AKARO.- ACCION PEGATA

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Acci贸n Pegata



Acción Pegata 17.12.2012 - 25.01.2013 Universidad de Jaén Parking Rectorado Campus de las Lagunillas, s/n Jaén


ACCIÓN PEGATA Edita: Galería de Arte Contemporáneo Unodeuno Ferias Jaén SA Logística: Arte XXL & Catalina SLU Textos: José-Luis Anta Félez Mario Marín RallitoX Mario Gutiérrez Cru Eleazar Marc Montijano Torregar Puñal José Iglesias Gª. Arenal Manuel Hidalgo Mariló Entrambasaguas Nisa Goiburu José Ángel Vega David Martínez

Performers: David Martínez Eduardo M. Maldonado Documentación Gráfica: Carlos Tajuelo Juán Fco. Aguilar Cabrera Impresión: Masquelibros Calle Antonio Almendro Soto, s/n 23006 - Jaén Depósito Legal: J-36-2013 I.S.B.N.:


Acción Pegata

José Luis Anta Félez - Eleazar - Mariló Entrambasaguas - Mario Gutiérrez Cru - Nisa Goiburu José Iglesias Gª. Arenal - Manuel Hidalgo - Mario Marín - David Martínez Eduardo M. Maldonado - Marc Montijano - El Pájaro - Puñal - RallitoX - Torregar - José Ángel Vega


1º.- Antecedentes. Hace unos días acudí a la UJA -Universidad de Jaén- para asistir a una reunión de trabajo con la Vicedecana de tan ilustre institución. Como sea que tooooooooodos los Parkings estaban “petaos y hasta la bola”, no pude encontrar sitio alguno para estacionar y aparcar mi vehículo. Después de más de media hora deambulando como un pamplinas por el Campus buscando un sitio autorizado para poder aparcar, y dado que llegaba con el tiempo justo a la cita, no tuve más remedio que aparcar en una zona en la que, aun estando prohibido hacerlo, no interrumpía ni molestaba el tráfico de los demás usuarios. Al salir de la reunión, que no duró más de 15 minutos”, encontré en la ventana trasera de mi coche una pegatina que,

VEHÍCULO ESTACIONADO EN LUGAR PROHIBIDO (Seguridad del Campus) Tienes alternativas: http://ujaen.amovens-pro.com/

Jodido, y más cabreao que una mona, abandoné las instalaciones de esa santa casa. Ya ha pasado más de una semana de tan aciago día, y aun quedan restos de cola y papel en la ventana trasera de mi coche.


2º.- Trabajo de campo y documentación Durante un indeterminado número de días, y de forma continua, y a la misma hora, y en el mismo sitio… errre que erre… un servidor aparcará el coche en el parking del Rectorado de la UJA, en un sitio donde, aun no estando permitido aparcar, no moleste ni interrumpa la circulación del resto de usuarios. Una vez que por parte del personal de “vigilancia” de la UJA se nos “coloque” la pegatina en la que se me dice que soy un impresentable por aparcar el vehículo en sitio prohibido, y una vez documentada gráficamente el desarrollo de la acción, abandonamos el parking. Al día siguiente, en el mismo sitio, con el mismo coche, y a la misma hora, vuelvo a repetir la acción. Y así, en el mismo sitio, y a la misma hora, un día tras otro. 3º.- La Pegada Pasados un indeterminado número de días repitiendo la misma acción, supongo que alguna vez el segurata de turno, harto ya de tanta tontería, no me pondrá la “pegata” de rigor. Entonces es cuando un servidor realizará la acción “PEGATA”, que consistirá en colocar (pegar) una pegatina en todos (todos, todos… es decir: EN TODOS) los coches que ese día estén aparcados (aparcados correctamente, claro) en el parking de la UJA. La Pegatina rezará algo parecido a esto: VEHÍCULO ESTACIONADO EN LUGAR AUTORIZADO ¡ENHORABUENA! Es usted un ciudadano ejemplar


4.- Argumentación teorico-filosófica ¿Por qué amonestar a un ciudadano pegando el cartelillodeloscojones? ¿Por qué no simplemente colocan el cartelillodeloscojones en el parabrisas del coche? ¿Se trata de joder al personal de manera que le cueste un cojón despegar del cristal el cartelillodeloscojones? O, por el contrario, ¿se trata de advertir que, por alguna causa, el coche está mal aparcado?... Evidentemente, se trata de joder al personal. La acción que se propone pretende denunciar el mariconeo y poca vergüenza con que “el sistema” trata al ciudadano. Para ello “premiamos” el buen uso de los aparcamientos, reconociendo y felicitando el civismo demostrado por todos aquellos conductores que aparcan su coche en sitios autorizados para ello. Claro que, en justa contraprestación con la actitud del sistema, también nosotros pegaremos un cartelillodeloscojones… ¿a que jode? Pues eso. Una acción artístico-instalativa-perfomativa que, llevada al ámbito del ciudadano (la ventanilla trasera de su coche) le haga reflexionar acerca de la impresentable y estúpida actitud adoctrinante y educativa de nuestra Administración hacia nosotros sus Administrados. Y todavía alguien se atreverá a preguntar: ¿es esto arte?... David Martínez (de los Martínez de toda la vida) Y ciudadano ejemplar Jaén, Diciembre 2012 - Enero 2013


DĂ­a primero



Los textos que figuran a continuacin, “La universidad, la sociedad y el silencio” y “Por qué la universidad II”, fueron publicados respectivamente, en el Diario Jaén, el 9 de octubre de 2009 y el 28 de abril de 2008, aunque bien pudieran haber sido escritos para la obra que aquí presentamos. Hemos querido rescatarlos de los anales -con perdón- y volver a publicarlos porque, de alguna manera, suponen un instrumento útil para argumentar todo lo ocurrido y vivido en esta que hemos dado en llamar “Acción Pegata”.

