio trabajo que busca ayudar a los adolescentes y jóvenes a entrar en su interior me obliga a plantearme todas esas preguntas y muchas más. La relación con los jóvenes a través de retiros, convivencias, y talleres de interioridad, me va enseñando que ellos y ellas no están en absoluto cerrados a nada, aunque a veces haya propuestas concretas, o temas que no les interesan... Voy viendo que en no pocas ocasiones lo que falla es el lenguaje utilizado y la propuesta que se hace antes de que el terreno esté trabajado. Por ello, si lo que nos interesa es situar a los jóvenes ante el silencio nada peor que imponérselo: por cuestión de edad y por sensibilidad rechazarán de plano cualquier exigencia de silencio o cualquier actividad que les obligue a un silencio no entendido. Me explico. Celebración de la eucaristía o de un rato de oración en el colegio. Bajamos a todos los grupos de bachillerato o de la ESO. Nos pasamos todo el camino hasta la capilla recordándoles que una vez en ella deben callar. Llegamos a la capilla y enviamos mensajes por megafonía del tipo: Ahora ya no estamos en el patio o en los pasillos, estamos en la capilla, un espacio para la relación con Dios, por ello hemos de favorecer esta relación con nuestro silencio. Los chavales no callan. De nuevo mensaje por el micro hasta que todos los adultos que estamos allí nos convertimos en policías que controlamos que nadie hable. Eso no es educar para el silencio ni en el silencio, eso es imponer el silencio y nada impuesto educa o crea actitudes.

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Entonces... ¿qué hacer? ¿no bajar a la capilla? ¿dejar que hablen durante la celebración? Quizá lo primero que hemos de hacer es caer en la cuenta de qué es el silencio para nuestros chicos y chicas.

3.1. El universo ruidoso de los jóvenes: Conectados ¿a qué?, desconectados ¿de quién? Si os digo que los adolescentes y jóvenes de hoy viven rodeados de ruido no os descubro nada nuevo, pero es bueno traer esta realidad al primer plano de nuestra atención porque a veces me da la sensación de que lo olvidamos. Vuelvo al ejemplo de antes: el silencio (se entiende el silencio orante, profundo, de escucha) no se improvisa, se va descubriendo, se va necesitando. Uno no pasa de estar jugando al fútbol en el patio del colegio o haciendo educación física a callarse y quedarse sentado en una capilla “porque toca”, tiene que haber una sensibilidad. Ante el silencio los jóvenes reaccionan acogiéndolo cuando va cargado de sentido y rechazándolo cuando va cargado de imposición, por eso, nos toca a los adultos, a los acompañantes del proceso de fe de los jóvenes, crear sensibilidad, hacerles descubrir un silencio lleno, que se transforma en puerta para escuchar cosas que el ruido no me permite escuchar, un silencio que medita, es decir, que lleva hacia el medio, hacia el centro. Nuestros chavales llevan auriculares en los oídos, el móvil conectado prácticamente las 24 horas del día, internet les pone en contacto con el mundo entero. Si nos fijamos incluso el volumen de voz que utilizan tiende al grito (los colegios son un lugar privilegiado para medir el volumen de voz que utilizan para hablarse). Las calles por las que caminan son las mismas por las que caminamos nosotros: llenas de ruidos. Cada vez son menos los jóvenes que en el fin de semana entran en contacto con la naturaleza (una maravillosa escuela de silencio) y mayoría los que viven el sábado y el domingo en centros comerciales llenos de todo tipo de estímulos para todos los sentidos y, sobre todo, ruido, mucho ruido. Por lo tanto estos jóvenes están conectados al ruido, es prácticamente su medio ambiente. Conectados no sólo al ruido físico, sino al ruido sordo de miles de reclamos: “¡Compra!”, “Ten un cuerpo 10”, “Viste marcas”, “Decide a qué tribu perteneces”, “Sé el mejor”, “Pisa antes de que te pisen”, “Esfuérzate poco y triunfa rápido, pero...¡triunfa!”, etc. Dependiendo de la clase social estos reclamos varían, pero más o menos por aquí van los tiros. Todo ello genera adolescentes y jóvenes desconectados de sí mismos o de aquello de sí mismos más importante. Se conectan a las etiquetas, roles, requerimientos que se les han impuesto desde fuera (incluyendo el grupo


