ningún caso se produzca un arañazo. Estando los padres presentes, el gato podrá incluso dormir a los pies de la cuna. Deberá vigilarse también que el bebé no pellizque ni estire el pelo del gato, ya que sus pequeñas manos tienen mucha fuerza pero todavía no coordinan muy bien los movimientos. Como ya comentábamos, un bebé requiere mucha dedicación. Sin embargo, no debemos olvidar a nuestro gato. Una vez el bebé esté paseado, alimentado, bañado y esté durmiendo tranquilamente, deberemos dedicar nuestra atención al gato con el fin de evitar celos y el conocido como “síndrome del príncipe destronado”. Quiere esto decir que la llegada del nuevo ser y el cambio de horarios y prioridades, puede hacer que el gato se sienta postergado u olvidado por sus humanos que antes lo consideraban su centro de atención y afecto. La solución es bien fácil, una vez el bebé esté durmiendo, deberá dedicarse al gato, tiempo, afecto, juego, caricias, golosinas, etc., para que se sienta querido.
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Si el gato está convenientemente vacunado y desparasitado, no supondrá ningún peligro sobre la salud del bebé. Será conveniente cepillar con frecuencia al gato y pasar el aspirador, para evitar que los pelos puedan suponer una molestia. Esto será aún más importante cuando el bebé empiece a gatear. Si se han seguido los consejos anteriores, para entonces el niño y el gato ya serán buenos amigos. Será importante evitar el acceso del niño al arenero del gato ya que, como todos sabemos, los niños se llevan todo a la boca. La higiene es fundamental en esta fase.