LA UNIVERSIDAD, LA SOCIEDAD Y EL SILENCIO José-Luis Anta Félez Un día de estos acabé tan mal, tras buscar aparcamiento en la Universidad de Jaén y de que un tipo vestido de parapolicía me intimidara con su discurso persecutorio, de que era una “orden de arriba” (porque luego preguntas quién ha sido, qué vicerrector, qué gerente o qué rector y no saben contestarte); bueno que estaba tan mal de que no me dejaran entrar a trabajar que me dije “a esto voy a dedicar mi artículo para el JAÉN”. Es decir, voy dedicar este espacio a la Universidad de Jaén (en cierta medida también como ejemplo de lo social en general), aunque esto no vale prácticamente para nada. Es un hecho que los clásicos de la socio-política conocían muy bien: nadie puede denunciar nada porque es el Poder, en este caso, los de arriba, quien genera los términos del debate tanto en su forma, como en su contenido. Si digo que la universidad está mal siempre me dirán, primero, que por eso están ahí, para solucionarlo y, segundo, que en cualquier caso es una apreciación parcial, porque me faltan datos y sentido de lo “público”. En fin, como ustedes comprenderán si yo me quejo aquí de un atropello por parte de un poder dado, lo único que ocurre al final es que me pongo a mi mismo en evidencia. Lo que crea una sensación de impotencia muy grande, sentimiento que comparto con muchos compañeros protestones en la universidad y con no pocos de los “opinadores” de este mismo diario. Había hace unos años una mujer en un puesto de gestión en la Universidad que me decía “José-Luis si te callarás más no sufrirías tanto”. El silencio como terapia; pero también el silencio es una de las cosas que se espera en las sociedades de control, el silencio es, junto con la uniformidad (y esta puede ser un traje militar, un traje con corbata o una cierta idea de bata blanca), las formas clásicas de disciplina, la creación de un elemento de corporalidad, de institución y, en consecuencia, de norma, como un hecho de pertenencia, de identidad.


El silencio marca, y permite, que el miedo se pueda y se tenga que gestionar. Un buen gestor lo será en la medida que lo haga sobre el miedo. Por eso la universidad es “vigilada” formalmente por gente que va por ahí vestida como policías, que tienen miedo a perder su trabajo y que no saben explicar por qué unos aparcan donde quieren y otros no tienen derecho a prácticamente nada y que, consecuentemente, imponen el silencio y la normatividad disciplinar como forma Pero el silencio no es sólo una forma de disciplina, es una actitud también ante el miedo a que la institución hable. El silencio es al final la poética del silencio total, tanto la institución, como los que la dirigen y los que la habitan ejercitan el silencio como deseo, como voluntad y como actitud. La Universidad actual vive el modo social más básico, el del silencio. Una institución creada y financiada para que hable, para que grite, para que no deje que ninguna boca se guarde nada, al final se ha convertido en un lugar de silencios. La segunda parte de esto es obvio: o se crea una palabra permanente de resistencia o al final todo se dirá en forma de rumor, nunca confirmado, siempre por acallar. POR QUÉ LA UNIVERSIDAD II José-Luis Anta Félez Como ocurre con otras instituciones de nuestra provincia, en la Universidad se alegran mucho cuando salen en la prensa, y el retrato coincide con lo que piensan de sí mismas. Muy diferente es cuando se dice algo negativo, crítico o de denuncia de su mundo. Si eres de fuera, dicen, porque no sabes lo ocurre, y si eres de dentro porque existe la idea de que los trapos sucios se lavan en casa. Sea como fuere las instituciones del estilo de la Universidad se blindan ante la crítica y se abren a las alabanzas. En mi caso, después de años de opinar de la Universidad de Jaén, en cuanto institución, obviamente sin personalizar directamente, no me he encontrado la más mínima reacción al respecto. No es que se escriba un artículo de opinión para intentar cambiar el mundo. Las razones de este oculto arte de opinar no andan ni en el mesianismo, ni en el dinero, ni en la fama. Cuando yo opino, pongamos por caso, que el aparcamiento en la universidad es un desastre rayante en el caos, no espero que el vicerrector de turno diga: “¡anda! que razón tiene Anta, voy a ponerme con el asunto”, porque sé perfectamente que esto no funciona así; más bien dirá, si es que se ha enterado que yo he opinado de esto: “que se creerá Anta, que no estoy con el asunto”, y acto seguido soltará un discurso diciendo que el problema es que la gente viene mucho en coche a trabajar, que todos quieren aparcar bajo techo o que también es culpa del ayuntamiento (que tiene su propio delito, pero eso es otro artículo de opinión), cosas que son verdad, pero no siempre ciertas.


Así, pues, no hay que ser vicerrector, ni catedrático de metafísica, para legar a la conclusión de que si escribo un artículo de opinión y hablo del tema aparcamiento en la universidad estoy haciendo, en primer lugar, un ejercicio metafórico, que toma a la universidad como un microcosmos, un lugar donde ocurren cosas, digamos, de lo más curiosas y que a un público general y receptivo le pueden ser de un cierto interés, todo ello en la medida que estamos ante un lugar que esta pensado para generar un debate social permanente, ya que cuando se habla de acercarse a la sociedad, idea presente en todos los programas de los candidatos a rector, me quiero creer que no es sólo para hacer marketing institucional, vender patentes o entretener a ciertos jóvenes. Y, en segundo lugar, porque el tema aparcamiento es una metáfora tanto de la institución, preocupada por el buen comportamiento de sus trabajadores, a los que persigue policialmente poniendo pegatinas insultantes (y donde tiene más derechos el panadero que viene a la cafetería que el profesor que acude a dar clase), como de lo ocurre en la sociedad. De ahí que lo diga públicamente, estamos en un mundo donde los responsables institucionales y empresariales (si es que no es lo mismo) nunca dan la cara y siempre tienen mediadores (cajeras de supermercado, guardias de seguridad, telefonistas…), proyectos legislativos y normativas de lo más arbitrario que hacen que el usuario, el trabajador y el ciudadano estén en una permanente indefensión y chantaje, a merced de unos intereses que, desgraciadamente, todos sabemos cuáles son.