de amigos) y se desconectan de su identidad. Además, todo este ruido, estos reclamos, el ritmo de vida, les desconecta tantas veces de la posibilidad del diálogo sereno, de la apertura gratuita al otro. Y, en el terreno de la fe, su desconexión les lleva a vivir una religión “a la carta” aceptando lo que les gusta y apetece y dejando lo que no entienden, lo que les chirría, lo incómodo. Su desconexión nos obliga a nosotros, acompañantes de la fe, a estar muy conectados. A veces encuentras grupos en los que los chicos y chicas están muy conectados entre ellos pero muy poco conectados a Jesús, incluso les aburre cuando se habla demasiado de él y no digamos cuando se les pone ante un rato de oración. Conectados al ruido, a la imagen, a las exigencias de una sociedad competitiva, el cristianismo, escuela de humanidad, no puede tirar la toalla, sino que debe llevar a cabo la revolución de la toalla y lavar los pies de estos jóvenes ofre-

Jesusen otoitzeko erak bere dizipuluetan otoitzeko desira sortu zuen... zer ikusiko zuten Jesusen aurpegian Aitarekin elkarrizketa eta maitasunezko momentuen ondoren?. Zer emango zuen aditzera bere begiradak? Puntu honetan imajinatzen dut zein polita izango litzaken gure gazteek ere eskatzea: irakatsiguzu otoitz egiten guri ere, ikusi zaitudalako eta transmititzen duzuna bizi nahiko nukeelako...

ciéndoles el agua de la unificación personal, de la fe vivida con todas las dimensiones de su ser : cuerpo-psiquealma. ¿Cómo?

3.2. Hacia una pedagogía de la conexión Una de las imágenes que más me gustan para exponer lo que sería hoy un itinerario de la educación de la interioridad con adolescentes y jóvenes, es la de una circunvalación. Todas las grandes ciudades tienen sus circunvalaciones, tramos de asfalto que recorren las capas externas de la ciudad y que nos permiten ir adentrándonos en ellas, a veces estas circunvalaciones se nos hacen demasiado largas, desearíamos llegar ya, o encontramos atascos, pero es el camino más seguro para llegar a casa o al trabajo. En el camino hacia el interior son necesarias las circunvalaciones. Si deseamos que nuestros jóvenes puedan conectar con el Dios que mora en su interior, la realidad nos pone delante la necesidad del rodeo, del poco a poco, de la circunvalación. No podemos ponerles de golpe ante el silencio o ante la meditación. Dependiendo de la edad con la que estemos, de su forma de ser, de sus experiencias previas, iremos viendo dónde podemos acelerar y dónde hemos de frenar o hasta quedarnos un buen rato. Como telón de fondo de la propuesta que os hago, y que podríamos definir como un itinerario de educación de la interioridad, os presento este sencillo esquema; cuatro círculos concéntricos: el más exterior sería la dimen-

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sión corporal, después la dimensión mental y los afectos, después la dimensión espiritual y el círculo más interior, el sancta sanctorum. DIMENSIÓN CORPORAL

DIMENSIÓN MENTAL Y DE LOS AFECTOS

DIMENSIÓN ESPIRITUAL SANTA SANTORUM

Se trata de un esquema muy simple de las dimensiones humanas, pero que nos permite ver con claridad las diferentes fases de la educación de la interioridad. La dirección que emprendemos va desde las capas más exteriores (ambiente, cuerpo) hacia lo más profundo, el Santa Santorum, el lugar interior donde todo es silencio y en el silencio se escucha la Palabra. La educación de la interioridad, tal y como la entiendo y la practico, parte de una antropología que no ve al ser humano como un conglomerado de “compartimentos estanco” sin relación entre sí, tampoco tiene que ver una visión jerarquizada de las dimensiones humanas, en la que el intelecto ocuparía la cumbre. Del mismo modo, esta forma de entender la persona se aleja de la concepción dualista cuerpo-alma. Según este esquema, cada persona lleva en sí la presencia de Dios, es templo del Espíritu (1Cor 3, 16). Estas dimensiones que representamos como círculos concéntricos, forman una unidad, ninguna puede dejarse al margen en este camino hacia el interior y todas quedan iluminadas y resituadas a la luz de la experiencia de Dios. En este sentido, la educación de la interioridad sería un proceso de desvelamiento que lleva al adolescente y al joven a ir descubriendo, a partir de la experiencia de la riqueza de ser persona, del contacto con sus luces y sombras, con sus sentimientos y sueños, a partir de un nuevo enfoque de su manera de relacionarse y de entender al otro, la presencia de un Tú diferente a sí mismo y a todos pero que está presente en todo y en todos.

