LA BATALLA DE COVADONGA EN CÓMIC
ADOLFO GARCÍA & CARLOS Mª DE LUIS. Historia de Asturias dibujada. Editorial Prensa Asturiana, Oviedo (2010).
ADOLFO GARCÍA & FRAN ALONSO; Pelayo. La corona de los godos. Editorial Prensa Asturiana, Oviedo (2018).
JOSÉ ANTONIO BOTO RODRÍGUEZ; La Reconquista El Llapiceru nº5. Xixón (1991) pp. 16-19.
GASPAR MEANA; La crónica de Leodegundo. El Monte Sagrau (3). Cómics del Pexe (1992).
Y ahora ya el dicho Alkama ordena que se inicie el combate. Toman las armas, se alzan las catapultas, se disponen las hondas, brillan las espadas, se erizan las lanzas, y sin cesar se disparan las saetas. Pero en esto no faltaron las grandezas del Señor, pues una vez que las piedras habían salido de las catapultas y llagaban a la Iglesia de Santa María Virgen, que está dentro, en la cueva, recaían sobre los que las lanzaban y hacían gran mortandad a los musulmanes. Y como el señor no cuenta las lanzas, sino que tiende las palmas a quien quiere, una vez que de la cueva salieran a combatir, los musulmanes se dieron a la fuga y se dividieron en dos grupos. Y allí fue preso al momento el obispo Oppa y se dio muerte a Alkama. Y en el mismo lugar fueron muertos 124.000 de los musulmanes, y 63.000 que habían quedado subieron a la cima del monte Auseva, y por el lugar de Amuesa bajaron a la Liébana. Pero ni siquiera ésos escaparon a la venganza del Señor. Cuando marchaban por lo alto del monte que está sobre la ribera del río que se llama Deva, junto a la villa que llaman Cosgaya, ocurrió por sentencia de Dios que ese monte, revolviéndose desde sus fundamentos, lanzó al río a los 63.000 hombres, y allí los sepultó (...). (La crónica de Alfonso III debió escribirse en la corte de este monarca por una amanuense de origen mozárabe. Un clérigo volvió a redactarla en un latín más trabajado) Recibió, en efecto, (el wali Ambasa) el gobierno de España, viniendo en 110 (según la Héjira) y permaneciendo en ella algunos años, durante los cuales conquistó todo el país hasta llegar a Narbona, y se hizo dueño de Galicia, Álava y Pamplona, sin que quedase en Galicia alquería por conquistar, si se exceptúa la sierra, en la cual se había refugiado con 300 hombres un rey llamado Belay (Pelayo), a quién los musulmanes no cesaron de combatir y acosar hasta el extremo de que muchos de ellos murieron de hambre; otros acabaron por prestar obediencia, y fueron así disminuyendo hasta quedar reducidos a 30 hombres, que no tenían 10 mujeres, según se cuenta. Allí permanecieron encastillados, alimentándose de miel pues tenían colmenas y las abejas se habían reunido en las hendiduras de la roca. Era difícil a los muslimes llegar a ellos, y los dejaron diciendo: “ Treinta hombres, ¿qué puede importar?” Despreciándolos, por lo tanto, y llegaron a cabo a ser asunto muy grave. (El Ajbar Machmua -colección de tradiciones- es una crónica de un autor musulmán anónimo del siglo XI)