DĂ­a segundo



Yo, Mario Marín, Gran Señor de la Purria y Delicuescente Morrallero, os contaré un secreto a voces. Con los primeros calores del verano de 1917, en Zürich, se acomodaban las dos mayores revoluciones del siglo XX. Por un lado, un puñado de rusos pesados y aburridos que hablaban y hablaban de política sin parar, partieron hacia San Petesburgo para iniciar una revolución. Apenas follaban ni bebían y decidieron salvar el mundo. A la cabeza, Lenin, la perilla más fálica de la iconografía pagana y que había ultimado todos los pormenores del incendio bolchevique desde el número 14 de la Spiegelgasse, la calleja más furibunda y esencial del siglo pasado. Allí se encontraba también el Cabaret Voltaire, el extraordinario y esencial antro regentado por Hugo Ball que servía de osera aguardientosa a un puñado de artistas iconoclastas y deliciosamente tarados, los dadaístas. La gran gran de la vida, la suerte, quiso, que pasados unos decenios, de las dos apuestas insidiosas, solo una haya permanecido. Lo dadá. Acción Pegata es uno de sus infinitos coletazos, uno más de los vórtices que genera el estar apegado a una actitud de lucha, un relicario de lo absurdo, un posicionamiento más que un estilo, una oferta surrealista y terremotera que propone la revisión de las tradiciones y convenciones artísticas existentes actualmente. El Gran Mojón nos proteja. Mario Marín. Huelva, Enero 2013





DĂ­a tercero



La acción Pegata es una de las acciones más cargadas de mala ostia de las que recientemente he tenido el gusto de disfrutar. Con un discurso directo y carente de florituras, David ha hecho arte del que me gusta a mí. Del que sale de las tripas y pone en evidencia lo absurdo de este sistema demencial en el que nos ha tocado vivir. Día a día David fue enviándonos los videos de su acción previa a la gran pegata en la que se podía ver la acción desde una mirada más amplia de lo que era de preveer. El segurata haciendo su papel de malo, pero siendo un mero títere que se limita a cumplir su trabajo. David Martinez nos propone una relectura del arte político, de acción o performance y lo lleva a un nuevo terreno en el que nos hace plantearnos ¿Cuál es el límite del arte? ¿Cuál es la línea que separa la protesta documentada del arte político, por ejemplo? Probablemente se trate simplemente del enfoque de quien realiza la obra y de quienes son testigos de ella. Para que el arte aparezca, el único requisito es que haya un creador que considere que está creando arte y un espectador que lo codifique de igual modo. Para mí la acción de David es arte con mayúsculas... ¿Y para tí? RallitoX Berlín, Diciembre 2012







DĂ­a cuarto


Hacemos para no aburrirnos, hacemos por necesidad, hacemos por reivindicar, hacemos porque estamos hartos, porque nos tienen hartos, porque queremos reirnos, porque queremos que rían. En este mundo mediatizado, canalizado, exhibido hasta la última gota, ha llegado un momento en que las acciones cotidianas necesitan ser compartidas, ya sea por acto de egocentrismo, ya sea para que otros se unan, critiquen o admiren. Desde que el famoso urinario llegó al mundo del arte, como crítica a lo establecido, al sistema de arte obsoleto, al museo, a la galería de los independientes... desde que este mismo fue aceptado por el sistema y ahora es una pieza más, ya todo está perdido, o ganado, dependiendo con qué ojos miramos. Urinario, como espacio para vaciar “nuestras necesidades”, curiosa relación, yo casi me atrevería a decir, espacio para vaciar nuestras necedades, nuestras frustraciones, nuestras... bueno, más que nuestras, serían “las NO nuestras”, las que el cuerpo rechaza, las que el cuerpo no necesita, que enfocado a la sociedad, sería hablar de los excluidos, de lo no permitido, de lo que a nadie molesta pero que nadie quiere ver, tener cerca. David Martínez, pintor a escondidas, poeta a oscuras, padre, soñador, profeta... esta vez narra en modo casi cómico nuestra realidad diaria, la realidad de la estupidez, la realidad de las prohibiciones, de las incongruencias, de los límites, de las repeticiones, de los esfuerzos mutuos de luchar contra un sistema hecho para controlarnos, para reprimirnos, para analizar nuestros límites, así como los límites de los propios sistemas de control que nosotros mismos hemos contruido. Acción y repetición, hasta el infinito, hasta que uno de los dos diga basta. La performance es dual, dos miembros, uno el que quiere jugar, ese artista nacido por necesidad, el otro ese “cuerpo de la ley”, esa persona que tiene que hacer cumplir lo ordenado. A contra B, en un baile de figuras, en ese juego de ajedrez, que puede ser un parking como metáfora de nuestra sociedad.


A - Levantarse, conducir, aparcar, justificar, grabar, ir, despegar, dormir, volver. B - Levantarse, vestirse, andar, discutir, justificar, pegar, ir, sentarse, autocomplacerse. C - Levantarse, leer, pensar, escribir, mandar, publicar o censurar* * no siempre es facil escribir sobre un artista, siendo un servidor otro, y teniendo en cuenta que tanto el artista, como su persecutor, ejercían, la estúpida tarea de, como dice el propio artista, “tocar los cojones”. Esta propuesta habla además de cómo una sencilla labor se puede transformar, dependiendo del contexto, en una acción artistica. También habla, sin querer, de los anglicismos, de los “artistismos” o de cómo poner pegatinas se puede convertir en pegar “stickers”. A veces, las diferencias son tan mínimas... +++++++++ París, 3 de enero 2013. Mario Gutiérrez Cru.