Jesusek bere begirada, barkamena, harrerakin... pertsonengan Jainkoaren presentzia esnatzen zuen bezala... guri ere dagokigu kentzen joatea tenploaren beloa, gazteei Jainkoa kanpoan dagoela pentsarazten diena, bere bizitzatik at, bere gatazka eta ametsetatik aparte. 8

Del mismo modo que Jesús de Nazaret desvelaba en las personas con su mirada, con su acogida, con su perdón, la presencia de Dios, así a nosotros nos toca ir corriendo el velo del templo que hace pensar a los jóvenes que Dios está fuera, separado de su vida, al margen de sus sueños y conflictos. ¿Se puede educar la interioridad? Si entendemos por educar no la mera transmisión de contenidos, sino “sacar hacia fuera” que proviene de la propia palabra (educere), entonces sí podemos educar la interioridad. Lo de los contenidos es más una necesidad, de alguna manera necesitamos explicar en qué consistiría este camino hacia el interior como base de una pastoral renovada, pero... ¿quién puede circunscribir y acotar los contenidos el interior humano? Sin pretender agotar posibilidades, proponemos los siguientes contenidos esenciales de la educación de la interioridad: el trabajo corporal, la integración emocional y la apertura a la trascendencia: a) El trabajo corporal: Por medio de técnicas de relajación, conciencia corporal, ejercicios de estiramiento y ritmos respiratorios se intenta potenciar el equilibrio físico y unificar el cuerpo con la dimensión interior de la persona. b) La integración emocional: A través de las dinámicas, de la reflexión personal, del diálogo y del acompañamiento individualizado se pretende aportar herramientas que permitan el autoconocimiento, pero, también, el descubrimiento de la individualidad del otro. c) Apertura a la trascendencia: Partiendo de la experiencia interior generada a través de ejercicios sencillos de iniciación a la meditación se intenta conducir a los adolescentes y jóvenes hacia el planteamiento de las cuestiones fundamentales de la condición humana. Hoy en día, el hecho de que un chico o una chica estén en un grupo de confirmación no quiere decir que conozca a Jesús, su mensaje, que celebre la eucaristía dominical y un largo etcetera. de cosas que hace unos años podíamos dar por supuestas. Chavales que han estudiado desde pequeños en un centro religioso llegan tantas veces a la ESO y al Bachillerato confundiendo a Moisés con San Pedro y denominando a cualquier ratito de oración o encuentro en la capilla como “misa”. Por eso no demos por sentado nada. Propongamos lo que nuestros jóvenes concretos pueden asumir, entender. Apliquemos lo del “aprendizaje significativo” también a la propuesta de la fe. En este sentido, lo del silencio y la meditación es para nota. Necesitamos prepararles, recorrer la circunvalación que les vaya conduciendo al centro de su ciudad interior. Este sería un posible recorrido:


3.2.1. El silencio corporal

b) Relajación

¿Cómo hacer silencio si nuestro cuerpo no se aquieta? y ¿cómo aquietar el cuerpo si no tenemos conciencia de él? La mayoría de las personas tenemos un contacto muy superficial con nuestro cuerpo. Hablamos de cuerpo y decimos tengo un cuerpo o este es mi cuerpo, pocas veces hablamos de corporalidad o dimensión corporal y decimos yo soy mi cuerpo. El descubrimiento del cuerpo como amigo, como interlocutor que me avisa de tantas cosas internas (dolores y enfermedades psico-somáticos), como el único medio que tengo para expresarme ante los demás y ser yo en el mundo, es algo necesario, bueno, que prepara el terreno para irse adentrando en capas más profundas de sí mismo. Además el trabajo a partir del cuerpo es una forma amable, divertida y natural de ir entrando en el silencio.

Puede hacerse tumbados, sentados o de pie, lo más indicado es comenzar a hacerlas tumbados (boca arriba, piernas sin cruzar, brazos estirados a ambos lados del cuerpo, cabeza apoyada sobre la nuca, ojos cerrados). Podemos relajar el cuerpo a través de la concentración en la respiración o a través de la alternancia tensión-relajación de diferentes partes del cuerpo. Las relajaciones son también ejercicios de conciencia corporal cuando les invitamos a visualizar diferentes partes del cuerpo relajándolas a través de la respiración.