DĂ­a quinto



A mi amigo David, que a veces parece un panoli en territorio cherokee, digámoslo claro desde el principio para que no haya lugar a dudas, le pillaron con el pié cambiado, meando fuera de tiesto, o lo que es igual, con el coche mal aparcado, fuera de los límites señalados, dentro del parking de la UJA, la universidad de Jaén. No molestaba a nadie, a nadie le hacía daño y a nadie debería de haberle importado un pimiento, un rábano, o una mierda pinchada en un palo, pues realmente no alteraba ni el tráfico ni nada que supusiera el normal desenvolvimiento de la cotidianidad de tan apacible lugar. Además, el coche lo tuvo mal aparcado apenas unos diez u once minutos, quizás doce, como mucho trece, exagerando podían haber llegado a los catorce, y, desde luego, en ningún caso más de quince, que ya se sabe lo que pasa con este tipo de cosas, que nadie se pone de acuerdo ni con los tiempos ni con las personas que acuden a una manifestación, que para unos son apenas unos miles mientras que para otros siempre se supera el millón. Simplemente había aparcado mal el coche porque tenía prisa y no encontraba ningún lugar en donde hacerlo. Le esperaba la Vicedecana para una reunión de trabajo. Lo que mi amigo sabía, porque eso lo sabe hasta el que asó la manteca, es que aparcar un coche mal tiene consecuencias aquí y en Constantinopla, pasando por el Congo y dándose una vuelta por un barrio de Buenos Aires, pues lo dicen muy claro las ordenanzas municipales de todos esos lugares, los manuales de la corrección cívica y hasta algunas constituciones y enciclopedias al uso, incluido todo lo que se puede encontrar en el Google y en la Wikipedia, siempre que uno sepa leer y que tenga tiempo para hacerlo. Que esa es otra, que a veces no se sabe ni lo uno ni lo otro. En resumen, que está terminantemente prohibido aparcar fuera de los lugares señalados, y toda infracción a esta norma tiene que ser convenientemente sancionada de la forma en que la autoridad competente lo estime necesario, que suele ser, en los países civilizados, con una sanción pecuniaria, y en los que no lo son, con una bronca y llegado el caso, si la infracción es muy gorda y el pollo que se ha montado sobrepasa la paciencia del guarda, con un par de hostias y pelillos a la mar, asunto terminado y cada uno de vuelta para su casa. Así de simple. Así de sencillo. Sin más gaitas. Sin ninguna duda mi entrañable y querido amigo lo sabía, porque aunque a veces parezca más tonto que el tonto el haba, eso lo sabía desde que tenía uso de razón, desde que se incorporó por primera vez en la cuna y dejó de gatear, pero el día de marras no pudo hacer nada para evitarlo, porque como ya he dicho tenía prisa porque tenía una reunión con la Vicedecana, y ya se sabe lo que pasa cuando uno tiene una reunión con la Vicedecana y encima se tienen prisas, que termina como termina, es decir, con problemas, incluido el dolor de cabeza, los retortijones estomacales y hasta en ocasiones, si la cuestión se complica y se desborda, con el colapso cardiaco.


Lo que no se esperaba, por mucho que a veces parezca que tiene un lirio en la mano, es que la sanción que le impusieron no fuera económica, algo que hubiera aceptado de mejor o peor gana, o que le condenaran a trabajos forzados a la comunidad, que siempre sería una acción meritoria para apuntarse en su currículum de galerista en el páramo de la ciudad en la que trabaja, o que le llamaran a capitulo para leerle la Paulina. No, eso no entraba en los planes de la UJA, sino que para su sorpresa, en vez de sancionarle al pago de unos euros por la leve y ridícula falta que había cometido, dejar un coche aparcado en un lugar no previsto para hacerlo, es que se le sancionase, contra todo pronóstico, a que cogiera un buen cubo de agua, un estropajo y un cepillo con grandes cerdas abrasivas, además de media hora de su tiempo, para que con mucha paciencia, mucho espíritu conciliador y mucho arte, procediera a quitar la maldita pegatina que le habían pegado en la luna trasera de su vehículo advirtiéndole, eso sí, que tenía otras alternativas para hacerlo. El recochineo era evidente. A cualquiera le hubiera encendido la sangre. A mi amigo también. Mi amigo se quedó de pasta de boniato y su cara se convirtió en todo un poema en cuya geografía se podían observar desde volcanes en plena erupción de flujo piroclástico a tormentas y huracanes caribeños a punto de arrasar con todo lo que se le pusiera por delante. Pero pese a ello, intentó serenarse, miró al cielo esperando una señal divina y tras toneladas de esfuerzo, se calmo. Le costó lo suyo, pero se calmó. Se fue a su casa e intentó quitar la pegatina que se pegaba al cristal del coche como si hubieran empleado en ello un pegamento apto para proceder a la soldadura de un buque de guerra, o al ensamblado y fusión de los paneles de un cohete que se manda a la luna. Un dislate, una auténtica aberración digna de un idiota con dos dedos de frente o de un majadero que intenta enseñar civismo a golpe de mamporrazos, eso si, usando una goma por la que a buen seguro concederían el premio Nóbel de química por el mejunje con tan soberbia adherencia. Esa misma noche mi amigo tuvo serias y espantosas pesadillas en donde una lluvia de papelillos se pegaban a su cuerpo con todo tipo de advertencias y admoniciones variopintas, al tiempo que le disolvían las entrañas a base de líquidos que le desfiguraban desde el rostro hasta el alma. Estuvo en este trance durante dos noches seguidas. A la tercera se despertó en medio de un sudor frío y se prometió a sí mismo que tenía que hacer algo que le devolviera la cordura que pensaba había perdido. ¿Había aprendido la lección o volvería al tajo?


Mi amigo, que es más terco que una mula en época de apareamiento, volvió al tajo, es decir al parking en donde se había producido el interfecto. Lo hizo en la mañana del día tercero, a la misma hora y con el mismo coche, dispuesto a desafiar a tan magna institución que en vez de comunicar una irregularidad, de la manera en que a uno le enseñaron en la escuela, con educación y con respeto, procedía a tunear el coche de mi amigo pegándole cartelitos que ni un virguero con buena maña o un titán con mala leche era incapaz de quitar en un espacio de tiempo razonable, sin darse papirotazos con la cabeza. Eso lo hizo un día, y otro, y otro, hasta el punto que el coche empezaba a ser un anuncio andante en donde para ver algo tenía que sacar la cabeza por la ventanilla, si no quería darse un golpe que acabaría con el coche en un desguace. Porque el segurata del parking volvía a colocarle, un día sí y otro también, otra nueva pegatina, y otra, y otra, junto a los restos de las que le había puesto los días anteriores y ya tenían su lugar por derecho propio. Si al principio era una simple pegatina, ahora ya iba por la media docena. Era como para flipar en colores sin que nadie pusiera fin al exceso bochornoso. Y puesto que la cosa parecía no tener fin, a mi amigo se le ocurrió la idea de documentar lo que acontecía y devolver más adelante el golpe con lo que él ha venido en llamar “la pegada”, es decir, colocar una pegatina en todos los coches, absolutamente en todos, el día y en la hora en que él lo decida, que estén bien aparcados en el parking de la UJA. Mi amigo pues, tomará las riendas, se subirá al caballo del indio caído, y esta vez será él el que dispare las flechas. No sé como acabará todo esto, ni tan siquiera si alguna vez lo hará, pero el conflicto se presenta largo a menos que la UJA se quede sin pegatinas, que todo presupuesto tiene un límite y los tiempos no están para despilfarros. También puede suceder que el segurata haga la vista gorda y se quede finalmente en su garita hablando por teléfono con su novia para contarle cualquier chorrada que se le ocurra en ese momento, que todo es posible. Pero de lo que estoy convencido es que mi amigo no va a dejar el coche en su casa y se va a olvidar del asunto, porque conociéndole como le conozco, o le dicen las cosas como hay que hacerlo, que es poniendo el papelito con la advertencia y el consejo, pero sin pegamento, en el parabrisas de su coche, o mucho me temo que nos encaminamos a un conflicto que ni la ONU será capaz de resolver. Yo, desde luego, así lo creo.

Eleazar Barcelona, Enero 2013







Día sexto



En la vida estamos acostumbrados a recibir palos por todos lados. Desde pequeños nos enseñan a obedecer, intentan convertirnos en buenas personas con amplias tragaderas, hombres de bien uniformados mentalmente en la mediocridad. Vivimos rodeados de prohibiciones y restricciones absurdas, ideadas por mentes preclaras, señoras y señores llegados a este mundo para imponer sus arbitrariedades. Y si no las acatamos con mansedumbre, tendremos que atenernos al correspondiente castigo. El papá estado y sus hijos, las infinitas administraciones, nos reprenderán por nuestras actitudes punibles del modo que más les plazca. David Martínez plantea con esta acción dos cosas: por un lado reiterando la desobediencia, la convierte en protesta y pone el foco sobre una injusticia. Me das una torta, pues quiero un par de docenas. Por otra parte, al premiar a otros ciudadanos imitando las formas de la sanción, caricaturiza la obediencia para evidenciar un abuso puntual que simboliza la retahíla de mandatos y restricciones que sufre el ciudadano a diario. La acción Pegata es arte de acción en estado puro, destila inteligencia y mala leche por partes iguales. Realizada con la más absoluta sencillez, se cuestiona la legitimidad para sancionar caprichosamente a una administración que ejerce su poder cada vez más en contra del ciudadano. Además, este trabajo de David Martínez plantea una reflexión de fondo muy a tener en cuenta en los tiempos que corren, ¿y si la ciudadanía se cansa de obedecer? Tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió... Marc Montijano Málaga, Enero 2013







Día séptimo



Decia el honorable maestro del honorable maestro de Kun-fú que cuando una norma es estúpida, los individuos tienen derecho a comportarse estupidamente frente a ella... Ahi queda eso! Una vez me comentó un gran borracho en una gran borrachera que frente a la docilidad ante cualquier forma de autoridad, existe algo llamado Derecho natural. Eso es lo que hace grande a los hombres de talento, de lógica razón. Esos hombres, de forma soberana y con sólidos argumentos naturales, tienen asegurado su derecho por encima de cualquier ley hecha por otros hombres (quizas por ignorancia o pazguatería). Amen. Esta acción nos cuenta todo eso y mucho más de forma impecable.

Emanuelle Fidalgui de los Collonis Huelva, Enero de 2013





DĂ­a octavo



Aunque totalmente respetable, creo que el arte sobre el arte es ciertamente un peligro que corren algunos artistas, ya que en ocasiones llega a ser fascinante quedarse mirando como se entrelazan unas formas con otras y olvidarse completamente del mundo. Sin embargo, mi querido compañero y amigo David parece que lleve el mundo por montera, exponiéndose públicamente a un acto real, que pone de manifiesto la desobediencia de quien ha recibido alguna injusticia o en su caso sanciones extremas y/o ridículas ...unos minutos de estacionamiento en un lugar donde no molesta a nadie... no siguiendo las directrices generales sino alterando la acción, volteando su sentido para conseguir la reflexión ante ciertas conductas ciudadanas que radicalizan las normas establecidas. ... hay que joderse, encima hay que despegar del cristal el cartelillodeloscojones. Esta acción aparentemente sencilla no está exenta de dificultades, David ensancha un horizonte que convierte esta irónica paradoja en interrogante para abrirnos los ojos ante una visión adoctrinante, ante una situación, indecente, lo sabemos, que trastoca la intolerable coyuntura en la cual la Administración y de una forma más amplia la humanidad se haya sumergida. El arte de David busca que éste sea público y el artista un nuevo ciudadano, libre para reencontrar su propia vocación ante una visión crítica que busca modificar las estructuras sociales. Señores/as dejemos de cruzar los brazos... Mariló Entrambasaguas G. Jaén - Enero 2013