Comparto con vosotros/as algunas de las posibles técnicas que llevan hacia el silencio corporal: a) Los ejercicios de conciencia corporal Son ejercicios de duración variada que nos posibilitan entrar en contacto con la totalidad de nuestro cuerpo haciéndonos conscientes de detalles que en la vida diaria nos pasan desapercibidos. Además este ejercicio nos lleva, poco a poco a estar presentes en el presente, es el mismo principio de fondo de ejercicios como la caminata zen: experimento cada paso desde el interior, no hay prisa, no pienso en lo que he caminado ni en lo que queda por caminar (al estilo del barrendero de Momo). ¿Cómo realizarlo en un grupo? Previamente es necesario explicarles lo que vamos a hacer y por qué, eso les ayuda a no verlo como algo desconectado del trabajo interior y también les ayuda a no sentirse ridículos. Saber hacia dónde vamos y por qué nos ayuda a todos. La explicación iría en la línea de hacerles caer en la cuenta del escaso contacto que tenemos con nuestro cuerpo, de que hay zonas del cuerpo de las que sólo nos acordamos cuando nos duelen, etc. Les avisamos de que lo único que tiene que hacer es caminar libremente por la sala y estar atentos a lo que se les irá proponiendo. Comenzamos llevando la atención a la planta de los pies, como si sólo existiera esa zona del cuerpo. Les indicamos que se hagan conscientes de todas las sensaciones que notan en las plantas de los pies: frío, calor, el contacto de la piel con los calcetines o el suelo, en qué zona de la planta del pie recae el peso corporal con cada paso... Lentamente, sin prisa. Así iremos recorriendo el cuerpo hacia arriba: rodillas, caderas, abdomen, manos, brazos, hombros, columna vertebral, cuello, rostro. Se trata de hacerse consciente de esa parte del cuerpo e investigar todos los movimientos que podemos hacer con ella. Entre parte y parte del cuerpo nos detenemos, respiramos hondo y nos preguntamos: ¿Cómo estoy? ¿Qué me hace sentir esta forma de mover mi cuerpo?

3.2.2. El silencio mental y psicológico Cuando me retiro, cuando estoy en la soledad, cierro los ojos, no hay nadie alrededor de mí, ningún ruido, ningún sonido. Escucho el murmullo del silencio. Y ese silencio es atravesado por gritos, por vociferaciones; son los animales que tengo en mí. (Cartujo del siglo XII). Favorecer en los jóvenes experiencias de silencio es abismarlos en lo profundo, allí donde tantas veces, emergen nuestros miedos, inseguridades, angustias, y preocupaciones. Hemos de darles herramientas para que lo afronten y lo entiendan. La experiencia me va demostrando que las visualizaciones o meditaciones guiadas son un camino eficaz. En una meditación guiada comenzamos por relajar el cuerpo tal y como hemos dicho antes. Luego vamos creando un escenario para la meditación (una composición de lugar, que diría Ignacio de Loyola) y les vamos dando pistas, el resto lo genera su interior. Escenario de las visualizaciones: En muchas visualizaciones partimos de la creación de imágenes que generen un estado de paz, tranquilidad que facilite la relajación y por ello comenzamos por la visualización de un lugar que a cada persona, le transmita paz y seguridad: “Imagina un lugar en el que te sientas a gusto, un lugar que te transmita paz, en el que te sientas tranquilo/a. Puede que sea tu habitación o un lugar en el que veraneas o un paisaje inventado. Ahora imagínate a ti mismo/a en ese lugar y disfruta de la paz que te transmite. Toma contacto con todos los detalles que te rodean: sonidos, olores, objetos, temperatura... Todos los detalles de los que te vas haciendo consciente te hace sentir alegría, paz, seguridad.” Ejemplo de una visualización: Visualización del árbol La utilizamos para trabajar en torno a: - el crecimiento personal (de la semilla al árbol); - el reconocimiento de las experiencias e ideas en las que se basa nuestra vida (raíces);