DĂ­a noveno



Querido amigo David ¿Cómo se siente uno “aburrio” en un receso del día, que la da tiempo pa pensar en semejante asunto tan trascendental?. Es lo que yo necesitaría para ponerte unas letrillas sobre un tema de: ¿cómo está un señor de aburrio pa ponerle los letrerillos al coche de marras mal aparcado que se encuentra todos los días? Y es que no se ha puesto a pensar tal señor de uniforme fosforito, ¿quién es el que le pone el coche para dibertimento suyo o el del guardia de unos días repetitivos hasta el punto de no saber si es hoy, es ayer o si está soñando? Y ¿no tiene interés en conocerle-la, para pensar que su aburria vida puede dar un cambio al conocer al personaje de marras que, puede llegar a ser el amor de su vida, que le da un beso en la boca y le despierta de la monotonía de sus días ? O, en su aburria vida, ¿se está montando la peli de su vida y está a punto de descubrir lo que de verdad le gustaría ser “un detective”, “ un poli” de los de verdad, y se lo está pasando pipa pensando lo que pensará o a qué está jugando el personaje de marras al dejar todos los días el coche en el sitio no debido? O, ¿ no será que está emulando la pelicula de “el día de la marmota”?... y tantas ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿...????????? ?????? O , ¿no será que “la acción” la está haciendo él? Todo esto la verdad es que la situación es muy divertida y uno se siente contagiado del abuirrimiento que es el momento idoneo pa que surjan las ideas. Espero saber el desenlace, veo que esto va por capítulos. Besos y abrazos y un montón de amistad. Nisa Goiburu Tolosa, Enero de 2013







Día décimo


VEHICULO ESTACIONADO EN LUGAR PROHIBIDO. Lugar Estacionado En Vehículo Prohibido . . . Prohibido En Lugar Estacionado Vehículo Videojuego No Virtual. Real como la vida más real, en un Lugar Prohibido con Vehículo Estacionado. El héroe contra los adversarios que prohíben y cohíben. David Martínez y su nave supersónica-sideral de color gris humo a la conquista del Espacio del conocimiento universitario magno en los confines de la atmósfera jiennense… Una materia vírica y maligna, pegajosa, putrefacta y rebelde invade en forma de capas superpuestas cual Adobe Photoshop CS3000 las superficies más inverosímiles del vehículo en cuestión… Ante la adversidad y el mayúsculo enojo que habita en nuestro héroe tras el primer combate, mi querido amigo David “el Magno”, David “Bross”, Davidman!!! acude a las ordas artísticas, sus fieles escuderos, dispuestos a desempolvar sus más feroces armas en forma de lenguaje-acción-performance-discurso, lanzando un feroz contraataque que provocaría la mayor victoria jamás conocida en esos lares.


El “guarda-a-jurado” dejará de ejercer como mosca cojonera, al tiempo que rezará tantos padresnuestros en su garita y de rodillas sobre dos garbanzos, con los brazos en cruz mientras sostiene ambas cajas repletas de pegatinas sobrantes; rezará -repito- tantos padresnuestros como adhesivos a colocado a lo largo de su trayectoria profesional de “pega-pegatas” en las lunas de los automóviles que se han visto obligados a estacionar donde han podido sin molestar ni interferir a nadie en absoluto. (Conste en este párrafo el tono meramente humorístico, sin acritud ni mala ostia hacia este señor, que todo hay que decirlo. Tengo la seguridad de que “es un mandado” y se limita a cumplir lo que le ordenan y por lo que, supongo, le pagan al final de mes). Está muy bien eso de redactar reglas y procurar que se cumplan. Pero antes de eso hay que tener la suficiente flexibilidad para autoevaluarse y ser conscientes de que hay situaciones y momentos donde se hace prioritario ser flexibles, tener unos niveles mínimos de razonamiento lógico, y sobre todo, pedir las cosas con respeto, guardar unas formas, vamos. No hay necesidad de empapelar, pegamento a través, a “vehículos estacionados en lugar prohibido”. Ante la lectura de la pegatina en cuestión, se me ocurren varias modificaciones para cerrar esta acción artística: -Donde dice “Tienes alternativas” habría que añadir a continuación “diríjase a la garita”. -Donde reza “Comparte coche para ir a la Universidad” habría que escribir “Comparte Pegatas para sentirte Universidad”, y en ese momento, no estaría mal invadir absolutamente toda la garita de pegatinas, cromos del tigretón, y de futbolistas que tan de moda están últimamente, cinta de carrocero de la ancha, y cinta americana también, que le da un aspecto más moderno y tecnológico. Ah! Y esparadrapo usado (en este punto se podría pedir a los hospitales cercanos, que la cosa no está para despilfarros). Y una vez sellada la garita, sin entrada ni salida y con el guarda jurado en su interior, todos diremos en voz alta y clara, al unísono: “ESTÁ USTED ESTACIONADO EN GARITA PROHIBIDA”!!!!! Tienes alternativas: Comparte Arte para ir a la Universidad. Aula Verde, Azul, Violeta, Magenta, Rojo, Naranja, Amarillo y Verde.

Jose Angel Vega Granada, Enero de 2013





DĂ­a dĂŠcimo primero



Querido David, viendo tus idas y venidas se me ocurría una de Charlot, de cómo se gesta una obra, yo me lo apaño como reacción a otra, una película me lleva a otra o a una escultura para el salón o el jardín o a una canción Desde un claro del bosque siguiendo tu acción… la distancia, pasado por el colador de mi Internet africano, las cosas son otra cosa. En el recuerdo durante 21 días pasé muchas horas y días en la universidad de Jaén, quieto, muy quieto, esperando que mi escultura se hiciese sola o la gente que pasaba (¡¡¡9.000 mujeres!!!), cuando uno vive entre vacas, yeguas, pájaros o lagartijas, esto de las 9.000 chicas tienes su cosa... y vas y centras la acción en los coches, los guardias de seguridad, el aparcamiento, el cartelito de los cojones, ni una teta que llevarse al ojo, cuatro gritos cuatro hostias del guardia de seguridad, los dueños de los coches hostian a los actores por el cartelito, y ya que le pillamos el punto, todo el mundo dándose de hostias por aquello que dijiste….. El Pájaro Villoslada de Cameros, Enero 2013





Días décimo segundo, décimo tercero

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64 parkings El 5 de Julio de 2005 Chaqui Warhole realizó la acción 64 gatos albinos. 64 gatos modificados genéticamente para que tuvieran un color cegadóramente blanco que, tras un largo entrenamiento, estuvieron durante todo un día girando en círculo en uno de los muchos parkings subterráneos de Cluj-Napoca (Rumania). Con la primera luz del alba los gatos entraron en fila por un pequeño agujero de la vaya del parking. Con paso firme se dirigieron al centro y, ocupando toda la zona central, pasillos y aparcamientos, comenzaron a girar uno detrás de otro en un perfecto círculo. Mantuvieron la coreografía durante todo el día, sin variar lo más mínimo el ritmo ni sus movimientos. Cuando el sol empezó a esconderse el circulo se deshiló y salieron en orden milimetrado por donde habían entrado. Toda la acción se desarrolló en un absoluto silencio. Chaqui no avisó a nadie de que iba a realizarla (como es común en sus trabajos) y probablemente ella fue la única espectadora que era plenamente consciente de lo que veía. El resto de personas que tuvieron la (¿afortunada?) oportunidad de ver este espectáculo acudió al parking con la intención de aparcar sus coches. En ningún lugar se explicaba que era lo que estaban viendo, así que la interpretación de la figura geométrica formada por los animales albinos se presentaba a si misma en el centro del parking como un enigma, una abstracción a la que darle un significado, a la que darle una posición en algún tipo de cadena causal. Lo misterioso (cuasi siniestro) de la imagen paralizaba a todo el mundo que la veía; era difícil pronunciar palabra o hacer algún gesto brusco. Los conductores que pretendían dejar allí su coche si no encontraban un espacio a una distancia prudente de la acción se alejaban con desconcierto y cierto temor. A pesar de lo cómico que hubiera podido resultar la imagen (gatos girando en círculos ¿Por que no reírnos con esto?), el movimiento, el ritmo, la blancura, la mecánica perfección de cada detalle creaba un ambiente de opresión. El suelo y techo oscuros por los humos de las maquinas resultaban, por primera vez para muchas personas acostumbradas a habitarlos, un lugar ajeno, incomprensible. El parking se llena de contradicciones, el espacio se debilita, la barra para el control de entradas y salidas se vuelve flácida, el coche inseguro y sus puertas no se abren fácilmente, hay que forzarlas y producen un desagradable chirrido. Como en muchos de los trabajos de Chaqui Warhole no quedó un registro claro de la acción. Ella tomó algún video y fotografía, pero los guarda para si, no los muestra más que en la intimidad, no los considera piezas que deba vender o exponer, prefiero transmitir la acción a través de la palabra hablada, si le preguntas te cuenta como fué. Pero evidentemente hay muchos otros registros, vídeos de las cámaras de seguridad y fotos de los espectadores azarosos. El registro más potente es sin duda el silencio que quedó en el lugar durante algunos días y el recuerdo de los que


Las plazas de los aparcamientos forman una cuadrícula rectangular, traspasada por las vías por donde los coches deben circular. Este mundo geométrico (con evidentes referencias a Mondrian) permite una fluidez perfecta. Entrar por el control, pulsar el botón, circular siguiendo las indicaciones hasta encontrar tu plaza protocolaria, aparcar en tu espacio delimitado y al regresar recordar donde dejaste el coche por la clave numérica. Es un mundo ideal, permite aprovechar el espacio y conservar nuestros vehículos perfectamente. Es tan idílico que lo raro es que no tenga forma esférica y se conserve en un espacio virtual de una vectorialidad clínica. El silencio de los conductores mientras ven la rasura del movimiento circular sobre el asfalto es directamente proporcional a los gritos cuando te encuentras tu coche bañado de flema de cola blanca. La genética alterada debería aplicarse al encargado de la seguridad del almacén de vehículos para convertirlo en un ser ideal, un semidiós bondadoso y protector. ¿Deberíamos andar de rodillas lamiendo el asfalto hasta encontrar los restos tallados del número de nuestra plaza, para que la puerta de nuestro coche se nos abra generosamente, presentándonos su confortante interior, y nos conduzca hacia la barrera de seguridad, que nos despide con un ágil movimiento mientras damos gracias en trance por volver al útero esterilizado? (A pesar de que no quedó registro de la acción de Chaqui Warhole esta fue vendida a un coleccionista anónimo. En esta transacción se intercambió una cantidad desconocidas de dinero por los 64 gatos albinos, que pasaron a pertenecer al coleccionista privado. Este los conservó en una sala construida ex profeso con todas las medidas que los gatos pudieran necesitar. Los 64 animales mantuvieron lo que podríamos llamar una típica vida felina hasta que repentinamente, 2 años después de la acción en el parking, se encontró a todos ellos muertos formando un círculo perfecto) Jose Iglesias Gª-Arenal 24-1-2013 Perugia





Día vigésimo


“Limpiar es desplazar la suciedad de una parte a otra, la suciedad nunca desaparece, sólo cambia de sitio” Kaprow El por qué del “porque…”? ¿De la pregunta surge la respuesta o de la respuesta surge la pregunta? ¿Los cambios a través de las acciones artístico-políticas en vivo son otra arma o herramienta que se puede utilizar para hallar respuestas? El público fortuito, la policía nacional, el personal de seguridad que concurrió a la acción pegata que culminó el viernes 25 de enero de 2013 en el parking de la UJA, seguramente merodeó por sus cabezas, durante un tiempo más o menos pronunciado, el qué o el por qué de este hecho, seguramente pudieron pensar: (…Gente tan desocupada que no tiene otra cosa que hacer). (…¡Que barullo! que ha venido hasta la policía). (…¡La gente protesta por todo¡). (…No tienen razón). (…Vaya gilipollas). (…Personas cívicas). (…Qué forma de perder el tiempo). Para mi lo más importante de esta acción es esa parada en seco que se produce, y esa pregunta que a continuación sobreviene, el “Por qué” que durante unos segundos, minutos, o incluso horas han existido. Los “Por qués” son esos personajes etéreos y de pequeño formato que deambulan por nuestra mente, y que nos desvincula momentáneamente del qué hacer y pensar diario, de las profesiones, de las emociones que nos embargan, ya sean negativas o positivas, de los vínculos y relaciones que nos unen, de la fortaleza o debilidad de éstos, de la sociedad y su frecuencia de repetición y de sus posibles aprendizajes de los errores y de las posibles repetición de sus aciertos; y a continuación vuelta a empezar con el qué hacer y pensar diario.