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- la experiencia de nuestra capacidad de mantenernos firmes, en pie ante los embates de la vida; la conciencia de nuestra unidad/fortaleza (tronco); - nuestros deseos, sueños, expansión personal (copa, ramas, hojas, frutos). “Estás en medio de un paraje hermoso. Es un valle rodeado de montañas. Un río fluye a lo lejos y escuchas el murmullo del agua. Una suave brisa te acaricia y te trae el perfume de las flores y de la madera del bosque que hay en el valle. Paseas por entre los enormes árboles, tocas sus rugosos troncos. Respira hondo y deja que tus pulmones se llenen del aire fresco de este lugar. a) De pronto aparece ante ti un claro sin árboles. Caminas sobre la hierba y, en el centro del claro, descubres un cuenco de madera lleno de semillas. Coges una y buscas un lugar para plantarla. Con tus manos excavas un pequeño agujero en la suave tierra, húmeda aún por la lluvia que cayó hace poco. Dejas caer la semilla dentro del hueco que has excavado y la cubres con la tierra. Te sientas junto a la semilla que acabas de plantar y, cerrando los ojos, imaginas cómo será la plantita que nacerá. No lo sabes, pero ha pasado mucho tiempo, como por arte de magia, al abrir los ojos ante ti está el fruto de

la semilla que has plantado, totalmente desarrollado.” (En esta variación es interesante que los jóvenes tras salir de la relajación, anoten con todos los detalles qué planta han visto). b) De pronto aparece ante ti un claro sin árboles, o mejor dicho, hay un solo árbol, un árbol que te pertenece y te espera hace mucho tiempo, es el árbol de tu vida. Míralo, tócalo, huélelo. Abraza su tronco y escucha lo que el árbol te dice sobre tu vida.” (Tras esta visualización los chavales deben escribir qué árbol han visto y qué les ha transmitido sobre su vida). c) Un hombre se acerca a tu árbol. Lo mira con gran cariño. Es alguien que irradia una gran paz. Ahora puedes verle la cara: es Jesús. Toca con su mano el tronco del árbol y algunas de las brechas y cortes que tenía quedan curadas. Jesús camina alrededor de tu árbol y, al hacerlo notas como un agua muy fresca riega tus raíces sedientas y los frutos comienzan a poblar tus ramas. • Las dinámicas: Son propuestas arriesgadas a través de las que colocamos a los adolescentes en el disparadero, es decir, hacen experiencia de algo, por ejemplo, el lastre de las etiquetas, la esclavitud de vivir pendiente de los juicios propios o ajenos: les envolvemos e inmovilizamos con un plástico a cada uno en el que previamente han escrito las etiquetas que les han ido colgando durante toda su vida: Te guste o no esto eres tú, decimos a cada uno. Las reacciones surgen, después comentamos dejando fluir. A nadie nos gustan las etiquetas pero, ¿sabemos quienes somos de verdad o quién queremos llegar a ser? Ante la experiencia del agobio anterior hacen falta pocas palabras. • La expresión artística. Poder pintar libremente sobre una sábana blanca con las manos y los pies embadurnados de pintura, escribir un poema o una canción sin pensar demasiado, dejándose llevar por los sentimientos y sensaciones nacidos de una dinámica, de una relajación, modelar arcilla o plastilina con los ojos vendados o cerrados dejando fluir lo que sale de dentro, aprender una danza contemplativa, son algunas de las posibilidades para dejar salir, para expresarse. No se trata de hacer obras bellas para exponerlas después, se trata de encontrar diferentes vías de expresión de muchas cosas para las que las palabras se quedan cortas. • La música. Nuestros adolescentes viven en el mundo de la música y la imagen. Están acostumbrados a fuertes impactos auditivos. No está de más hacernos con una variada discografía para utilizar en nuestras reuniones, durante una relajación, de fondo mientras pintan o realizan un mural... Bandas sonoras de sus películas favoritas (El Señor de los anillos, Harry Potter, Star War,