Esos instantes de paréntesis (…) provocados por artistas que entienden y militan con una única arma, el arte como posicionamiento político social constructivo, con la idea de que este puede provocar posibles cambios y la esperanza que éstos puedan traer mejor naturaleza humanista a las reales existencias: la sorpresa, la no alineación, la potencialidad del gesto… La interrogación que termina en el váter no por estéril, sino como el fin y el principio de un nuevo proceso. Jaén, Enero 2013 Puñal





En el día de hoy, vigésimo, el “cuerpo de baile” se ha negado a colocar la pegatina de los cojones ... ... Estaría de Dios.



Día vigésimo primero... y último


Vigilar a los vigilantes “Tendremos que arrepentirnos en esta generación, no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena” Martín Luter King Hace ya bastante tiempo que el arte dejó de ser decorativo e indulgente, hoy en día ya no expresa la virtud de antaño. Son los propios individuos los que deben poner los límites a su moral y cada artista, como individuo independiente, debe hacer lo mismo con su creación, porque al fin y al cabo cada obra es parte de ese artista. Por definición, el arte contemporáneo es, en sentido literal, el que se produce o se ha producido en nuestra época y aunque la idea de contemporaneidad aplicada al arte, puede ser entendida de diferentes maneras, no podemos obviar el hecho de que estamos sujetos todos a un determinado entorno y a cierto momento cronológico. Fruto precisamente de la franca decadencia del momento histórico en el que nos encontramos, en el que la ética y la moral de la clase dominante se ha ido diluyendo progresivamente hasta límites insospechados, asistimos a un creciente movimiento inconformista, casi revolucionario, que se hace aun más evidente en ciertos sectores artísticos e intelectuales que se muestran sensibles a las injusticias sociales, impulsados sin duda por la apremiante necesidad de transformación de una sociedad que perpetua las desigualdades. No en vano, el “Estado de Derecho” es un complejo sistema de equilibrios entre poderes, que precisa de una continua supervisión para su preservación. El poeta latino Décimo Junio Juvenal, que estuvo activo a finales del siglo I y comienzos del siglo II, fue autor de dieciséis sátiras en las que mostraba los vicios de la sociedad de la antigua Roma. En estos poemas que hoy serían tildados entre otras cosas de machistas, Juvenal, hacía un retrato ácido y despiadado de sus contemporáneos. En uno de ellos, concretamente en la sátira nº VI, en un contexto en el que se alude a la dificultad de forzar a la mujer a tener un comportamiento moral adecuado debido a la corruptibilidad de los hombres que la custodien, plantea la siguiente reflexión: “pone seram, cohibe”. Sed quis custodiet ipsos custodes? “¡Enciérrala, contrólala!” ¿Pero quién vigilará a los vigilantes?


Esta pregunta, acuñada por Juvenal, enmarca una de las cuestiones más enrevesadas para los filósofos del gobierno y el estado a lo largo de la historia, y de los intentos de respuesta han nacido las diferentes formas de gobierno con las que se han dotado las democracias occidentales. Al igual que Juvenal, la acción Pegata, en la que David Martínez combina reivindicaciones sociales y desobediencia civil con propuestas artísticas, funciona a modo de sátira, para expresar la indignación hacia algo o hacia alguien con un propósito moralizador, lúdico y burlesco. Con esta acción, David ratifica un compromiso con su entorno, adoptando una actitud crítica en la que aúna arte y praxis social, para favorecer una toma de conciencia de la existencia de desigualdades materiales entre los hombres, que permite el desenmascaramiento de la falsa ideología de las instituciones que, en lugar de responsabilizarse y hacerse cargo de los problemas que ellos han creado por su falta de previsión, culpabilizan al ciudadano marcándolo para poder tapar así sus vergüenzas. Pero a mi modo de ver, nos quedaríamos en un nivel superficial si entendemos esta acción sólo como una crítica a la Universidad como institución, bien al contrario, esta surge como consecuencia de un hartazgo generalizado. No se trata por lo tanto de una simple pegatina, aquí la pegatina es un símbolo, es mas, para David es un acto de justicia, al igual que las 257 pesetas que Don Rodrigo de Quesada interpretado por el gran Paco Martínez Soria, reclamaba al Banco Universal en la película “Don Erre que erre”. Por eso, este episodio de rebeldía ansia la visibilidad como arma de reivindicación socio-política, y al estar enmarcado dentro de la actual coyuntura lejos de ser gratuito, supone toda una declaración de intenciones, de inconformismo y de llamada de atención hacia el trato, en ocasiones humillante, que las instituciones dispensan a los ciudadanos que las sustentan. Es cierto que se podría debatir en torno a la legitimidad o incluso la inmoralidad de llevar a cabo una acción que culmina haciendo justo aquello que se pretende criticar, pero a veces en el arte se corre ese riesgo, no en vano, el mundo está lleno de “inmoralidades” que se convierten en necesarias o permisibles bajo ciertas circunstancias y el arte, hijo de su tiempo, solo las refleja. Además convendría señalar finalmente, que de la mayoría de las acciones tildadas de ”inmorales” se puede aprender más que de cualquier enseñanza con una moralina de “andar por casa”. Torregar Ceutí (Murcia), Enero de 2013















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