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Matrix), sus cantantes favoritos y sus letras como punto de partida para un debate, para una dinámica, música étnica, música de otras tradiciones religiosas y música cristiana actual. • El trabajo de la voz. A partir de sencillos ejercicios podemos ayudar a los chavales a entrar en contacto con su voz más allá de si “canto bien” o “canto mal”. Descubrir las posibles modulaciones de la voz, reconocer la propia voz es un potente ejercicio para adolescentes y adultos, un ejercicio que nos pone en contacto con nuestra “música interior”. • Los juegos. Juegos que nos permiten ayudar al grupo, a sacar energía acumulada y que les prepara para adentrarse en un trabajo más silencioso; juegos que nos darán la pista de por donde van las relaciones grupales: chavales aislados, líderes, enfados, etc; juegos que de manera suave van ayudando a que todos estén con todos y nadie quede al margen, en definitiva, el juego como medio para crear buen ambiente y para conocernos y relacionarnos mejor sin darnos cuenta. 3.2.3. El silencio poblado por la palabra En grupos en los que se ha ido trabajando en la línea de la educación de la interioridad, es decir, se ha hecho ya la circunvalación, podemos generar tiempos de oración en grupo en los que el silencio se vea musicado por la palabra. El esquema de oración de Taizé resulta muy válido en este sentido: Canto repetitivo (que ayuda a concentrar la mente)silencio-canto-lectura de un texto bíblico-cantosilencio- lectura. Pero además, teniendo en cuenta la edad, sensibilidad y creatividad del grupo, podemos generar nuestra propia estética, acondicionando de tal manera la sala o el oratorio que la vista quede bañada por símbolos significativos para el grupo, olores como el del incienso que reservemos para esos momentos. Podemos dar expresión corporal a la palabra a través de cuadros plásticos, pequeñas representaciones, danzas contemplativas... Mimar el entorno y la manera de expresar la oración en grupo cuidando de ir creando de manera progresiva, sin prisa, momentos cada vez más amplios de silencio. Podemos orar en banquitos de meditación o en el suelo o, en un determinado momento, invitar a tumbarse para realizar una visualización de un texto bíblico. Podemos utilizar los siete modos de oración de Santo Domingo... 3.2.4. Escollos y peligros - Acelerar procesos o frenarlos demasiado. - Quedarnos en la búsqueda de originalidades. - Crear adición a este tipo de técnicas absolutizándolas. - Anclarnos en la auto gratificación, el consumo de experiencias, sin abrirnos al Absoluto y a los demás. - Perdernos en las técnicas olvidando a las personas.

4 Educar la interioridad: preparar la tierra para la eclosión de Dios La circunvalación que os he propuesto es un camino hacia el interior. La pastoral ha de rescatar la interioridad en contraposición a la exterioridad que propone la sociedad y que, a veces y de otra manera, se nos cuela en el quehacer pastoral cuando vamos hacia una fe aprendida y buscamos más convencer con mil argumentos y papeles que irradiar nuestra propia experiencia interior. Por lo tanto, la educación de la interioridad se plantea dos objetivos principales: a) Unificar la persona, tanto en su dimensión física, como psicológica y espiritual. b) Construir la unidad con los demás, con la naturaleza y con el Absoluto. A través de todo lo anterior vamos preparando el terreno, labrando la tierra, para que, a su tiempo, se dé la eclosión de Dios que mora en nuestro interior. Nuestros jóvenes, ante un silencio y una meditación ofrecida teniendo en cuenta lo expuesto, reaccionan adentrándose, dejándose sorprender, yendo incluso más lejos de lo que podíamos esperar. Si de verdad creemos que Dios está dentro de nosotros y allí espera nuestra llegada para derramar su amor, para hacer fiesta con nosotros, entonces eso ha de traslucirse en nuestra forma de acercar a los jóvenes al silencio y a la meditación, una forma de hacer respetuosa, que tenga en cuenta los procesos individuales, pero también una forma de hacer arriesgada, creativa, ecuménica, en diálogo con lo mejor de cada experiencia religiosa. Los jóvenes de hoy, como los de todas las épocas, tienen sed de verdad, de alegría, de vida, de sentido, y de todo eso no anda escaso el Evangelio de Jesús. Preparemos los caminos no a Dios que ya está dentro, sino a nosotros, adultos y jóvenes, que tantas veces estamos fuera de nosotros.

Ingurua eta talde-otoitza adierazteko modua zaindo, ixisltasun une gero eta zabalagoak sortzeari kontu haundia jarriz, poliki, presarik gabe. Guar egungo gazteak, garai guztietan bezala, egiaren egarri dira, alaitasuna, bizitza, zentzuarena... eta guzti horretan Jesusen Ebanjelioak badauka zer esan. Presta ditzagun bideak, ez Jainkoari, ze bera barruan dago jada, baizik eta guri, gazte eta helduei, hainbat eta hainbat alditan gure baitatik kanpo gaudenoi. 11


Gazteen Berriak Tenemos la palabra

Delegaci贸n Diocesana de Pastoral con J贸venes Elizbarrutiko Gazte Pastoraltzako Ordezkaritza

Plza. Desamparados 1, 3潞. 01004 Vitoria-Gasteiz Tfnos. 945 123 483 / 619 079 347 / 658 731 147 Fax. 945 122 730 delegacionjovenes@diocesisvitoria.org www.gazteok.org Este documento se puede bajar en www.gazteok.org


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